La pregunta correcta debería ser ¿Quién hizo cesar el sacrificio? porque la otra pregunta sugiere que los sacrificios siguen siendo ofrecidos en el Templo de Jerusalén, ese templo y esa ciudad que refiere Daniel fueron destruidos en el año 70 d.C. por los ejércitos romanos.
Daniel 9.27 RV60
“…Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.”
El dispensacionalismo enseña que quien "hará cesar el sacrificio" es el anticristo en el periodo de la gran tribulación, y son sacrificios restablecidos por el falso mesías, en un supuesto tercer templo que se reconstruirá en tiempo futuro.
Una lectura natural de la Biblia, de sus profecías, y de los eventos ya cumplidos nos llevan a concluir que la afirmación "confirmar el pacto con muchos" encuentra eco de su cumplimiento en Mateo 26.28 cuando Jesús instituyó la eucaristía, la cual es una representación de su sangre derramada para la expiación de los pecados, dijo así:
"Esta es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados."
Y en Hebreos 9.14-15 leemos “¿Cuánto más la sangre de Cristo... limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios Vivo? Jesús de esta forma confirmó el Pacto con muchos.
A Jesús se le llama el "mediador de un mejor pacto" en Hebreos 8.6, el "Ángel del Pacto" en Malaquías 3.1; y su sangre derramada se le llama "...la sangre rociada del pacto nuevo" en Hebreos 12.24. Jesucristo es el que confirmó el Pacto por medio de su sacrificio redentor en el Calvario.
La afirmación en cuestión "hará cesar el sacrificio y la ofrenda" también se cumplió con la muerte de Jesús. En el Antiguo Testamento cada uno de los sacrificios ofrecidos fue un simple tipo de sacrificio que esperaba el momento del Sacrificio Perfecto, cuando el Cordero de Dios fuera ofrecido. Una vez cumplido en el Calvario, Dios ya no demanda más sacrificios, ni lo demandará.
Y, la afirmación “Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación…” es sin duda la destrucción de Jerusalén y del segundo Templo. Jesús en Mateo 24.15 hace mención a Daniel 9.27 cuando afirma “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda).” Y ¿Cuándo sucederá eso? Tanto Mateo como Lucas fueron escritos antes del 70’ d.C., es decir antes de la destrucción de Jerusalén y del Templo por los romanos dirigidos por el general Tito. Lucas interpreta tanto a Mateo como a Daniel, y él nos dice que “…cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado” (21.20), Lucas entiende que la “abominación desoladora” o “profanación del lugar santo” es Jerusalén sitiada lista para ser destruida por sus enemigos.
Esta parte de la profecía no tenía fecha dentro de la estructura de las setenta semanas, como lo tenía el tiempo de la manifestación del Mesías a Israel, el tiempo de su muerte, etc. No obstante, nosotros que vivimos en la época posterior al cumplimiento, sabemos que la destrucción pronosticada halló su cumplimiento en el año 70 d.C.
¿Los judíos dejaron de ir a ofrecer sacrificios a Dios en el Templo de Herodes luego de la muerte y resurrección de Jesús? No, desde la muerte de Cristo por los siguientes cuarenta años de esa generación los judíos siguieron ofreciendo sacrificios blasfemando así del sacrificio perfecto, único y para siempre del Cordero de Dios, pero se acabaron con la destrucción del Templo en el año 70 d.C, en la venida en juicio de Jesucristo contra la esposa infiel. Así que en un sentido material, Jesucristo hizo cesar el sacrificio y la ofrenda también. Pero ¿Cuándo dejó de haber sacrificios en el Templo? cundo los judíos sediciosos se comieron al último de los corderos destinados al sacrificio, profanando así su propio templo.
Josefo refiere que en Agosto del año 70 d.C. el general Tito "...al saber que el sacrificio diario en el templo se había interrumpido por falta de corderos, y que toda la gente (judía) estaba por ello en zozobra..." (1) el general Tito invitó a los rebeldes judíos a salir del Lugar Santo para que no lo profanaran. Pero ya era demasiado tarde.
Afirmar que el sacrificio lo hará cesar el anticristo en un reconstruido templo y con una restaurada orden sacerdotal sugiere agregar más cosas a la profecía bíblica.
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(1) Paul L. Maier, 1992, "Josefo: Los Escritos Esenciales", Pág. 339
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