viernes, 28 de mayo de 2021

El Israel de Dios





Introducción


Hay mucho más concerniente a los “tiempos del fin” o últimas cosas (Escatología) de lo que nosotros decimos que realmente sucede en los últimos días. Nuestra escatología depende estrechamente de nuestra visión de lo que Dios está haciendo en la historia.

En el centro del debate está la cuestión del “Israel de Dios” (Gálatas 6:16). Por supuesto, esta no es una cuestión nueva. Durante el ministerio terrenal del Señor y después de su resurrección y antes de su ascensión, los discípulos le preguntaron repetidas veces, “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hechos 1:6).

En efecto, había una extendida creencia rabínica y popular de que el Mesías debía de ser un personaje político-militar poderoso de fuerza y destreza Davídica – “David hirió a sus diez miles” (1 Samuel 18:7). Juan 6:14-15 dice,
“Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: “éste verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.” Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.”

No se trataba, como algunos lo entienden, de que no fuera el tiempo, sino más bien de que un reino terrenal era contrario a sus propósitos. De nuevo, al final de su vida, durante su entrada triunfal, no vino a establecer un reino terrenal sino a cumplir las profecías, “No temas, Oh Hija de Sión; mira, he aquí tu rey viene, sentado sobre un pollino hijo de asna” (Juan 12:15; Isaías 40:9; Zacarías 9:9).

Jesús les había enseñado a los discípulos y a otros que él no había venido a establecer un reino terrenal como ellos esperaban, sino que había venido a traer salvación del pecado. Al final, cuando “los hombres de Israel” no pudieron tolerar más su rechazo a someterse a la escatología de ellos, su plan para la historia, le crucificaron. Las Escrituras dicen,
“De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él.” (Mateo 27:41-42).
Es también triste el hecho de que muchos cristianos estén de acuerdo con los principales sacerdotes y los maestros de la ley. El Dispensacionalismo ha sostenido por mucho tiempo que los fariseos tenían el método correcto de interpretar la Biblia, sólo que llegaron a conclusiones equivocadas.

El Dispensacionalismo-Premilenialismo cree que Dios le hizo la promesa a Abraham (Génesis capítulos 15 y 17) de que le daría un pueblo terrenal y nacional de manera que, según el Dispensacionalismo, siempre ha sido la intención de Dios tener tal pueblo, y si los Judíos rechazaron la primera oferta (¡o Jesús rechazó sus términos!) habrá de haber un reino, Judío, Palestino, en el milenio.

De acuerdo con el Dispensacionalismo, Dios estaba tan comprometido con la creación de ese pueblo terrenal y nacional que esta fue la principal razón de la encarnación, nacimiento y ministerio de Cristo. Si ellos hubieran aceptado su oferta de un reino terrenal, Jesús no hubiera muerto. En este esquema, la muerte salvadora de Jesús en la cruz es un feliz sub-producto del plan de Dios para un Israel nacional.

Es también un artículo de fe entre muchos Premilenialistas el que la creación de un estado Israelí moderno, en Palestina en 1948, sea una confirmación providencial de su reclamo de que los Judíos son el pueblo terrenal y nacional de Dios, y más aún, que Dios continua obrando en la historia en dos trayectorias diferentes, con un pueblo Judío terrenal y con un pueblo Cristiano espiritual.

Esta manera de proceder, de todas formas, está cargada de dificultades. En primer lugar, esta forma de leer los sucesos contemporáneos es muy incierta. ¿Quién de entre nosotros sabe de forma certera el sentido exacto de la providencia? Si un ser querido tiene cáncer, ¿deberíamos especular sobre qué pecado lo causó? Nuestro Señor nos advirtió contra el intentar interpretar la providencia (Juan 9). Si no podemos ni tan sólo intuir el significado de providencias relativamente pequeñas, ¿Cómo vamos a interpretar el sentido de providencias mayores? ¿Quién dice que deberíamos centrarnos en un estado israelí? ¿No debiéramos más bien centrarnos en la difícil situación que viven los cristianos palestinos, quienes han sufrido mucho en manos de Judíos y Musulmanes, y en especial desde la formación del Israel moderno?

Aunque resulte emocionante pensar que Dios pueda estar haciendo algo espectacular en nuestros días, da temor pensar que nuestra codicia de emociones no es mejor que el clamor de aquellos israelitas que dijeron, “danos a Barrabás”. Bien pudiera ser que la locura de los últimos tiempos que estamos presenciando, primero a finales de los 70, y de nuevo durante la guerra del Golfo y de nuevo en estos últimos años, sea realmente una búsqueda de certeza. Así como las últimas generaciones apartaron sus ojos de la predicación del evangelio y la administración de los sacramentos, en favor de los avivamientos, nuestra generación parece inclinarse por encontrar confirmación para su fe en el ser testigos presenciales del final de la historia. El hecho es que los cristianos a menudo han pensado la misma cosa, y han estado equivocados.

Recuerda que después del Monte de la Transfiguración (Mateo 17:1) donde Moisés y Elías aparecieron ante su Señor, los discípulos salpicaron a Jesús con preguntas sobre un reino Mesiánico terrenal, sobre si Elías aún había de venir. Jesús les respondió diciendo,
“A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista.” (Mateo 17:11-13).

Jesús siempre tiene la intención de predicar la llegada del Reino (“el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. Marcos 1:15), morir por los pecadores, y gobernar su reino desde donde ahora está, a la derecha de Dios. (Hechos 2:36)

Más tarde, en Mateo 19:27-30, después de haber oído las enseñanzas de Jesús sobre la verdadera naturaleza del Reino, Pedro preguntó de nuevo la pregunta del Reino, “He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?”, a lo cual Jesús respondió,
“De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros.”
Nuestros hermanos Premilenialistas interpretan esto como promesa de un reino Judío terrenal, pero Jesús entendió el Reino de una forma bastante diferente. Las parábolas que vienen a continuación precisamente enseñan que Dios no está estableciendo un reino Judío terrenal, sino más bien que “el último será primero, y el primero será último” y que
“el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará.” (Mateo 20:18).

Jesús fue incluso aún más claro con la madre de Santiago y Juan, que andaba buscando trabajo para sus hijos: “Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.” (Mateo 20:21). él la reprendió diciéndole que no sólo no iba a establecer un reino terrenal, sino que además iba a sufrir y morir y que ellos iban a sufrir y morir por causa de él, porque “el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mateo 20:28).

Por lo tanto, no podemos estar de acuerdo con el argumento del Dispensacionalista Clarence Larkin, cuando interpreta las palabras de Jesús,
“No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:7-8).

No como una reprensión hacia los discípulos por haber estado buscando un reino terrenal, sino tan sólo como una advertencia a seguir esperando el reino en la tierra.

Mas bien, Jesús no vino para formar en la tierra un reino Judío ahora o más tarde, sino que su intención fue tan sólo redimir a todo su pueblo por medio de su muerte en la cruz, y gobernar a las naciones con vara de hierro en su ascensión hasta su regreso en juicio.

Mi argumento es que el propósito principal de Dios en la historia ha sido siempre el de glorificarse a sí mismo por medio de la redención de un pueblo formado por gentes de todos los tiempos, lugares y de todas las razas, cuya gracia él ha administrado desde la caída, en la historia en una iglesia visible e institucional, representados por Adán, Noé, Abraham, Moisés, David y ahora Cristo.

Por lo tanto la premisa de que la intención de Dios ha sido la de establecer una nación Judía permanente o milenial es justo al contrario. Nuestros hermanos Dispensacionalistas confunden lo que es temporal con lo que es permanente, y lo permanente con lo temporal.

La Palabra de Dios nos enseña que Jesús es el verdadero Israel de Dios, que su encarnación, obediencia, muerte y resurrección no fue un subproducto del rechazo de Israel a la oferta de un reino terrenal, sino el cumplimiento del que fue el plan de Dios desde toda la eternidad. Esto es lo que Jesús les dijo a los discípulos en el camino a Emaús. Uno de ellos dijo, “nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel.” En respuesta nuestro Señor les dijo,
“¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.” (Lucas 24:25-27).
El apóstol Pablo resumió esta misma enseñanza cuando les dijo a los corintios que no importa cuántas promesas Dios os haya hecho, “todas son Sí en Cristo” (2 Corintios 1:20).


Definición de Pacto

No podemos comprender lo que Dios está haciendo en la historia si no entendemos uno de los conceptos más importantes de las Escrituras: El pacto. Esta es una palabra muy frecuente en la Biblia (294 veces). El pacto describe la forma en que Dios se relaciona con sus criaturas. Es un juramento que compromete a ambas partes y en el cual hay condiciones, bendiciones por la obediencia y maldiciones por la desobediencia así como señales y sellos del juramento.


Ley y Evangelio: Pacto de Obras y Gracia

Dios hizo el primer pacto en la historia humana, un pacto de obras, con el primer hombre en el paraíso. La bendición prometida a cambio de mantener el pacto fue que Adán y toda la humanidad entrarían en la gloria (“come y vive para siempre,” Génesis 3:22); la maldición por romper el pacto era la muerte (“de cierto morirás” Génesis 2:17). La condición del pacto es que Adán se abstuviera de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal (Génesis 2:17). Las señales del pacto fueron el árbol del conocimiento del bien y del mal y el árbol de la vida (Génesis 2:9).

Como ya sabes Adán falló en la prueba, y como Pablo dice “el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” (Romanos 5:12). Todos nosotros hemos nacido bajo este pacto de obras.

El segundo pacto de la historia fue también hecho por nuestro Dios con nuestro padre Adán. Este pacto, sin embargo, no fue un pacto de Ley; más bien fue un pacto de Evangelio. Este es un juramento que compromete a ambas partes y en el cual hay condiciones, bendiciones por la obediencia y maldiciones por la desobediencia así como señales y sellos del juramento.

En el pacto de gracia, Dios prometió bajo juramento la venida de un Salvador (“la simiente de la mujer”) quien heriría en la cabeza a la simiente de la serpiente cuando la serpiente hiriera su talón (Génesis 3:14-16).

La bendición de este pacto es la vida eterna (el árbol de la vida) y la maldición por romper el pacto continúa siendo la muerte. El Evangelio de este pacto es que hay un Salvador que guardará los términos del pacto de obras y que los pecadores se beneficiarán de ello.

Hay tres cosas que han de ser dichas sobre las condiciones relativas al pacto de gracia:

1. En cuanto a la causa de nuestra justificación, el pacto de la gracia es incondicional. Dios no acepta pecadores por otra razón que no sea la justicia de Cristo imputada sobre ellos por gracia.

2. En cuanto al instrumento de nuestra justificación, la fe salvadora, regalo de Dios (Efesios 2:8-10), es la única condición del pacto. La fe es pasiva (la recibimos de Dios) y orientada hacia Cristo. Esto es lo que los Reformadores Protestantes querían decir con sola fide.

3. En cuanto a la administración del pacto de la gracia, podemos decir que las condiciones del pacto son aquellos medios por los cuales Dios habitualmente hace pasar a los pecadores de muerte a vida, o sea, la predicación del Santo Evangelio, y aquellos medios de gracia por los cuales él confirma sus promesas y fortalece nuestra fe: los santos sacramentos. La obediencia cristiana no es ni base ni instrumento de nuestra justificación ante Dios, sino el fruto y la demostración de la obra de Cristo por y en nosotros.

En la historia de la salvación, este mismo pacto del Evangelio que Dios hizo con Adán fue renovado con Abraham, pero la promesa se volvió a establecer, “Yo seré vuestro Dios, y el de vuestros hijos.” La señal del pacto en Génesis 15 fue el cortar los animales y como condición permaneció la fe. Por esta razón las Escrituras dicen, “Y Abraham creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.” (Génesis 15:6).

En Génesis 17:10-14 la circuncisión viene a ser la señal de iniciación al pacto de la gracia. El pacto y la señal están tan íntimamente relacionados que el Señor llama a la señal de la circuncisión “mi pacto”.

El pacto de obras no desapareció sin más de la historia de la salvación. Más bien vemos que el pacto de obras se repite a lo largo de las Escrituras, cada vez que la Ley es leída y Dios reclama a los pecadores una justicia perfecta, p.e. “Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.” (Gálatas 3:10). Cuando Jesús dijo al joven rico, “haz esto, y vivirás” (Lucas 10:28) él estaba repitiendo el pacto de obras.

De igual manera el pacto de la gracia es repetido a lo largo de la historia de la redención, siempre que Dios dice, “Yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo” él está repitiendo la promesa hecha a Adán. Dios repitió esta promesa del evangelio a Noé, Abraham, Isaac, Jacob, David, Moisés, finalmente la cumplió en Cristo y luego nos la repite a nosotros a través de los Apóstoles, como vemos en Hechos 2:39.

Estos dos pactos unifican toda la Escritura. Todos los seres humanos están muertos en sus delitos y pecados y todos aquellos que son salvos están en el pacto de la gracia.


El Antiguo Pacto (Mosaico)

Muchos creyentes en la Biblia asumen que cada suceso que tuvo lugar en la historia de la salvación antes de la encarnación y muerte de Cristo pertenece al Antiguo Testamento, y muchos de ellos asumen que desde la encarnación, las Escrituras del Antiguo Pacto ya no se aplican ni hablan a los Cristianos. De hecho, algunos Dispensacionalistas incluso consideran que algunos libros del Nuevo Testamento no se aplican a los Cristianos de hoy, porque fueron escritos para aquellos que son Judíos de etnia. Hace apenas unos años, oí decir a un pastor Dispensacionalista en Navidades que “el problema de los Evangelios es que el Evangelio no se encuentra en los Evangelios.”

Las Escrituras mismas, de todos modos, refutan tales ideas. El apóstol Pablo en 2 Corintios 3:12-18 define el “Antiguo Pacto” como Moisés lo hizo, en un sentido general en los libros de Moisés y particularmente en las leyes Mosaicas (vv. 14-15). En Hebreos 7:22, Jesús es la garantía de un pacto mejor que el que fue dado a los Israelitas. Más adelante, en 8:6-13 al contrastar el Nuevo Pacto con el Antiguo, restringe el Pacto Antiguo a la época Mosaica de la historia de la salvación. Hace de nuevo la misma distinción en 9:15-20. Luego, estrictamente hablando, el Viejo Pacto describe el pacto que Dios hizo con Israel en Sinaí. Por lo tanto, no todo lo que ocurrió en la historia de la salvación, antes de la encarnación, pertenece al Pacto Antiguo. Esto es importante, porque el Viejo Pacto es descrito en el Nuevo Testamento como “inferior” (Hebreos 8:7), “obsoleto”, “viejo” (8:13) y que su gloria está “desapareciendo”.

En este sentido, otro factor importante a tener en cuenta sobre el Pacto Antiguo es que fue temporal y típico de forma intencionada. Colosenses 2:17 describe las leyes ceremoniales mosaicas (Viejo Pacto) como “sombras” de las cosas que habían de venir. Hebreos 8:5 describe el Templo terreno como “tipo y sombra” del templo celestial. La ley Mosaica en sí misma, fue tan sólo una “sombra” del cumplimiento que vino con Cristo.


El Nuevo Pacto

Con la muerte de Cristo, su resurrección y ascensión la promesa que Dios hizo a Adán y repitió a Abraham permanece, pero las circunstancias han cambiado. Nosotros, quienes vivimos a este lado de la cruz, vemos las cosas de diferente manera porque vivimos en los días del cumplimiento. En términos bíblicos, vivimos en los “últimos días” (2 Pedro 3:3; Santiago 5:3; Hebreos 1:2; Hechos 2:17).

Todo el propósito del Antiguo Pacto fue el de dirigir la atención hacia arriba, hacia realidades celestiales (Éxodo 25:9; Hechos 7:44; Hebreos 8:5) y hacia adelante en la historia hacia el sacrificio de Jesús en la cruz. Las viejas señales, la Pascua y la circuncisión, así como los demás sacrificios sangrientos y ceremonias han sido substituidos. Aunque aún vivimos en una relación de pacto con Dios, y las imágenes sangrientas de Cristo han sido reemplazadas por señales no sangrientas (recuerdos) y sellos.

Así como Dios hizo un pacto con Abraham, él prometió que más tarde vendría un Nuevo Pacto (Jeremías 31:31). Dios hizo este Nuevo Pacto en la sangre del Señor Jesucristo (Lucas 22:20). El Señor Jesús de forma específica y consciente estableció “el Nuevo Pacto”. El apóstol Pablo dijo de sí que él era “un siervo del Nuevo Pacto” (2 Corintios 3:6). ¿Cómo puede ser si no hay sino un solo Pacto de la Gracia? El Nuevo Pacto es nuevo si lo comparamos con Moisés, pero no si lo comparamos con Abraham.

Este es el tema de Gálatas 3:1-29; 4:21-31, y 2 Corintios 3:7-18 donde Pablo dice que la gloria del Viejo Pacto estaba desapareciendo, pero que la gloria del Nuevo Pacto es permanente. El mensaje de los capítulos 3 al 10 de Hebreos es que el Viejo Pacto (bajo Moisés) fue preparatorio del Nuevo Pacto. El tema fundamental de Hebreos 11 es que Abraham tuvo una fe del Nuevo Pacto, esto es, anticipó una ciudad celestial y la redención que tenemos en Cristo (Hebreos 11:10).


Israel Definido

Hubo pues un Israel antes del Pacto Antiguo. Israel fue el nombre dado a Jacob. Esta es la primera vez que la palabra “Israel” aparece en las Escrituras, como conclusión a la historia de la lucha de Jacob (Gen 32:21-30).

Después de haber pasado la noche luchando con un hombre anónimo, y “cuando el hombre vio que no podía con él” (v.25), Jacob le pidió una bendición. A cambio, el luchador le puso a Jacob el nuevo nombre de Israel, el cual él definió como “luchas con Dios y con los hombres.”

Así pues, en la historia de la salvación, todos aquellos que provienen del patriarca Jacob son, en un amplio sentido, “Israel”. Tan sólo dos capítulos después el término “Israel” es usado para describir el lugar y nombre de los hijos de Abraham, Isaac y Jacob (34:7). En Padam Aram, Dios de nuevo le bendice y le llama a Jacob “Israel” (35:9-10) y repite la promesa hecha a Abraham de ser Dios para Abraham y para sus hijos.

Todo esto parece apoyar la idea de que Israel significa “aquellos que físicamente descienden de Jacob.” A excepción de que Jacob no es el principio de la historia. Antes de que hubiera un Israel ya hubo un Abraham y su milagroso hijo, Isaac (Romanos 9), y antes de Abraham, dice Jesús, “YO SOY” (Juan 8:58). Fue a Abraham a quien Dios prometió “Yo seré tu Dios, y tú serás mi pueblo.” En efecto, Jesús les enseñó a los Judíos en Juan 8 que fue él quien hizo la promesa a Abraham (Juan 8:56). Recuerda también que el primer cumplimiento de esa promesa no vino por “voluntad de varón”, sino por el poder soberano de Dios al permitirle a Sara concebir en su anciana edad. Todos estos son factores importantes a recordar cuando nos acerquemos a la respuesta de Pablo a la pregunta ¿Quién es el Israel de Dios?


Israel, Mi Hijo

En el éxodo de Egipto Dios constituyó a los hijos de Jacob colectivamente como su “hijo”.

“Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito.” (Éxodo 4:23).

Esta no es una declaración casual, sino una descripción deliberada del pueblo nacional. Los hijos de Jacob no son el Hijo de Dios por naturaleza, sino por adopción. Moisés niega que hubiera ninguna cualidad inherente en Israel que hiciera a los hijos de Jacob merecedores de ser llamados el pueblo de Dios.

“No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; si no por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto.” (Deuteronomio 7:7-8)

De acuerdo con este pasaje hay dos razones por las cuales Dios escogió a Israel, Su amor inmerecido y la promesa hecha a Abraham.


Israel Extraviado

Israel, sin embargo, no era hijo natural de Dios. Esto se vio claramente en el desierto, en Canaán y finalmente en la expulsión cuando Dios cambió el nombre de su “hijo” Israel por “Lo-ammi, no mi pueblo” (Oseas 1:9-10).

Dios desheredó a su “hijo” adoptado, temporal y nacional, Israel, como pueblo nacional precisamente, porque jamás fue la intención de Dios tener un pueblo terrenal permanente. Tras el cautiverio, ellos ya habían cumplido ampliamente su papel en la historia de la salvación. Como señal de este hecho, el Espíritu-Gloria partió del templo. Esto sucedió porque su principal función fue la de servir como modelo y sombra del hijo natural de Dios, Jesús el Mesías (Hebreos 10:1-4).


Jesús, el Israel de Dios

La tesis de este ensayo es que Jesús es el verdadero Israel de Dios y que todo aquel que esté unido a él, sólo por gracia, sólo por medio de la fe, viene a ser por virtud de esa unión el verdadero Israel de Dios. Esto significa que es erróneo buscar, esperar, anhelar o desear una reconstitución de un Israel nacional en el futuro. La Iglesia del Nuevo Pacto no es algo que Dios instituyó hasta que él pudiera volver a crear un pueblo nacional en Palestina, sino que más bien Dios sólo tuvo un pueblo nacional temporalmente (desde Moisés hasta Cristo) como preludio y avance de la creación del Nuevo Pacto en el cual las distinciones étnicas que hubo bajo Moisés fueron completadas y abolidas (Efesios 2:11-22; Colosenses 2:8-3:11).

Mateo 2:15

En el texto Hebreo la expresión “fuera de Egipto” ocurre más de 140 veces. Esta es una evidencia más de la existencia de un Israel nacional. Cuando Dios dio la Ley dijo, “Yo soy Jehová tu Dios quien te sacó de la tierra de Egipto.” Eran un pueblo redimido que pertenecía a su Salvador.

Esto es aún más significativo cuando Mateo 2:15 cita Oseas 11:1. La Escritura dice,
“Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto, y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: “De Egipto llamé a mi Hijo.”

Herodes estaba a punto de descargar su rabia sangrienta contra los primogénitos de los Judíos. La interpretación inspirada que Mateo hace de las Escrituras Hebreas debe regular nuestra interpretación de las Escrituras, y según la interpretación de Mateo nuestro Señor Jesús es el verdadero Israel de Dios, no el pueblo temporal y nacional de Israel. En efecto, no es nada exagerado decir que la única razón por la cual Dios orquestó el primer éxodo fue para poder orquestar el segundo éxodo y que así pudiéramos conocer que Jesús es el verdadero Hijo de Dios y que todos los cristianos son el Israel de Dios sin considerar su etnia.

Dado que Jesús es el verdadero Israel de Dios, por eso en su infancia y de hecho en toda su vida, recapituló la historia del Israel nacional. Todo aquello que el Israel nacional rebelde no haría, Jesús lo hizo: él amó a Dios con todo su corazón, su alma, su mente y sus fuerzas y a su prójimo como a sí mismo (Mateo 22:37-40).

Gálatas 3:16

De forma similar, el apóstol Pablo argumenta muy claramente que las promesas hechas a Abraham tienen su cumplimiento en Cristo. Gálatas 3:16 dice,
“Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.”
Pablo explica lo que quiere decir. Las promesas hechas a Abraham fueron promesas del evangelio del Nuevo Testamento. Fueron dadas antes de Moisés y fueron cumplidas en Cristo. Jesús es el verdadero hijo de Abraham, él es “la simiente” prometida a Abraham.

El propósito de la Ley dada a Moisés fue el enseñar al Israel nacional y a nosotros la seriedad de nuestro pecado y nuestra miseria (Gálatas 3:22). La Ley administrada a través de Moisés no cambió fundamentalmente la promesa del evangelio dada a Abraham (3:17-20). El Nuevo Pacto no es si no el cumplimiento y la renovación del Pacto con Abraham, y el Pacto con Abraham no fue más que el cumplimiento y la renovación del pacto de Gracia hecho con Adán después de la caída.


Jesús, el Salvador de Israel

Hechos 13:23

Parte de la confusión que conlleva el tema del plan de Dios en la historia, y por lo tanto parte de la razón por la cual los cristianos están tan confundidos sobre el plan de Dios para el futuro de su pueblo, viene porque muchos no comprenden qué vino a hacer Jesús por el Israel nacional. Jesús no vino a establecer un reino Judío terrenal y nacional, sino que vino a ser su Salvador y el Salvador de todo el Pueblo de Dios, fueran judíos o gentiles.

Nuestro Señor, antes de su encarnación, se identificó a sí mismo con Israel a través del profeta Isaías (43:3) como “el Santo de Israel”, su “Salvador.” Este es el mismo asunto que el apóstol Pedro trató en su gran sermón de Pentecostés, que David no es el Rey, ya que está muerto. Jesús, puesto que vive, es el Rey y fue sobre Jesús que David profetizó (Hechos 2:19-34).

Más tarde, en otro sermón, Pedro dijo que Dios había ahora “exaltado” a Jesús “a su propia mano derecha como Príncipe y Salvador, para que pudiera darle a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.”


Los Hijos de Abraham

Con todo este trasfondo, ahora estamos en situación de responder a las preguntas, “¿Quiénes son los hijos de Abraham?” y “¿Quién es el Israel de Dios?” Jesús dijo,
“Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.” (Juan 8:28-29).

él continuó diciendo que “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (vv.31-32) a lo que ellos responden señalando que ellos son descendencia física de Abraham (v.33).

A esto Jesús responde, “Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais” (v.39). Esta es pues la definición que el Señor hace de un hijo de Abraham, un Judío, o Israel: Quien hace las cosas que Abraham hizo. ¿Y qué hizo Abraham? Según Jesús, “Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó” (v.56). Según Jesús el Mesías, un Judío, un verdadero Israelita es aquel que tiene fe salvadora en el Señor Jesús ya sea antes o después de su encarnación. Esta es sólo otra forma de decir que Jesús es “el camino, la verdad y la vida” y que “nadie viene al Padre” sino por él (Juan 14:6). Este versículo también se aplica a Abraham, Isaac y Jacob así como a cualquiera.

Luego, no debiera sorprendernos encontrar básicamente la misma enseñanza en la teología del Apóstol Pablo. En Romanos 4, Pablo dice que uno es justificado de la misma manera que Abraham fue justificado, solo por gracia, y solo a través de la fe en Jesús (Romanos 4:3-8).

¿Y qué de los Gentiles? Pablo pregunta, “¿Cuándo fue Abraham justificado? ¿Bajo qué circunstancias? ¿Antes o después de ser circuncidado? ¡No fue después, sino antes!” (Romanos 4:11).
“para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia; y padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado.” (Romanos 4:11-12).

Por lo tanto estas dos preguntas están íntimamente relacionadas. La Justicia ante Dios “viene por fe” (Romanos 4:16), no por guardar la Ley, ni por ser física o étnicamente Judío,
“para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros” (Romanos 4:16)
Esto es así porque, como dijo en Romanos capítulo 2,
“es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios” (Romanos 2:29).
Cristo no vino para reinstalar y fijar la Teocracia Mosaica o a establecer un reino terrenal Judío milenial, sino a salvar pecadores Judíos y Gentiles y a hacerles, solo por gracia, sólo a través de la fe, y solo en Cristo, hijos de Abraham.


La Pared Intermedia Derribada (Efesios 2:11-22)

El movimiento de la historia de la redención se da en este orden. El pueblo de Dios fue un pueblo internacional desde Adán hasta Moisés. Bajo Moisés el pueblo de Dios fue temporalmente una nación. Dios instituyó unas leyes especiales, civiles y ceremoniales, para separar a su pueblo nacional de los paganos gentiles. En Efesios 2:14 el Apóstol Pablo describe estas leyes civiles y ceremoniales como la “pared intermedia” entre Judíos y Gentiles. Por causa de esa pared intermedia los Gentiles, considerados como pueblo, estaban “sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo” (2:12).

Ahora, sin embargo, por causa de la muerte de Cristo, Pablo les asegura a los cristianos gentiles que “vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (v. 13). ¿Cómo? A través de su muerte, Cristo ha destruido la pared intermedia, ha rasgado el velo del templo, ha destruido y restaurado el templo en tres días mediante su resurrección (Juan 2:19),
“aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades” (Efesios 2:15-16).

Ahora, por virtud de nuestra unión con Cristo, tanto los cristianos Judíos como los Gentiles son “conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19); “Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne” (Filipenses 3:3). ¿Por qué? Porque “nuestra ciudadanía está en los cielos” (Filipenses 3:20). ¿Cómo es pues que el Premilenialismo, teniendo dos pueblos de Dios paralelos, no reconstruye esa pared intermedia de separación que Jesús destruyó con su muerte?


No Todo Israel es Israel (Romanos 9)

Uno de los lugares más claros en las Escrituras en cuanto a este tema es Romanos 9. El contexto de este pasaje es la misma pregunta que estamos tratando ahora, ¿qué sucede con Israel? ¿Quién es el Israel de Dios? ¿Ha abandonado Dios su promesa con Abraham? La respuesta de Pablo es que un Judío es quien lo es interiormente, quien ama al Salvador de Abraham. Puesto que Cristo fue circuncidado (Colosenses 2:11-12) por nosotros en la cruz, la circuncisión es moral y espiritualmente indiferente.

“No que la palabra de Dios haya fallado” (Romanos 9:6). La razón por la cual sólo algunos Judíos hayan creído en Jesús como el Mesías es por que “no todo Israel es Israel. No por el hecho de ser descendientes de Abraham son todos sus hijos.” Más bien los hijos de Abraham son contados “a través de Isaac” (9:7). Esto quiere decir que “no son los hijos naturales los que son de Dios, sino los hijos de la promesa” (v.8). ¿Cómo nació Isaac? Por el soberano poder de Dios. ¿Cómo nacen los Cristianos? Por el soberano poder de Dios. Cada cristiano es un “Isaac” en cierto sentido. ¿Por qué es así? Por que
“-pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama-, se le dijo: El mayor servirá al menor. Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.” (Malaquías 1:2; Romanos 9:11-13).
¿Cómo puede ser esto? Esto es porque Dios “Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca” (Rom 9:15).
“Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece”. (Romanos 9:16-18).

¿Es Dios injusto? De acuerdo con el apóstol Pablo, como criaturas, no tenemos “derechos” delante de Dios. Dios es el alfarero, nosotros el barro, pero los Cristianos son barro redimido, objetos de misericordia, preparados de antemano para la gloria. Debemos evaluar nuestra condición teniendo como telón de fondo la paciencia de Dios con esos objetos de ira preparados para destrucción (Romanos 9:22-23). Estas vasijas preparadas para la gloria son tomadas tanto de entre los Judíos como de entre los Gentiles (Romanos 9:24). Esto es lo que él prometió en Oseas. él ha hecho de aquellos que fueran una vez “Lo-ammi”, “no mi pueblo”, o sea los Gentiles, que ahora fuesen “hijos del Dios vivo” (Oseas 2:23; 1:10; Romanos 9:25-26).

La razón por la cual los Gentiles, que estaban sin la Ley, hayan “obtenido justicia”, y que Israel que sí la adquirió por Ley no la tenga, es porque la justificación no es por las obras, sino por gracia (Romanos 9:32). Ellos se tropezaron con Jesús, la piedra de tropiezo. él no encajó con sus planes nacionalistas, y digo yo, que tampoco encaja él con los planes nacionalistas/Sionistas del Premilenialismo.

No es que Pablo no quiera que los Judíos sean salvos, sino que les dice esto porque quiere que los Judíos también se salven. La única manera de que un descendiente físico de Abraham, Isaac y Jacob sea un verdadero Israelita es unirse al verdadero Israel de Dios, a Jesús, por medio de la fe. “Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:12-13). “No todos los Israelitas han aceptado el Evangelio.”

¿Ha rechazado Dios a su pueblo? No, los escogidos son su pueblo, y todos los escogidos serán salvos. Hay también Judíos creyentes. Pablo se pone a él mismo como ejemplo (Romanos 11:1), él es parte del remanente escogido que no ha doblado su rodilla ante Baal. “Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia” (Romanos 11:5-6). Lo que Israel buscó ansiadamente no lo obtuvo, pero los escogidos sí. Los demás fueron endurecidos.

La elección de Dios de unos y la reprobación de otros son dos hechos de la historia de la redención que Pablo saca a la luz con la pregunta “¿Quién es el Israel de Dios?”. Y de nuevo enseña: La salvación es solo por gracia, solo por medio de la fe, y solo en Cristo; y “Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos” (Romanos 11:7).

¿Ha acabado Dios de salvar Judíos? De ninguna manera. La salvación ha venido a los Gentiles para “provocar a Israel a celos” (Romanos 11:11). Los Gentiles, por el favor inmerecido de Dios, han sido injertados al Israel de Dios. Y “ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo” (Romanos 11:25-26).


Los Cristianos son el Israel de Dios en Cristo

Gálatas 6:16

Dado este trasfondo, no debiera sorprendernos nada el hecho de que los apóstoles llamaran a ambos, Judíos y Gentiles, “el Israel de Dios.” Este es el lenguaje de Pablo refiriéndose a la congregación mezclada de Galacia.

1 Pedro 2:9-10

El apóstol Pedro usa el mismo tipo de lenguaje para describir las congregaciones de mayoría gentil en Asia Menor, a quienes escribe diciendo, “vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.”

Hebreos 8:8-10

Según el escritor a los Hebreos, aquellos que invocaren el nombre de Cristo son “la Casa de Israel.” Cualquiera que haya creído en Cristo es un heredero de las promesas del Nuevo Pacto.


Conclusión

¿Ama a los Judíos el Dios de Abraham, Isaac y Jacob? Sí. ¿Tiene un plan para los Judíos? Sí, el mismo plan que prometió a Adán, la simiente de la mujer, el mismo plan que prometió a Abraham, “la Simiente.” Esa simiente es una: Cristo. Él es el Santo de Israel, Él es el Israel de Dios. Él hizo lo que Adán no. Él hizo lo que un Israel terco no quisiera ni pudiera haber hecho. Él sirvió al Señor con todo su corazón, alma, mente y fuerzas.

Muchos de los Judíos, de todas formas, no estaban buscando un Salvador. Buscaban un rey. Jesús es Rey, pero ganó su trono mediante su obediencia y muerte, y eso no es lo que ellos querían. Ellos querían gloria, poder y un reino teocrático, político, y físico en esta tierra. Jesús ha establecido su reino, a través de la predicación del Evangelio y la administración de los sacramentos. Este reino puede que no sea tan emocionante como gobernar desde Jerusalén durante una era dorada en la tierra, pueda que no venda tantos libros ni llene tantas butacas en los cines, pero el mundo nunca ha encontrado al Jesús de las Escrituras muy interesante. Por eso Él es piedra de tropiezo para los Judíos Sionistas y locura para los Griegos. Para los Cristianos, sin embargo, Él es el Cristo, “poder de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1:24).


Por: Robert Scott Clark
Profesor de "Historia de La Iglesia y Teología Histórica"
Traducción al español: David Barceló

domingo, 23 de mayo de 2021

¿Cuántos Tipos de Ramas Tiene el Olivo de Romanos 11?





"El olivo, que se cultiva en huertos en toda Palestina, se aceptaba como emblema de Israel, como también era el caso de la vid. Pablo desarrolla la metáfora de tal modo que ilustra y da cabida a su enseñanza acerca de los judíos y los gentiles. El olivo cultivado es el pueblo de Dios, cuya raíz está en los patriarcas y cuyo tronco representa la continuidad de los siglos. Ahora algunas de las ramas han sido desgajadas, las que representan a los judíos incrédulos que temporalmente han sido cortados, y ... tú ( el creyente gentil), siendo de olivo silvestre, has sido injertado entre las otras ramas (el remanente judío), de modo que ahora participas de la savia nutritiva de la raíz del olivo" (1)

¿Cuántas clases de ramas tiene el "buen olivo"?

Una lectura llana de la Biblia sugiere que solo hay tres tipos de ramas:

1) Ramas Naturales NO DESGAJADAS: los que vendrían a ser "el remanente de Israel", judíos étnicos que siempre creyeron en base a la Fe de Abraham, como Moisés, los profetas, Ana la Profetiza, Simeón, Juan el Bautista, Moisés, David, Booz, Josué, Caleb, y todos los santos del Antiguo Pacto que nunca rechazaron a Jesucristo, ni dudaron de la Promesa de su Evangelio, incluyendo Melquisedec, Noé, Enoc, etc. En este grupo también están los doce que siempre creyeron en Jesús.

2) Ramas Naturales DESGAJADAS RE-INJERTADAS: judíos cristianos como Pablo, Aquila y Priscila, como los judíos que creyeron por la predicación de Pedro en Hechos 2.3, como los judíos que creyeron al ver los milagros de Pedro y Juan en el pórtico de Salomón, judíos que creyeron por la predicación de Pablo y Bernabé en Hechos 12.43, etc. Estos en un inicio rechazaron a Jesucristo pero luego creyeron y fueron re-injertados. En este grupo están todos los judíos de todas las épocas que abrazan la Fe en Jesucristo y se unen a la Iglesia.

3) Ramas Silvestres INJERTADAS: gentiles del Antiguo Testamento que se unieron al Pueblo del Pacto y a la Fe de Abraham como Ruth, Rahab, y muchos prosélitos. Gentiles cristianos como Lucas el médico amado, Cornelio el centurión romano, Lidia, el carcelero de Filipos, el Eunuco etíope que se convirtió por la predicación de Felipe, Tito, Timoteo, etc. A estos se sumarían todos los creyentes gentiles de todas las épocas en todo lugar de toda lengua, tribu y nación.

El Olivo es el "Israel Espiritual" cuyas raíces empiezan con el gentil Abraham quien es "el Padre de la Fe", y cuyo tronco está fortalecido por el Pacto y las Promesas, y cuyas ramas siempre tuvo "hijos según la fe". De hecho, la única forma de ser parte del Olivo, que es el Israel Espiritual, es a través de la Fe en Jesucristo.

Las "ramas de olivo silvestre injertadas" (gentiles) en el tronco del Olivo cultivado pueden llegar a ser desgajadas o cortadas (Romanos 11.22). Las "ramas naturales desgajadas" (judíos étnicos) pueden ser reinjertadas si dejan su incredulidad y rechazo a Jesucristo (Romanos 11.23). La forma para ser cortadas o desgajadas es la apostasía, el rechazo e incredulidad. La forma de ser injertados es por la fe en Jesucristo.
"Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa." -Gálatas 3.28-29 RV60

Todas las ramas del Olivo, que es el Pueblo de Dios, están unidas al tronco por medio de la Fe en Jesucristo. De manera que hay un solo "buen olivo" y de ese mismo buen olivo participan en plenitud tanto judíos como gentiles de las Promesas en Cristo ¿O acaso no se cumplen en Cristo todas las Promesas dadas a Abraham? Así dice la misma Escritura:

"Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo." (Gálatas 3.16)

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(1) John Stott, 1994, "El Mensaje de Romanos". Ediciones Certeza. Pág 347

martes, 18 de mayo de 2021

Apostasía y Traiciones Antes de la Gran Tribulación


Mateo 24:10-12
"Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará".

Esto se cumplió nada más unos 30 años o más y son los apóstoles Juan y Pablo que ilustran el cumplimiento:

1 Juan 2:19

"Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros."

El Caso Demas, ex-colaborador de Pablo

En Colosenses 4:14 Pablo hace presente los saludos de sus colaboradores entre los cuales menciona a Demas: "Os saluda Lucas el médico amado, y Demas". Así como en Filemón 1.24, "Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores". Pero a Timoteo le advierte que existen cristianos que apostatan de la fe, y alguien cuyo nombre acompaña al gran Pablo, termina siendo mencionado del lado contrario:

"porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica. Crescente fue a Galacia, y Tito a Dalmacia". - 2 Timoteo 4:10

Persecución Antes de la Gran Tribulación

 Hechos 8.1

"...En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles."





1 Tesalonicenses 2:14-16
"Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues habéis padecido de los de vuestra propia nación las mismas cosas que ellas padecieron de los judíos, los cuales mataron al Señor Jesús y a sus propios profetas, y a nosotros nos expulsaron; y no agradan a Dios, y se oponen a todos los hombres, impidiéndonos hablar a los gentiles para que éstos se salven; así colman ellos siempre la medida de sus pecados, pues vino sobre ellos la ira hasta el extremo."



Hebreos 10:32-34

"Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante. Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos."


Falsos Mesías y Falsos Profetas antes de la Gran Tribulación



LAS PALABRAS DE JESÚS SE CUMPLIERON EN "AQUELLA" GENERACIÓN

Mateo 24.5,24:
"Porque muchos vendrán en Mi nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos.... Se levantarán muchos falsos profetas, y a muchos engañarán... Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos."

Nuestra propuesta es que, efectivamente, antes del año 70 d.C. aparecieron falsos cristos, pseudomesías, anticristos que cumplían la talla descrita por Jesús en su Profecía Apocalíptica de Mateo 24 ¿Cuáles son nuestras evidencias? Aquí al gunas:

Los Anticristos de 1 Juan 2.18
El apóstol Juan afirmó lo siguiente: "Hijitos, es la última hora, y así como oyeron que el anticristo viene, también ahora han surgido muchos anticristos. Por eso sabemos que es la última hora". Aquí "anti" puede significar tanto SUSTITUCIÓN o también OPOSICIÓN, pero ambas ideas son idénticas en la palabra "antichristos" (1). 

En el contexto de lo que escribe Juan, dichos "anticristos" se levantan de adentro de la Iglesia Cristiana, son cristianos que han apostatado de la fe. Quizá alguno de ellos se apartaron de la Iglesia negando la Trinidad, negando la divinidad de Jesucristo (Verso 22: "Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo") inclusive negando al Padre; y levantándose como una nueva forma de creencia, una secta con su líder, un falso cristo.

Teudas Hechos 5:36-37
Teudas resalta a tal punto que Lucas lo cita. Dice de él que "era alguien" ¿Autoproclamado "alguien"? Llega a tener "seguidores". Los caudillos que se levantaban contra el servilismo y el cobro de impuestos, siempre lograban notoriedad entre los judíos, así como cuando apareció Jesús haciendo milagros y sus seguidores querían hacerlo su Rey y Mesías ¿Acaso Teudas fue uno de esos falsos cristos?
"Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada. Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados."

Pero no solo el tal Teudas, sino que un tal Judas el Galileo alcanza notoriedad. Estos podemos considerar los "falsos mesías" surgidos entre los judíos, mientras que los "anticristos" mencionados por Juan vendrían a ser los "falsos mesías" que se levantaron dentro de los cristianos. Como quiera que sea, en ambos bandos, surgieron falsos cristos, y falsos profetas que engañaron a muchos.

Noten las características en común: Son caudillos autoproclamados, tienen seguidores que les obedecen (en sus enseñanzas y propósitos), y son líderes que manifiestan una mezcla de caudillo-mesías (que se rebela al sistema).   


El Mago Farsante Hechos 13:6
"Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús,"
Tipos como Barjesús (hijo de Jesús) eran muy comunes entre los judíos de la época del segundo Templo. Justamente el que le llamen con el título de "Elimas el mago" es porque con sus artilugios "engañaba" a la gente. Su posición no era sencilla, aquí Lucas nos dice que está como un "asesor de Sergio Paulo", el procónsul romano. ¿Cuál era el propósito de Barjesús? Lucas dice que su único objetivo era "engañar" al procónsul para "apartarlo de la fe", y se gana la censura de Pablo al sentenciar sobre él: "Tú, hijo del diablo, que estás lleno de todo engaño y fraude, enemigo de toda justicia, ¿no cesarás de torcer los caminos rectos del Señor?" (v.10).

Noten la característica en común de los falsos profetas: " torcer los caminos rectos del Señor".


Probando los Espíritus de los Profetas
1 Juan 4:1
"Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo."

Pareciera que Juan está refiriéndose a "hacerle preguntas a los demonios" (como lo hacen en ciertas sectas que hasta entrevistan a los demonios por la radio). Pero no es así, son simple mortales, hombres mentirosos, que deben ser probados si sus enseñanzas son inspiración divina o demoníaca. Como si se tendría que probar a Elena G. White o a José Smith, para probar si fueron inspirados por Dios o por Belial. De esta forma, Juan advirtió a los de su generación que "muchos falsos profetas" estaban entre ellos regando el error.

Otra característica en común de los falsos profetas y falsos mesías: "inspirados por demonios".

Simón, el Padre de los Herejes, Hechos 8:9-10
"Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande. A éste oían atentamente todos, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este es el gran poder de Dios."
No hay mucho que comentar aquí, puesto que explícitamente se dice de él que se atribuía "el gran poder de Dios". Como los milagreros que nos ha tocado ver hoy en día, falsos profetas que aseguran que sanan a la gente por el poder de Dios. Aquí tenemos en Simón a un súper farsante que hacía uso quizá de algunos rituales que los gnósticos adoptaron en el futuro como el "valentinianismo" junto a enseñanzas que prometían la salvación del alma. El reverendo Furneaux (2) dice de Simón el Mago que "en su persona el cristianismo se enfrentó por vez primera con la superstición y con el fraude religioso, de lo que iba lleno el mundo antiguo en aquel entonces". Y Cito aquí, porque veo muy importante respecto de las características de los falsos mesías y falsos profetas, a A.T. Robertson en su comentario a este pasaje sobre Simón el Mago:
"Simón. Nombre muy común en la época(3); un gran número de pretendientes a "Mesías" tuvieron este nombre. Un gran número de tradiciones de los siglos segundo y tercero se refieren a este hombre. Una de las leyendas dice que Simón el Mago de Hechos es el padre de las herejías, y que fue a Roma, donde fue adorado como un dios (según Justino Mártir). Pero este Simón de Samaria es simplemente uno de los muchos magos de la época anterior al gnosticismo posterior." (4)
Noten la característica en común de los falsos profetas: "autoproclamarse poseedor del gran poder de Dios"

Evidencia extra bíblica: Escritos de Josefo
"En Judea la situación iba de mal en peor. Porque el país estaba infestado con grupos de bandidos e impostores que engañaban a la multitud". (5)
"Mas encima, impostores y farsantes invitaban a la multitud a seguirles al desierto diciéndoles que les mostrarían maravillas y señales hechos en armonía con los propósitos de Dios". (6)
"...engañadores e impostores, usando el pretexto de la inspiración divina fomentaron cambios revolucionarios y convencieron a la multitud a actuar como dementes, llevándolos al desierto convencidos que Dios les daría señales de liberación". (7)
"Un falso profeta fue la causa de la destrucción de esta gente, que hicieron una proclamación pública en la ciudad ese mismo día, que Dios les manda a subirse en la cima del Templo, y que recibirían señales milagrosas de su liberación. Había un gran número de falsos profetas sobornados por tiranos para imponer sobre las personas... que deberían esperar ser liberados por Dios: y esto era para que no fueran a desertar, para que fuesen elevados por sobre el miedo y la preocupación por esas esperanzas". (8)
De manera que hay muchas evidencias de que las palabras de Jesús, de que en "aquella" generación aparecieron muchos falsos profetas y falsos mesías, que sí engañaron a muchos.


Bibliografía Citada:
(1) A.T. Robertson, "Biblia Mathew Henry", Pág 2064
(2) W.M. Furneaux, "Biblia Mathew Henry", Pág 1676 
(3) Josefo Flavio, "Antigüedades", 20.7.2
(4) A.T. Robertson, "Biblia Mathew Henry", Pág 1676
(5) Josefo Flavio, "Antigüedades", 20.5.5
(6) Josefo Flavio, "Antigüedades", 20.5.6
(7) Josefo Flavio, "Guerras de los Judíos", 2.13.4
(8) Josefo Flavio, "Guerras de los Judíos", 6.5.2

Terremotos Que Anuncian la Gran Tribulación


Mateo 24.7
"Porque... habrá... terremotos en diferentes lugares".

-Año 46 después de Cristo: gran terremoto en la isla de Creta.
-Año 52: frecuentes terremotos en Roma que tumbaron casas, según el historiador romano Tácito.
-Año 53: terremoto en Apameia, de la provincia romana de Frigia, “a causa del que se eximieron del tributo por cinco años” , relata Tácito.
-Año 60: terremoto que afectó en particular a Laodicea.
-Año 63: en Campanía, terremoto que destruyó la mayor parte de Pompea, según Tácito.
Anales de Tácito 

Libro Duodécimo-XLIII. 
"Sucedieron aquel año muchos prodigios. Pusiéronse sobre el capitolio aves infaustas y de mal agüero. Cayeron muchas casas por los continuos terremotos, y mientras va pasando de sus límites el temor con la huida universal y confuso tropel del vulgo, quedaron oprimidos los más débiles..."(1)



(1) http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/tacito/12a.html visitado el 18/05/2021

Hambres Anuncian la Gran Tribulación




Jesús Profetizó Hambrunas: Registro de Lucas en Hechos de los Apóstoles

Lucas narra las profecías de Jesús precedentes a la Gran Tribulación o destrucción de Jerusalén en el capítulo 21 versos 10-12: “Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo. Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre.”. Nos preguntamos sí esto ocurrió y si la Biblia lo puede corroborar; y de hecho sí, sucedieron hambrunas en diferentes lugares y el libro de Hechos registra una de ellas.

Evidencia Externa
Hubo hambrunas en el primer siglo, el autor Tácito(1) nos dice: “(en Roma) El precio del maíz sube tanto que por poco se desata una insurrección. Durante unos cuantos días, clamaron en el teatro contra el emperador Tiberio (32 – 37d.C.)”. También Tácito(2) escribió: “Muchos prodigios ocurrieron durante el año (52 d.C.)… Una escasez de trigo, nuevamente, y la hambruna que resultó, se tradujeron como una advertencia sobrenatural”. También hay indicios de que hubo otras hambrunas en Roma en los años 41-42 d.C. y en Grecia en el año 50 d.C. En el año 70d.C. según Josefo(3), se desató una hambruna provocada por el sitio de Jerusalén por los romanos: "Miles de judíos morían de hambre. En cada casa donde había el menor bocado de comida, los parientes luchaban por él. Transidos de hambre, los proscritos husmeaban como perros enloquecidos, royendo lo que fuera: cinturones, zapatos, e incluso el cuero de sus escudos. Otros devoraban manojos de paja". 

Evidencia Interna
Ahora, sobre la hambruna que narra Lucas en el libro de Hechos de los Apóstoles (11.28) el Nuevo Diccionario Bíblico(4) dice que “el hambre que afectó severamente a Judea durante el principado de Claudio (44 a 47 d.C.) está corroborada por otros documentos”, uno de estos son los escritos de Josefo(5), quien nos dice sobre la reina Elena de Adiabena que “Su llegada resultó sumamente provechosa para Jerusalén, pues en aquel momento la ciudad sufría por el hambre y muchos morían a causa de la indigencia. La Reina Elena envió a algunos de sus esclavos, unos a Alejandría para que compraran trigo, otros a Chipre, para que trajeran un cargamento de higos…”.


Conclusión
Se puede decir que el registro de la hambruna en Hechos de los Apóstoles da veracidad tanto al autor Lucas como historiador, así como a Jesús en su oficio de profeta. Es decir, sí ocurrió, y se puede verificar su cumplimiento, ya sea por los registros extra-bíblicos como en la misma Escritura que dice: “Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio”.


Citas Bibliográficas:

(1) Tácito, “Los anales de Tácito”, Libro VI, N° 13
(2) Tácito, “Anales del Imperio Romano”, Libro XII N° 43
(3) Paul L. Maier, “Josefo: Los Escritos Esenciales”, Pág. 325-326
(4) F.F. Bruce et al, 1991 “Nuevo Diccionario Bíblico”, Pág 574
(5) Flavio Josefo, “Antigüedades de los Judíos”, Libro XX.2.5

martes, 11 de mayo de 2021

¿LA IGLESIA HA REEMPLAZADO A ISRAEL?






Un postulado contrario a la teología bíblica sugiere que la Iglesia es un paréntesis en el plan de Dios, mientras que un mal entendimiento de la teología ortodoxa en el uso de sus términos nos puede llevar a otros errores sin que se tenga la intención de tenerlos.


Pablo abarca en muchas citas de sus cartas afirmaciones que no permiten ni afirmar que la iglesia es una improvisación de Dios, ni que su plan haya fallado y por ende sea necesario reemplazar a Israel por la Iglesia. Lo que la Biblia enseña es que la Iglesia es el verdadero Israel de Dios, la cual es una comunidad de judíos y gentiles creyentes en Cristo.


Pablo en su carta a los hermanos Gálatas (3.7): “Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham”. ¿Saber qué? ¿Qué el pueblo de Dios está conformado por descendientes étnicos de Abraham? ¿Que Dios se ha desentendido de los israelitas y los ha reemplazado por gentiles? No, Pablo les dice una verdad: que “los hijos de Abraham son en realidad los de la fe”.


Ya que Abraham fue hecho justo por la fe y no por obras, por lo tanto, Abraham es el padre de todo el que cree en Dios y es considerado justo. Por un lado, vemos pues que, esto alerta de no judaizar, ya que hay judíos cristianos que exigen judaizarse, pero no por ser descendiente étnico ni por practicar el judaísmo que uno se hace hijo de Dios.


Pablo dice que el eslabón más importante de Abraham no es el vínculo de la genética, ni el vínculo de las obras, sino el vínculo de la fe.


Ahora esto, aunque se torna en un consuelo para los cristianos gentiles, de no entender la revelación se puede caer en el otro extremo: la teología del reemplazo, la idea de que Dios ha terminado con el pueblo de Israel como una nación o de un grupo étnico distinto, y que la Iglesia gentil hereda espiritualmente todas las promesas hechas a Israel, pero no dando respuesta de ¿Y qué de los judíos que creen en Jesucristo? Pero Pablo dice: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gálatas 3:29).


Ser “hijos de Dios” en Cristo Jesús implica su inclusión entre los herederos de las bendiciones prometidas a Abraham, específicamente la presencia vivificadora del Espíritu Santo.


Aquí, los que creen y se identifican con Cristo son “descendientes de Abraham”, es decir, el Verdadero Israel, porque Cristo es la “descendencia de Abraham”. Entonces no hay un reemplazo, ni un paréntesis. Las promesas siguen vigentes, se cumplirán en los verdaderos descendientes de Abraham: los “hijos de la fe”.

¡Piensa en esto cristiano!

viernes, 7 de mayo de 2021

J. C. RYLE Y EL BAUTISMO DE NIÑOS


"…La cuestión del bautismo de infantes es sin duda delicada y difícil. Hombres santos y de oración son incapaces de ver un parecido. Aunque lean la misma Biblia y profesen ser dirigidos por el mismo Espíritu, llegan a diferentes conclusiones acerca de este sacramento.


La gran mayoría de cristianos afirman que el bautismo de infantes es escriturario y correcto. Un sector comparativamente pequeño de la Iglesia protestante, pero que contiene muchos santos eminentes entre sus miembros, considera que el bautismo de infantes no es escriturario ni correcto. Las diferencias son una triste prueba de la ceguera y debilidad que queda aún en los santos de Dios...Es admitido por ambas partes que los niños pueden ser elegidos y escogidos por Dios para salvación, lavados por la sangre de Cristo, nacidos de nuevo del Espíritu, pueden recibir gracia, ser justificados y santificados y entrar en el Cielo. Si estas cosas son así, es difícil ver por qué no pueden recibir la señal externa del bautismo.


Se admite además que los niños son miembros de la Iglesia visible de Cristo en virtud del cristianismo de sus padres. ¿Qué otra cosa pueden querer decir las palabras de S. Pablo “ahora son santos” (1 Corintios 7:14)? Si esto es así, es difícil comprender por qué un niño no puede recibir una señal externa de haber sido admitido en la Iglesia igual que el niño judío recibe la señal externa de la circuncisión.


La objeción de que el bautismo es solo para aquellos que son lo bastante mayores como para arrepentirse y creer no parece convincente. Leemos en el Nuevo Testamento que las personas de las “casas” de Lidia y de Estéfanas fueron bautizadas y que el carcelero de Filipos y “todos los suyos” fueron bautizados. Es muy difícil suponer que en ninguno de estos tres casos hubiera niños (Hechos 16:15, 33; 1 Corintios 1:16).


La objeción de que nuestro Señor Jesucristo mismo nunca ordenó directamente a los niños que fueran bautizados carece de peso. La Iglesia judía, a la que Él vino, siempre había estado acostumbrada a admitir a los niños por medio de la circuncisión. El hecho mismo de que Jesús no dijera nada acerca de la edad para bautizarse demuestra que no pretendía introducir cambios.


Podemos dejar el asunto aquí. Pocas controversias han hecho tanto daño y conducido a tan poco fruto espiritual como la que tiene que ver con el bautismo. Sobre ninguna se ha dicho y escrito tanto sin convencer. Sobre ninguna otra la experiencia parece demostrar mejor que habría sido preferible que los cristianos se hubieran dejado en paz entre sí y hubieran aceptado sus diferencias.


El bautismo que nos concierne a todos conocer no es tanto el bautismo de agua como el bautismo del Espíritu Santo. Hay miles que, siendo lavados en las aguas bautismales, nunca fueron renovados por el Espíritu. ¿Hemos nacido de nuevo? ¿Hemos recibido el Espíritu Santo y sido hechos nuevas criaturas en Jesucristo? Si no es así, importa poco cuándo, dónde o cómo hemos sido bautizados; seguimos en nuestros pecados. Sin un nuevo nacimiento no puede haber salvación. ¡No descansemos hasta saber y sentir que hemos pasado de muerte a vida y que en verdad hemos nacido de Dios!."


~ J.C. Ryle, Meditaciones sobre los Evangelios, Marcos 10:13-16.