lunes, 5 de diciembre de 2022

¿DIOS EL PADRE TAMBIÉN TUVO UN PADRE?



Secretos que los Mormones NO Quieren que Usted Sepa

Secreto 3: El mormonismo dice que Dios el Padre también tuvo un padre:

José Smith, en "Historia Documental de la Iglesia", Vol. 6, Pág. 473-479 dice: 

“Si Jesucristo era el Hijo de Dios, y Juan descubrió que Dios el Padre de Jesucristo tenía padre, bien podemos suponer que Él también tuvo Padre. ¿Ha habido alguna vez un hijo sin un padre? ¿Y hubo alguna vez un Padre sin que primero fuese hijo?”

Con esto, los mormones aseguran que Dios el Padre tuvo un padre, por ende un abuelo, un bisabuelo, y así al infinito. Pero...

Lo que dice la Biblia:

“... antes de mí no fue formado Dios, ni lo será después de mí”. (Isaías 43:10)

"...yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí..." (Isaías 46.9)

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martes, 29 de noviembre de 2022

¿LA BIBLIA DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ ENSEÑA LA TRINIDAD?

LA BIBLIA DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ ENSEÑA LA TRINIDAD

Si tú tomas una Biblia de los Testigos de Jehová, y revisas sus ESCRITURAS HEBREO-ARAMEAS en Isaías 6.8-10 leerás que Jehová habla con el profeta Isaías y le dice que Él, Jehová Dios, "cerrará los ojos de los judíos para que no crean en Jehová..."

Isaías 6.8-10 BIBLIA DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ

Entonces oí la voz de Jehová diciendo: “¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?”. Y yo dije: “¡Aquí estoy yo! ¡Envíame a mí!”. Y él contestó: “Ve y dile a este pueblo: ‘Por más que ustedes oigan, no entenderán; por más que vean, no conseguirán ningún conocimiento’. Haz insensible el corazón de este pueblo, tápales los oídos y ciérrales los ojos para que no vean con los ojos ni oigan con los oídos, para que su corazón No entienda y no regresen a Dios y sean sanados”.

Pero, si avanzas unos libros más adelante, hacia las "ESCRITURAS GRIEGAS CRISTIANAS en el libro de Juan 12.37-41 leerás que el Apóstol Juan afirma que "Jehová cerraría los ojos de los judíos para que ellos no crean en Jesucristo", y que esta es la razón de porqué no creían los judíos en Jesús.

Juan 12.37-41 BIBLIA DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ

— Aunque había hecho tantos milagros delante de ellos, no ponían su fe en él, para que se cumplieran las palabras del profeta Isaías, que dijo: “Jehová, ¿quién ha puesto su fe en nuestro mensaje? ¿Y a quién le ha sido revelado el brazo de Jehová?”. Isaías también dijo la razón por la que no podían creer: “Les ha cegado los ojos y les ha endurecido el corazón, para que no vean con los ojos ni entiendan con el corazón ni regresen a Dios y yo los sane”. Isaías dijo estas cosas porque vio la gloria de él, y habló acerca de él.

No siendo suficiente con esto, LA BIBLIA DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ en las mismas ESCRITURAS GRIEGAS CRISTIANAS, en el libro de Hechos 28.25-27 el Apóstol Pablo, luego de haberle predicado a los judíos, concluye que la razón por la que no creen en el Evangelio de Jesús es porque "Jehová ha cerrado los ojos de los judíos para que ellos no crean en Jesucristo", y quién le ha brindado esta palabra profética a Isaías fue el Espíritu Santo.

Hechos 28.25-27 BIBLIA DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ

— Y, como no se ponían de acuerdo entre ellos, empezaron a irse. Pablo solo hizo este comentario: “Con razón el espíritu santo les habló a sus antepasados mediante el profeta Isaías y dijo: ‘Ve adonde este pueblo y di: “Ustedes van a oír, pero jamás van a entender. Van a mirar, pero jamás van a ver. Porque el corazón de este pueblo se ha hecho insensible. Se han tapado los oídos y han cerrado los ojos, para que nunca vean con los ojos ni oigan con los oídos ni entiendan con el corazón ni regresen a Dios y yo los sane”’.

De manera que en la BIBLIA DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ se está diciendo, como lo cree el cristianismo histórico, que en Isaías Jehová habla de Jesús, que los judíos no creerían en él, y en Hechos el Apóstol Pablo dice que Ese Jehová que le da la profecía a Isaías es el Espíritu Santo. ¿Ves la TRINIDAD aquí? Un mismo Dios, tres pasajes, la TRINIDAD.

Según esto, partiendo de la BIBLIA DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ tenemos:

JEHOVÁ = Jesucristo
JEHOVÁ = Espíritu Santo

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Déjanos tu comentarios!

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OTRAS RELIGIONES ¿Cuál es su Fuente de Doctrina?




ESTUDIO COMPARATIVO DE RELIGIONES Y SECTAS

Mormones, Testigos de Jehová, Adventistas y Pentecostales Unicitarios

Los Mormones y la Biblia ¿Cuál es su Fuente de Doctrina?

“Creemos que la Biblia es la palabra de Dios hasta donde esté traducida correctamente; también creemos que el Libro de Mormón es la palabra de Dios”.Octavo artículo de fe, de José Smith.

Dice James Talmage en ARTÍCULOS DE FE, p. 262: “La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días acepta la Santa Biblia como el principal de sus Libros canónicos, el primero entre los libros que han sido proclamados como sus normas escritas en cuanto a fe y doctrina”.

Según el Mormonismo, esta debe ser la Escritura Inspirada: Biblia, Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y Perla de Gran Precio.

Los Testigos de Jehová y la Biblia ¿Cuál es su Fuente de Doctrina?

Los Testigos de Jehová se enorgullecen de que su única fuente de doctrina es la Biblia, pero ellos han hecho una Traducción de ella PARTICULAR (y tendenciosa) tergiversando la traducción para que se acomode a sus creencias (ocultando el nombre y origen académico de sus traductores). Particularmente alteran Juan 1.1 forzando a que diga: "En el principio la Palabra existía, la Palabra estaba con Dios y la Palabra era un dios". Pero nos preguntamos ¿de dónde obtienen esta traducción? ¿Qué erudito griego-español hizo tan absurda traducción? Lo hicieron del Nuevo Testamento de un espiritista-medium exsacerdote católico llamado Johanes Greber. Evidenciado en: “El Verbo – Quien Es Según Juan”, 1962, p. 5; “La Atalaya”, 1 de mayo de 1976, p. 288; “Asegúrense de todas las cosas”, 1965, p. 491, y “Ayuda para entender la Biblia”, 1971, p. 1258. Ellos mismos, en otra publicación, aseguran que este Johanes Greber era un espiritista. La Atalaya, 15 de febrero de 1956, pp. 110, 111.

¿Quién es Johannes Greber? Es el autor que escribió “Comunicación con el Mundo de los Espíritus de Dios” en donde asegura que fueron los espíritus quienes le dijeron cómo debía traducir Juan 1.1

Los Adventistas y la Biblia ¿Cuál es su Fuente de Doctrina?

Los adventistas tienen a la Biblia como única fuente de doctrina, pero la leen a través de los Escritos de Elena G. de White. Consideran que estos escritos “No son diferentes a la Biblia en Inspiración”. El libro “En Esto Creemos”, en el Fundamento XVII dice de las inspiraciones de Elena G. White: “… sus escritos son una continua y autorizada fuente de verdad…”. En una publicación de literatura adventista, la “Revista Adventista” de fecha Febrero-1984, Pág 37 dice: “…Elena White fue inspirada por el Espíritu Santo… Nosotros negamos que la calidad o grado de inspiración de los escritos de Elena White sean diferentes que aquellas encontradas en las Sagradas Escrituras”

Y en el libro “Sutilezas del Error”, del autor adventista Arnaldo Cristianini, Pág 30 dice sobre los escritos de Elena White: “…Los testimonios orales o escritos de la señora Elena White cumplen perfectamente a la perfectamente el requisito en fondo y forma (de profeta). Todo lo que ella dice y escribió es puro, elevado, científicamente correcto y proféticamente exacto”.

La iniciadora del Adventismo, la profetisa Elena White en su libro: “Joyas de los Testomonios”, Pág 329 dice: “Entonces el ángel que estaba a mi lado me dijo que... Aunque terrible, la escena que pasó ante mis ojos no me hizo tanta impresión como las instrucciones que recibí en esa ocasión. El ángel que estaba a mi lado declaró que la soberanía de Dios, el carácter sagrado de su ley, deben ser manifestados…”.

Según la misma señora Elena G. White, era un "angel emisario" el que le dictaba y la inspiraba acerca de las nuevas revelaciones que debian creer los seguidores de la Iglesia Adventistas del Séptimo Día.

Los Pentecostales Unicitarios ¿Cuál es su Fuente de Doctrina?

Los unicitarios afirman que creen en la Biblia, aunque acusan, como los mormones y TJ que está mal traducida y/o adulterada. Por ejemplo niegan que Mateo 28.19 sea parte de los escritos originales que escribiera Mateo. En el  libro “La Unicidad de Dios”, David K. Bernard, Pág 236 reconoce a un pionero de la Unicidad de Dios a un medium y psíquico (un adivino): “Emanuel Swedenborg (1688–1772) era un filósofo Sueco y un escritor religioso que expresaba una buena comprensión de la Unicidad de Dios. El enseñaba un número de otras doctrinas que son muy diferentes de las que creemos, pero tenía una revelación de quién realmente es Jesús. El utilizó el término trinidad pero dijo que significaba solamente “tres modos de manifestación” y no una trinidad de personas eternas”.

Emanuel Swedenborg era, entre otras cosas un psiquico-parapsicólogo: afirmaba que la Biblia era la obra de Dios, pero que estaba erróneamente interpretada; y que sólo él podría dar el significado absoluto, orientado por los ángeles con quienes se comunicaba… dice que el 06 de abril de 1744, tuvo una visión de Cristo. Sus obras destacadas son Heavenly Mysteries (1749-1756); y Heaven and Hell (1758). En ellos relata las experiencias que vivió durante sus incontables viajes al mundo espiritual, aunadas a las conversaciones que decía tener con Dios, los ángeles y personajes bíblicos como Moisés y Salomón.

Creía que el dios cristiano es el que reina en el universo; sin embargo, en el primer capítulo de Heaven and Hell aclara que, según los ángeles: ‟En el cielo es imposible dividir lo divino en tres, porque ellos saben y perciben que lo divino es Uno, y este Uno es el Señor”. De modo que Dios es una sola persona: Jesucristo.

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La Iglesia Cristiana tiene una sola fuente de Doctrina: la Biblia, y ella es la autoridad incuestionable. No se necesitan ni ángeles ni mediums para estudiar la Biblia. Así mismo, las doctrinas elementales del Cristianismo Histórico están claramente establecidos desde los primeros siglos y plasmados en sus Credos y Confesiones.


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¿DIOS FUE UN HOMBRE QUE PROGRESÓ HASTA HACERSE DIOS?



Secretos que los Mormones NO Quieren que Usted Sepa

Secreto 2: El mormonismo dice que antes Dios fue un hombre en otro planeta


En el libro "Historia Mormona de la Iglesia", vol. 6, p. 305 dice: "Dios mismo, fue una vez como nosotros ahora, y es un hombre exaltado, y se sienta en un trono en los cielos".

También en el escrito de McConkie: "Doctrina Mormona", Pág. 321; en el de José Smith, "Tiempos y Estaciones", Vol.5, Pág. 613-614, y en el "Diario de Discursos", Vol. 2, Pág. 345; Vol.7, Pág. 333 puedes leer la siguiente declaración:

“Dios una vez fue como nosotros... habitó sobre una tierra...”

Lo que dice la Biblia:

“Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo; desde la eternidad y hasta la 
eternidad, tú eres Dios”. -Salmos 90:2

Si Dios hubiera sido antes un "hombre" por una cuestión lógica, tiene que haber uno mayor y antes que Jehová Dios ¿No parece absurdo todo esto?

No ha existido nadie antes de Dios, Él es el primero y el último.
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martes, 22 de noviembre de 2022

LOS MORMONES NIEGAN LA TRINIDAD




Secretos que los Mormones NO Quieren que Usted Sepa:

Secreto 1: El mormonismo niega la Trinidad:

Bruce R. McConkie dijo:

“La Deidad, o presidencia suprema del universo, está compuesta por tres personajes glorificados, exaltados y perfectos... Son Dios el Padre; Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo... cada Dios de la Deidad es un personaje separado y distinto de los otros... Cada uno ocupa espacio y pueden estar en solamente un sitio a la vez...”[1]

José Smith dijo:

“Todos se van a mezclar, a confundir en un solo Dios, según el mundo sectario. Sería el Dios más grande de todo el mundo. Sería un Dios inmensamente grande, un gigante, o un monstruo”.[2]

Bruce R. McConkie agregó:

“Tres personajes separados —Padre, Hijo y Espíritu Santo— componen la Deidad. Como cada uno de estos personajes es un Dios, es evidente, desde este punto de vista solamente, que existe una pluralidad de Dioses”.[3] [4]

José Fielding Smith añadió:

“Yo siempre he declarado que Dios es un personaje distinto, que Jesucristo es un personaje aparte y distinto de Dios el Padre, y que el Espíritu Santo es otro personaje distinto, y es Espíritu; y estos tres constituyen tres personajes distintos y tres Dioses... Lo he recibido de Dios, gústeles o no les guste”.[5]

¿Esto es cierto?

La Confesión de Fe de Westminster dice:
En la unidad de la Divinidad hay tres personas de una sustancia, poder y eternidad; Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. El Padre no es engendrado ni procede de nadie; el Hijo es eternamente engendrado del Padre, y el Espíritu Santo procede eternamente del Padre y del Hijo. (Cap II-3)

Esto dice la Escritura:

Mateo 3.16-17:
"Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia".

Mateo 28.19:
"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo".

2 Corintios 13.14:
"La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén".

Juan 1.14,18:
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad... A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer".

Juan 15.26:
"Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí".

Gálatas 4.6:
"Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!".

Lea también Génesis 1:26; 11:7; Isaías 6:8; Mateo 28:19.

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(1) Bruce R. McConkie, Doctrina Mormona, p. 319
(2) José Fielding Smith, Enseñanzas del Profeta José Smith, p. 372
(3) McConkie, Doctrina Mormona, p. 576
(4) McConkie, Doctrina Mormona, p. 317
(5) Smith, Enseñanzas del Profeta José Smith, pp. 370-371

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Tomado del libro: "Secretos de los Mormones que NO Quieren que Usted Sepa", Richard y Cindy Benson 

viernes, 26 de agosto de 2022

¿MUERTE AL PATRIARCADO?




¿Cuál es la diferencia entre patriarcado y complementariedad, y cuál es el mejor término para capturar la visión completa de la masculinidad y la feminidad cristiana? La mayoría de los complementarios evitan firmemente la palabra patriarcado, queriendo distanciarse de cualquier asociación con la opresión y el prejuicio. Por otro lado, los críticos del complementarianismo están ansiosos por cargar a sus oponentes con la acusación de defender el patriarcado.

Los términos a menudo funcionan como una forma de comunicarse, “No soy ese tipo de cristiano conservador”, a lo que la respuesta es: “¡Oh, sí, lo eres!” Entonces, ¿Cuál es el término más preciso para aquellos que quieren recuperar una visión perdida de la diferenciación y el orden sexual?

Definir, para satisfacción de todos, términos como patriarcado y complementariedad es casi imposible. Haré un poco del trabajo de definición en un momento, pero no quiero que este artículo se convierta en una tediosa investigación académica sobre el uso y la historia de estos términos.

Tampoco quiero definir los términos para que la complementariedad se convierta en una glosa conveniente para el “buen liderazgo masculino” y el patriarcado termine significando “mal liderazgo masculino”. Sin duda, esa distinción no está totalmente equivocada, pero si eso fuera todo lo que dijera, mi argumento sería completamente predecible.

Y un poco superficial. Como argumentaré en un momento, no hay nada que ganar si los cristianos reclaman el término patriarcado en sí mismo. De hecho, reclamar ni siquiera es la palabra correcta, porque no estoy seguro de que los cristianos hayan argumentado alguna vez a favor de algo llamado “patriarcado”. La complementariedad es un término mejor y más seguro, con menos connotaciones negativas (aunque eso está cambiando rápidamente). Me he descrito a mí mismo como un complementario ciento de veces; Nunca me he llamado patriarcalista.

Sin embargo, hay algo en la idea más amplia del patriarcado, no importa cuán siniestra se haya vuelto la palabra en sí, que vale la pena reclamar. Si la visión de la complementariedad hombre-mujer debe ser más que sólo un compromiso aparentemente arbitrario de que los hombres lideren en el hogar y sean los pastores en la iglesia, entonces no podemos quedar contentos sólo con la interpretación correcta de 1 Timoteo 2.

Por supuesto, una exégesis cuidadosa es absolutamente crítica. Pero necesitamos algo más que sólo conclusiones [exegéticas] correctas. Necesitamos ayudar a la gente a ver que nuestras conclusiones exegéticas no solo encajan con los mejores principios hermenéuticos; encajan con la forma en que el mundo es y la forma en que Dios hizo a los hombres y mujeres.

Complementariedad y patriarcado

La idea de complementariedad—que los hombres y las mujeres fueron diseñados con un ajuste especial, cada uno para el otro—no es nueva. El término complementarianismo, sin embargo, es relativamente reciente. En su trabajo seminal de 1991 Recovering Biblical Manhood and Womanhood [Recuperando la masculinidad y la feminidad bíblica], John Piper y Wayne Grudem denominaron deliberadamente a su misión de recuperación “una visión de la ‘complementariedad’ bíblica” porque querían corregir las “prácticas egoístas e hirientes” de la visión tradicionalista y, a la vez, evitar los errores opuestos provenientes de las feministas evangélicas (14).

Nadie comprometido con la honestidad intelectual y la equidad debe tratar al tradicionalismo, jerarquismo o patriarcalismo como sinónimos de complementarianismo. Al acuñar el término complementario, Piper y Grudem rechazaron explícitamente los dos primeros términos, mientras que el tercer término (patriarcalista o patriarcal o patriarcal) nunca se usa en un sentido positivo en el libro. “Si se debe usar una palabra para describir nuestra posición”, escribieron, “preferimos el término complementario, ya que sugiere tanto igualdad como diferencias beneficiosas entre hombres y mujeres” (14). Treinta años después, esta visión de complementariedad todavía vale la pena definirla cuidadosamente y defenderla con gusto.

El término patriarcado es mucho más difícil de definir. Estrictamente hablando, el patriarcado es simplemente la palabra griega que significa “gobierno del padre”. No hay nada en su etimología que haga del término un epíteto de abuso. Abraham, Isaac y Jacob a menudo son llamados “los patriarcas” (Romanos 9.5, por ejemplo). El líder espiritual de la Iglesia Ortodoxa es el Patriarca Ecuménico de Constantinopla. En un sentido genérico, cada cristiano cree en el patriarcado porque afirmamos el gobierno y la autoridad de Dios, el Padre Todopoderoso, creador del cielo y la tierra.

A pesar de estas asociaciones positivas, como categoría sociológica e histórica, el patriarcado casi siempre se usa en un sentido peyorativo. Aquí, por ejemplo, está la primera oración de la entrada de Wikipedia sobre el patriarcado.

El patriarcado es un sistema social institucionalizado en el que los hombres dominan sobre los demás, pero también puede referirse específicamente al dominio sobre las mujeres; también puede extenderse a una variedad de manifestaciones en las que los hombres tienen privilegios sociales sobre otros para causar explotación u opresión, como a través del dominio masculino de la autoridad moral y el control de la propiedad.

En esta (larga) oración, tenemos una gran cantidad de palabras peyorativas: dominan, dominio (2x), explotación, y opresión. No se espera que nadie lea esta definición y piense en el patriarcado como algo bueno, o incluso algo que podría ser bueno.

En un reciente artículo de formato largo en The Guardian, Charlotte Higgins argumenta que en su forma más simple, patriarcado “denota la existencia de una estructura social de supremacía masculina que opera a expensas de las mujeres”. Higgins admite que el patriarcado está prácticamente muerto como una idea académica, un concepto demasiado contundente y monolítico para ser útil, pero en el uso popular el término ha experimentado un renacimiento sin precedentes, uno que Higgins apoya. “Solo [la palabra] ‘patriarcado’ parece capturar la peculiar esquiva del poder de género”, escribe.

La definición a nivel de calle de Higgins es útil en la medida en que revela que, para la mayoría de las personas, incluida la mayoría de los cristianos (sospecho), el patriarcado es una abreviatura de todas las formas en que nuestro mundo promueve la supremacía masculina y fomenta la opresión femenina.

Si eso es patriarcado, entonces que el mundo lo tenga. No es un término que encontrarás en las declaraciones confesionales cristianas del pasado. No es un término que encontrará empleado con frecuencia (o en absoluto) en la tradición de la iglesia mientras que defiende los puntos de vista bíblicos de la familia, la iglesia y la sociedad. Como cristiano conservador, reformado y evangélico, aplaudo la visión de “igualdad con diferencias beneficiosas” y me opongo resueltamente a todas las formas de dominación, explotación, y opresión.

Costo de desmantelar el patriarcado

¿Por qué no terminar el artículo aquí mismo? El complementarianismo es bueno; el patriarcado es malo. Caso cerrado. Basta de decirlo, ¿verdad?

Casi. Debemos tener cuidado de no desterrar el patriarcado al montón de cenizas de la historia demasiado rápido. Para empezar, deberíamos cuestionar la noción de que el patriarcado es igual a la opresión. En su libro Ancestors: The Loving Family in Old Europe [Los Ancestros: la amorosa familia en la antigua Europa], Steven Ozment argumenta que la vida familiar, incluso en el pasado patriarcal, no es completamente diferente de nuestra propia época. Los padres amaban a sus hijos, los esposos realizaban tareas domésticas y la mayoría de las mujeres preferían el matrimonio y las tareas domésticas a otros arreglos.

La historia es compleja y rara vez permite meta-teorías y explicaciones monocausales. Si las mujeres tenían menos oportunidades y derechos en el pasado (casi todas tenían menos oportunidades y menos derechos), las mujeres también vivían enredadas en comunidades más fuertes, y sus roles como esposa y madre eran más altamente honrados. Teniendo en cuenta las diferencias en la prosperidad económica, es completamente discutible (y, tal vez, en última instancia, incognoscible) si las mujeres son más felices en el presente de lo que eran en el pasado. Como dice Ozment, “Por cada historiador que cree que la familia moderna es una evolución reciente y superior, hay otro que está listo para exponerla como un arquetipo caído” (45).

En segundo lugar, debemos cuestionar las suposiciones no declaradas que mantienen unida la comprensión peyorativa del patriarcado. Si la diferenciación sexual, la subordinación y las distinciones de roles son evidencia prima facie de explotación, entonces el patriarcado, de cualquier tipo en cualquier momento de la historia, va a ser indeseable. Escribiendo hace más de cuarenta años, Stephen B. Clark señaló que los científicos sociales feministas “aplican liberalmente términos como ‘dominancia’, ‘opresión’, ‘represión’, ‘inferioridad’ y ‘sumisión’ a los roles de hombres y mujeres”. Estos términos no provienen de la observación histórica desapasionada.

Como dice Clark, “Esta terminología, basada en un modelo de poder político de análisis social derivado de las ideologías políticas modernas, está diseñada para hacer que todas las diferencias de roles sociales parezcan repulsivas” (Man and Woman in Christ [Hombre y mujer en Cristo], 475).

La baraja retórica se ha apilado. Defender el patriarcado, tal como se entiende actual y popularmente, es defender lo indefendible. Y, sin embargo, la mayoría de los complementarios no se dan cuenta de que, al rechazar el patriarcado, han rechazado, de acuerdo con las reglas contemporáneas del juego, la realidad misma que pensaban que podían reclamar apelando a la complementariedad.

Lo más importante, y en la línea del último punto, debemos tener cuidado de que al desmantelar el patriarcado no terminemos pateando la escalera cultural desde debajo de nosotros y luego esperamos que las personas puedan llegar a las conclusiones correctas saltando a alturas extraordinarias.

Una de mis grandes preocupaciones, que, lamentablemente, parece ser cada vez más cierta con cada año que pasa, es que el complementarianismo, para muchos cristianos, equivale a poco más que un par de conclusiones estrechas sobre las esposas que se someten a los maridos en el hogar y la ordenación en la iglesia reservada para los hombres. Si eso es todo lo que tenemos en nuestra visión para hombres y mujeres, no es una visión a la que nos aferraremos por mucho tiempo.

Necesitamos ayudar a los miembros de la iglesia (especialmente a las generaciones más jóvenes) a ver que Dios no creó el mundo con uno o dos mandamientos arbitrarios llamados “complementarianismo” para probar nuestra obediencia en el hogar y en la iglesia. Dios creó el mundo con la diferenciación sexual en el corazón de lo que significa ser seres humanos hechos a su imagen. No podemos entender el orden creado como deberíamos hasta que entendamos que Dios nos hizo hombres y mujeres.

Similar y diferente de Adán

La historia de la creación es tan familiar para la mayoría de nosotros que pasamos por alto lo obvio. Dios podría haber creado a los seres humanos para reproducirse por sí mismos. Dios podría haber creado a cada ser humano directamente de la tierra, tal como creó a Adán. Dios podría haber creado un grupo de compañeros masculinos para pasar el rato en la cueva del hombre de Adán para que Adán no estuviera solo. Dios podría haberle dado a Adán un golden retriever o una manada de pequeños Adanes para hacerle compañía.

Pero Dios creó a Eva. Dios hizo a alguien de Adán para que fuera como Adán, y Dios hizo a esa misma alguien de Adán para que fuera diferente de Adán. De acuerdo con el diseño biológico de Dios, solo Eva (no otro Adán) era una ayuda idónea porque solo Eva (junto con Adán) podía obedecer el mandato de la creación. Es por eso que ella era “una ayudante idónea para él” (Génesis 2:18). Sólo como una pareja complementaria podrían Adán y Eva llenar la tierra y someterla.

Diferentes idiomas, culturas y pueblos vendrán más tarde en Génesis, y estas diferencias serán, en parte, debido al pecado (Génesis 11). Pero las diferencias entre hombres y mujeres fueron idea de Dios desde el principio. Ignorar, minimizar o repudiar las diferencias entre hombres y mujeres es rechazar nuestro diseño creacional y al Dios que lo diseñó.

A nivel del sentido común, la mayoría de la gente sabe que es cierto lo que la investigación en las ciencias sociales y la biología nos dicen que es cierto: las diferencias sexuales son reales e importantes. Hay una razón por la que el humor con respecto a hombres y mujeres a menudo ha sido un elemento básico de la comedia, ya sea en comedias de situación, en standup o en conversaciones informales. La mayoría de las personas saben por intuición y por experiencia que una serie de patrones y estereotipos son generalmente ciertos para hombres y mujeres.

En su libro Taking Sex Difference Seriously [Tomando en serio las diferencias de sexo], Steven Rhoades argumenta que los patrones tradicionales de iniciativa masculina y domesticidad femenina han sido constantes a lo largo de la historia porque las pasiones humanas más fundamentales (sexo, crianza y agresión) se manifiestan de manera diferente en hombres y mujeres (5). Las niñas desde el primer día de nacimiento, por ejemplo, responden más fuertemente al sonido de un ser humano en angustia que los bebés varones de un día de edad. A diferencia de sus homólogos masculinos, las niñas de una semana de edad pueden distinguir el llanto de un bebé de otros ruidos (25).

Según Leonard Sax, médico y PhD, ninguna cantidad de crianza puede cambiar la naturaleza de nuestra diferenciación sexual. En su libro Why Gender Matters [Por qué importa el género], escribe que las niñas pueden ver mejor, oír mejor y oler mejor que los niños. Por el contrario, los niños están programados para ser más agresivos, tomar más riesgos y sentirse atraídos por historias violentas.

Sax, que no es cristiano (hasta que sepa yo) o incluso particularmente conservador cuando se trata de insistir en el comportamiento moral tradicional, critica a aquellos que piensan que las diferencias sexuales son simplemente el resultado de prejuicios. Sax reprende a la teórica de género Judith Butler y sus seguidores por no mostrar conciencia de las diferencias sexuales en la visión, las diferencias sexuales en la audición, las diferencias sexuales en la toma de riesgos o las diferencias sexuales en el sexo mismo (283).

Además, estas diferencias no pueden ser explicados por el medio ambiente y la ingeniería social. “Las mayores diferencias sexuales en la expresión de genes en el cerebro humano no ocurren en la edad adulta, ni en la pubertad, sino en el período prenatal antes del nacimiento del bebé” (208). O como Moisés dijo: “Varón y hembra los creó” (Génesis 1:27).

Abrazando la realidad

Todo el mundo puede ver que, en promedio, los hombres son más altos y físicamente más fuertes que las mujeres. Casi todo el mundo está de acuerdo en que los hombres y las mujeres han ocupado diferentes roles en el hogar, en la religión y en el mundo durante la mayor parte (si no toda) de la historia humana. Prácticamente todos también estarían de acuerdo en que los niños y las niñas no juegan igual ni se desarrollan de la misma manera.

Y casi todos estarían de acuerdo en que los hombres y las mujeres, tomados en su conjunto, tienden a formar amistades de manera diferente, hablan con sus compañeros de manera diferente y manifiestan diferentes instintos relacionados con los niños, el sexo, y la carrera. Casi todo el mundo ve estas cosas.

Lo que no vemos de la misma manera es cómo interpretar estos fenómenos. La pregunta es si consideramos que estas distinciones reflejan diferencias innatas entre hombres y mujeres—diferencias que no deben ser explotadas o erradicadas—o si las distinciones que vemos son el resultado de siglos de opresión y prejuicios continuos. Este breve artículo está escrito con la esperanza de que los cristianos puedan considerar que lo primero es más cierto que lo segundo.

En 1973, Steven Goldberg publicó "La Inevitabilidad del Patriarcado", un libro que, según él, fue catalogado como un récord mundial en Guinness por el libro rechazado por la mayor número de editoriales antes de la aceptación final (69 rechazos por parte de 55 editoriales). Basándose en ese trabajo anterior, Goldberg publicó "¿Por qué gobiernan los hombres?" en 1993, argumentando que, dada la diferenciación fisiológica entre los sexos, los hombres siempre han ocupado el abrumador número de puestos y roles de alto estatus en todas las sociedades (44). En otras palabras, el patriarcado es inevitable. Décadas más tarde, Rhoades dijo lo mismo: “Los matriarcados, sociedades donde las mujeres tienen más poder político, económico y social que los hombres, no existen; de hecho, no hay evidencia de que alguna vez hayan existido” ("Tomando en serio las diferencias de sexo", 151).

Se nos dice que desmantelar el patriarcado es una de las principales preocupaciones de nuestro tiempo. ¡Seguramente, el grito de batalla de Voltaire, "Écrasez l'infâme!" (¡Aplasta la infamia!) no es menos adecuado para el antiguo régimen de gobierno paterno. Excepto que donde el patriarcado ya está ausente, la disfunción y la desesperación se han multiplicado.

Esto se debe a que el patriarcado, correctamente concebido, no se trata tanto de la subyugación de las mujeres como de la subyugación de la agresión masculina y la irresponsabilidad masculina que se vuelve loca cuando las mujeres se ven obligadas a estar a cargo porque los hombres no se encuentran en ninguna parte. ¿Qué escuela o iglesia o centro cívico o aldea rural está mejor cuando los padres ya no gobiernan? Donde las comunidades de mujeres y niños ya no pueden depender de los hombres para proteger y proveer, el resultado no es libertad e independencia.

Cincuenta años de investigación en ciencias sociales confirman lo que el sentido común y la ley natural nunca olvidaron: como van los hombres, así va la salud de las familias y los vecindarios. La elección no es entre el patriarcado y la democracia ilustrada, sino entre el patriarcado y la anarquía.

Observaciones como estas suenan ofensivas para casi todos, pero no tienen por qué serlo. Si el patriarcado (como un término descriptivo en lugar de peyorativo) refleja diferencias innatas entre los sexos, entonces haríamos bien en abrazar lo que es, mientras luchamos contra los efectos naturales del pecado en la forma en que son las cosas, en lugar de perseguir lo que nunca será.

Puede lijar un trozo de madera en la dirección que desee, pero la experiencia será más agradable, y el producto final más hermoso, si va de acuerdo con la hebra. Como dice Goldberg, “Si [una mujer] cree que es preferible que su sexo se asocie con la autoridad y el liderazgo en lugar de con la creación de la vida, entonces está condenada a la decepción perpetua” ("¿Por qué gobiernan los hombres?", 32).

Las mujeres fueron hechas para ser mujeres, no un tipo diferente de hombre. El hecho obstinado de la naturaleza, casi nunca mencionado, es que los hombres no pueden hacer la única cosa más necesaria y milagrosa en nuestra existencia: no nutrirán la vida en el útero; no darán a luz a la propagación de la especie; no amamantarán a un bebé de su propia carne.

En el fondo, los hombres son conscientes de estas limitaciones de la virilidad, por lo que sienten la necesidad de proteger a las mujeres y los niños y por qué en cada sociedad, escribe Goldberg, “buscan en las mujeres la ternura, la bondad y el amor, refugio de un mundo de dolor y fuerza, y seguridad de sus propios excesos” (229).

Cuando una mujer sacrifica todo esto para encontrarse junto con los hombres y en términos masculinos, es en detrimento de todos, especialmente de la mujer. Los hombres y las mujeres no son lo mismo, y si queremos reconocerlo en el hogar y en la iglesia, debemos reconocerlo en toda la vida y en toda la historia. La visión bíblica de la complementariedad no puede ser verdadera sin que algo como el patriarcado también sea cierto.


Publicado en KevinDeYoung.org

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Kevin DeYoung (@RevKevDeYoung) es el pastor principal de Christ Covenant Church (PCA) en Matthews, Carolina del Norte y profesor asociado de teología sistemática en el Seminario Teológico Reformado (Charlotte). Es autor de más de veinte libros y un popular columnista, bloguero y podcaster. Kevin y su esposa, Trisha, tienen nueve hijos. Explore todos los artículos, sermones, libros, podcasts y más de Kevin en KevinDeYoung.org

miércoles, 24 de agosto de 2022

¿MUERTE AL PATRIARCADO?

 



¿Cuál es la diferencia entre patriarcado y complementariedad, y cuál es el mejor término para capturar la visión completa de la masculinidad y la feminidad cristiana? La mayoría de los complementarios evitan firmemente la palabra patriarcado, queriendo distanciarse de cualquier asociación con la opresión y el prejuicio. Por otro lado, los críticos del complementarianismo están ansiosos por cargar a sus oponentes con la acusación de defender el patriarcado. 

Los términos a menudo funcionan como una forma de comunicarse, “No soy ese tipo de cristiano conservador”, a lo que la respuesta es: “¡Oh, sí, lo eres!” Entonces, ¿Cuál es el término más preciso para aquellos que quieren recuperar una visión perdida de la diferenciación y el orden sexual?

Definir, para satisfacción de todos, términos como patriarcado y complementariedad es casi imposible. Haré un poco del trabajo de definición en un momento, pero no quiero que este artículo se convierta en una tediosa investigación académica sobre el uso y la historia de estos términos. 

Tampoco quiero definir los términos para que la complementariedad se convierta en una glosa conveniente para el “buen liderazgo masculino” y el patriarcado termine significando “mal liderazgo masculino”. Sin duda, esa distinción no está totalmente equivocada, pero si eso fuera todo lo que dijera, mi argumento sería completamente predecible.

Y un poco superficial. Como argumentaré en un momento, no hay nada que ganar si los cristianos reclaman el término patriarcado en sí mismo. De hecho, reclamar ni siquiera es la palabra correcta, porque no estoy seguro de que los cristianos hayan argumentado alguna vez a favor de algo llamado “patriarcado”. La complementariedad es un término mejor y más seguro, con menos connotaciones negativas (aunque eso está cambiando rápidamente). Me he descrito a mí mismo como un complementario ciento de veces; Nunca me he llamado patriarcalista.

Sin embargo, hay algo en la idea más amplia del patriarcado, no importa cuán siniestra se haya vuelto la palabra en sí, que vale la pena reclamar. Si la visión de la complementariedad hombre-mujer debe ser más que sólo un compromiso aparentemente arbitrario de que los hombres lideren en el hogar y sean los pastores en la iglesia, entonces no podemos quedar contentos sólo con la interpretación correcta de 1 Timoteo 2. 

Por supuesto, una exégesis cuidadosa es absolutamente crítica. Pero necesitamos algo más que sólo conclusiones [exegéticas] correctas. Necesitamos ayudar a la gente a ver que nuestras conclusiones exegéticas no solo encajan con los mejores principios hermenéuticos; encajan con la forma en que el mundo es y la forma en que Dios hizo a los hombres y mujeres.


Complementariedad y patriarcado

La idea de complementariedad—que los hombres y las mujeres fueron diseñados con un ajuste especial, cada uno para el otro—no es nueva. El término complementarianismo, sin embargo, es relativamente reciente. En su trabajo seminal de 1991 Recovering Biblical Manhood and Womanhood [Recuperando la masculinidad y la feminidad bíblica], John Piper y Wayne Grudem denominaron deliberadamente a su misión de recuperación “una visión de la ‘complementariedad’ bíblica” porque querían corregir las “prácticas egoístas e hirientes” de la visión tradicionalista y, a la vez, evitar los errores opuestos provenientes de las feministas evangélicas (14).

Nadie comprometido con la honestidad intelectual y la equidad debe tratar al tradicionalismo, jerarquismo o patriarcalismo como sinónimos de complementarianismo. Al acuñar el término complementario, Piper y Grudem rechazaron explícitamente los dos primeros términos, mientras que el tercer término (patriarcalista o patriarcal o patriarcal) nunca se usa en un sentido positivo en el libro. “Si se debe usar una palabra para describir nuestra posición”, escribieron, “preferimos el término complementario, ya que sugiere tanto igualdad como diferencias beneficiosas entre hombres y mujeres” (14). Treinta años después, esta visión de complementariedad todavía vale la pena definirla cuidadosamente y defenderla con gusto.

El término patriarcado es mucho más difícil de definir. Estrictamente hablando, el patriarcado es simplemente la palabra griega que significa “gobierno del padre”. No hay nada en su etimología que haga del término un epíteto de abuso. Abraham, Isaac y Jacob a menudo son llamados “los patriarcas” (Romanos 9.5, por ejemplo). El líder espiritual de la Iglesia Ortodoxa es el Patriarca Ecuménico de Constantinopla. En un sentido genérico, cada cristiano cree en el patriarcado porque afirmamos el gobierno y la autoridad de Dios, el Padre Todopoderoso, creador del cielo y la tierra.

A pesar de estas asociaciones positivas, como categoría sociológica e histórica, el patriarcado casi siempre se usa en un sentido peyorativo. Aquí, por ejemplo, está la primera oración de la entrada de Wikipedia sobre el patriarcado.

El patriarcado es un sistema social institucionalizado en el que los hombres dominan sobre los demás, pero también puede referirse específicamente al dominio sobre las mujeres; también puede extenderse a una variedad de manifestaciones en las que los hombres tienen privilegios sociales sobre otros para causar explotación u opresión, como a través del dominio masculino de la autoridad moral y el control de la propiedad.

En esta (larga) oración, tenemos una gran cantidad de palabras peyorativas: dominan, dominio (2x), explotación, y opresión. No se espera que nadie lea esta definición y piense en el patriarcado como algo bueno, o incluso algo que podría ser bueno.

En un reciente artículo de formato largo en The Guardian, Charlotte Higgins argumenta que en su forma más simple, patriarcado “denota la existencia de una estructura social de supremacía masculina que opera a expensas de las mujeres”. Higgins admite que el patriarcado está prácticamente muerto como una idea académica, un concepto demasiado contundente y monolítico para ser útil, pero en el uso popular el término ha experimentado un renacimiento sin precedentes, uno que Higgins apoya. “Solo [la palabra] ‘patriarcado’ parece capturar la peculiar esquiva del poder de género”, escribe. 

La definición a nivel de calle de Higgins es útil en la medida en que revela que, para la mayoría de las personas, incluida la mayoría de los cristianos (sospecho), el patriarcado es una abreviatura de todas las formas en que nuestro mundo promueve la supremacía masculina y fomenta la opresión femenina.

Si eso es patriarcado, entonces que el mundo lo tenga. No es un término que encontrarás en las declaraciones confesionales cristianas del pasado. No es un término que encontrará empleado con frecuencia (o en absoluto) en la tradición de la iglesia mientras que defiende los puntos de vista bíblicos de la familia, la iglesia y la sociedad. Como cristiano conservador, reformado y evangélico, aplaudo la visión de “igualdad con diferencias beneficiosas” y me opongo resueltamente a todas las formas de dominación, explotación, y opresión.


Costo de desmantelar el patriarcado

¿Por qué no terminar el artículo aquí mismo? El complementarianismo es bueno; el patriarcado es malo. Caso cerrado. Basta de decirlo, ¿verdad?

Casi. Debemos tener cuidado de no desterrar el patriarcado al montón de cenizas de la historia demasiado rápido. Para empezar, deberíamos cuestionar la noción de que el patriarcado es igual a la opresión. En su libro Ancestors: The Loving Family in Old Europe [Los Ancestros: la amorosa familia en la antigua Europa], Steven Ozment argumenta que la vida familiar, incluso en el pasado patriarcal, no es completamente diferente de nuestra propia época. Los padres amaban a sus hijos, los esposos realizaban tareas domésticas y la mayoría de las mujeres preferían el matrimonio y las tareas domésticas a otros arreglos.

La historia es compleja y rara vez permite meta-teorías y explicaciones monocausales. Si las mujeres tenían menos oportunidades y derechos en el pasado (casi todas tenían menos oportunidades y menos derechos), las mujeres también vivían enredadas en comunidades más fuertes, y sus roles como esposa y madre eran más altamente honrados. Teniendo en cuenta las diferencias en la prosperidad económica, es completamente discutible (y, tal vez, en última instancia, incognoscible) si las mujeres son más felices en el presente de lo que eran en el pasado. Como dice Ozment, “Por cada historiador que cree que la familia moderna es una evolución reciente y superior, hay otro que está listo para exponerla como un arquetipo caído” (45).

En segundo lugar, debemos cuestionar las suposiciones no declaradas que mantienen unida la comprensión peyorativa del patriarcado. Si la diferenciación sexual, la subordinación y las distinciones de roles son evidencia prima facie de explotación, entonces el patriarcado, de cualquier tipo en cualquier momento de la historia, va a ser indeseable. Escribiendo hace más de cuarenta años, Stephen B. Clark señaló que los científicos sociales feministas “aplican liberalmente términos como ‘dominancia’, ‘opresión’, ‘represión’, ‘inferioridad’ y ‘sumisión’ a los roles de hombres y mujeres”. Estos términos no provienen de la observación histórica desapasionada. 

Como dice Clark, “Esta terminología, basada en un modelo de poder político de análisis social derivado de las ideologías políticas modernas, está diseñada para hacer que todas las diferencias de roles sociales parezcan repulsivas” (Man and Woman in Christ [Hombre y mujer en Cristo], 475).

La baraja retórica se ha apilado. Defender el patriarcado, tal como se entiende actual y popularmente, es defender lo indefendible. Y, sin embargo, la mayoría de los complementarios no se dan cuenta de que, al rechazar el patriarcado, han rechazado, de acuerdo con las reglas contemporáneas del juego, la realidad misma que pensaban que podían reclamar apelando a la complementariedad.

Lo más importante, y en la línea del último punto, debemos tener cuidado de que al desmantelar el patriarcado no terminemos pateando la escalera cultural desde debajo de nosotros y luego esperamos que las personas puedan llegar a las conclusiones correctas saltando a alturas extraordinarias.

Una de mis grandes preocupaciones, que, lamentablemente, parece ser cada vez más cierta con cada año que pasa, es que el complementarianismo, para muchos cristianos, equivale a poco más que un par de conclusiones estrechas sobre las esposas que se someten a los maridos en el hogar y la ordenación en la iglesia reservada para los hombres. Si eso es todo lo que tenemos en nuestra visión para hombres y mujeres, no es una visión a la que nos aferraremos por mucho tiempo. 

Necesitamos ayudar a los miembros de la iglesia (especialmente a las generaciones más jóvenes) a ver que Dios no creó el mundo con uno o dos mandamientos arbitrarios llamados “complementarianismo” para probar nuestra obediencia en el hogar y en la iglesia. Dios creó el mundo con la diferenciación sexual en el corazón de lo que significa ser seres humanos hechos a su imagen. No podemos entender el orden creado como deberíamos hasta que entendamos que Dios nos hizo hombres y mujeres.


Similar y diferente de Adán

La historia de la creación es tan familiar para la mayoría de nosotros que pasamos por alto lo obvio. Dios podría haber creado a los seres humanos para reproducirse por sí mismos. Dios podría haber creado a cada ser humano directamente de la tierra, tal como creó a Adán. Dios podría haber creado un grupo de compañeros masculinos para pasar el rato en la cueva del hombre de Adán para que Adán no estuviera solo. Dios podría haberle dado a Adán un golden retriever o una manada de pequeños Adanes para hacerle compañía.

Pero Dios creó a Eva. Dios hizo a alguien de Adán para que fuera como Adán, y Dios hizo a esa misma alguien de Adán para que fuera diferente de Adán. De acuerdo con el diseño biológico de Dios, solo Eva (no otro Adán) era una ayuda idónea porque solo Eva (junto con Adán) podía obedecer el mandato de la creación. Es por eso que ella era “una ayudante idónea para él” (Génesis 2:18). Sólo como una pareja complementaria podrían Adán y Eva llenar la tierra y someterla. 

Diferentes idiomas, culturas y pueblos vendrán más tarde en Génesis, y estas diferencias serán, en parte, debido al pecado (Génesis 11). Pero las diferencias entre hombres y mujeres fueron idea de Dios desde el principio. Ignorar, minimizar o repudiar las diferencias entre hombres y mujeres es rechazar nuestro diseño creacional y al Dios que lo diseñó.

A nivel del sentido común, la mayoría de la gente sabe que es cierto lo que la investigación en las ciencias sociales y la biología nos dicen que es cierto: las diferencias sexuales son reales e importantes. Hay una razón por la que el humor con respecto a hombres y mujeres a menudo ha sido un elemento básico de la comedia, ya sea en comedias de situación, en standup o en conversaciones informales. La mayoría de las personas saben por intuición y por experiencia que una serie de patrones y estereotipos son generalmente ciertos para hombres y mujeres.

En su libro Taking Sex Difference Seriously [Tomando en serio las diferencias de sexo], Steven Rhoades argumenta que los patrones tradicionales de iniciativa masculina y domesticidad femenina han sido constantes a lo largo de la historia porque las pasiones humanas más fundamentales (sexo, crianza y agresión) se manifiestan de manera diferente en hombres y mujeres (5). Las niñas desde el primer día de nacimiento, por ejemplo, responden más fuertemente al sonido de un ser humano en angustia que los bebés varones de un día de edad. A diferencia de sus homólogos masculinos, las niñas de una semana de edad pueden distinguir el llanto de un bebé de otros ruidos (25).

Según Leonard Sax, médico y PhD, ninguna cantidad de crianza puede cambiar la naturaleza de nuestra diferenciación sexual. En su libro Why Gender Matters [Por qué importa el género], escribe que las niñas pueden ver mejor, oír mejor y oler mejor que los niños. Por el contrario, los niños están programados para ser más agresivos, tomar más riesgos y sentirse atraídos por historias violentas.

Sax, que no es cristiano (hasta que sepa yo) o incluso particularmente conservador cuando se trata de insistir en el comportamiento moral tradicional, critica a aquellos que piensan que las diferencias sexuales son simplemente el resultado de prejuicios. Sax reprende a la teórica de género Judith Butler y sus seguidores por no mostrar conciencia de las diferencias sexuales en la visión, las diferencias sexuales en la audición, las diferencias sexuales en la toma de riesgos o las diferencias sexuales en el sexo mismo (283).

Además, estas diferencias no pueden ser explicados por el medio ambiente y la ingeniería social. “Las mayores diferencias sexuales en la expresión de genes en el cerebro humano no ocurren en la edad adulta, ni en la pubertad, sino en el período prenatal antes del nacimiento del bebé” (208). O como Moisés dijo: “Varón y hembra los creó” (Génesis 1:27).

Abrazando la realidad

Todo el mundo puede ver que, en promedio, los hombres son más altos y físicamente más fuertes que las mujeres. Casi todo el mundo está de acuerdo en que los hombres y las mujeres han ocupado diferentes roles en el hogar, en la religión y en el mundo durante la mayor parte (si no toda) de la historia humana. Prácticamente todos también estarían de acuerdo en que los niños y las niñas no juegan igual ni se desarrollan de la misma manera. 

Y casi todos estarían de acuerdo en que los hombres y las mujeres, tomados en su conjunto, tienden a formar amistades de manera diferente, hablan con sus compañeros de manera diferente y manifiestan diferentes instintos relacionados con los niños, el sexo, y la carrera. Casi todo el mundo ve estas cosas.

Lo que no vemos de la misma manera es cómo interpretar estos fenómenos. La pregunta es si consideramos que estas distinciones reflejan diferencias innatas entre hombres y mujeres—diferencias que no deben ser explotadas o erradicadas—o si las distinciones que vemos son el resultado de siglos de opresión y prejuicios continuos. Este breve artículo está escrito con la esperanza de que los cristianos puedan considerar que lo primero es más cierto que lo segundo.

En 1973, Steven Goldberg publicó "La Inevitabilidad del Patriarcado", un libro que, según él, fue catalogado como un récord mundial en Guinness por el libro rechazado por la mayor número de editoriales antes de la aceptación final (69 rechazos por parte de 55 editoriales). Basándose en ese trabajo anterior, Goldberg publicó "¿Por qué gobiernan los hombres?" en 1993, argumentando que, dada la diferenciación fisiológica entre los sexos, los hombres siempre han ocupado el abrumador número de puestos y roles de alto estatus en todas las sociedades (44). En otras palabras, el patriarcado es inevitable. Décadas más tarde, Rhoades dijo lo mismo: “Los matriarcados, sociedades donde las mujeres tienen más poder político, económico y social que los hombres, no existen; de hecho, no hay evidencia de que alguna vez hayan existido” ("Tomando en serio las diferencias de sexo", 151).

Se nos dice que desmantelar el patriarcado es una de las principales preocupaciones de nuestro tiempo. ¡Seguramente, el grito de batalla de Voltaire, "Écrasez l'infâme!"  (¡Aplasta la infamia!) no es menos adecuado para el antiguo régimen de gobierno paterno. Excepto que donde el patriarcado ya está ausente, la disfunción y la desesperación se han multiplicado. 

Esto se debe a que el patriarcado, correctamente concebido, no se trata tanto de la subyugación de las mujeres como de la subyugación de la agresión masculina y la irresponsabilidad masculina que se vuelve loca cuando las mujeres se ven obligadas a estar a cargo porque los hombres no se encuentran en ninguna parte. ¿Qué escuela o iglesia o centro cívico o aldea rural está mejor cuando los padres ya no gobiernan? Donde las comunidades de mujeres y niños ya no pueden depender de los hombres para proteger y proveer, el resultado no es libertad e independencia. 

Cincuenta años de investigación en ciencias sociales confirman lo que el sentido común y la ley natural nunca olvidaron: como van los hombres, así va la salud de las familias y los vecindarios. La elección no es entre el patriarcado y la democracia ilustrada, sino entre el patriarcado y la anarquía.

Observaciones como estas suenan ofensivas para casi todos, pero no tienen por qué serlo. Si el patriarcado (como un término descriptivo en lugar de peyorativo) refleja diferencias innatas entre los sexos, entonces haríamos bien en abrazar lo que es, mientras luchamos contra los efectos naturales del pecado en la forma en que son las cosas, en lugar de perseguir lo que nunca será. 

Puede lijar un trozo de madera en la dirección que desee, pero la experiencia será más agradable, y el producto final más hermoso, si va de acuerdo con la hebra. Como dice Goldberg, “Si [una mujer] cree que es preferible que su sexo se asocie con la autoridad y el liderazgo en lugar de con la creación de la vida, entonces está condenada a la decepción perpetua” ("¿Por qué gobiernan los hombres?", 32).

Las mujeres fueron hechas para ser mujeres, no un tipo diferente de hombre. El hecho obstinado de la naturaleza, casi nunca mencionado, es que los hombres no pueden hacer la única cosa más necesaria y milagrosa en nuestra existencia: no nutrirán la vida en el útero; no darán a luz a la propagación de la especie; no amamantarán a un bebé de su propia carne.

En el fondo, los hombres son conscientes de estas limitaciones de la virilidad, por lo que sienten la necesidad de proteger a las mujeres y los niños y por qué en cada sociedad, escribe Goldberg, “buscan en las mujeres la ternura, la bondad y el amor, refugio de un mundo de dolor y fuerza, y seguridad de sus propios excesos” (229). 

Cuando una mujer sacrifica todo esto para encontrarse junto con los hombres y en términos masculinos, es en detrimento de todos, especialmente de la mujer. Los hombres y las mujeres no son lo mismo, y si queremos reconocerlo en el hogar y en la iglesia, debemos reconocerlo en toda la vida y en toda la historia. La visión bíblica de la complementariedad no puede ser verdadera sin que algo como el patriarcado también sea cierto.


Publicado en KevinDeYoung.org

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Kevin DeYoung (@RevKevDeYoung) es el pastor principal de Christ Covenant Church (PCA) en Matthews, Carolina del Norte y profesor asociado de teología sistemática en el Seminario Teológico Reformado (Charlotte). Es autor de más de veinte libros y un popular columnista, bloguero y podcaster. Kevin y su esposa, Trisha, tienen nueve hijos. Explore todos los artículos, sermones, libros, podcasts y más de Kevin en KevinDeYoung.org

jueves, 14 de julio de 2022

"Libertad, Igualdad Política y Propiedad" En La República Hebrea









Otra entre las grandes ideas que formaron las bases del Estado Hebreo fue la libertad. Libertad es una palabra que se usa a menudo, pero rara vez se entiende. Es tema de muchas declaraciones exuberantes pero de poca investigación equilibrada.


Los poetas y los oradores han elogiado sus atractivos y los demagogos la usan todos los días como herramienta para alcanzar sus objetivos políticos. Aun así, muy pocos investigan o entienden su naturaleza. La libertad civil o de una comunidad es algo muy severo y restringido.


La idea fundamental de la libertad es la protección para ejercer nuestros derechos hasta toparnos con los derechos de los demás. Es la libertad natural restringida en la medida, y solo hasta la medida, que pueda ser necesaria para el bien público.


Cada ley que limita la libertad personal sin contar con una ventaja general, consiste en una violación o falta de respeto a la libertad civil. Pero no es una violación de la libertad restringir la autonomía de los individuos cuando el bien público lo requiere. Al contrario, por su propia definición, la libertad civil implica autoridad, sujeción y obediencia.


Montesquieu definió bien la libertad cuando dijo que “consiste en el poder de hacer lo que debemos desear y no estar obligados a hacer lo que no debemos desear”. La libertad es el derecho a hacer lo que permite la ley. Si un ciudadano puede hacer lo que las leyes prohíben, todos pueden hacer lo mismo, y eso sería anarquía. La verdadera libertad sería destruida en tal estado de cosas. (29)


Esta libertad racional, restringida y regulada estaba ampliamente garantizada por la Constitución Hebrea. En el preámbulo de los Diez Mandamientos (Éx 20:2). Dios declara expresamente que había sacado a su pueblo de Egipto, de la “casa de servidumbre”. En otro lugar dice: “… rompí las sogas de su yugo y los hice caminar en libertad” (Lv 26:13, BLPH).


Estas expresiones, traducidas a sus equivalentes modernos, significan: “Te he liberado de tu estado de esclavitud y te constituí en una nación de hombres libres”. “¿Es Israel siervo? ¿es esclavo?”, grita Jeremías (2:14), con su corazón ardiendo de tristeza debido al contraste entre la libertad garantizada por la Constitución del país y la esclavitud impuesta a sus compatriotas por ejércitos extranjeros.


El erudito Fleury (31), sin cuestionamientos, expresó su opinión sobre este punto: “los israelitas eran perfectamente libres. Disfrutaron de la libertad deseada por los griegos y romanos. Este era el propósito de Dios”. Montesquieu hace una reflexión que es aplicable aquí, dice que los países no se cultivan en proporción a su fertilidad sino a su libertad. Dado este criterio, la libertad de Palestina tiene una comparación favorable con cualquier otra nación en cualquier período de la historia mundial, ya que un territorio nunca ha sido tan ampliamente cultivado y se hizo más productivo que el de las doce tribus elegidas, en cada pequeña parte de su territorio, en los días más prósperos de su historia.


- Enoch C. Wines, "La República Hebrea", Pág 33-34


(29) MONTESQUIEU. Spirit of Laws. Ginebra: 1758, libro 11, capítulo 3
(31) FLEURY, Claude. Manners of the Ancient Israelites. Nueva York: T. Mason and G. Lane, 1837, capítulo 20.

martes, 5 de abril de 2022

SEGÚN LA BIBLIA ¿QUIÉN DEBE GARANTIZAR LA PAZ EN UNA NACIÓN?

Los gobernantes y autoridades:

"Así que recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, especialmente por los gobernantes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna. Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador". - 1 Timoteo 2:1-3 NVI

Según Pablo, quien primero nos dijo en Romanos 13.1-7

"1 Sométase toda persona a las autoridades superiores (servidores públicos); porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. 3 Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; 4 porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. 5 Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. 6 Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. 7 Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra".

En Romanos 13.4 dos veces nos dice Pablo que las autoridades públicas son "servidores de Dios" ¿De dónde obtiene Pablo este entendimiento? ¿Dios le ha revelado que las autoridades civiles son "servidores de Dios"? Lo son en el gobierno judío. el Consejo de Ancianos y/o los principes y reyes son considerados "servidores de Dios". Pablo está llevando esa misma idea acerca del gobierno civil. Él está entendiendo que en el mundo, Dios es el soberano y el que rige todo, y lo hace a través de servidores públicos.

Los presidentes, ministros, congresistas, prefectos, jueces, gobernadores, alcaldes, y más; no son otra cosa sino lo que Dios ha establecido para que el mundo tenga un equilibrio en donde el mal es controlado. Veamos qué dice Pablo: "Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios" (v.4) ¿Cómo o de qué forma lleva la espada un gobernante? Lo hace a través de la fuerza militar. 

Cuando una nación le atribuye el poder a un gobernante o a un sistema de gobierno, éste asume "el control del mal". Es decir, es obligación de los gobernantes, servidores públicos, el control del mal ¿Por qué se debe controlar el mal? Por que es necesario un equilibrio social en el que los ciudadanos de una nación puedan vivir "quieta y sosegadamente". O como lo dice la Nueva Versión Internacional, "paz y tranquilidad".

Pablo era ciudadano romano y sabía muy bien el derecho romano, las obligaciones del emperador y del senado, además del concepto de "Pax Romana", que se había instalado desde el año 27 a.C. por el emperador Augusto, y que duró hasta el año 180 d.C., año de la muerte del emperador Marco Aurelio. En tiempos de paz es cuando una nación avanza. Y eso es claro ejemplo en el imperio de Roma. Pablo era ciudadano romano, de Tarso; y se movilizaba líbremente en todo el imperio romano, porque estaba en paz.

Hay una evidencia en la Biblia de esta realidad, lo encontramos en Hechos 24.2-3. Un tal Tértulo, abogado, que era representante del Sanedrín ante el procurador Félix, en Cesarea; presentó acusación contra el apóstol Pablo. En su discurso empieza agradeciendo porque gracias a los romanos «gozaban de paz», una paz que se veía alterada por el ministerio de Pablo, y de los «nazarenos». Este evento es muy probable que se haya dado entre el año 58 al 62 d.C.

"Gracias a ti gozamos de mucha paz y las mejoras realizadas por tu providencia en beneficio de esta nación, en todo y siempre las reconocemos, excelentísimo Félix, con todo agradecimiento." - Hechos 24.2-3 (Biblia de Jerusalén)

Pablo lleva este entendimiento sobre la paz en una nación y quién es su responsable, y le da instrucciones a Timoteo de que la Iglesia debe orar a Dios por los gobernantes, porque es su obligación garantizar la paz dentro de aquella nación: "por los gobernantes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad".

Entonces ¿Los gobernantes son servidores de Dios que deben garantizar que una nación viva en paz?
Sí. La Biblia no dice nada diferente al respecto. Decir que "todo irá de mal en peor" es desconocer todo lo que dice la Biblia y sacando los versículos de su contexto inmediato, o aplicándolos fuera de contexto, fuera de lugar. Sabemos que los que afirman que "las cosas irán de mal en peor" mayormente lo sacan del discurso de Jesucristo del Monte de Los Olivos. Allí hay una descripción "de un periodo de tiempo en que vendrían males sobre Jerusalén", pero es solo para Judea y Jerusalén, es un episodio local, no mundial, ni para siempre.

Así que el asunto va por ese lado. Pablo no puede contradecirse con Pablo mismo. Cuando él advierte de periodos de apostasía y de persecución, su enfoque es justamente ese, de alertar. Y porque la historia misma ha mostrado que la Iglesia todo el tiempo ha sufrido de "persecución por fuera y apostasía por dentro".

Ahora, concentrémonos otra vez en las palabras: "por los gobernantes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad" ¿Pablo realmente cree que se puede vivir en paz? ¿Será acaso que Pablo sabía que vendrían muchos tiempos peligrosos por eso insta a la Iglesia a orar por los gobernantes para que garanticen la paz?

Creo que Pablo dice esto teniendo en cuenta una cosmovisión muy amplia. Sea que Pablo haya creído que el Señor vendría pronto y todo terminaría, o que se tomaría dos mil años; lo cierto es que Pablo está manifestando que "los gobernantes son servidores de Dios y deben honrarlo garantizando la paz".

Ahora, cómo situamos estas palabras de Pablo, de Romanos 13.4 y 1 Timoteo 2:1-3 al llevarlas a un escenario mucho más amplio, por ejemplo en el contexto de Salmo 2.10-12 que dice:

"Ustedes, los reyes, sean prudentes;
déjense enseñar, gobernantes de la tierra.
Sirvan al Señor con temor;
con temblor ríndanle alabanza.
Bésenle los pies, no sea que se enoje
y sean ustedes destruidos en el camino,
pues su ira se inflama de repente".

Este salmo no se ciscunscribe o limita solo a Israel y "sus gobernantes", sino a "todos los reyes de la tierra". Aquí hay un llamado a que "los gobernantes sirvan a Dios". Por esta razón, no comprendo cómo algunos evangélicos insisten en que indefectiblemente los gobernantes de las naciones siempre serán paganos. Ellos no ven posible que los cargos públicos y de gobierno sean ocupados por "cristianos".

¿Por qué es necesario Orar por las autoridades, y por qué hay un llamado en la Biblia a que estas autoridades se rindan a Dios y le sirvan?
Pincipalmente por la corrupción de sus corazones. El corazón del hombre es pecaminoso en gran manera, y la Biblia hace un llamado a los gobernantes a que gobiernen las naciones con justicia. Ya el Rey Sabio lo dirá de la siguiente manera: "Cuando los justos gobiernan, el pueblo se alegra. Pero cuando los perversos están en el poder, el pueblo gime" (Pro 29.2). El mismo Señor Jesucristo dice de los gobernadores de este mundo que "se enseñorean de ellos". Es decir son injustos con sus subditos: 

"Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. 26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo" (Mateo 20.25-27)

Luego, porque la corrupción de su corazón llevará a que usen el poder contra Dios mismo, de muchas formas. Una de ellas, en el primer siglo fue la persecución a los cristianos. En realidad, fue Nerón el que persiguió más a los cristianos, luego hubieron otros con no tan grande atrocidad pero se persiguió al cristianamos en sus inicios, por razones varias. Pero llegado un momento, el momento de Dios, los gobernadores de turno fueron a tocarle las puertas a la Iglesia, solicitando ayuda para "gobernar de acuerdo al plan de Dios".

Este suceso, cuando Constantino fue a buscar ayuda a la Iglesia, hubiera sido celebrado hoy en día como un Gran Avivamiento. El hecho que un gobernante vaya a la Iglesia a pedir sabiduría es una muestra del plan de Dios. Distinto al plan de los escapistas y pesimilenialistas, porque ellos ven que "todo irá de mal en peor".

Jesucristo también dijo que los días de la vispera de la Venida Final serían "cómo en los días de Noe, que se casaban y se daban en casamiento". ¿Eran días de guerras, conflictos, catastros? No, en absoluto, nadie se casa en esos horrendos tiempos.





sábado, 26 de marzo de 2022

"EL FIN DE LA ERA" MILTON S. TERRY




"FIN DEL MUNDO O FIN DEL SIGLO"

Mateo 24.3b: "¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?"

Es también importante que, en esta y otras Escrituras que hablan del συντέλεια τοῦ αἰῶνος, 'consumación o finalización del siglo', liberemos nuestra mente de la engañosa impresión engendrada por la traducción común, "fin del mundo". Una mala interpretación de esta frase es la raíz de muchas suposiciones falsas. No es sorprendente que el común de los lectores ingleses del Nuevo Testamento deban suponer que esta frase realmente significa la destrucción del mundo material; pero tal error no debería recibir el apoyo de los hombres estudiosos. El verdadero significado de αἰών no es 'mundo', sino 'era'. Al igual que su equivalente en latín 'aevum', se refiere a un 'período de tiempo'.

El "fin del siglo" significa el 'cierre de la época o de la era' —es decir, 'la era o dispensación judía que se acercaba a su fin', como nuestro Señor frecuentemente aludía. Todos esos pasajes que hablan de 'el fin', 'el fin del siglo' o 'los fines de los siglos' se refieren a la misma consumación, y siempre como cercana. En 1 Cor. 10:11, San Pablo dice: 'Nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos'; lo que implica que se consideraba a sí mismo y a sus lectores como viviendo cerca de la conclusión de un eón o era. 

Así, en la Epístola a los Hebreos, encontramos la notable expresión: 'Pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado' (Heb. 9:26); mostrando claramente que el escritor consideraba que la encarnación de Cristo tuvo lugar cerca del final del eón, o período dispensacional. Suponer que se refería a que fue cerca del fin del mundo, o la destrucción del globo material, sería hacerlo escribir historia falsa así como mala gramática. No sería de hecho verdad; porque el mundo ha durado ya más tiempo desde la encarnación que toda la duración de la economía mosaica, desde el éxodo hasta la destrucción del templo.

Por lo tanto, es inútil decir que el "fin del siglo" puede significar un largo período, que se extiende desde la encarnación hasta nuestros tiempos, e incluso mucho más allá de ellos. Eso sería un 'eón', y no 'el cierre de un eón'. El 'eón' del cual hablaba nuestro Señor estaba a punto de cerrarse en una gran catástrofe; y una catástrofe no es un proceso prolongado, sino un acto definitivo y culminante". (1)


"El Fin de los Tiempos"

"La traducción común 'el fin del mundo' fue una ilusión para muchos lectores de la Biblia en inglés, y esto difícilmente podría haber sido de otra manera. Pero es muy extraño que tantos escritores eruditos, que tienen propiedad en la traducción y comprensión del consumación de la era, debería haber prestado tan poca atención a la pregunta, ¿a qué era está destinada? Generalmente asumen sin cuestionar que la era evangélica o mesiánica es significativa. Pero, de acuerdo con toda la tendencia de la enseñanza evangélica, esa era no había llegado cuando Jesús pronunció esta profecía, simplemente estaba "cerca" o "a la mano".

La enseñanza uniforme del Nuevo Testamento es que todo el ministerio de Cristo tuvo lugar 'al final de los días', o 'los últimos días de una era'. Pero ciertamente no fue al final de la era mesiánica; Esa edad todavía se extiende en el futuro indefinido. Fue al final del eje mosaico, judío o premesiánico, y cerca del comienzo del 'eón cristiano', que Dios sacó a la luz la vida y la inmortalidad por la revelación del Evangelio. Ahora bien, si Cristo y sus apóstoles vivieron y trabajaron cerca del 'final de un eón', obviamente es un error representarlos como viviendo en un 'eón' que aún no se había abierto completamente en su día, y del cual hablaron de cómo llegar. .

Que los apóstoles, mucho después del día de Pentecostés, se representan viviendo en los últimos días y cerca del fin de la era. Es un alegato de toda la cuestión, y una suposición dogmática, decir como lo hace Stuart (preterista total) que los "últimos días" en el Nuevo Testamento denotan el período de la dispensación cristiana. El mal uso de tal frase no tiene justificación en el Nuevo Testamento. Los discípulos se reconocieron en los últimos tiempos de un 'eón' a quien sucedió el reino y la gloria de su Señor. ¿En qué punto, entonces, debemos entender el final? ¿Hubo alguna gran crisis que marcara tal consumación, o alguna señal notable por la cual pudiera conocerse el final de la era pre-mesiánica?

¿No es extraño que un estudiante cuidadoso de las palabras de nuestro Señor no pueda entender Su respuesta a esta pregunta? Los discípulos preguntaron: "¿Cuándo será?" Jesús procedió a prever una variedad de cosas que vivirían para ver. También predijo los horrores del sitio de Jerusalén que sabemos que se cumplieron con la mayor precisión, ninguna profecía de la caída del Templo y la metrópolis judía podría haber sido más explícita. Pero habiendo hablado de todas estas cosas, añadió: "Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que esto [o Él] está cerca, a la puerta. De cierto os digo: esta generación no pasará hasta que todas estas cosas se cumplen...". La ruina del templo y su adoración fue la gran señal que marcó el fin de la era pre-mesiánica ".

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(1) Milton S. Terry (Biblical Hermeneutics: A Treatise on the Interpretation of the Old and New Testaments, pp. 441-442)

(2) Milton S. Terry, Comentario de Mateo 24.3, Revista Metodista, 1887.