martes, 26 de diciembre de 2023

YO ESTUVE EN UNA SECTA


#CreenciasQueEsclavizan
#DoctrinasQueManipula

Vivencias en una secta:

1) Unción de los genitales. Estuve en una secta cristiana en la que el pastor oraba por los genitales de los miembros de la secta. Imponía su mano a la altura del pubis y declaraba fertilidad, fecundidad, y sanidad. También declaraba perdón de los pecados sexuales. (Anónimo)

2) Rapar el cabello por pecados sexuales. (Anónimo)

3) El pastor reprendía al diablo en lenguas. (Anónimo)

4) Una vez el pastor dijo que Dios le habló acerca de una hermana de la iglesia que tenía que casarse con una persona específica. (Anónimo)

5) La esposa del pastor era la profeta, a ella le consultábamos prácticamente todo... la ropa que debíamos comprar, los viajes que debíamos hacer, los negocios en los que debíamos invertir, etc. (Anónimo)

6) Se enseñaba a hablar en lenguas a los nuevos convertidos. (Anónimo)

7) El pastor exigía que el liderazgo acatara una supuesta interpretación de la Biblia en la que los diezmos eran para el pastor y las ofrendas para la iglesia (gastos de la iglesia). (Anónimo)

8) El pastor enseñaba que cuando un cristiano tiene relaciones sexuales hay trasferencia de espíritus (demonios). (Anónimo)

9) Cuando un cristiano comete fornicación o adulterio el Espíritu Santo se le va y entran espíritus demoníacos. (Anónimo)

10)  El pastor nos prohibía hablar con miembros de otras iglesias, leer libros de otros autores, ir a otras iglesias e inclusive nos tenía prohibido usar otra Biblia que no sea la Reina Valera 1960. (Anónimo)

11) Sobre el ayuno. Ayunábamos todos, adultos, jóvenes e inclusive niños. Estaba prohibido comer bocado durante el ayuno. Un ayuno de un día era 24 horas sin probar bocado. Los ayunos podían ser de uno a tres o más días. (Anónimo)

12) Ritual de oración por enfermos terminales. Y hasta por muertos para que resuciten. (Anónimo)

13) Se practicaba cultos extáticos con trances. (Anónimo)

14) Prohibición de usar algunas ropas. Las mujeres solo usan faldas o faldones. Los hombres usan siempre pantalón y camisa, nunca un pantalón corto, nunca camisas de colores como el rojo, siempre de colores claros (son mas santos). (Anónimo)

15) A los cultos de la iglesia siempre íbamos con ropas blancas, tanto hombres como mujeres. (Anónimo)

16) El pastor le reveló a una hermana que ella sería una concubina del pastor. (Anónimo)

17) Participábamos de retiros espirituales donde se practicaban catarsis espirituales, en ellos la esposa del pastor hacía de medium y uno podía conversar con los familiares ya muertos para pedir perdón. (Anónimo)

18) No tomábamos café. (Anónimo)

19) Tanto hombres como mujeres usábamos el cabello recortado como para parecernos. Los hombres y las mujeres usaban ropas parecidas, el calzado que usábamos eran zapatillas blancas todos tanto hombres como mujeres. Se buscaba no diferenciarnos por el sexo. (Anónimo)

20) El pastor nos mandó hacer una "arca del pacto" con la que salíamos a dar la vuelta a la manzana de nuestra iglesia. (Anónimo)

21) Ungíamos con aceite las calles de la ciudad, los asientos o sillas de la iglesia, las casas de los hermanos, sus camas, etc. (Anónimo)

22) Traíamos nuestra ropa interior nueva para que los pastores oren por ellas. (Anónimo)

23) Los novios-desposados tenían un ritual previo a la boda en el que los sacerdotes ungían nuestros cuerpos desnudos antes de casarnos. (Anónimo)

24) El pastor nos dijo que la masturbación no era pecado si lo hacías pensando en tu cónyuge. (Anónimo)

25) Oración en los cerros. Tomar posesión de una ciudad desde un cerro o montaña. (Anónimo)

26) El pastor cayó en adulterio y su esposa lo disciplinó. Luego de unos meses en disciplina su esposa le devolvió el puesto de pastor otra vez. (Anónimo)

27) El pastor le daba un brebaje a base de agua con aceite a los endemoniados para forzarlos a vomitar ya que se creía que al vomitar expulsaban el demonio. Enseñaba que cuando un demonio posee a una persona lo hace alojándose en su estómago en una "burda imitación" de la llenura del Espíritu Santo en el creyente. (Anónimo)

28) El pastor invitaba a hermanas a que hagan limpieza su casa, le laven su ropa y le preparen la comida. Una vez a una de las mujeres de la iglesia la puso en disciplina y su castigo era que vaya a la casa del pastor a limpiar los baños.

¡Cuéntanos tu historia!

sábado, 23 de diciembre de 2023

LA ENCARNACIÓN DE CRISTO Y LA NAVIDAD



 

LA ENCARNACIÓN DE CRISTO Y LA NAVIDAD

La encarnación de Cristo es uno de los pilares fundamentales del cristianismo y sirve de base para la celebración de la Navidad. Este evento extraordinario, donde la Palabra divina se hizo carne, es un misterio profundo y glorioso, central para la fe cristiana y la comprensión del amor y la gracia de Dios.

1. El significado de la encarnación

La encarnación de Cristo se puede entender mejor a través del prólogo del Evangelio de Juan (Juan 1:1-14). En este extracto, el apóstol Juan explica de manera poética y teológica cómo el Verbo, que estaba con Dios y era Dios desde el principio, vino a habitar entre nosotros en forma humana. Este "Verbo hecho carne" es Jesucristo, expresión viva y humana de Dios. La encarnación es un misterio profundo de la fe cristiana, que representa la unión de la divinidad completa y la humanidad completa en una sola Persona, Jesucristo.

2. La Encarnación en las Escrituras

La Biblia está llena de referencias a la encarnación. En Isaías 7:14, el profeta predice la venida de un niño cuyo nombre será Emanuel, que significa "Dios con nosotros". Esta profecía se cumple en Jesús, como se informa en Mateo 1:23. En Filipenses 2:6-8, Pablo describe cómo Cristo, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. En Lucas 1:35, el ángel Gabriel anuncia a María que el hijo que le nacería sería llamado Hijo del Altísimo, concebido por obra del Espíritu Santo.

3. La Encarnación y la Navidad

La Navidad, tradicionalmente celebrada el 25 de diciembre, conmemora el nacimiento de Jesucristo. Esta festividad tiene sus raíces en la encarnación, celebrando el momento en que Dios entró en la historia de la humanidad como un bebé en Belén. El nacimiento virginal de Cristo, un elemento central de la historia de Navidad, es importante porque resalta tanto la humanidad plena de Jesús (nacido de mujer) así como su plena divinidad (concebida por obra del Espíritu Santo).

4. Implicaciones teológicas de la encarnación

La encarnación tiene profundas implicaciones teológicas. En primer lugar, muestra el inmenso amor y la humildad de Dios, que eligió descender al nivel de la humanidad para revelarse y redimir a la humanidad. En segundo lugar, la encarnación de Cristo es fundamental para comprender la obra redentora de Cristo, ya que sólo alguien que es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre podría mediar entre Dios y los hombres y ofrecer un sacrificio perfecto por los pecados de la humanidad, como se explica en Hebreos 2:17. 

5. La Encarnación y la Vida Cristiana

La encarnación también tiene implicaciones prácticas para la vida cristiana. Sirve como el modelo supremo de humildad y servicio, como se ejemplifica en la vida y el ministerio de Jesús. Además, la encarnación nos asegura que Dios comprende plenamente la experiencia humana, incluidos nuestros gozos, sufrimientos y tentaciones, como se afirma en Hebreos 4:15.

La celebración de la Navidad, por tanto, es mucho más que un evento cultural o una tradición familiar. Es una celebración de la encarnación de Cristo, el evento singular en la historia humana donde Dios se hizo hombre para vivir entre nosotros, compartir nuestras experiencias y finalmente sacrificarse por nuestra redención. Esta celebración es un recordatorio anual del amor y la gracia de Dios, y una oportunidad para reflexionar sobre el significado más profundo de la venida de Cristo al mundo.


-Augustus Nicodemus

lunes, 18 de diciembre de 2023

DEJADOS ATRÁS... DE LA TEOLOGÍA PAULINA

 


DEJADOS ATRÁS… DE LA TEOLOGÍA PAULINA

¿Esperaba el apóstol Pablo un rapto secreto antes de la parusía?

A partir del siglo XIX, la escuela dispensacionalista empezó a popularizar la doctrina de que la última venida de Cristo ocurriría en dos fases: la primera, conocida como el “rapto secreto”, tendría lugar, según algunos, siete años antes de la parusía, siendo esta la segunda y última fase; otros afirman que el lapso entre ambas fases será solo de tres años y medio.

En cualquiera de los casos, la resurrección de los justos ocurre en la primera fase, es decir, antes del retorno visible de Cristo. Pero ¿realmente Pablo sostuvo y enseñó esta creencia? ¿Puede inferirse a partir de una cuidadosa exégesis de las epístolas paulinas? A continuación, se presentarán tres argumentos que intentarán probar la incompatibilidad de esta novedosa enseñanza con la escatología de Pablo.

Primero, según el pensamiento paulino, la resurrección de los justos coincide con la parusía. En 1 Co 15:22-23, el apóstol afirmó que “en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida”. Indudablemente, la palabra “venida” (gr., παρουσίᾳ) hace referencia al regreso público y visible de Cristo a la tierra. Esto contradice totalmente al sistema dispensacional.

Segundo, la expresión “para recibir al Señor” implica un retorno a la tierra, no un traslado al tercer cielo. Tal y como señala la mayoría de exégetas y comentaristas, “la expresión encontrar (εἰς ἀπάντησιν) se usaba en conexión con la bienvenida oficial ofrecida a un dignatario recién llegado” (1).

Es decir, en el antiguo mundo grecorromano, cuando una autoridad real llegaba de visita, una comisión salía a las afueras de la ciudad a recibirla, pero inmediatamente, la acompañaban en su entrada triunfal en la ciudad. Esta es la idea que Pablo quiere transmitirnos. Cristo regresará visiblemente y los cristianos serán arrebatados con el propósito de recibir al Señor, es decir, de darle la bienvenida para luego descender con Él a la tierra, no para irse con Él al cielo.

Por eso, “muchos eruditos concluyen que los sucesos descritos en este pasaje tienen lugar en el mismo momento de la parusía, y que la asamblea reunida de creyentes acompaña al Señor Jesús en una procesión triunfal hasta la tierra” (2).

Tercero, Pablo especifica que recibiremos al Señor Jesús en “el aire” y en “las nubes”, no que iremos al “cielo”. Pablo fue muy cuidadoso e intencional al escoger su lenguaje y terminología. Cuando él quería referirse al tercer cielo, siempre usó la palabra cielo, no “aire” ni “nubes” (estas últimas parecen referirse más al primer cielo que al paraíso).

Entonces, si somos estrictamente literales (como el dispensacionalismo se jacta de serlo), tendríamos que afirmar que 1 Ts 4:16-18 no enseña que los cristianos seremos arrebatados al cielo, sino que simplemente seremos llevados a algún lugar dentro de la tropósfera, es decir, a la altura de las nubes.

A partir de estos tres argumentos se puede concluir que el “rapto secreto” no formó parte del pensamiento paulino. No puede probarse a partir del texto sagrado. Ni Pablo ni ningún cristiano lo enseñó hasta bien entrado el siglo XIX. La evidencia bíblica y el esquema escatológico presentado por el Nuevo Testamento enseña un panorama distinto al propuesto por la escuela hermenéutica inaugurada por John Nelson Darby.



-David A. Dávila B.
Areópago Cristiano
11 de diciembre, 2023

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Bibliografía:

(1) William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento: 1 y 2 Tesalonicenses (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2000), p. 139.

(2) Michael Holmes, Comentario bíblico con aplicación NVI: 1 y 2 de Tesalonicenses (Nashville, TN: Editorial Vida, 2015), p. 236.

sábado, 18 de noviembre de 2023

IMPRESIONES PROFÉTICAS: CAÍDA DE BABILONIA


 

Isaías profetiza la destrucción de Babilonia aproximadamente en el año 730 a.C 

Isaías 13
"Profecía sobre Babilonia, revelada a Isaías hijo de Amoz: Vienen... Jehová y los instrumentos de su ira, para destruir toda la tierra. Aullad, porque cerca está el día de Jehová; vendrá como asolamiento del Todopoderoso... He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor... haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar, en la indignación de Jehová de los ejércitos, y en el día del ardor de su ira... He aquí que yo despierto contra ellos a los medos, que no se ocuparán de la plata, ni codiciarán oro... Babilonia, hermosura de reinos y ornamento de la grandeza de los caldeos, será como Sodoma y Gomorra, a las que trastornó Dios. Nunca más será habitada, ni se morará en ella de generación en generación..."

1) Viene Jehová.
El lenguaje profético dice que "Jehová viene". Esto no significa que, literalmente, Dios haya venido hasta la tierra de Babilonia para destruirla. Así es el lenguaje profético. El pasaje y su contexto, además del cumplimiento de esta profecía, nos ayudan a entender que cuando el lenguaje profético dice "viene Jehová" se está refiriendo al lenguaje de Juicio contra sus enemigos, o contra los violadores del Pacto, no es que literalmente Jehová viene.

2) Los instrumentos de su ira.
En este caso, no es difícil entender el lenguaje profético de "instrumentos de su ira" puesto que siempre (o casi siempre) son ejércitos enemigos del pueblo o nación que son objeto de su ira. En Isaías 13 Dios mismo revela que los "instrumentos de su ira" son los ejércitos de los medo-persas. Quienes tomaron por asalto Babilonia en el año 539 a.C. una noche cuando Belsasar, nieto de Nabucodonosor, rey de Babilonia estaba profanando los utensilios sagrados del culto de Jehová y apareció una escritura en la pared que anunciaba su ruina (Daniel 5).

3) El Día de Jehová.
En el lenguaje profético, el Día de Jehová es "el día del juicio". En el caso de Babilonia, el Día de Jehová, terrible, de indignación y de ira, no es otra cosa que el Día del Juicio contra Babilonia. Cada vez que leemos "Día de Jehová" es un "día de juicio", es como pequeñas representaciones del último Gran Día del Señor, o Día del Juicio Final. Esto significa que debemos hacer una discriminación en las Escrituras cada vez que leemos "Día de Jehová" o "Día del Señor" porque algunas veces se refieren a juicio locales y temporales y otras veces se refiere al "Día Final" o "Día Postrero" (Juan 11.24-25).

4) Juicio contra la tierra y sus moradores.
En el lenguaje profético también es común referirse a "la tierra" y "sus moradores" tanto a la región de la ciudad o nación objeto de su juicio así como a las personas que la habitan. El lenguaje profético da la impresión que el profeta Isaías está refiriéndose a TODA LA TIERRA (que hoy nosotros conocemos) y a TODOS LOS HABITANTES (que hoy somos) pero eso no es así de ninguna manera. El lenguaje profético tiene esa característica pero del contexto podemos deducir que no es así, "toda la tierra" se refiere a la tierra de Babilonia y "todos sus habitantes" se refiere a los habitantes de Babilonia. Así cuando leamos otra profecía contra otra ciudad como Jerusalén por ejemplo, si dice "los moradores de la tierra" o "lamentarán todas las tribus de la tierra", se está refiriendo a sus habitantes y no al mundo entero (Mat 24.30; Ap 1.7 por ejemplo).

5) Caos y alteración cósmica.
El lenguaje profético trae a la mente del lector la idea de alteraciones cósmicas. Que el sol deje de alumbrar, se mueva de su eje, o se caiga, así como la una y las estrellas; nuevamente es una forma de expresar la relevancia del juicio de Dios, contra los gobernantes poderosos y las naciones mismas. La gente de la antigüedad entendía que hay un orden cósmico y que su alteración era evidencia del fin del mundo, de catástrofes y la ruina final, por lo tanto siempre estaba asociada al "fin del mundo" (hasta hoy).

¿Es esto así?
No, su cumplimiento de esta y otras profecías nos ayuda a entender que, no se trata de "estrellas cayendo a la tierra" sino de Dios imponiéndose contra las naciones y sus gobernantes, apagándoles su luz y poniéndolos en tinieblas, así como tirándolos por tierra humillándolos y haciéndoles ver quien es el Soberano.
 
6) Ser como Sodoma y Gomorra.
En el lenguaje profético, que una nación reciba la sentencia de ser comparada con Sodoma y Gomorra solamente es una forma de confirmar el juicio de Dios contra aquella nación. En el lenguaje profético de toda la Biblia, incluido el lenguaje del Apocalipsis, también ser comparado con Babilonia es sentencia de juicio. En Apocalipsis 11.8 se dice de Jerusalén que es como Sodoma y Egipto: "Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado".

La Impresión Profética
¿Sabían Isaías y sus lectores que ese Gran Día de Jehová no era el Fin del Mundo? ¿Isaías recibía impresiones proféticas como tal o recibió una hoja con un cronograma de juicios y eventos uno después de otro? No, ni el profeta Isaías, ni Jeremías, ni Daniel, ni Ezequiel recibieron un cronograma de eventos escatológicos, ellos recibían impresiones proféticas, para ellos no era raro que creyeran que después de un Gran Dia de Jehová venía el Reino Mesiánico y la entrada al siglo venidero (Era Por Venir).

Cuando llegó Pentecostés, Pedro dijo: "...esto es lo dicho por el profeta Joel" refiriéndose a la llegada del Espíritu Santo sobre la Iglesia, pero Pedro, inspirado por el Espíritu Santo, asoció esto a la profecía escatológica de Joel 2.28-32; pero debemos notar que en esa profecía se tiene un lenguaje profético similar al de los otros profetas, veamos:
"Y daré prodigios arriba en el cielo, Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de humo; El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, Antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto; Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo". (Hechos 2.19-21)
Pedro está diciendo que la llegada del Espíritu Santo en Pentecostés es el cumplimiento del "Gran Día de Jehová" anunciado por Joel, pero no es el Día Final sino que hoy entendemos que se trataba del juicio de Dios contra Jerusalén en el que a su remanente salva del juicio, y los que son objeto de su ira los lleva a juicio, el cual sucedió con la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C.

Dios dijo en Malaquías "he aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible", y sabemos que ese "Elías" no era otro sino Juan el Bautista, quien a su vez entendió que el "día de Jehová, grande y terrible" estaba a la puertas, pero hoy sabemos que se refería al juicio contra la Ciudad Terrenal.

¿Sabía Joel, Juan el Bautista o Pedro que entre la llegada del Espíritu Santo y la destrucción de Jerusalén había un lapso de casi cuarenta años? No, ellos entendieron la profecía como una impresión única, pero tras de ella había otros cumplimientos en el plan de Dios. Esto nos lleva a concluir que cada vez que Jesucristo habló de "la Venida del Hijo del Hombre" en Mateo 10.23; 16.28; 24.27,29-30; 26.64 (y sus paralelos) utilizando lenguaje profético estaba hablando del Juicio contra Jerusalén y no del Juicio Final.

CONCLUSIÓN
El lenguaje de las impresiones proféticas nos muestran que hay varios "días del Señor", pero la revelación de la Biblia también nos muestra que hay un Gran Día del Señor: el Día del Juicio Final. Los profetas y sus lectores siempre asociaron las profecías del Gran Día de Jehová como el juicio final o el fin del mundo para luego entrar al reino mesiánico. Los profetas no recibieron un gráfico cronológico de todos los eventos escatológicos, ellos recibieron impresiones proféticas. Si esto es así, qué nos hace creer que Jesús no está hablando del juicio contra Jerusalén acaecido en el año 70 d.C. cada vez que anunció "la Venida del Hijo del Hombre".

Creemos que la Venida del Hijo del Hombre no es otra cosa sino el juicio contra Jerusalén ocurrido en el año 70 d.C.

¡Piensa en esto!





lunes, 13 de noviembre de 2023

Como el relámpago sale del oriente







Los cristianos están muy conscientes del significado histórico-redentor sin paralelo de la encarnación, la crucifixión, la resurrección y la ascensión de Cristo. Estamos igualmente bien informados de Su victorioso derramamiento del Espíritu Santo sobre la Iglesia en Pentecostés. Sin embargo, muy pocos creyentes están apercibidos del significado del derramamiento de la santa ira de Cristo sobre Jerusalén en el año 70 d. C.


El Antiguo Testamento está repleto de signos y símbolos que prefiguran la obra de Cristo.

Aún así, los acontecimientos del año 70 d. C. ocupan un lugar importante en la profecía del Nuevo Testamento, sirviendo como una dramática consecuencia de la primera venida. El holocausto del año 70 d. C. aparece en varias profecías en el Evangelio de Lucas (Lc 13:32-35; 19:41-44; 21:20-24 y 23:28-31). Además, no solo es el tema de muchas de las parábolas del Señor (por ejemplo, Mt 21:33-45; 22:1-14), sino que es incluso la causa de Su triste lamento por Jerusalén (Mt 23:37). Y ese lamento introduce uno de Sus más largos discursos registrados, uno que inicialmente se centra en ese trágico año (Mt 24–25).

Consideremos el significado del año 70 d. C. en cuatro áreas:

Corrobora la autoridad de Cristo

La catástrofe del año 70 d. C. es el resultado de la palabra profética de Cristo, lo que corrobora Su autoridad mesiánica de una manera dramática. El año 70 d. C. demuestra que Su profecía no es solo una palabra verdadera de Dios (Dt 18:22) sino una palabra de juicio contra el pueblo de Dios.

La petición de los discípulos de una «señal» que marcara «la consumación de este siglo» (Mt 24:3) es lo que suscita el Discurso de los Olivos en Mateo 24 y 25. Hasta el 24:34, Jesús se enfoca en la destrucción de Jerusalén: la devastación de la ciudad santa y la conflagración de su santo templo se convierten en «la señal del Hijo del Hombre en el cielo» (v. 30, RV60). De modo que, cuando el holocausto del primer siglo estalla sobre Israel, definitivamente manifiesta la autoridad divina de Aquel que está ahora en el cielo (ver Mt 26:59-64; Lc 23:20-31).

Muchos cristianos no entienden el significado de la venida de Jesús sobre las nubes en Mateo 24:30 por dos razones. Primero, no están familiarizados con los pasajes apocalípticos del Antiguo Testamento en los que los juicios divinos se manifiestan con venida de nubes (Is 19:1). Segundo, pasan por alto las pistas interpretativas en Mateo 24: la mención de la destrucción del templo (v. 2), el enfoque en Judea (v. 16) y la proximidad temporal de todos los eventos entre los versículos 4 y 34 (v. 34). De hecho, Jesús advierte a los mismos hombres que lo juzgaban: «Desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo sobre las nubes del cielo» (Mt 26:64b).

Ciertamente, así es como la Iglesia primitiva leía Mateo 24. Refiriéndose al año 70 d. C., Eusebio destaca «el pronóstico infalible de nuestro Salvador en el cual Él expuso proféticamente estas mismas cosas» (Historia eclesiástica, 3:7:1).


Concluye la antigua economía

El Antiguo Testamento está repleto de signos y símbolos que prefiguran la obra de Cristo. Sin embargo, la naturaleza misma de esa era tipológica exige que esta fuera un paso temporal hacia la plena conclusión redentora e histórica que Cristo propició , una etapa pasajera que avanza hacia un gran clímax. En efecto, la vitalidad del nuevo pacto no podía estar contenida en las restricciones del antiguo pacto de un pueblo étnico, una tierra geográfica y un templo tipológico, ya que «nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces los odres se revientan, el vino se derrama y los odres se pierden» (Mt 9:17a).

El Nuevo Testamento frecuentemente señala este cambio inminente en la administración pactual. Por ejemplo, Hebreos 8:13 declara: «Cuando Él dijo: “Un nuevo pacto”, hizo anticuado al primero; y lo que se hace anticuado y envejece, está próximo a desaparecer». De hecho, el libro de Hebreos advierte a los judíos conversos que no se regresen al judaísmo, especialmente «al ver que el día [año 70 d. C.] se acerca» (Heb 10:25). Tal apostasía los regresaría a una copia material y a punto de desaparecer de la verdad, porque Cristo ha llevado al pueblo de Dios a «un mayor y más perfecto tabernáculo, no hecho con manos» (Heb 9:11; cp. 9:24). Dejando a un lado las estructuras del antiguo pacto, el año 70 d. C. asegura el esquema final del nuevo pacto.


Confirma el ministerio a los gentiles

La Iglesia primitiva estuvo tentada a descansar satisfecha en la misión judía (lo atestigua la experiencia de Pedro en Hechos 10-11). Con el creciente ministerio de Pablo, esto comienza a cambiar. Este importante cambio de enfoque de una misión judía palestina a una misión gentil mundial es finalmente sellada en el año 70 d. C.

Regresando a Mateo 24, vemos que a raíz de la destrucción del templo, Cristo enviará a Sus «mensajeros» (angeloi en griego, aquí son mensajeros humanos) «con una gran trompeta y reunirán a Sus escogidos de los cuatro vientos» (Mt 24:31a). Así que, en la caída de Jerusalén, el jubileo final (ver Lv 25), la salvación eterna, será declarada para todo el mundo. Ahora que las restricciones del antiguo pacto son eliminadas para siempre, el mundo se convierte en el campo de misión para la Iglesia.

Ciertamente, Pablo relaciona proféticamente el éxito final de la misión a los gentiles con la «caída» de Israel, es decir, su tropiezo con Cristo y la consecuente destrucción del año 70 d. C. Porque su caída es «riqueza para el mundo» y su fracaso es «riqueza para los gentiles» (Rom 11:12). En verdad, el «excluirlos a ellos es la reconciliación del mundo» (Rom 11:15a).


Nos confronta con Su severidad

El año 70 d. C. enfatiza la realidad, no solo de la bondad de Dios, sino también de Su severidad. Pablo advierte a los que se autodenominan el pueblo de Dios: «Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; severidad para con los que cayeron, pero para ti, bondad de Dios si permaneces en Su bondad; de lo contrario también tú serás cortado» (Rom 11:22).

La «severidad» que cae sobre los judíos en el año 70 d. C. muestra el juicio de Dios sobre su incredulidad y rebelión. Aunque Israel tenía una herencia gloriosa (Rom 9:3-5), aunque su «raíz es santa» (Rom 11:16), esta severidad ilustra trágicamente las consecuencias de fallar en una responsabilidad santa. Todos debemos aprender la lección aquí expuesta: «A todo el que se le haya dado mucho, mucho se demandará de él» (Lc 12:48b). El juicio de Israel en el año 70 d. C. enfatiza la impresionante obligación que resulta del llamamiento divino. Pero mientras Israel se marchita bajo el calor abrasador de la severa ira de Dios, los gentiles florecen en las frescas aguas de la buena misericordia de Dios (Rom 11:12,15; Hch 13:46-47). Tal es la bondad de Dios. No obstante, los gentiles también deben tomarse en serio la lección, «porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará» (Rom 11:21).

El fantasma del año 70 d. C. persigue el registro del Nuevo Testamento (siendo profetizado frecuente y vigorosamente). Su ocurrencia impacta dramáticamente la historia del primer siglo (siendo uno de sus eventos más fechables y catastróficos) y confirma importantes verdades históricas y redentoras (la autoridad suprema de Cristo, la conclusión de la economía del antiguo pacto, la naturaleza universal del Evangelio y el juicio de Israel) e imparte importantes lecciones prácticas para nosotros (nuestro alto llamado conlleva obligaciones santas). Haríamos bien en aprender de los caminos de Dios entre los hombres.

Tomado de Ligonier.

Kenneth L. Gentry, Jr. es un ministro presbiteriano jubilado, autor de numerosos libros de teología y estudios bíblicos y conferencista que ha hablado en toda América, en el Caribe y en Australia. Es un cristiano conservador, evangélico y reformado.

¿PABLO HABLÓ DE MILENIO ALGUNA VEZ?






Geerhardus Vos sobre el Milenio

El Nuevo Testamento limita el acontecimiento de la resurrección a una sola época, y en ninguna parte se enseña, como el quiliasmo asume, una resurrección en dos etapas, una en la parusía de los santos o mártires y una segunda al final del milenio. Aunque la doctrina de un reino mesiánico provisional (temporal), anterior a la consumación del mundo, es de origen judío precristiano, no se había desarrollado en el judaísmo hasta el punto de asumir una resurrección repetida; la resurrección general siempre se coloca al final.

Los pasajes a los que apela esta doctrina de una doble resurrección son principalmente Hch 3.19-21; 1Co 15.23-28; Filip 3.9-11; 1Tes 4.13-18; 2Tes 1.5-12; Apo 20.1-6. En el primer pasaje, Pedro promete "tiempos de refrigerio", cuando Israel se arrepienta y se vuelva a Dios. La llegada de éstos coincide con el envío del Cristo a los judíos, es decir, con la parusía. Se argumenta que Pedro en Hechos 3.21, "a quien los cielos deben (tiempo presente) recibir hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas", lugares después de esta venida de Jesús a su pueblo un retiro renovado del Señor en el cielo, Ser seguido a su vez, después de un cierto intervalo, por la restauración de todas las cosas. Las "estaciones de la restauración" constituirían entonces el milenio con Cristo presente entre Su pueblo. 

Si bien esta interpretación no es gramaticalmente imposible, no hay espacio para ello en el esquema general de la escatología petrina, pues la parusía de Cristo se representa en otra parte como no trayendo una presencia provisional, sino como trayendo el día del Señor, el día De juicio (Hch 2.17-21). El punto de vista correcto es que "las estaciones de la restauración" y "los tiempos de la restauración de todas las cosas" son idénticas; La última frase se refiere a las perspectivas tanto de Israel como de la primera, y no debe entenderse en el sentido técnico posterior. El presente en Hch 3.21 "debe recibir" no indica que la recepción de Cristo en el cielo todavía está en el futuro, sino que formula un principio escatológico fijo, es decir, que después de su primera aparición el Cristo debe ser retirado al cielo hasta la hora de la  llegada de la parusía. 

En 1Co 15: 23-28 se distinguen dos -tagmas-, "órdenes" de la resurrección, y se insta a que éstas consistan en "creyentes" y "no creyentes". Pero aquí no hay ninguna reflexión sobre los no creyentes, las dos "órdenes" son Cristo y los que no son de Cristo. "El fin" en 15:24 no es la etapa final de la resurrección, es decir, la resurrección de los no creyentes, sino el final de la serie de acontecimientos escatológicos. El reino de Cristo, que termina con el fin, no es un reino que empieza con la parusía, sino que data desde la exaltación de Cristo; es para Pablo, algo no futuro, más bien ya en funcionamiento. 

En 1 Tesalonicenses 4.13-18 la presuposición no es que los lectores se habían preocupado por una posible exclusión de sus muertos del reinado provisional de Cristo y de una primera resurrección, sino que se habían entristecido como los gentiles que no tienen esperanza alguna, es decir, habían dudado del hecho de la resurrección como tal. Pablo les da en consecuencia en 4.14 la garantía general de que en la resurrección de Jesús el de los creyentes está garantizado. El verbo "preceder" en 4.15 no implica que hubo pensamiento de precedencia en el goce de la gloria, sino que es sólo una manera enfática de afirmar que los muertos no estarán un momento atrasados en heredar con los vivos la bienaventuranza de la Parousia. En 1 Tes 4.17, "así estaremos siempre con el Señor", la palabra "siempre" excluye la concepción de un reino provisional. 2 Tesalonicenses 1.5-12 contiene sólo el pensamiento general de que los sufrimientos y la gloria, la persecución y la herencia del reino están unidos entre sí. No hay nada que demuestre que esta gloria y reino sean otra cosa que el estado final, el reino de Dios (2 Tesalonicenses 1.5 ). 

En Filipenses 3.9-11, se afirma, Pablo representa el logro de la resurrección como dependiente de un esfuerzo especial de su parte, por lo tanto, como algo que no está reservado para todos los creyentes ("si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos."). Puesto que la resurrección general pertenece a todos, se debe significar una gracia especial de resurrección, es decir, la inclusión en el número de los que se elevarán en la parusía, en la apertura del reino milenial. La respuesta a esto es, que era muy posible que Pablo hiciera la resurrección como tal dependiendo del progreso del creyente en la gracia y conformidad con Cristo, viendo que no es un acontecimiento fuera de toda relación con su desarrollo espiritual, sino que el clímax de un proceso orgánico de transformación iniciado en esta vida. Y en el versículo 20 la resurrección de todos se une a la parousía. (1)

El pasaje Apo 20.1-6 a primera vista es muy favorable a la concepción de un reinado milenario de Cristo, participado por los mártires, resucitado en una primera resurrección y marcado por la suspensión de la actividad de Satanás. Y se insiste en que la secuencia de visiones coloca este milenio después de la parusía de Cristo narrada en Apo 19. La cuestión de la secuencia histórica, sin embargo, es difícil de decidir en Apocalipsis. En otras partes del libro, el principio de la "recapitulación", es decir, de la comodidad de las cosas sucesivamente representadas, parece subyacer a las visiones, y los números están en otra parte del libro significados simbólicamente. Estos hechos dejan abierta la posibilidad de que los mil años sean sincrónicos con los desarrollos anteriores registrados y describan simbólicamente el estado de vida glorificada disfrutado con Cristo en el cielo por los mártires durante el período intermedio anterior a la parusía. 

¿De dónde viene la idea de quiliasmo?
Los términos empleados no sugieren una resurrección corporal anticipada. El vidente habla de "almas" que "vivieron" y "reinaron", y encuentran en esto la primera resurrección. La escena de esta vida y reinado está en el cielo, donde también se ven las "almas" de los mártires ( Apo 6.9 ). Las palabras "ésta es la primera resurrección" pueden ser una negación acentuada de una interpretación más realista (quiliasmo) de la misma frase. El simbolismo de los mil años consiste en que contrasta el estado glorioso de los mártires, por un lado, con el breve período de tribulación que se pasa aquí en la tierra y, por otro, con la vida eterna de la consumación. La vinculación de Satanás para este período marca la primera conquista escatológica de Cristo sobre las potencias del mal, a diferencia de la actividad renovada que Satanás mostrará hasta el final al plantear contra la iglesia otras fuerzas aún no introducidas hasta el momento en el conflicto. En cuanto a un libro tan enigmático, era presuntuoso hablar con cualquier grado de dogmatismo, pero la ausencia uniforme de la idea del milenio de la enseñanza escatológica del Nuevo Testamento en otros lugares debía hacer al exegeta cauteloso antes de afirmar su presencia aquí. (2)

(1) Geerhadus Vos, "La escatología paulina y el quiliasmo", PTR, 1911, 26-60.
(2) B.B. Warfield, "El Milenio y el Apocalipsis", PTR, 1904, 599-617.

jueves, 26 de octubre de 2023

EZEQUIEL PROFETIZA LA ADORACIÓN EN UN FUTURO Y GLORIOSO TEMPLO




¿Cuándo se "construirá" ese Templo Glorioso profetizado por Ezequiel?

El profeta Ezequiel hace una descripción de un gran y glorioso nuevo Templo desde los capítulos 40-42 en adelante. En el capítulo 43 del libro se narra la visión del Templo glorioso en el que "la gloria de Dios regresa" ya que Dios había destruido el primer templo y por ende se había ido su presencia. Así mismo en los capítulos 44-46 se muestra una reanudación de las cortes sacerdotales y sus respectivos sacrificios, también se restaura la tierra al pueblo de Israel (47-48). 

Sucederá un evento en los hijos del Pacto ya que sus corazones experimentan una trasformación (36:26-27). Además de esto, algo novedoso para el nacionalismo judío es que los gentiles podrán tener un lugar en el reino restaurado (47:22). A la par de esto, la tierra será gobernada por un príncipe descendiente de David, un hijo de David (44:3; 37:24-25; 34:23-24). En el contexto de lo que podían entender sus lectores, esto era la reconstrucción de un templo donde estuvo el anterior, el de Salomón, pero más grande y glorioso. Sus lectores estaban exiliados. El profeta Ezequiel estaba mostrando una nueva revelación con respecto a la adoración. 

¿Cuándo se cumplirá esta profecía?

(A) Se cumplió con la restauración del templo iniciada por Zorobabel en el 537 a.C. al regreso del exilio, el cual se terminó con Herodes en tiempos de Jesús, y es el que conocemos como el Segundo Templo, esto también implicaría la restauración de la ciudad de Jerusalén, los mismos que fueron destruidos por los romanos en el año 70 d.C.

(B) Se refiere al Cuarto Templo reconstruido en el Milenio (postura dispensacional) en el que se sacrificarán animales de manera conmemorativa más no para expiación de pecados (el Tercer Templo sería el profanado por el Anticristo en nuestra era).

(C) Se refiere al Templo (naos) Espiritual que es el Cuerpo Místico de Jesucristo, instaurado con su llegada e inauguración de su reino en la irrupción del Siglo Venidero y que será perfecto en el Estado Eterno al termino del Presente Siglo (Ez 47.12 // Ap. 22.1-2) cuando Jesucristo entregue el reino a su Padre.

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jueves, 19 de octubre de 2023

TODO ISRAEL SERÁ SALVO

 Y TODO ISRAEL SERA SALVO... !!!

Texto citado: Romanos 11:25-26
Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido en Israel un endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego **[[todo Israel será salvo]]**, como está escrito: "Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad."
Para resolver este tema crucial, entendamos que el libro de Romanos está escrito para una audiencia gentil, y desde ese punto de vista debemos partir.
Cuando se aísla un texto fuera de su contexto de capítulo, se generan especulaciones e ideas basadas en un solo versículo.
Usando la comprensión lectora, debemos ir al contexto de Romanos 11 para desarrollar el versículo que genera muchas incongruencias.
Romanos 11:1-5
Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? ¡De ninguna manera! Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. Dios no ha desechado a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: "Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y solo yo he quedado, y procuran matarme"? Pero ¿qué le dice la divina respuesta? "Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal." Así también, aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia.
Pablo comienza preguntando si Dios ha rechazado a su pueblo, es decir, a Israel. Él responde a su propia pregunta diciendo: "De ningún modo". Es decir, Dios no ha rechazado a su pueblo, y explica que él mismo es un ejemplo de esto, ya que es judío y ha sido llamado por Dios para ser apóstol de los gentiles.
El llamado de Dios, que es el evangelio de las buenas nuevas de salvación, no hace excepción de persona, etnia o color. Por esta razón, el Apóstol Pablo nos dice que Dios no ha rechazado a Israel como nación, porque el evangelio de las buenas nuevas de salvación ha sido anunciado por toda la nación de Israel, quedando así un remanente que ha aceptado el evangelio.
Notemos algo importante, al decir que Dios no ha desechado a Israel, no se está basando en la nación de manera literal, y esto lo comprendemos en la referencia que está citando Pablo al hablar del remanente de Israel.
Otro punto importante es cuando el Apóstol Pablo cita en el versículo 5: "Así también, aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia". Esta afirmación involucra tiempos verbales, los cuales son el presente para el escritor y el pasado para nosotros en el siglo XXI; por lo tanto, este remanente judío del que habla el Apóstol Pablo se basa en su línea de tiempo.
Bajo esta línea de tiempo, negamos que el Apóstol Pablo hable de un remanente futuro, ya que su explicación se basa en un remanente de su tiempo presente.
Teniendo claro el contexto de Romanos 11, el tema "Todo Israel será salvo" se debe interpretar bajo el lente de una salvación individual para cada judío, y no como una salvación colectiva. Si fuera de esta manera, Dios estaría imponiendo la salvación para el pueblo de Israel de manera colectiva, sin respetar el libre albedrío de cada judío, lo que quebrantaría el nuevo pacto, donde la salvación es personal mediante la fe en Jesús.
Por lo tanto, "Todo Israel será salvo" se basa en la salvación individual de cada judío.
Pablo cita la evangelización de los gentiles, diciendo: "hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo".
Esta interpretación se basa en Mateo 24, cuando Jesús habla sobre la evangelización del mundo.
(Mateo 24:14)
Y este evangelio del reino será proclamado en todo el mundo (oikoumenē | οἰκουμένῃ) como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.
Pero notemos algo interesante, la palabra "mundo" tiene otro significado en el lenguaje griego.
οἰκουμένῃ = tierra habitada
"Tierra habitada" en su linea de tiempo, tiene como significado al territorio del Impero Romano
Ejemplo del significado οἰκουμένῃ:
Lucas 2:1
En aquellos días salió un decreto de César Augusto para que toda la tierra habitada (oikoumenēn | οἰκουμένην) fuera registrada.
Esto prueba su significado, porque es ilogico que el Emperado Cesar aya censado a todo el mundo (tierra habitada).
Por tanto, esto cambiaría el significado de muchos pensamientos cristianos que toman este versículo para hablar sobre el fin del mundo. Gracias al significado de la palabra, podemos ver que se refiere al juicio de Dios contra Jerusalén en el año 70 d.C.
Ahora, si nos basamos en la historia, hay testimonios que afirman que antes de los acontecimientos en Jerusalén, muchos judíos cristianos emigraron a la ciudad de Pella.
RELATOS DE EUSEBIO Y EPIFANIO
El pueblo de la Iglesia en Jerusalén recibió el mandato de cambiar de ciudad antes de la guerra y de vivir en una de las ciudades de Perea llamada Pella, por un oráculo transmitido por revelación a los notables de la comunidad. Así pues, a ella viajaron los que creyeron en Cristo desde Jerusalén, de modo que cuando los hombres santos habían abandonado por completo la capital real de los judíos y toda la tierra de Judea [...].
– Eusebio de Cesarea, Historia de la Iglesia 3, 5, 3
Esta herejía de los nazoranos existe en Berea, en las cercanías de Celesiria; en la Decápolis, en la región de Pella; y en Basanitis, en el denominado Kokaba (Chochabe en hebreo). A partir de ahí, comenzó después del éxodo de Jerusalén, cuando todos los discípulos se fueron a vivir a Pella porque Cristo les había dicho que abandonaran Jerusalén y se fueran, ya que sufriría un asedio. Debido a este consejo, vivieron en Perea después de haberse mudado a ese lugar, como dije.
– Epifanio de Salamina, Panarion 29, 7, 7-8.
Porque después de que todos los que creían en Cristo habían venido a vivir a Perea, en una ciudad de la Decápolis llamada Pella, de la cual está escrito en el Evangelio que está situada en las cercanías de la región de Batanaea y Basanitis, la predicación de Ebion se originó aquí después de que se mudaron a este lugar y vivieron allí.
– Epifanio de Salamina, Panarion 30, 2, 7.
Entonces, Aquila, mientras estaba en Jerusalén, también vio a los discípulos de los discípulos de los apóstoles prosperando en la fe y obrando grandes señales, sanidades y otros milagros. Porque eran los que habían regresado de la ciudad de Pella a Jerusalén y vivían allí y enseñaban. Para cuando la ciudad estaba a punto de ser tomada y destruida por los romanos, un ángel de Dios reveló de antemano a todos los discípulos que debían retirarse de la ciudad, ya que iba a ser completamente destruida. Vivieron como emigrantes en Pella, la ciudad mencionada anteriormente en Transjordania. Y se dice que esta ciudad es de la Decápolis.
– Epifanio de Salamina, Sobre pesos y medidas 15.
Por tanto el apostol Pablo hablaba de una salvacion espiritual como tambien fisica, y esto es una clara evidencia, de que, "Todo Israel sera Salvo".

viernes, 22 de septiembre de 2023

¿DEBERÍAN LOS CRISTIANOS SEGUIR CREYENDO EN "EL RAPTO"?




Si hay una sola doctrina que entusiasma y divide a los cristianos, es el 'arrebatamiento'. La doctrina del 'rapto' trata de un evento futuro en el que se dice que la iglesia será quitada de la tierra en uno de cinco momentos diferentes relacionados con un período de siete años descrito como la Gran Tribulación: antes (pre-tribulación), en el punto medio (mid-trib), parcial, justo antes de que Dios derrame Su ira (pre-ira), o al final de un período de siete años (post-tribulación). Se dice que el 'arrebato' es distinto de la Segunda Venida.

La doctrina ha sido defendida de muchas maneras a lo largo de los años. Por ejemplo, Tim LaHaye, coautor de la serie Left Behind, escribió No Fear of the Storm: Why Christians Will Escape All the Tribulation (1992), que luego se volvió a publicar y se le dio un nuevo título, Rapture Under Attack (1998). La última defensa proviene de dos escritores populares de profecías: Ed Hindson y Mark Hitchcock. El título de su libro es ¿Podemos todavía creer en el rapto? (2018).

Antes de colaborar con Hindson en su nuevo libro, Mark Hitchcock escribió un libro electrónico gratuito para el Seminario Teológico de Dallas con el título La verdad y el momento del rapto que se ha promocionado en Facebook.

Las cinco posiciones del rapto dependen de la creencia de que la semana 70 (7 años) de la profecía de las 70 semanas de años (490 años) de Daniel está separada de las otras 69 semanas (483 años). Esta afirmación es la clave de la doctrina del rapto. Mientras Hindson y Hitchcock dedican 220 páginas a defender su versión del rapto (pre-tribulación), dedican un párrafo al elemento más necesario para que su punto de vista sea bíblicamente sólido:

El pretribulacionalismo enseña que el arrebatamiento de la iglesia ocurrirá antes del comienzo del período de tribulación de siete años, también conocido como la semana setenta de Daniel. La iglesia no estará en la tierra durante ninguna parte del derramamiento de la ira de Dios. En algún momento después del rapto, el anticristo firma un tratado o pacto de siete años con Israel (Daniel 9:27), y eso marcará el comienzo de la tribulación. Esta posición se popularizó en The Scofield Reference Bible de CI Scofield, The Late Great Planet Earth de Hal Lindsey y la serie Left Behind de Tim LaHaye y Jerry Jenkins.

Si la Biblia no enseña lo que Hindson y Hitchcock afirman que enseña acerca de la semana setenta de Daniel, entonces la respuesta a su pregunta: ¿ Podemos todavía creer en el Rapto? es nó.

Me sorprende que no se dedique un capítulo completo al factor clave que hace que cualquiera de las posiciones del arrebatamiento funcione. Si la semana 70 (7 años) de Daniel sigue a las otras 69 semanas (483) sin un intervalo de tiempo que ahora se ha extendido a casi 2000 años, entonces no hay razón para creer que su comprensión del 'rapto' sea bíblica.

También deben demostrar con las Escrituras que “el anticristo celebra un tratado o pacto de siete años con Israel” y mucho más. No es necesario ser un erudito bíblico para ver que no se menciona ningún vacío en la profecía (Dan. 9:24-27) ni un anticristo que hace un pacto con los judíos. Lea el pasaje usted mismo.

Daniel 9 comienza con Daniel leyendo al profeta Jeremías, donde se le recuerda que el número de años del cautiverio fue “setenta años” (Dan. 9:2; Jer. 25:11, 12; 2 Cr. 36:21; Esdras 1). :1; 29:10; Zacarías 7:5). ¿Hubo un lapso de tiempo, un aplazamiento del 70º año de cautiverio? No lo hubo. Las setenta semanas de años siguen el modelo de los 70 años de cautiverio. Ninguno de los dos postula una brecha.
El ministerio de Jesús comienza al comienzo de la semana 70 (7 años) que sigue directamente después de la semana 69 (483 años). Jesús es “cortado” a mitad de la semana por la crucifixión, pero no antes de que Él (no el Anticristo) “haga un pacto” con “los muchos” (Dan. 9:27; Mateo 26:26-28). Los siguientes 3,5 años de la semana 70, cuando el evangelio es abrazado por judíos “de todas las naciones bajo el cielo” (Hechos 2:5-11; ver también 2:14, 22, 39, 47; 4:4; 5:11, 14). La semana número 70 termina en algún momento entre el martirio de Esteban y cuando Pedro recibe instrucciones de Dios para llevar el evangelio a los gentiles (naciones) que están injertados en un cuerpo ya creciente de creyentes judíos. No se menciona un lapso de tiempo ni la necesidad de uno.

Hay otro elemento que los autores no mencionan. Citan a Hank Hanegraaff (12), quien critica su opinión de que durante el período de la tribulación “los judíos del siglo XXI pronto morirán en un Armagedón que hará que el Holocausto nazi palidezca en comparación”.

¿A qué se refiere Hanegraaff? Mientras que se dice que la iglesia será llevada al cielo en un arrebatamiento para evitar la tribulación (pre-tribulación), los judíos sufrirán otro holocausto. Mark Hitchcock sostiene en su libro, ¿Podría suceder hoy el rapto? (94) que la profecía que se encuentra en Zacarías 13:8-9 establece que “dos partes” de los judíos que vivieron en la tierra de Israel durante el período de la tribulación posterior al rapto “serán cortadas y perecerán”.

Esta interpretación no es exclusiva de Hitchcock. Su compañero pretribulacionalista Hal Lindsey describe el juicio contra Israel en el año 70 d.C. como un “picnic” comparado con un súper holocausto que conducirá a la matanza de dos tercios de los judíos que viven en Israel durante la Gran Tribulación.[2]

En Israel's Final Holocaust, de Jack Van Impe , se les dice a los lectores que cuando el reloj de la profecía comience a correr nuevamente después del “rapto”, “serán días traumáticos para Israel. Justo cuando la paz parece haber llegado, le será arrebatada y se verá sumergida en otra sangrienta persecución… una devastadora explosión de persecución y miseria para Israel…”[3]

2000 años de espera, Dios permitirá que el anticristo masacre a su pueblo elegido para que “el 66 por ciento de Israel sea aniquilado”. Esto no tiene ningún sentido.

La profecía que se encuentra en Zacarías 13:8-9 se refiere a lo que Jesús describe en el Discurso del Monte de los Olivos (Mateo 24). Los discípulos preguntan por la destrucción del templo. Jesús les dice: “¿No veis todas estas cosas? En verdad os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada” (24:2). Este evento tuvo lugar antes de que esa generación pasara (24:34). Jesús dio la oportunidad de evitar el juicio al salir de Jerusalén y dirigirse a las montañas en las afueras de Judea (24:16).

La Gran Tribulación descrita por Jesús fue local. Verían “la abominación desoladora”. La gente vivía en casas donde los techos servían como patio. Se podría escapar a pie del juicio venidero y el sábado todavía estaba en vigor (24:15-22).

Por: Gary DeMar
21 de Septiembre 2023


Publicado inicialmente en inglés como "Should Christians Still Believe in the ‘Rapture’?"
.

[1]The Apocalypse Code (Nashville: Thomas Nelson, 2007), xxi.

[2]Hal Lindsey, The Road to Holocaust (New York: Bantam Books, 1989), 220.

[3]Jack Van Impe with Roger F. Campbell, Israel’s Final Holocaust (Nashville: Thomas Nelson, 1979), 37.

[4]Thomas Ice, “What do you do with a future National Israel in the Bible?” Emphasis added.

[5]Charles C. Ryrie, The Best is Yet to Come (Chicago, IL: Moody Press, 1981), 86.

[6]John F. Walvoord, Israel in Prophecy (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1962), 107, 113. Emphasis added.

[7]Arnold G. Fruchtenbaum, “The Little Apocalypse of Zechariah,” The End Times Controversy: The Second Coming Under Attack, eds. Tim LaHaye and Thomas Ice (Eugene, OR: Harvest House, 2003), 262.

[8]Strandberg and James, Are You Rapture Ready?, 77.

lunes, 18 de septiembre de 2023

¿ESTÁ CERCA EL ARREBATAMIENTO?




Desde los días de Jesús, personas han afirmado que los eventos del fin de los tiempos ocurrirían en sus días.

A mediados de los 1800, un erudito bíblico llamado William Miller afirmó que Jesús regresaría el 21 de marzo de 1844. No ocurrió. La primavera vino y se fue sin señal de Jesús. Miller determinó que sus cálculos habían sido erróneos, y afirmó que era una demora divina, parte del plan de Dios. Eventualmente estableció otra fecha, en octubre de 1844, que de nuevo resultó incorrecta. Sus seguidores fueron ridiculizados. Algunos sufrieron dificultades al abandonar sus trabajos para dedicarse a difundir la noticia acerca del inminente retorno. Algunos agricultores dejaron sus plantíos sin cosechar; otros regalaron sus posesiones. De las profecías fallidas de Miller (llamadas “la gran desilusión”) surgió el Adventismo del Séptimo Día.

Avancemos hasta 1988. Edgar Whisenant, un ex ingeniero de cohetes de la NASA, escribió un folleto titulado 88 razones por las que el Rapto será en 1988, en el cual afirmaba que Jesús regresaría en un día del 11 al 13 de septiembre, y que la Tribulación comenzaría al atardecer el 3 de octubre. Dos millones de copias del folleto circularon en los años previos a 1988. Algunas personas en el sur de los Estados Unidos abandonaron sus empleos, vendieron sus casas, y se entregaron completamente a la oración antes de la fecha prevista. Y septiembre de 1988 pasó tranquilamente. El sol se puso el 3 de octubre y se levantó de nuevo el 4 de octubre, sin señal de la tribulación. Whisenant recalculó, esta vez pensando que el final vendría en septiembre de 1989, luego en 1993, y luego en 1994. Murió en el 2001.

Y así la lista sigue y sigue. Es fácil burlarse de estas predicciones fallidas, pero hay una tendencia relacionada y más ampliamente aceptada entre los cristianos evangélicos que Graham Beynon ha llamado el “establecimiento implícito de la fecha”. Aunque no fijamos una fecha específica para el regreso de Jesús, muchos afirman que estamos viviendo el final de la historia, y apoyamos esta afirmación al hacer coincidir los acontecimientos actuales con algunas profecías bíblicas en específico. Se estima que un tercio de los evangélicos americanos (unos 20 millones de personas) creen que vivirán para ver el fin del mundo. Como pastor, hay cristianos que a menudo me dicen que creen que Jesús volverá en esta generación.

¿Cómo responder a las determinaciones explícitas e implícitas de una fecha?

Debemos empezar por reconocer el aspecto positivo de los intentos equivocados que buscan discernir la fecha del regreso de Jesús: inspiran y promueven una expectativa ansiosa del retorno de Jesús. Podemos aplaudir ese deseo por Jesús. Si somos honestos, admitiremos que no nos sentimos suficientes en nosotros mismos. Sin embargo, muchos de estos intentos ignoran las palabras y el espíritu de lo dicho por Jesús en Mateo 24:36, “Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre”. Por 2000 años, las fechas del retorno de Jesús han estado equivocadas, así que las palabras de Jesús han comprobado ser ciertas.


TRES PROBLEMAS CON PONER FECHAS

Además, los intentos por establecer la fecha (de manera explícita o implícita) socavan el enfoque bíblico de esperar a Jesús, y lo hacen de tres maneras significativas.

1. Establecer fechas estimula un tipo de inquietud por el fin de los tiempos que desalienta la paciencia. Cuando los autores del Nuevo Testamento gritan: “¡Ven, Señor Jesús!”, es siempre con la perspectiva de que Jesús solo vendrá cuando Dios lo quiera, y que no sabemos exactamente cuándo será eso. Nuestra ignorancia de la fecha del regreso de Jesús requiere una mezcla de expectación ansiosa y paciencia humilde. Pero esa humildad y paciencia se quebrantan cuando los cristianos creen que han “descubierto” que vivimos en la última generación.

2. Establecer una fecha desalienta la vida productiva. Cuando los carismáticos líderes que fijan fechas convencen a sus seguidores de alguna fecha específica, a menudo los seguidores se vuelven muy improductivos. En el pasado dichos seguidores han vaciado sus cuentas bancarias, abandonado sus empleos, y gastado recursos que podrían haber sido mejor aprovechados para el reino.

Jesús apunta a lo contrario. Al final de su gran sección en Marcos 13 en la que enseña el fin de los tiempos, Jesús cuenta una historia que justifica la productividad. Dice que un hombre se fue de viaje, dejó a sus criados a cargo y le dijo al portero que se quedara despierto. Jesús entonces ordena a sus discípulos que permanezcan despiertos, porque no saben cuándo regresará. En este contexto, permanecer despierto no significa averiguar cuándo Jesús volverá, sino seguir adelante con nuestras responsabilidades en esta vida, “mientras tanto”, hasta que Él regrese.

3. Fijar una fecha es un intento de tomar el control. Esperar un evento cuando no sabemos cuándo sucederá puede ser incómodo y exigente. Parece que Jesús quiere que sintamos este malestar porque quiere que estemos siempre preparados para su venida. La conclusión de la parábola de las diez vírgenes es la siguiente: “Velen, pues no saben ni el día ni la hora” (Mt. 25:13). Como dijo el teólogo G. C. Berkouwer una vez, no fuimos llamados a contar el tiempo que falta para el regreso de Jesús, sino llamados a contar con ese tiempo, para que pueda dar forma y fruto a nuestras vidas en el presente.

Esperando a Jesús

Esa espera basada en fijar la fecha explícita o implícitamente es nuestro intento humano de tomar el control del tiempo de la venida de Jesús. Al establecer una fecha, ya sea exacta o aproximada, se elimina la incómoda incertidumbre de no saber cuándo volverá Jesús. Pero Dios quiere que esperemos a Jesús no porque tengamos confianza en una fecha, sino porque confiamos en la promesa de Dios. El apóstol Pedro le dijo a sus lectores cómo debían esperar: “Pero, según Su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia” (2 Pe. 3:13).

Cuando nuestra espera de Jesús se basa en la promesa de Dios, obtenemos nuestra confianza de quien ha hecho la promesa. Es una buena noticia para los cristianos porque el Dios de la promesa es el Señor soberano de la historia, y por lo tanto es totalmente confiable. Nuestra certeza surge de la confiabilidad del carácter de Dios, no de la precisión de nuestros cálculos. El regreso de Jesús no es un enigma a descifrar, sino una promesa de Dios en la que podemos confiar.

La espera basada en la promesa de Dios produce humildad y esperanza. Humildad, porque este tipo de espera nunca puede huir de Dios para encontrar la certeza del retorno de Jesús en un código, o una pista escondida, o en alguna correlación de eventos modernos en separación de Dios mismo. La seguridad de que Jesús regresará solo puede obtenerse apoyándose en la promesa de Dios, lo que significa apoyarse en Dios mismo. Esto nos lleva a una conciencia más profunda de que no podemos hacer que suceda; depende totalmente de Dios. Esto nos humilla.

Pero esperar a Jesús en base a la promesa de Dios también produce esperanza, porque significa que el fundamento de nuestra espera no es meramente un deseo; es una certeza basada en el carácter de Dios mismo. En Hechos 1:10-11, dos ángeles prometen que Jesús regresará del cielo. Esa promesa produce gran esperanza dentro de nosotros cuando nos aferramos a ella y construimos nuestras vidas sobre ella. Produce una sólida esperanza bíblica de que no seremos condenados en el último día, porque Jesús nuestro defensor nos salvará de la ira venidera (1 Tes. 1:10).

Publicado inicialmente con el título de "NO LE PONGAS FECHAS A JESÚS" por el pastor en Desiring God y  Traducido por Sergio Paz.