viernes, 7 de mayo de 2021

J. C. RYLE Y EL BAUTISMO DE NIÑOS


"…La cuestión del bautismo de infantes es sin duda delicada y difícil. Hombres santos y de oración son incapaces de ver un parecido. Aunque lean la misma Biblia y profesen ser dirigidos por el mismo Espíritu, llegan a diferentes conclusiones acerca de este sacramento.


La gran mayoría de cristianos afirman que el bautismo de infantes es escriturario y correcto. Un sector comparativamente pequeño de la Iglesia protestante, pero que contiene muchos santos eminentes entre sus miembros, considera que el bautismo de infantes no es escriturario ni correcto. Las diferencias son una triste prueba de la ceguera y debilidad que queda aún en los santos de Dios...Es admitido por ambas partes que los niños pueden ser elegidos y escogidos por Dios para salvación, lavados por la sangre de Cristo, nacidos de nuevo del Espíritu, pueden recibir gracia, ser justificados y santificados y entrar en el Cielo. Si estas cosas son así, es difícil ver por qué no pueden recibir la señal externa del bautismo.


Se admite además que los niños son miembros de la Iglesia visible de Cristo en virtud del cristianismo de sus padres. ¿Qué otra cosa pueden querer decir las palabras de S. Pablo “ahora son santos” (1 Corintios 7:14)? Si esto es así, es difícil comprender por qué un niño no puede recibir una señal externa de haber sido admitido en la Iglesia igual que el niño judío recibe la señal externa de la circuncisión.


La objeción de que el bautismo es solo para aquellos que son lo bastante mayores como para arrepentirse y creer no parece convincente. Leemos en el Nuevo Testamento que las personas de las “casas” de Lidia y de Estéfanas fueron bautizadas y que el carcelero de Filipos y “todos los suyos” fueron bautizados. Es muy difícil suponer que en ninguno de estos tres casos hubiera niños (Hechos 16:15, 33; 1 Corintios 1:16).


La objeción de que nuestro Señor Jesucristo mismo nunca ordenó directamente a los niños que fueran bautizados carece de peso. La Iglesia judía, a la que Él vino, siempre había estado acostumbrada a admitir a los niños por medio de la circuncisión. El hecho mismo de que Jesús no dijera nada acerca de la edad para bautizarse demuestra que no pretendía introducir cambios.


Podemos dejar el asunto aquí. Pocas controversias han hecho tanto daño y conducido a tan poco fruto espiritual como la que tiene que ver con el bautismo. Sobre ninguna se ha dicho y escrito tanto sin convencer. Sobre ninguna otra la experiencia parece demostrar mejor que habría sido preferible que los cristianos se hubieran dejado en paz entre sí y hubieran aceptado sus diferencias.


El bautismo que nos concierne a todos conocer no es tanto el bautismo de agua como el bautismo del Espíritu Santo. Hay miles que, siendo lavados en las aguas bautismales, nunca fueron renovados por el Espíritu. ¿Hemos nacido de nuevo? ¿Hemos recibido el Espíritu Santo y sido hechos nuevas criaturas en Jesucristo? Si no es así, importa poco cuándo, dónde o cómo hemos sido bautizados; seguimos en nuestros pecados. Sin un nuevo nacimiento no puede haber salvación. ¡No descansemos hasta saber y sentir que hemos pasado de muerte a vida y que en verdad hemos nacido de Dios!."


~ J.C. Ryle, Meditaciones sobre los Evangelios, Marcos 10:13-16.


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