martes, 22 de julio de 2025

De la Iglesia Cristiana a la Iglesia Católica Romana: una historia de acumulación doctrinal y abandono de la Sola Escritura

 


Introducción

La historia de la Iglesia no es una línea recta sin sobresaltos, sino una travesía compleja marcada por fidelidades, desviaciones, reformas y contrarreformas. Desde su fundación por Cristo y sus apóstoles, la Iglesia cristiana ha sido llamada a ser "columna y baluarte de la verdad" (1 Timoteo 3:15). Sin embargo, con el paso de los siglos, se fue gestando una transformación que culminó en la estructura doctrinal y jerárquica de la Iglesia Católica Romana. Esta transformación fue una desviación progresiva y acumulativa, no una decisión puntual. Lo que comenzó como pequeños añadidos piadosos acabó por consolidarse en dogmas que oscurecieron el evangelio puro. Este artículo busca exponer cronológicamente cómo se produjo esa transición, a la luz de la historia, la teología reformada y la Confesión de Fe de Westminster.

I. Siglos IV-V: Comienzan las añadiduras litúrgicas y devocionales

Con la institucionalización del cristianismo en el Imperio Romano, surgieron prácticas que inicialmente parecían inofensivas o incluso útiles, pero que con el tiempo distorsionarían el evangelio.

  • 310 – Se introduce la oración por los muertos, sin fundamento bíblico claro.

  • 320 – Se generaliza el uso de velas como simbolismo, posteriormente integradas a la liturgia como elementos rituales.

  • 375 – Comienza el culto a los santos, invocándolos como intercesores.

  • 404 – Se establece la misa como sacrificio perpetuo de Cristo, lo cual contradice Hebreos 10:10-14.

  • 431 – Se inicia formalmente el culto a María, elevándola a una figura casi divina.

Estos siglos muestran una peligrosa tendencia: sustituir la suficiencia de Cristo por una fe mezclada con elementos culturales, místicos o supersticiosos.

II. Siglos VI-VII: Centralización del poder eclesiástico y dogmas sin base bíblica

  • 500-606 – Se establecen ropas sacerdotales, se enseña la doctrina del purgatorio, y Bonifacio III se proclama Papa, título que la Biblia jamás otorga.

  • 606 – Se impone el beso a los pies del papa, una señal de sumisión humana sin paralelo en el cristianismo apostólico.

Aquí vemos la progresiva exaltación del liderazgo humano, alejándose del modelo de siervo-pastor descrito en Mateo 23:8–12.

III. Siglos VIII-XI: Consolidación del poder e idolatría institucionalizada

  • 754-1090 – Se desarrollan doctrinas como el poder temporal del papa, la adoración de imágenes, el rosario, el agua bendita y la canonización de santos.

Durante este período se produce una verdadera institucionalización de la idolatría religiosa. Lutero más tarde diría: “Donde se adora una criatura, allí no puede habitar el Espíritu Santo.”

IV. Siglos XII-XV: La corrupción se oficializa

  • 1184-1415 – Se instituye la Inquisición, se venden indulgencias, se prohíbe leer la Biblia, se crea la confesión auricular, y se eliminan elementos esenciales del sacramento (como el vino en la Eucaristía).

Estas decisiones no solo corrompieron la doctrina, sino que sofocaron al creyente común, manteniéndolo en ignorancia y dependencia del clero.

V. Siglos XVI-XIX: Reacción protestante y dogmatización católica

  • 1546 – Se introducen los libros apócrifos en el canon y se declara que la Tradición es igual a la Escritura.

  • 1854, 1870, 1950 – Se proclaman dogmas marianos como la Inmaculada Concepción y la Asunción, y se define la infalibilidad papal.

Aquí es donde Martín Lutero, Juan Calvino y otros reformadores alzaron su voz:

Martín Lutero: “El papado es el trono del verdadero Anticristo.”
Juan Calvino: “El Papa se ha entronizado como dios en la tierra. Su reino no es más que una deformación de la Iglesia.”

VI. Siglo XXI: Relativismo doctrinal y ecumenismo sin verdad

  • 2020 – El papa Francisco declara que “todas las religiones llevan a Dios”, negando así la exclusividad de Cristo (Juan 14:6).

VII. Confesión de Fe de Westminster: una voz fiel

La Confesión de Fe de Westminster, documento doctrinal del protestantismo reformado, advierte claramente contra tales desviaciones. En el capítulo 25, dice:

“La Iglesia Católica (universal) es invisible y consiste en el número total de los elegidos… Está compuesta por todos los santos que han sido, son y serán reunidos en uno bajo Cristo, su Cabeza.”

Y añade:

“No hay otra cabeza de la Iglesia sino el Señor Jesucristo; ni puede el papa de Roma ser en ningún sentido cabeza de la misma, sino que es aquel anticristo, el hombre de pecado, que se exalta a sí mismo en la Iglesia contra Cristo y contra todo lo que se llama Dios.” (25.6)

VIII. Reflexión final: La Reforma, la Sola Scriptura y el peligro protestante actual

La Reforma Protestante no nació para dividir, sino para reformar. Los reformadores no buscaban destruir la Iglesia, sino restaurarla al modelo bíblico. Su clamor era: Sola Scriptura, Sola Gratia, Sola Fide, Solus Christus, Soli Deo Gloria.

Sin embargo, la Iglesia protestante también está en peligro hoy. Al abandonar la fidelidad doctrinal, ceder ante la cultura, promover el emocionalismo o el sincretismo, muchos evangélicos están cometiendo errores similares: añadiendo prácticas no bíblicas, desviándose de la verdad y perdiendo el evangelio.

Conclusión

La historia de cómo la Iglesia cristiana se convirtió en la Iglesia Católica Romana es un llamado a no repetir ese error. La fidelidad no consiste en aferrarse a las tradiciones humanas, sino en volver una y otra vez a las Escrituras. Como dijo Juan Calvino:

“La Palabra de Dios es la única regla verdadera por la cual la Iglesia debe regirse y medirse.”

Hoy, más que nunca, necesitamos una Iglesia que se reforme continuamente conforme a la Palabra de Dios, para la gloria de Cristo y la edificación de su pueblo.


¡Piensa en esto cristiano!

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