¿Podemos cuestionar a los líderes espirituales? Un análisis bíblico sobre un malentendido común
En muchos círculos cristianos contemporáneos —particularmente en contextos neopentecostales— se repite una enseñanza que suena piadosa, pero que en realidad es profundamente errónea: “Los creyentes no deben juzgar ni cuestionar a los ministros, porque son los ungidos de Dios y tienen autoridad especial para traer una nueva revelación a la iglesia.”
Quienes sostienen esta idea suelen usar ciertos textos bíblicos para respaldarla, pero al hacerlo, cometen el grave error de sacarlos de su contexto original, tergiversando su verdadero significado. Este artículo busca corregir esa mala interpretación con base en una lectura fiel y responsable de las Escrituras.
¿Qué textos suelen citar para defender esta idea?
1. “No toquéis, dijo, a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas.”
(1 Crónicas 16:22)
Este versículo, también citado en el Salmo 105:15, hace referencia al pueblo de Israel —y específicamente a los patriarcas— como los "ungidos" de Dios. Es un texto histórico que recuerda cómo Dios protegió a su pueblo en tiempos antiguos. No se trata de una advertencia para impedir toda crítica o corrección a pastores actuales, ni mucho menos una patente de inmunidad espiritual. En la Biblia, muchos líderes ungidos por Dios (como David, Elí, Aarón, Pedro) fueron reprendidos cuando se equivocaron.
2. “No juzguéis, para que no seáis juzgados.”
(Mateo 7:1)
Este pasaje suele ser citado para justificar un silencio absoluto frente al error. Sin embargo, el mismo capítulo aclara que Jesús se refería a la hipocresía en el juicio (ver Mateo 7:3-5), no a toda forma de evaluación o discernimiento. De hecho, el Nuevo Testamento nos exhorta a discernir, examinar y reprender con amor cuando hay desviación doctrinal o moral (Gálatas 6:1; 1 Tesalonicenses 5:21; 1 Juan 4:1).
3. “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos…”
(Hebreos 13:17)
La obediencia pastoral no es ciega ni absoluta. El mismo texto dice que los pastores deben velar por las almas y rendir cuentas a Dios, lo cual presupone fidelidad a la Palabra, integridad moral y servicio humilde. Cuando un líder se desvía del evangelio, no solo puede ser cuestionado, sino que debe ser corregido con base en las Escrituras (1 Timoteo 5:20; Hechos 17:11).
¿Qué dice realmente la Biblia?
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La autoridad espiritual no exime del escrutinio bíblico.
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Los apóstoles del Nuevo Testamento no trajeron revelaciones nuevas cada día, sino que testificaron lo que Cristo ya había revelado.
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Hoy no hay apóstoles en el mismo sentido fundacional de Pedro, Juan o Pablo. Nadie tiene derecho a reclamar una “revelación fresca” que contradiga o sume a la Palabra escrita de Dios (Gálatas 1:8–9).
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Toda doctrina y todo ministro deben ser probados a la luz de la Escritura (Hechos 17:11; 1 Corintios 14:29).
Conclusión: El verdadero respeto a los líderes implica corregirlos si se desvían
Ser “ungido” no significa ser infalible. Los verdaderos ministros agradecen la corrección, aman la verdad y se someten a la Palabra de Dios. En cambio, los falsos líderes se escudan tras su “unción” para evitar la rendición de cuentas y justificar abusos.
No seamos cómplices del error por temor mal fundado. Honrar a los pastores no es idolatrarlos, sino orar por ellos, amonestarlos cuando sea necesario, y seguir su ejemplo en tanto sean fieles a Cristo (1 Corintios 11:1).
“Examinadlo todo; retened lo bueno.” —1 Tesalonicenses 5:21
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