miércoles, 29 de abril de 2015

La Parábola de los Talentos


“Sirviendo diligentemente hasta la Segunda Venida”

Mateo 25.14-30 (RV1995)

Introducción
Jesús el Mesías nos ha encargado una misión a la iglesia en la que estaría ocupada todos los días desde Su Ascensión hasta Su Segunda Venida. El Señor espera que sus “doulos” se ocupen en el servicio con urgencia, fidelidad y diligencia. El servicio abarca la PROCLAMACIÓN del Evangelio, el Hacer DISCÍPULOS, y ATENDER a los pobres. El mejor resumen de este servicio lo encontramos en Mateo 25.35-36 que dice:

“Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me recogisteis; estuve desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a verme.”

Así mismo el apóstol Pablo nos dice en Efesios 2.8-10 que Dios nos creó para “andar” en buenas obras. Los creyentes son hechos para las buenas obras. Los incrédulos de ninguna manera pueden hacer las obras del reino. Estas nacen de un corazón regenerado que ellos no tienen ni entienden.

“porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe, pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.”

El énfasis de la parábola de los talentos se basa en la URGENCIA  de servir mientras aguardamos la Segunda Venida de Jesús el Mesías. El servicio cristiano sería la marca, distintivo y pasión de los creyentes. Ocuparse en esto no solo sería un mandato sino una manera de desarrollar la Vida Abundante que Jesús ofrece.


La Gran Comisión
v. 14 y 15
“El reino de los cielos es como un hombre que, yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.”

La alusión a la frase “yéndose lejos” y luego “se fue lejos” se refiere, sin lugar a dudas; al tiempo que se tomaría el Señor desde su Ascensión hasta su Segunda Venida. Y a la misma vez denota un amo, un señor que deja sus bienes al encargo de sus siervos mientras este hace su viaje.

La palabra aquí para siervo es “doulos” que significa “esclavo”. Un esclavo no tiene voluntad propia, en el sentido que está “a merced de la voluntad de su amo”. Un esclavo hace “todo” lo que su amo le encarga. Jesús pagó un alto precio con su vida, ahora somos “esclavos de Jesús el Mesías” y Pablo nos va a decir:

“…habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” (1 Corintios 6:20)

El Señor Jesús comisiona a sus siervos, a los que profesan ser cristianos, a la iglesia. Jesús nos ha encargado “sus bienes”. Es interesante ver que Dios nos ha confiado una tarea, una comisión. Lo principal aquí es la Gran Comisión (Mateo 28.18-20) pero también vemos a lo largo de las cartas, como la de Santiago 1.27; que es nuestro deber “visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones”. No la ha confiado a los ángeles, sino a la Iglesia. Esto es sumamente importante resaltar. ¡Qué bendición! Dios nos ha dado una misión. Esto es la diplomacia del Reino, es cierto que somos “doulos”, pero ¡Que privilegio!   

Un talento era una medida de dinero, 34 kilos de plata para ser más exacto. Al primer siervo se le dio 34 x 5 = 170 Kg de plata, al segundo 34 x 2 = 68 Kg y al tercer siervo se le asigna 34 kilos de plata. Esto es mucho dinero. Hoy en día un talento (34 Kg de plata) estaría cotizado aproximadamente en $ 109,000 dólares. Es decir, literalmente lo que les encarga es dinero, el señor les da dinero para que hagan negocios y ganen más dinero. Pero en la aplicación para la iglesia, la palabra que nos ayuda con esto es “capacidad”.

Note que el Señor nos da a “cada uno conforme a nuestras capacidades”. La capacidad que en la parábola hace referencia es sencilla de entender, cada siervo tenía un “poder propio”, una habilidad, un oficio para hacer la obra que su amo les ha encargado. En la iglesia del Señor, no nos ha hecho a todos evangelistas o apóstoles (enviados con una misión). No todos son conferencistas. No todos van a las cárceles a proclamar el Evangelio. No todos atienden a los huérfanos y a las viudas. No todos están viendo las finanzas de la iglesia o recibiendo a las personas en la puerta. A cada uno nos ha sido dado un poder, una capacidad para servir. Pedro lo dice de la siguiente manera:

“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” (1 Pedro 4:10)

Somos llamados y desafiados a servir según nuestras capacidades, nuestros dones y nuestras habilidades naturales.


Cumpliendo la Gran Comisión
v. 16 y 17
“El que recibió cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que recibió dos, ganó también otros dos.”

Las palabras clave aquí que nos hablan profundamente son “fue y negoció”. Los siervos buenos y fieles no se quedaron estáticos, sino que actuaron, se movilizaron, negociaron. Esta actividad requiere ir a mirar un bien, una parcela de cultivo, una embarcación, un hato de ganado, etc. y mirarla, evaluarla, medirla y establecerle un valor o un precio, luego comprar y vender. El Mar Mediterráneo, el mar del imperio de la época, por sus diversos puertos como el de Corinto (Acaya) circulaba un alto tráfico de objetos y especies que se comercializaban. Metales, tejidos, especies, y un sinnúmero de objetos que los mercaderes y negociantes aprovechaban. El tiempo en que Jesús les habló esta parábola, negociar y obtener dinero a cambio era el estilo de vida de los ricos y hacendados. Por lo tanto cumplir con la (Gran) Comisión demandaba acción, correr riesgos, actuar, aprender el negocio, saber medir y valorar, etc.

También notamos que los siervos buenos y fieles tuvieron iniciativa (eran proactivos) no esperaron recibir una idea o sugerencia de su señor (o de alguien más). Ellos actuaron porque tenían una capacidad parar hacer los negocios. Uno diferente del otro, pero ambos tenían la capacidad de producir.

La demanda para el creyente es actuar, hacer, tomar riesgos, confiar, ejecutar, “ir y negociar”, etc. La iniciativa es hacer o actuar sin haber sido convocado para una misión específica. No me mal interpreten. Es cierto que hay hombres y mujeres que son “llamados” para hacer una misión específica, pero de manera sencilla diré que “la Gran Comisión”, que es hacer discípulos, no es sólo para algunos, sino para todos los discípulos de Jesús. No tienes que esperar tener una revelación especial para empezar a hacer discípulos.

La Incredulidad y Negligencia no obra a favor de la Gran Comisión
v. 18
“Pero el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.”

Cavar un hoyo en la tierra para guardar algo preciado es “ahorrar”. Fíjense que este tipo de ahorro no produce intereses. Es como el dinero debajo del colchón. Desde este punto de vista el ahorro no es lo que Dios espera de nosotros. No ahorre su llamado, no ahorre sus talentos, no ahorre sus dones, no ahorre sus poderes y sus capacidades para hacer la Gran Comisión.

El siervo malo y negligente entendió que si corría riesgos podría perder el talento, así que prefirió “ahorrarlo” hasta que venga su amo. Esta actitud mala de no actuar, ni hacer, ni arriesgar, ni nada para hacer crecer “los bienes de su señor”, solamente brota de un incrédulo, de alguien que no conoce a Dios, de alguien que no confía en Dios, de alguien que no tiene fe en Dios. Si revisamos la parábola anterior (que está en el mismo contexto), la “vírgenes insensatas” son insensatas porque son incrédulas, no confían en Dios, no creen en Dios, no tienen interés por las cosas espirituales, están adormecidos. En Mateo 25.2-3 dice claramente que la única razón por las que estas cinco vírgenes califican como “insensatas” era porque debiendo haber tomado sus lámparas con aceite, no lo hicieron. Un creyente “sin aceite”, es un incrédulo, que no tiene el Espíritu del Señor.

“Y cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. Porque las insensatas, al tomar sus lámparas, no tomaron aceite consigo.”(LBLA)

Pablo nos advierte que algunos de entre nosotros no tienen el Espíritu Santo, y por lo tanto no son de Dios. Veamos lo que dice Romanos 8.8-9

“y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios está en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.”

Y volviendo al contexto de Mateo 25, el Señor utiliza una respuesta muy dura al respecto: “nunca os conocí” (versos 11 y 12):

“Después llegaron también las otras vírgenes, diciendo: -¡Señor, señor, ábrenos!- Pero él, respondiendo, dijo: -De cierto os digo que no os conozco-”

“No os conozco” es el rechazo total para el que profesa ser cristiano y sus obras demuestran todo lo contrario. Esto es muy duro. Imagínese llevar toda una vida corriendo una supuesta carrera engañado, llegar a la meta final y no ser reconocido por el Señor. Esto es deprimente. Es como vivir engañado todo el tiempo. “No somos salvos por obras, pero nuestras obras demuestran que somos salvos.” Eso es lo que leo en Efesios 2.8-10

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”


Ajustando Cuentas en su Segunda Venida (y consecuente Juicio Final)
v. 19
“Después de mucho tiempo regresó el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos.”

Arreglar (ajustar) cuentas. Eso es a lo que se refiere este versículo. El Señor en su segunda venida ajustará cuentas con los hombres. Rendiremos cuentas. Y el resultado de este “ajuste de cuentas” puede ser una recompensa o un castigo. En el trabajo podríamos recibir un aumento o ascenso, o en caso contrario una suspensión o que nos quiten el empleo por ineficientes.


Recompensando al Siervo Bueno y Fiel
v. 20-23
“Se acercó el que había recibido cinco talentos y trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos.” Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.” Se acercó también el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos.” Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.”.

Primero resaltaremos la actitud de un siervo fiel: “rinde cuentas”. (Esto es lo que de costumbre, a todos los seres humanos no nos gusta hacer. Ni en la casa, ni en el trabajo, ni en la iglesia, etc.) Luego cuando el señor ve el resultado favorable de su trabajo lo elogia:

¡Bien hecho! ¡Siervo bueno y fiel!

Ahora surge la pregunta: ¿“En lo poco ha sido fiel”, le parece poco ser fiel con más de $109,000 dólares? Y aquí tenemos que resaltar que por muy grande que sea nuestra obra en el Señor, para Él siempre es “poco”, pero al menos en eso “poco” el Señor espera que seamos fieles. Note que el Señor resalta el hecho de que los siervos buenos, son fieles en “poco” para luego recompensarles al decirles “en lo mucho” te pondré. El Señor utiliza esta figura para expresar que no nos pide grandes cosas, el quiere que seamos “fieles en lo poco” para “ponernos sobre mucho”. Aquí hay una fórmula que es un principio del reino. El Señor espera fidelidad en el servicio. Él desea que esperemos su Segunda Venida “sirviéndole con fidelidad”.

     Es fiel en lo poco, lo ponen sobre mucho

El Señor no se impresiona con grandezas, sólo espera fidelidad en lo que hacemos. Ser puesto sobre mucho en el reino. Es una recompensa. Es una promesa. Es una verdad. Pero hay algo mayor aun. Esta es la mayor recompensa que todo cristiano espera:

Para las vírgenes prudentes: 

“Pero mientras ellas iban a comprar, llegó el novio; y las que estaban preparadas entraron con él a la boda, y se cerró la puerta.” Mateo 25.10

Para los siervos buenos y fieles

“Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.” Mateo 25.21

Para los benditos del Padre:

“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” Mateo 25.34


La mayor recompensa del creyente es pasar la eternidad con su Señor. Estaremos en las Bodas del Cordero, disfrutando del Gozo del Señor para luego reinar con Él para siempre.

A la hora de recompensar a cada uno de acuerdo a “sus obras”, el Señor Jesús en Apocalipsis 22.12 nos lo dice de otra forma,

He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” (RV1960)

La fidelidad de un siervo no se ve en el tamaño de iglesia o ministerio que tenga, de cuantos conciertos hagas, o de gran erudición teológica y predicación que tenga, la cantidad de gente que trajo a la iglesia, cantidad de conferencias que ha dado, cantidad de cultos a los que ha asistido. La fidelidad se mide por la “diligencia” con que haga su obra. Vea que a uno se le dio cinco talentos y diligentemente obró obteniendo otros cinco talentos y fue elogiado como siervo bueno y fiel, lo mismo que para el que ganó solo dos talentos. Ambos demostraron su fidelidad de acuerdo a la diligencia que pusieron haciendo uso de sus capacidades dadas por Dios, en aquello que Dios le ha encomendado para servir en su iglesia. La fidelidad bien se podría ver en ensayar con anticipación para los cultos de adoración. Esforzándose con firmeza y amor por ejemplo. Preparándose para dar un sermón en el que exprese verdades bíblicas sin inventar alegorías y revelaciones espurias. Se es diligente tomando tiempo en prepararse para hacer bien un trabajo. El esfuerzo demuestra diligencia y fidelidad.


Sanción y Castigo del Siervo Malo y Negligente
v. 24-30
“Pero acercándose también el que había recibido un talento, dijo: -Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.- Respondiendo su señor, le dijo: -Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros y, al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento y dadlo al que tiene diez talentos, porque al que tiene, le será dado y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.-”

Es malo y negligente, le quitan lo que tiene y lo echan

El siervo malo y negligente le dice a su amo en su cara que “era hombre duro”. Y esto es peor que una calumnia. Con esto demuestra que no conocía a su amo. El amo no demostró dureza en ningún momento con los “siervos buenos y fieles”. Es el concepto equivocado del “siervo malo y negligente” que tiene de su amo. Esto debido a que no lo conoce personalmente.

La frase “siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste” es una frase coloquial, algo proverbial, un dicho para referirse a un hombre codiciosos en extremo; duro, cruel, abusivo, áspero y oportunista, etc. En otras palabras el “siervo malo y negligente” tenía el concepto de que su amo conseguía las cosas a como dé lugar. Y esto porque la expresión bien parecería una justificación a su miedo. Pero en realidad el miedo le brota de su carencia total de fe.

El amo le hace ver, que si tenía el concepto de que su él era duro y que conseguía las cosas a como de lugar, por lo menos el banco le hubiera pagado algún interés. Pero al ser un siervo inútil, ni siquiera esta iniciativa tuvo. No era para nada sabio. El amo le responde con ironía usando sus propias palabras para condenarlo.

El siervo que recibió cinco talentos generó otros cinco, ahora tiene diez talentos. Demostró tener capacidad, fidelidad y el amo cree conveniente darle un talento más. Ya sea por su soberanía o recompensa del amo (de Dios). Mientras que el siervo malo y negligente, no solo le quitaron el talento sino que lo echaron a las tinieblas, al tormento y crujir de dientes.
El esclavo de un talento rechazó la oportunidad que le dio su amo. Los que rechazan la oportunidad de servir a Dios, prefiriendo aferrarse al mundo y al pecado no son de Dios. Ver Mateo 16.24-26:

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: —Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame, porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. ¿De qué le servirá al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? ¿O qué dará el hombre a cambio de su alma?”

El siervo malo perdió la oportunidad de salvar su alma rechazando la oportunidad de ser fiel a Dios. El que dice que es cristiano y se aferra a su pecado rechazando a Dios, este no es cristiano, son falsos en medio de nosotros. El siervo inútil representa al incrédulo, alguien que se dice cristiano y no lo es. El incrédulo justifica su pecado inventando un concepto de Dios que es falso, dirigiéndose a Dios de manera diferente acusándolo. Si tú eres así como este esclavo inútil, si no te arrepientes, así te digas cristiano, serás echado al infierno.


Conclusión
La Comisión que reciben estos “doulos” tiene que ver con el servicio cristiano, y el Espíritu Santo nos ha dado a todos y a cada uno “capacidades” para el servicio. Por ello vemos que los “siervos buenos y fieles” expresan su amor al Señor con una respuesta de servicio genuino. Mientras que el “siervo malo y negligente” expresa su incredulidad, su farsa e hipocresía, ya que “nunca sirvió” ni siquiera fue un mal servicio lo que hizo, él nunca sirvió, profesa ser salvo pero no lo es.

El Señor Jesús les dio un mensaje claro a su audiencia: “mientras yo regreso dedíquense a servir con diligencia y fidelidad”. Y es exactamente el mismo mensaje que nos dice a nosotros. Mientras aguardamos Su Segunda Venida sirvamos con diligencia y fidelidad. De esta manera nos demostraremos a nosotros mismo que amamos a Dios y que somos sus hijos.

El infierno es real, ahí no hay gracia; en este mundo (en este siglo) por lo menos “el sol sale sobre malos y buenos” pero en el infierno ya no habrá ni gracia ni misericordia. Ahí serán enviados todos los que rechazan a Dios. Ahí irán todos aquellos que se dicen ser cristianos y sus obras demuestran lo contrario.

-   ¿Qué tan fieles somos con las oportunidades de servicio que Dios nos da?
-   ¿Quieres saber si eres cristiano? Lo sabrás si aprovechas cada oportunidad de servicio que Dios te da, aunque sea con un talento


¡Que Dios te bendiga!

0 comentarios:

Publicar un comentario