domingo, 5 de abril de 2015

Jesús, el Buen Pastor que muere como Cordero


Jesús, el Buen Pastor que muere como Cordero

Juan 10.11-18
Es sabido que Belén era el mejor lugar donde se criaban las ovejas que eran llevadas a Jerusalén para los sacrificios del templo. El pueblo judío estaba muy relacionado con la crianza de ovejas y ganado. Poner como ejemplo a un pastor relacionándose con su rebaño era la mejor manera de enseñar cómo Dios se propuso dar un “pastor” a Israel para que lo pastoree, lo cuide y de su vida por sus ovejas. Jesús está desarrollando su ministerio y en cierta ocasión dirigiéndose a una audiencia, mayoritariamente judía, les da una parábola sobre “un pastor y sus ovejas” para luego presentarse a Sí mismo como el Buen Pastor que da Su vida por sus ovejas.

Yo Soy el Buen Pastor
Encontramos en el verso 11 que Jesús asegura que Él es el Buen Pastor. Y es una afirmación que toma fuerza en el pasaje ya que lo menciona hasta dos veces en tan sólo ocho versículos. Y la característica resaltante para calificar como Buen Pastor, era que Él tomada serios riesgos por la vida de sus ovejas. Ser “bueno” es una cualidad que distingue. ¿Qué tenía que hacer un pastor para ser bueno? Encontramos que David era un “buen pastor”, lo vemos cuando dio respuesta a Saúl y le dijo: “Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba” (1 Samuel 17.34-36) David tomaba serios riesgos por la vida de sus ovejas, él era un pastor digno. Jesús es el buen pastor que no sólo corre riesgos por sus ovejas, sino que da su propia vida para preservarlas de la muerte eterna.

Los Asalariados son Falsos Pastores
En los versos 12 y 13 Jesús presenta un contraste entre Él como Buen Pastor, y alguien más que ha pretendido presentarse a Israel como pastor, pero que ha resultado ser un falso pastor, un asalariado, alguien que no ha podido hacer mucho o nada por las “ovejas de Israel”.  Leemos que “el asalariado… no es el pastor” es decir las ovejas no son de su propiedad, no las ha obtenido por precio, es sólo un encargado a sueldo. Éste cuando ve los peligros, sólo piensa en sí mismo para salvarse y abandona las ovejas.  Los malos pastores son los asalariados que Ezequiel nos cuenta en el 34.2-6:

“¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia. Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado. Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas.”

En el mismo contexto del capítulo 10 de Juan en el verso 8 leemos que Jesús les dice “Todos los que vinieron antes de mí son ladrones y salteadores; pero no las oyeron las ovejas” Y me pregunto ¿Quiénes vinieron antes de Jesús y que resultaron ser falsos pastores de Israel? Circunstancialmente, los que precedieron a Jesús como líderes religiosos y políticos de Israel fueron “ladrones y salteadores”. Entre ellos tenemos gente que se sublevó a los imperios griego y romano, pero no pastorearon a Israel. Desde el 350 a.C. se han dado múltiples surgimientos como los macabeos, pero no pudieron hacer mucho por Israel, no pudieron redimirlo. Un ejemplo muy sobresaliente es Herodes el Grande, quien construyó el segundo templo de Jerusalén. Pareciera que era el líder religioso más prominente de la época, pero todos saben que cuando este se enteró por boca de los Sabios de Oriente, que había nacido “el rey de los judíos” mandó matar a todos los niños para matar también al Mesías. ¿Cómo fue que Herodes llegó a ser rey de Israel sin ser descendiente de David? Esto lo logra porque Roma lo coloca como rey de Judea. Herodes era una especie de cuasi-judío-árabe. Lideró políticamente a Israel, pero aunque les reconstruyera el templo, cual líder religioso; nada hizo por las ovejas de Israel, al contrario, fue un líder sanguinario en extremo, que dio muerte tanto a una de sus esposas, suegros e hijos, un “ladrón y salteador”. La religión judía es otro “ladrón y salteador” representada en la clase sacerdotal, los fariseos y escribas de la época. No prometían nada. No podían redimir a nadie. El asalariado mira sólo por sí mismo y no le importan las ovejas. Los religiosos de palestina eran tan ciegos que no podían reconocer a Jesús como el Mesías.

Las Ovejas Conocen a su Pastor
Jesús expresa en estos versos (v.14 y 15) que el Buen Pastor tiene una relación íntima y personal con sus ovejas. Él dice “conozco mis ovejas, y las mías me conocen”. En los versos anteriores, Jesús les cuenta una parábola (una alegoría) en la cual resalta a Jesús como el Buen Pastor a quien las ovejas oyen Su voz y lo reconocen. Esto es la gran diferencia. Leemos que dice:

“A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.” (Juan 10.3-5)

No podemos pretender ser de las ovejas de Jesús y no conocer y reconocer su voz. Muchos cristianos están reconociendo la voz de un pastor “ladrón y salteador”, por ello que sus vidas están camino al precipicio. Estos pastores sólo están interesados en su lana y en su grosura, mas no tienen interés en cuidarlas, curarlas y pastorearlas. Jesús es el pastor genuino a quien hay que seguir.

Los Gentiles son Ovejas de Otro Redil
Aquí en el verso 16 encontramos una verdad trascendental que Jesús trae a su audiencia mayoritariamente judía (Juan 9.40). Les está afirmando que el propósito desde los tiempos de Abraham era de juntarlos a todos. Él les va a decir que tiene unas “ovejas de otro redil”, y que esas también reconocen su voz. Israel es “el redil” de Dios. El pueblo judío. El pueblo de las promesas desde que llamó a Abraham con quien hizo un pacto que fue renovado en Isaac y Jacob y se cumple en Jesús. A Abraham se le dijo “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.” (Génesis 22.18) Abraham el padre de la fe, de donde vienen todos los judíos, pero de donde viene uno en particular: Jesús.

Jesús es “la simiente” de Abraham, por ello Pablo en Gálatas 3.8,14 y 16 nos dice:

“Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones… para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu… Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.”

Con toda seguridad decimos que los gentiles son esas “otras ovejas que no son de este redil” judío. Los dos rediles serán uno sólo en Jesús. En Juan 10.9 se nos dice que seremos ovejas de Dios si creemos en él por fe: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.” El llamado es a “entrar” por esa puerta que es Jesús.

El Buen Pastor Su Vida da por sus Ovejas
(v.17 y 18)
Aquí las palabras más excelentes que podemos leer en los evangelios:

“…yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo”

En todo el contexto de Juan 10 Jesús lo repite hasta cuatro veces. Es sin duda en el mensaje central de Juan 10. Por eso el padre amó al Hijo porque estuvo dispuesto a Morir por nosotros. Pablo lo dice de la siguiente manera en Filipenses 2.6-9:

“…el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,”

Y Juan, en Apocalipsis 5.2-6 nos deja una gran impresión:

“Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo. Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.  Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.”

El anciano consuela a Juan, quien no cesaba de llorar al ver que no había nadie digno en ninguna parte del vasto universo. Me imagino a Juan sintiéndose desfallecer, como se siente cuando estamos frente a algo irremediable. Podemos sentir la angustia de Juan, diciendo algo así como “estamos perdidos, no hay nadie digno”. Pero Dios mismo, se proveyó de un Cordero, y Jesús obedeció, por amor a nosotros. Morir por otros es amor. La verdad del Evangelio que proclamamos es esta: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” (Juan 15.13)

Jesús es el sustituto, nosotros debimos morir por nuestros propios pecados, pero Él murió en nuestro lugar. Él es el cordero cuya sangre nos limpia de pecado. Él es nuestra ofrenda, la que Dios la ofreció por nosotros para salvarnos, porque nos ama. No es justo que un justo muera por los injustos; pero Dios, que es amor, ha provisto de un Cordero que es el sustituto por sus ovejas. Jesús es nuestro sustituto, quien ha muerto en nuestro lugar y ha pagado por nuestros pecados para darnos salvación. Jesús es el Buen Pastor que dio Su vida por sus ovejas.

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