Autor
Juan Paulo Martínez.
“De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte hasta que hayan visto al Hijo del hombre viniendo en su Reino.” - Mateo 16.28 RV60
"Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; quien... subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos..."(2)
"...Y vendrá otra vez con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos; y su reino no tendrá fin."(2)
"Ascendió al cielo, se sentó a la diestra del Padre, Dios Todopoderoso. De donde vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Y a su venida todos los hombres se levantarán con sus cuerpos, y darán cuenta por sus obras. Y los que hicieron lo bueno irán a la vida eterna, y los que hicieron lo malo a fuego eterno."(3)
"Cristo ...subió al cielo, y allí está sentado, hasta que vuelva a juzgar a todos los hombres en el último día."(4)
"Dios ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia por Jesucristo... El propósito de Dios al establecer este día es la manifestación de la gloria de su misericordia en la salvación eterna de los elegidos, y la de su justicia en la condenación de los reprobados que son malvados y desobedientes. Pues entonces los justos entrarán a la vida eterna y recibirán la plenitud de gozo y refrigerio que vendrá de la presencia del Señor; pero los malvados que no conocen a Dios ni obedecen el Evangelio de Jesucristo, serán arrojados al tormento eterno y castigados con perdición perpetua, lejos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder. Así como Cristo quiso que estuviésemos ciertamente persuadidos de que habrá un día de juicio, tanto para disuadir a todos los hombres de pecar, como para el mayor consuelo de los piadosos en su adversidad; así también mantendrá ese día desconocido para los hombres, para que se desprendan de toda seguridad carnal y estén siempre vigilando porque no saben a qué hora vendrá el Señor; y estén siempre listos para decir: Ven, Señor Jesús; ven pronto. Amén."(5)
“16.28 “Venir en su reino”. Esta frase pudiera referirse a la transfiguración de Jesús (17.1-8), a su resurrección o al día de Pentecostés. Pero el contexto del pasaje es más probable que se cumpliera cuando Pedro, Jacobo y Juan fueron testigos de la transfiguración de Cristo. La misma voz que inauguró la primera mitad del ministerio de Jesús en su bautismo (3.17) inaugura la segunda mitad (17.5). Pedro y los otros vieron el principio de su venida porque lo vieron en un estado de glorificación (17.2). La venida de cristo a la tierra con sus ángeles (vers. 27) todavía es un evento futuro.” (6)
“16.28 Antes del último Juicio (v 27), Jerusalén quedará destruida, cf. Mateo 10.23 y 24” (7)
“Cuando os persigan en una ciudad huid a otra, y si también en esta os persiguen, marchaos a otra. Yo os aseguro: no acabareis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre.” –Mateo 10.23 BJ
“De cierto os digo que algunos de los que están aquí no gustarán la muerte hasta que hayan visto que el reino de Dios ha venido con poder” - Marcos 9.1
“Pero en verdad os digo que hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios.” - Lucas 9.27
“No os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad, pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: "Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia”. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo” (2 Pedro 1:16-18)
“Ahora bien, los judíos, después de la ascensión de nuestro salvador, culminaron su crimen contra Él con la concepción de innumerables maquinaciones contra sus apóstoles. El primero fue Esteban, al cual aniquilaron con piedras; luego, Jacobo, hijo de Zebedeo y hermano de Juan, que fue decapitado; y finalmente Jacobo, el que fue escogido en primer lugar para el trono episcopal de Jerusalén, después de la Ascensión de nuestro Salvador, y que murió del modo mencionado (fue lanzado del pináculo del templo y apedreado mientras agonizaba).”(8)
"De esta manera dio Jehová a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus padres, Y LA POSEYERON Y HABITARON EN ELLA. Y JEHOVA LES DIO REPOSO ALREDEDOR, COMO HABÍA JURADO A SUS PADRES (...)
"Judá e Israel eran muchos, como la arena que está junto al mar en multitud, comiendo, bebiendo y alegrándose. Y Salomón señoreaba sobre todos los reinos DESDE EL EUFRATES HASTA LA TIERRA DE LOS FILISTEOS Y EL LIMITE CON EGIPTO; y traían presentes, y sirvieron a Salomón todos los días que vivió."
"Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. (...) porque esperaba LA CIUDAD QUE TIENE FUNDAMENTOS, CUYO ARQUITECTO ES DIOS".
"Ahora bien, Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, porque ella está en esclavitud con sus hijos. Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésta es nuestra madre"
"... ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles..."
"A Abraham fueron hechas las promesas, y á su simiente. No dice: Y á las simientes, como de muchos; sino como de uno: Y á tu simiente, la cual es Cristo". (Galatas 3:16)
"Maldito todo el que no ame al Señor Jesucristo". (1 Corintios 16:22)
Guerras y Rumores de Guerras
Jesucristo advirtió a sus discípulos que ellos "oirían
de guerras y rumores de guerras" (Mt. 24:6), y que debían considerar estas
señales como "el principio de dolores". Aunque estos conflictos no
serían en sí "el fin", sí eran señales claras de que se acercaba ese
fin anunciado: la destrucción del Templo y de la ciudad de Jerusalén (Mt.
24:1-3).
¿Qué sabían los discípulos sobre las guerras?
Muy poco. La generación de los discípulos de Jesús solo
conocía de guerras por medio de la historia. El mundo conocido —"la tierra
habitada" o oikoumenē, término común para referirse al Imperio
Romano— gozaba de una paz generalizada tanto dentro como fuera de sus
fronteras. El primer emperador romano, César Augusto, cerró las puertas del
Templo de Jano en el año 24 a.C., las cuales solo se abrían en tiempos de
guerra. Se acepta como inicio oficial de la llamada Pax Romana (1) el año 29
a.C., cuando Augusto proclamó el fin de las guerras civiles. Esta paz se
extendió hasta la muerte del emperador Marco Aurelio en el año 180 d.C.
Cuando Jesús, en torno al año 30–33 d.C., pronunció su
advertencia sobre guerras y señales del fin, toda su generación había nacido y
crecido en tiempos de paz. Sus oyentes vivían bajo la estabilidad del Imperio
Romano. Esta realidad hace más significativa la advertencia sobre “rumores de
guerras”, ya que para aquella generación significaba una ruptura inusual de la
paz.
La señal para escapar: el fin se acercaba
Jesús no solo predijo la aparición de rumores de guerra,
sino que instruyó a sus discípulos a estar preparados para huir cuando vieran
la “abominación desoladora” (Mt. 24:15–16). Por ello dijo: "los que estén
en Judea huyan a los montes". El llamado a orar para que la huida no fuese
en invierno ni en día de reposo (v. 20) subraya la inminencia del peligro y la
necesidad de actuar con rapidez.
Esta profecía se cumplió cuando estalló la revuelta judía en
el año 66 d.C., dando inicio a la guerra contra Roma que culminó con la
destrucción de Jerusalén y su Templo en el año 70 d.C. Según Eusebio de
Cesarea, los cristianos de Jerusalén, obedeciendo una revelación divina,
huyeron a la ciudad de Pella en la región de Perea. Eusebio escribe:
“El pueblo de la Iglesia de Jerusalén recibió el mandato de cambiar de ciudad antes de la guerra y de vivir en otra ciudad de Perea (la que llaman Pella), por un oráculo transmitido por revelación a los notables de aquel lugar... La justicia de Dios vino sobre los judíos por el ultraje al que sometieron a Cristo y a sus apóstoles.” (Historia Eclesiástica, III.5.3)
El fin de la paz: el año de los cuatro emperadores
La Pax Romana comenzó a fracturarse no solo por la
revuelta judía sino también por una cadena de conflictos internos en el
Imperio. Tras el suicidio de Nerón en el año 68, Roma entró en un período de
guerras civiles. El historiador Tácito describió este tiempo como un tiempo de
desastres, violencia interna, incendios y caos político, afirmando que nunca
hubo mayor evidencia de que los dioses habían abandonado a Roma:
"Un período de desastres, horrible por sus guerras, inundado por guerras civiles... Cuatro emperadores perecieron a espada... el mar estaba lleno de exiliados y sus costas contaminadas de sangre." (Historias, I, resumen).
Este caos interno coincidía con la desintegración de la paz
que había caracterizado la vida de los primeros oyentes de Cristo. Tal como
señala Kenneth L. Gentry:
"Las señales de Mateo 24 no fueron diseñadas para describir acontecimientos generales de la historia de la Iglesia, sino señales específicas dadas a esa generación. [...] El contexto, el auditorio, y la historia misma, apuntan a la destrucción de Jerusalén como su cumplimiento" (The Great Tribulation: Past or Future?, 1999).
Milton S. Terry, otro exponente del preterismo parcial,
afirmó:
"El lenguaje apocalíptico usado por Jesús en los Evangelios debe interpretarse en armonía con los usos proféticos del Antiguo Testamento, y no como descripciones literales del fin del mundo" (Biblical Hermeneutics, 1890).
Evidencia interna: Jerusalén gozaba de paz
El libro de Hechos aporta una evidencia textual del contexto
pacífico previo a la guerra. En Hechos 24:2–3, Tértulo, abogado del Sanedrín,
presenta su acusación contra Pablo ante el procurador Félix y comienza
diciendo:
"Gracias a ti gozamos de mucha paz, y por tu previsión se han hecho notables mejoras en esta nación. Siempre y en todo lugar lo aceptamos con toda gratitud, oh excelentísimo Félix."
Este evento tuvo lugar alrededor del año 58–60 d.C., pocos
años antes del inicio de las guerras anunciadas por Jesús.
Conclusión
Jesús fue claro: "no pasará esta generación hasta que
todo esto acontezca" (Mt. 24:34). Las "guerras y rumores de
guerras" no fueron eventos lejanos (2025 d.C.) ni simbólicos, sino
acontecimientos concretos que esa generación (la generación de Jesucristo) vio
con sus propios ojos. El cumplimiento preciso de las palabras de Cristo
demuestra su autoridad profética, la fidelidad de Dios a sus decretos, y el
poder de una exégesis contextual frente a lecturas sensacionalistas y
futuristas del texto bíblico.
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Nota extra: que fácil es identificar aquí en este pasaje de Hechos a la «novia infiel» agradeciendo a la «bestia» por esa «paz y seguridad» que le ofrecía.