Recientemente escuché a un
predicador decir que “si alguien anda conforme a la carne, puede acarrear condenación”,
es decir alguien que una vez creyó y se rindió al señorío de Jesucristo, podría
ser condenado si en lugar de “andar en el espíritu” vacía su vida “andando en
la carne…”. Es decir, puede perder su salvación.
El problema viene de la lectura
de Romanos 8.1 que al hacerla fuera de contexto, es decir sin considerar los
versos que lo acompañan, y en sí todo el mensaje del libro; podría convertir a
la afirmación “los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”
en una condición para evitar la
condenación (otra vez a pesar de haber creído); en lugar de una conclusión sobre el estado de los
creyentes nacidos de nuevo.
Veamos la comparación de dos
versiones de la Biblia en el mismo pasaje:
Romanos 8.1-4 Versión Biblia Textual - 4°
“1Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en CRISTO JESÚS, 2porque la ley del Espíritu de vida en CRISTO JESÚS te libertó de la ley del pecado y de la muerte, 3porque lo imposible para la ley (ya que era impotente a causa de la carne), Dios, habiendo enviando de sí mismo al Hijo en semejanza de carne de pecado y por el pecado, condenó al pecado en la carne, 4para que la exigencia de la ley fuera cumplida en nosotros, los que no andamos según la carne, sino según el espíritu.” (BTX-4°)
Romanos 8.1-4 Versión Reina Valera 1960
“1Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”
La Nota Especial de la Biblia
Textual dice:
“Al final del v. 1 el Textus Receptus introduce la expresión del v. 4 en dos etapas: los que no andan conforme a la carne, y la misma clausula seguida por sino conforme al Espiritu. La lectura más corta, que hace la declaración mucho más apropiada sin la calificación que es únicamente aplicable en el v. 4, está fuertemente respaldada por antiguos representantes de los tipos de texto Alejandrino y Occidental. Desde el punto de vista de las consideraciones internas, esta errónea inserción en el texto desvirtúa el propósito doctrinal de la epístola al trasladar del v. 4 una clausula conclusiva, y volverla condicional en el v. 1. ”
Es decir, la afirmación que
no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu es la conclusión de estos cuatro pasajes, de
los que Pablo está hablando del v. 1-4 de Romanos capítulo 8. Si consideramos que
esta frase no es conclusiva sino condicional el texto sufriría un problema interno, puesto
que Pablo primero les estaría diciendo que la condición para salvarse de la
condenación sería el “no andar conforme
a la carne, sino conforme al espíritu”. Pero surge la pregunta ¿Cómo logra
el hombre ya no andar conforme a la carne? Si esa es la condición para que el
hombre se salve, cómo logra eso.
En los demás versos encontramos
la respuesta. En los versos anteriores encontramos a un Pablo que dice, sobre
su condición pecaminosa: “Así que ya no soy yo el que hace eso, sino el pecado
que mora en mí.” (Ro 7.17), entonces la condición del hombre es un estado de
pecado, no una enfermedad temporal sino una muerte. Luego, cuando el hombre ha
nacido de nuevo, es decir es regenerado, adquiere una nueva naturaleza: “Porque
según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios, pero veo otra ley en
mis miembros, que combate contra la ley de mi mente, y me encadena a la ley del
pecado que está en mis miembros.” (Ro 7.22-23), Pablo reconoce que hay un hombre
interior (hombre espiritual) que se deleita en Dios, en su ley; aunque su carne sea
pecaminosa.
Luego en el v. 24 (del cap. 7) no tiene otra
opción que decir: “¡Miserable de mí!
¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?”; y creo firmemente que es la
misma pregunta que se hace cada creyente genuino que desea agradar a Dios, y
que encuentra una lucha entre su carne que lo tira hacia el pecado, y que
combate en su mente contra esa nueva
naturaleza, la que adquirió en el nuevo nacimiento por la regeneración de
su espíritu. Acaso esa vieja naturaleza, de ese hombre caído, ¿nos condena? El
creyente nacido de nuevo, ciertamente aun tiene un cuerpo pecaminoso, entonces
¿ese cuerpo pecaminoso lo condena?¿sus pecados aun lo condenan?
Si tenemos una pregunta, entonces
¿cuál es la respuesta?, la respuesta está en el texto:
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Jesús el Mesías” (Ro 8.1)
Ésta es la respuesta, es la nueva
condición del nuevo creyente, del hombre regenerado por Dios ¿Quién está en
Jesucristo sino aquellos que han nacido de nuevo? Por lo tanto, esto es una
afirmación acerca del estado del hombre que ha creído en Jesús como Señor y
Salvador, que ya no hay condenación para él. En el v. 2 dice que “…la ley del Espíritu de vida en Jesús el
Mesías te ha librado de la ley del pecado y de la muerte”, ya no hay más
esclavitud, el Espíritu los ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Son
afirmaciones conclusivas.
Luego en el v. 3 continúa diciendo: “Porque lo que no pudo hacer la ley, ya que
era débil por causa de la carne, lo hizo Dios enviando a su propio Hijo en
semejanza de nuestra carne pecaminosa, y por el pecado, condenó al pecado en la
carne…”. Lo que la ley no pudo lograrlo, ahora se puede lograr ya que Jesús
tomó el lugar de cada creyente en la cruz. Jesús es el pago por nuestros
pecados, Jesús es el sustituto por el pecado, la propiciación. Los que están en
Jesús ya están justificados, su deuda con el pecado y la justicia de Dios ya
está pagada en la cruz. Jesús, Dios hecho hombre, adoptó un cuerpo semejante al
nuestro, pero no pecó, y con su muerte logró salvarnos.
Por esto, en el v. 4 Pablo afirma
que Jesús logró que nosotros “cumpliéramos la exigencia de la ley”, y esto no podría
ser posible si no se dice de nosotros “que no andamos conforme a la carne, sino
conforme al espíritu”. No andamos en la carne porque ya somos
espirituales, pues hemos nacido del Espíritu.
Esto se complementa con las verdades
que Pablo les dice a los creyentes romanos en los siguientes versos, donde hace
una comparación entre el hombre natural (no regenerado) y el hombre espiritual
(nacido de nuevo):
- v. 5: “Porque los que viven según la carne (el hombre no regenerado), tienen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven según el espíritu (nacido de nuevo), en las cosas del Espíritu.
- v. 6: “Porque la manera de pensar (del hombre no regenerado) de la carne es muerte, pero la manera de pensar (del nacido de nuevo) del espíritu, es vida y paz;
- v. 7: “porque la manera de pensar (del hombre no regenerado)de la carne es enemistad contra Dios, pues no se sujeta a la ley de Dios, porque tampoco puede.
- v. 8: “Así que, los que están en la carne (del hombre no regenerado) no pueden agradar a Dios.
- v. 9: “Pero vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, por cuanto el Espíritu de Dios vive en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu del Mesías, éste no es de Él.”
Note como el v. 9 afirma lo mismo
que el v. 4: “no estamos en la
carne”. Por ello, el creyente genuino cada vez que peca, siente pesar en su
corazón porque está dañando su relación con Dios, y contrista el Espíritu Santo,
por eso se arrepiente y cambia de camino, se aparta del pecado, ya no practica
el pecado. En cambio, un falso creyente cada vez que peca, simplemente no tiene
ni remordimiento por el pecado, lo disfruta y se vuelve a él las veces que desee.
Entonces a estos Pablo les va a decir que si aun vive conforme a la carne y no conforme al espíritu, es porque “no
es de Cristo, pues no tiene el Espíritu Santo” que produce en el creyente nacido
de nuevo todo lo antes descrito.
Conclusión
Cuando leemos Romanos 8.1 que
dice “Ahora, pues, ninguna condenación
hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne,
sino conforme al Espíritu”, no está hablando de una condición para no volver
a ser condenados (lo que muchos interpretan como "perder la salvación"), se está refiriendo al nuevo estado del creyente nacido de
nuevo, del hombre regenerado, que de verdad ya no anda conforme a la carne,
pues al haber adquirido una nueva naturaleza espiritual, ahora anda
conforme al espíritu, es decir es un hombre espiritual, alguien en quien habita el Espíritu Santo.
Por lo tanto, Si el Espíritu de
Dios está en usted, usted ya no debe amar el pecado ni practicarlo, pero si
usted peca constantemente, “examínese a usted mismo si está en la fe. Pruébese a
usted mismo si es o no nacido de nuevo. Quizá no reconozca a Jesús, pues si
Jesús no está en usted ¿Cómo reconocerá a alguien que no ha conocido antes? Considere
entonces que quizá usted, simplemente, no es un verdadero creyente.” (2
Corintios 13.5 parafraseado)
Dios lo bendiga
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