01- Lección Primera
La Corrupción Radical del Ser Humano
A la Luz de las Sagradas
Escrituras
Introducción
Nuestra corrupción pecaminosa es
tan profunda y tan fuerte que nos convierte en esclavos del pecado y nos hace
moralmente incapaces de vencer nuestra propia rebelión y ceguera. Esta
incapacidad para salvarnos a nosotros mismos es total. Dependemos totalmente de
la gracia de Dios para vencer nuestra rebelión, para que nos dé ojos para ver y
para que nos atraiga al Salvador de manera eficaz.
Cuando hablamos de la depravación del hombre nos referimos a
su condición natural aparte de cualquier gracia que Dios ejerza para refrenarlo
o transformarlo. Queda claro que la totalidad de esa depravación no se refiere
a que el hombre haga todo el mal que es capaz de hacer. No hay duda de que el
hombre podría cometer más actos pecaminosos contra su prójimo de los que
comete.
Pero si el hombre es refrenado de
hacer más actos de iniquidad por motivos que no sean una gozosa sumisión a
Dios, entonces incluso su “virtud” es maldad a la vista de Dios. Romanos 14:23
declara:
“Y todo lo que no se hace por convicción es pecado”.
Esta es una acusación radical en
contra de cualquier virtud “natural” que no fluya de un corazón que con
humildad confía en la gracia de Dios. Es decir, aun cuando un millonario por
ejemplo, decide donar sus riquezas para dar de comer a los pobres, si la
motivación para hacer esto no procede de su “fe en Dios”, también esto es
pecado. Porque no honra a Dios ni lo glorifica.
El siguiente ejemplo podría
aclarar más esta acusación contundente contra la “amabilidad” del hombre.
Supongamos que eres padre de un hijo adolescente. Le recuerdas a tu hijo que
tiene que lavar el coche antes de usarlo esta noche para llevar a sus amigos al
partido de futbol. Él ya había acordado hacerlo. Pero cuando se lo comentas de
nuevo, él se enoja y dice que no quiere lavarlo. Tú, con toda gentileza pero
con firmeza, le mencionas su promesa y le dices que esperas que la cumpla. Él
se opone. Y tú respondes:
“Bueno, si quieres conducir el coche esta noche, tienes que cumplir lo que habías prometido hacer”.
Tu hijo sale de la habitación muy
enojado. Poco después lo ves lavando el coche. Pero no lo está haciendo por
amor a ti ni por un deseo de agradar a Cristo al honrar a su padre. Quiere ir
al partido con sus amigos. Eso es lo que impulsa su “obediencia”. Escribo
“obediencia” entre comillas porque solo es una obediencia externa. Su corazón
está equivocado. Esto es lo que quiero transmitir cuando digo que cualquier “virtud”
humana está depravada si no sale de un corazón que ama al Padre celestial,
incluso si el comportamiento se conforma a las normas bíblicas.
Nunca verás la terrible condición
del corazón humano si solo la ves en relación a otros hombres. Tu hijo va a
llevar a sus amigos al partido de baloncesto. Eso es “un acto de bondad” y
ellos lo experimentarán como un beneficio. Así que la maldad de nuestras acciones
nunca se puede medir solo por el daño que les hace a las otras personas.
Romanos 14:23 pone en claro que
la depravación es nuestra condición en relación a Dios en primer lugar y solo
en segundo término en relación a los demás. A menos que empecemos aquí, nunca vamos
a comprender la totalidad de nuestra depravación natural. La depravación del
hombre es total en al menos cuatro aspectos.
1. Nuestra rebelión contra Dios es total
Fuera de la gracia de Dios, no
hay deleite en la santidad de Dios y no existe una alegre sumisión a la
autoridad soberana de Dios. Por supuesto, los hombres que son totalmente
depravados pueden ser muy religiosos y muy filántropos. Pueden orar, dar
limosnas y ayunar como lo declaró Jesús Mateo 6.1-18:
“Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos, de otra manera, no tenéis galardón de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando pues des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres. De cierto os digo que ya están recibiendo toda su recompensa.” –Mateo 6.1-2 (Biblia Textual)
Pero su propia religión es
rebelión contra los derechos de su Creador si no procede de un corazón que
confía en la gracia gratuita de Dios. La religión es una de las principales formas
en las que el hombre esconde su terquedad para abandonar la autosuficiencia y depositar
todas sus esperanzas en la misericordia inmerecida de Dios. Ver Lucas 18.9-14;
Colosenses 2:20-23:
“A unos que confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a los demás, les propuso esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: el uno fariseo y el otro publicano. El fariseo, de pie, oraba consigo mismo estas cosas: Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros, tampoco como este publicano; ayuno dos veces a la semana y pago el diezmo de todo lo que gano. Pero el publicano, a distancia, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ¡Oh Dios, sé propicio a mí, pecador! Os digo que éste bajó a su casa justificado antes que aquél, porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla, será enaltecido.” - Lucas 18.9-14 (Biblia Textual)
“Si habéis muerto con el Mesías a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivierais en el mundo, os sometéis a preceptos: No uses, ni comas, ni toques (según mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que están todas destinadas a perecer con el uso? Tales cosas tienen en verdad cierta reputación de sabiduría en una religión impuesta por uno mismo, y en una falsa humildad y severo trato del cuerpo, pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.” - Colosenses 2:20-23 (Biblia Textual)
La totalidad de nuestra rebelión
se ve en Romanos 3:9-11 y 18.
“¿Entonces qué? ¿Estamos en desventaja? ¡En ninguna manera!, pues ya hemos acusado tanto a judíos como a griegos, que todos están bajo pecado, como está escrito: No hay justo, ni aun uno, No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios… No hay temor de Dios delante de sus ojos.”
Cualquier búsqueda de Dios que
honre a Dios es un regalo de parte de Dios. No se debe a nuestra bondad innata.
Es una ilustración de cómo Dios vence misericordiosamente nuestra resistencia
innata hacia Él.
El hombre natural no busca a Dios
Es un mito que el hombre en su
estado natural esté, de forma genuina, buscando a Dios. Los hombres sí buscan a
Dios, pero no por quien Él es; lo buscan cuando no hay otro remedio como
alguien que puede preservarlos de la muerte o mejorar sus placeres mundanos.
Aparte de la conversión, nadie se
acerca a la luz de Dios. Algunos sí vienen a la luz. Pero escucha lo que Juan
3:20-21 dice acerca de ellos:
“Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras queden al descubierto. En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios”.
Sí, sí existen los que vienen a la
luz, es decir, aquellos cuyas obras son la obra de Dios. “Ha hecho en (o por)
obediencia a Dios” quiere decir que Dios las lleva a cabo. Al estar al margen
de esta obra de gracia por parte de Dios, todos los hombres odian la luz de
Dios y no vendrán a Él por temor de que su maldad sea expuesta. Esto es la
rebelión total. “No hay nadie que […] busque a Dios […] No hay temor de Dios
delante de sus ojos”.
PREGUNTAS PARA RESPONDER
Lea Romanos 3.9-20 y responda las
siguientes preguntas:
1.- ¿Sólo los griegos (los
gentiles) están bajo pecado ya que los judíos son el pueblo escogido de Dios, y
son descendientes de Abraham, por ello están librados de la esclavitud del
pecado? (v. 9, ver también Romanos 3.22-23):
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2.- ¿A qué conclusión llegamos,
quiénes están bajo pecado?¿Eso me incluye a mí, mis padres, mis hijos, toda la
humanidad? (ver v. 9):
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3.- Lea Eclesiastés 7.20 ¿Con
cuál versículo(s) está relacionado en Romanos 3.9-20?
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4.- “No hay justo, ni aun uno” ¿Acaso si pago
mis impuestos fielmente, eso no me hace justo?¿La Biblia dice que Noé era “perfecto”,
y que José el marido de María era “justo”?¿Por qué dice en Romanos 3.10 que “no
hay justo” alguno en la tierra?
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5.- Lea Lucas 18.9-14 ¿Quién
salió justificado el fariseo o el publicano?
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6.- ¿Por qué los fariseos hacían
obras?¿Por qué los fariseos pensaban que por sus obras serían justificados?
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7.- ¿Por qué el publicano confió
en la justicia de Dios antes que en su propia justicia?
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8.- Lea el Salmo 14.1-3 y Salmo
53.1-3 ¿Con cuál versículos de Romanos 3.9-20 se relacionan?
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9.- ¿El hombre natural busca a
Dios?
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10.- ¿Cuándo éramos inconversos, entendíamos
las cosas espirituales?
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11.- Lea 1 Corintios 2.14 ¿Por
qué los creyentes sí entienden las cosas espirituales?
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12.- Lea el Salmo 5.9 ¿Con cuál
versículos de Romanos 3.9-20 se relacionan?
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13.- Lea el Salmo 140.3 ¿Con cuál
versículos de Romanos 3.9-20 se relacionan?
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14.- Lea el Salmo 10.7 ¿Con cuál
versículos de Romanos 3.9-20 se relacionan?
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15.- Lea Isaías 59.7 y Proverbios
1.16 ¿Con cuál versículos de Romanos 3.9-20 se relacionan?
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16.- Lea el Salmo 36.1 ¿Con cuál
versículos de Romanos 3.9-20 se relacionan?
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17.- Haga un comentario personal sobre
las cosas buenas que usted hace ¿honran a Dios?¿Usted buscó a Dios, o Dios lo
buscó a usted?
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COMENTARIOS FINALES DE LA LECCIÓN
El apóstol Pablo utiliza 9 pasajes de la Biblia de los
judíos, es decir del Antiguo Testamento para consolidar en el libro de Romanos
(3.9-20) que el hombre es totalmente depravado. Esto significa que esta
doctrina era claramente conocida por los fariseos y judíos en general. Pero no
la entendieron sino hasta que el Espíritu santo los iluminó. Pablo fue un
fariseo antes de que Cristo transformara su corazón y lo hiciera nacer de
nuevo. Pablo, antes de ser cristiano, se justificaba por sus propias obras. Pero
una vez convertido a Cristo, reconoce que es totalmente depravado y que
necesita ser tocado por Dios para poder ser salvo.
Leer para la siguiente lección Romanos capítulo
7.
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