Se me hace difícil comprender
cómo algunos maestros de la “guerra espiritual” están diciendo que existen
objetos malditos, objetos que están bajo un conjuro, bajo una maldición; y que
si un cristiano los toca, puede quedar afectado. No pretendo dar todas las
respuestas, pero les presento un breve análisis bíblico de estas presunciones
espirituales.
¿Qué es Maldición?
Citando a wikipedia,
mencionaremos que:
“Una maldición
es la expresión de un deseo maligno dirigido contra una o varias personas que,
en virtud del poder mágico del lenguaje, logra que ese deseo se cumpla.
Gramaticalmente, se trata de oraciones con modalidad desiderativa (lo mismo que
las bendiciones) con el verbo en subjuntivo. Así, son ejemplos de maldiciones mal cáncer te coma, o bien que te parta un rayo o así te estrelles.” 1
Y, referente a objetos malditos, wikipedia dice que:
“el poder de
la maldición se extiende en ocasiones a determinados objetos. Así, el poeta
griego Nikos Kavvadías cuenta en uno de sus poemas más conocidos la historia de
un cuchillo maldito: todos los que lo
compraban acababan utilizándolo para matar a una persona querida. El vudú
afroamericano afirma que es posible dañar a una persona colocando en su camino
ciertos objetos malditos, que se activarán cuando la víctima camine sobre
ellos. Según la creencia popular, las maldiciones pueden también afectar a
edificios (por lo que se habla de casas encantadas, embrujadas o malditas).”
Muchos conceptos y definiciones
sobre esto vienen de la interpretación popular sobre la vida, las calamidades y
el infortunio. Y así mismo, muchas enseñanzas en la iglesia (aún doctrinas) se
hacen a partir de las experiencias y testimonios de ex – brujos, ex –
sacerdotes satanistas, y de obreros en el campo misionero que han sido
expuestos a experiencias con el maligno, pero de las cuales Dios los ha
librado. Es importante considerar la experiencia, no obstante nuestra regla es
y será siempre la Escritura, por lo tanto debemos descansar en los conceptos
que la Biblia nos da.
Concepto Bíblico de Maldición.
En general, después de la “caída”
de Adán en el huerto del Edén, Dios maldijo al hombre, a la mujer, a la
serpiente y a la tierra (a causa del hombre). La maldición sobre el hombre
consistió en tener que sufrir para obtener su sustento, la mujer tendrías
dolores de parto, y la serpiente se arrastraría sobre la tierra. En Génesis
3.14-19 leemos:
“14 Entonces dijo YHVH ’Elohim a la serpiente: Por cuanto has hecho esto, ¡Maldita tú entre
todos los animales y entre todas las bestias del campo! Sobre tu vientre
andarás, Y polvo comerás todos los días de tu vida. 15 Y pondré
enemistad entre ti y la mujer, Y entre tu descendiente y su descendiente. Él te
aplastará la cabeza cuando tú hieras su calcañar. 16 A la mujer
dijo: Multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces, Con dolor parirás
los hijos, Y tendrás deseo de tu marido, pero él te dominará. 17 Y
al hombre dijo: Por cuanto has atendido a la voz de tu mujer, Y has comido del
árbol del cual te ordené, diciendo: No comas de él, ¡Maldita sea la tierra por
causa tuya! Con fatiga comerás de ella todos los días de tu vida, 18
Espino y abrojo te brotará y Comerás hierba del campo. 19 Con el
sudor de tu rostro comerás pan hasta que retornes a la tierra, Porque de ella
fuiste tomado, Pues polvo eres y al polvo volverás.”
En general, el hombre estaría
bajo la “maldición del pecado”, consecuencia nefasta ya que esa maldición trajo
consigo la irremediable condición pecaminosa del hombre a la que llamamos “el
pecado original”. El Dr. W.T. Conner detalla de la siguiente manera la
maldición del pecado de Adán y sus consecuencias cuando dice:
Toda la desgracia del pecado consiste en el hecho de que el pecado separa al hombre de
Dios, ‘de quien fluyen todas las bendiciones’. La maldición de nuestra época es
que se ha perdido la conciencia de Dios. Más que eso, la mente carnal es hostil
a Dios. No se sujeta a la ley de Dios. Le es imposible sujetarse. 2
El hombre nace y muere en
maldición, salvo que el Evangelio llegue a su vida. Y, no sólo el hombre, sino
toda la creación está bajo maldición. Mar, tierra, los animales y las plantas.
Encontramos que Pablo dice en Romanos 8.19-22 que toda la creación fue
sometida:
“19
Porque el profundo anhelo de la
creación espera la revelación de los hijos de Dios. 20 Porque la
creación fue sometida a vanidad, no por su propia voluntad, sino por la del que
la sujetó; en esperanza 21 de que también la creación misma será
liberada de la esclavitud de corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de
Dios. 22 Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una
sufre dolores de parto hasta ahora.”
Este pasaje muestra que la
consecuencia del pecado de Adán trajo maldición a la toda “la creación”, la
cual espera, así como nosotros, ser redimida. Esto significa que la creación
misma está bajo maldición. Por lo tanto cada uno de los objetos que hay en ella
están bajo maldición. Es quizá por esto, que la tradición israelita conservó de
generación en generación el “bendecir los alimentos” y los frutos en general
que producía la tierra, los animales y las plantas, ya que provenían de un
común origen maldito. Jesús mismo bendijo los panes y los peces antes de
repartirlos entre la multitud, dio gracias a Dios y los bendijo.
El Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia dice lo
siguiente definiendo la “maldición”:
En sentido oriental, «maldición» es la
palabra o expresión que desea el mal para alguna persona u objeto. Se espera
que la maldición suelte una fuerza negativa y maligna que actúe en contra de la
felicidad y propicie el fracaso del maldecido. Incluso, los malos efectos
pueden pasar a otros (Jos 6.26; 7.24s). A veces echar maldición era casi el
oficio de algunas personas (Nm 22). Pero Dios puede tornar la maldición en
bendición (Nm 23; 24). Las maldiciones sirven como termómetro moral en el
Antiguo Testamento (Dt 21.23; 27.16–26; 28.16–19). Para anular las maldiciones
humanas la víctima podía imprecar a su enemigo (Sal 9.18; 59.13ss; 109.6–20).
Para evitar las maldiciones religiosas el único camino era obedecer «los
mandamientos de Jehová» (Dt 11.26s). En el Nuevo Testamento encontramos rasgos
del espíritu veterotestamentario (Mc 11.12ss; Hch 5.1ss), pero en general el
clima ha cambiado. La maldición se elimina con la bendición (Lc 6.28; Ro
12.14). La maldición de la Ley se ha deshecho con el sacrificio de Cristo (Gl
3.10–14). La última palabra del Antiguo Testamento es «maldición», pero el
Nuevo Testamento se cierra con una bendición.3
Maldiciones en la Biblia.
Ya mencionamos que al inicio de
la historia, cuando el hombre pecó trajo maldición incluso a la misma creación.
Pero también encontramos diversos eventos concernientes a maldiciones.
Tenemos que en Números 23.8,
Balaam tenía miedo “maldecir a quien Dios ha bendecido”, y lo dijo así: “¿Cómo
podré maldecir a quien Dios no ha maldecido? ¿Cómo podré execrar a quien YHVH
no ha execrado?”. Balaam era un profeta pagano que era “contratado” para
proferir maldiciones. Pero este profeta pagano sabía que lo que Dios bendice,
nadie lo puede maldecir.
Luego también podemos citar en el
libro de Hechos el relato en el que los enemigos del Evangelio y de Pablo
“juraron bajo maldición” que matarían a Pablo. Pero ellos no lo mataron. Pablo
murió como mártir por su fe en Jesús, en otras circunstancias permitidas por
Dios:
“12
Cuando se hizo de día, los judíos tramaron un complot, y se juramentaron bajo
maldición, diciendo que no habían de comer ni beber hasta que mataran a Pablo. 13
Y los que hicieron esta conspiración eran más de cuarenta,” Hechos 23.12-13
Jesús, refiriéndose a las
maldiciones a las que sus discípulos estarían expuestos les dio una fórmula:
“si los maldicen, bendíganlos”. Veamos Lucas 6.27-28:
“27
Pero a vosotros, los que estáis oyendo, digo: Amad a vuestros enemigos, haced
bien a los que os aborrecen, 28 bendecid a los que os maldicen, orad
por los que os maltratan.” Similar al apóstol Pablo quien dijo: “Bendecid a los
que os persiguen, bendecid y no maldigáis.” (Romanos 12.14-BTX)
Y como fundamento doctrinal
encontramos que la maldición de la Ley ha sido desecha con el sacrificio de
Jesús el Mesías en la cruz. Esto es, puesto que había una maldición por
incumplir la Ley, en Cristo somos libres de esa maldición de la Ley. Así lo
asegura la escritura en Gálatas 3.10-14:
“10
Porque todos los que son de las obras de la ley están bajo maldición. Porque
está escrito: Maldito todo el que no permanece en todas las cosas que han sido
escritas en el libro de la ley, para hacerlas. 11 Y es evidente que
por la ley nadie es declarado justo delante de Dios, porque: El justo vivirá
por la fe. 12 Pero la ley no es por fe, sino: El que las haga,
vivirá por ellas. 13 El Mesías -nos libertó de la maldición de la
ley-, hecho maldición por nosotros (porque está escrito: Maldito todo el que es
colgado en un madero), 14 para que la bendición de Abraham llegara a
los gentiles por Jesús el Mesías, a fin de que por medio de la fe recibamos el
Espíritu prometido.”
Hay un evento en la historia del
pueblo judío referente a las maldiciones que deja entrever una postura
doctrinal que no deja a Dios aparte de cualquier acto de maldición. Es decir,
Él sería el único que puede proferir maldición (o permitirla con un propósito o
designio), y en la historia bíblica vemos que Él permitió que algunos hombres
profirieran maldición. Está más que claro en el ejemplo de Josué en el 6.26
donde profirió la siguiente maldición:
“En aquel
tiempo Josué les impuso un juramento, diciendo: ¡Maldito delante de YHVH el
hombre que se levante para reedificar esta ciudad de Jericó! ¡Al precio de su
primogénito eche sus cimientos y al de su hijo menor ponga sus portones!”.
Y esta maldición se cumplió en 1
Reyes 16.34 que dice:
“En ese tiempo
Hiel de Bet-’El reedificó Jericó: a costa de Abiram su primogénito puso los
cimientos, y a costa de Segub su hijo menor levantó sus puertas, conforme a la
palabra que YHVH había hablado por medio de Josué ben Nun.”
En el evento de Josué, quien
profiere realmente la maldición sobre la reedificación de Jericó es Dios, así
lo confirma 1 de Reyes se nos confirma que –no fue Josué quien maldijo- sino
Dios a través de Josué. Dios es el dueño de todo lo creado y nada sucede sin
que Él lo disponga o lo permita con un propósito.
Vemos pues que en la Biblia se
nos hace mención innumerables veces acerca de las maldiciones y sus
consecuencias en las personas y aun sobre la creación.
Objetos malditos (maldecidos) en la Biblia.
Basados en el punto anterior,
sobre el concepto bíblico de maldición, podemos afirmar que “todos los objetos
existentes están bajo maldición” o podemos decir que todos los objetos son
malditos. Salvo que hayan sido separados y consagrados para los propósitos de
Dios. Los creyentes, nacidos de nuevo, ya no están bajo maldición, por ello
somos llamados “santos”. Y, también se evidencia en la Biblia que muchos
objetos en el Antiguo Pacto, eran separados para ser usados en el tabernáculo y
posteriormente en el templo, tal es así que cuando fueron robados por los
babilónicos y estos los utilizaron para sus fiestas paganas, venía sobre ellos
calamidad. Esta verdad bíblica se llama “profanar” lo sagrado. Por lo tanto, en
un concepto general, todos los objetos estarían bajo una maldición. Aunque, de
manera particular, existe una “maldición por asociación” con objetos usados,
intencionalmente o separados para fines viles. Los objetos en sí mismo nada
son, salvo el uso que se les da. Por ejemplo se dice que “un cuchillo utilizado
para asesinar está maldito”. Una casa donde se practica la brujería está
maldita. Un hospital donde se trafica con órganos y se practica abortos está
maldito. Si quisiéramos hacer una lista de objetos, encontraríamos que todos
están de alguna manera “asociados” a una maldición; y de hecho lo están. Pablo
en 2 Corintios 6.14-18 dice:
“14
No estéis unidos en yugo desigual con incrédulos, pues ¿qué compañerismo hay
entre la justicia y la iniquidad? ¿Y qué comunión hay de la luz con las
tinieblas? 15 ¿Y qué concordia del Mesías con Belial? ¿O qué parte
del creyente con el incrédulo? 16 ¿Y qué acuerdo entre el santuario
de Dios y el de los ídolos? Porque nosotros somos santuario del Dios viviente,
como dijo Dios: Habitaré entre ellos y entre ellos andaré; Y seré su Dios, y
ellos serán mi pueblo. 17 Por tanto, Salid de en medio de ellos, y
separaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, 18
Y os seré por Padre, y vosotros me seréis por hijos e hijas, Dice el Señor
Todopoderoso.”
Esta es una clara advertencia que
muchos cristianos no consideran. Dios nos manda no tener ninguna comunión con
las tinieblas. La razón principal es que los cristianos ya no somos de las
tinieblas. Probablemente los cristianos de Corinto, aunque estaban bajo una
etiqueta de que eran cristianos, continuaban practicando pecado, o
involucrándose con prácticas de las tinieblas como algún tipo de culto a los
ídolos, o la hechicería. En el capítulo ocho de 1 Corintios el apóstol Pablo
detalla un problema acerca de los hermanos maduros en la Fe que no tenían
problema de comer carne que había sido ofrecida a los ídolos y les exhorta a
que no lo hagan delante de los débiles en la Fe, para no dañarlos por su falta
de conocimiento de Dios. Referente a la carne sacrificada a los ídolos dice:
“Acerca pues,
del comer de los sacrificios a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el
mundo” 1 Co 8.4
Esto se daba porque a veces, la
carne que se ofrecía a los ídolos se vendía en los mercados (1 Co 10.25) y
algunos cristianos consideraban que el comer de esa carne implicaba idolatría
(lo cual traería una maldición por asociación), pero otros cristianos
consideraban que su “conocimiento” como cristianos les capacitaba para comer de
ella sin que les afectara. Y, Pablo les dice que, aunque tengamos conocimiento,
no obstante, el amor debe estar por encima de ese conocimiento; esto es el amor
por los débiles pues la conducta de Pablo
estaba determinada no por la libertad basada en su conocimiento, sino
por su amor por el hermano débil. Pero en ningún momento se evidencia una real
influencia de la carne ofrecida a los ídolos que era comida por un cristiano
maduro.
En 1 Corintios 10.23-33 el apóstol
Pablo ofrece una aclaración sobre cómo un creyente maduro debe proceder frente
a tomar cosas u objetos que estén bajo una “maldición por asociación”. Y
podemos concluir que:
“29
… ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro? 30
Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser censurado por aquello
de que doy gracias? 31 Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra
cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.” (1 Co 10.29-31RV1960)
Conclusiones.
En
Colosenses 1.13, Pablo dice que Dios “nos ha librado de la potestad de las
tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”. La salvación trae verdadera
libertad y protección contra Satanás. En Romanos 8.37, Pablo dice que nosotros
somos verdaderos conquistadores a través de Cristo, de manera abrumadora. En 1
Corintios 15.57, él dice que Dios nos da la victoria. En 2 Corintios 2.14, él
dice que Dios siempre nos dirige al triunfo. En 1 Juan 2.13, Juan dice que
hemos vencido al malo. Y, capítulo 4.4, dice que la habitación del Espíritu
Santo es más grande que Satanás. Por lo tanto un cristiano no puede ser
influenciado por algún objeto que tenga algún tipo de “maldición por
asociación”. Las tinieblas no pueden habitar en los creyentes genuinos.
De
acuerdo a 1 Pedro 1.5, cuando Cristo reina en la vida de una persona, esa
persona es cuidada por el poder de Dios. Como resultado, “el maligno no le toca”
(1 Juan 5:18). Como el Espíritu Santo vive en un creyente, ningún demonio puede
tener estadía allí como ocupante. La morada por los demonios es solamente
evidencia de falta de una salvación genuina.
En
cambio, los incrédulos viven bajo la maldición del pecado, viven a expensas del
maligno, ellos son llamados “hijos de desobediencia” en Efesios 2.2 y también
se afirma que los incrédulos viven “conforme al príncipe de la potestad del
aire” es decir, en las vidas de los incrédulos “actúa” el maligno.
“1 En cuanto a
vosotros, estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los
cuales anduvisteis en otro tiempo, según el curso de este mundo, conforme al
príncipe de la potestad del aire, del espíritu que ahora actúa en los hijos de
desobediencia. 3 Entre ellos también vivimos todos nosotros en otro
tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de
los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás;”
Si hay
objetos que están bajo maldición, serían todos los existentes de manera
general, y de manera particular podríamos asegurar que hay objetos usados para
fines macabros, viles y hostiles contra Dios, pero no dejan de ser objetos
inertes en sí mismos aunque usados para fines de las tinieblas y del pecado. No
encontramos en la Biblia, en la doctrina apostólica, que haya objetos que en sí
mismo hayan causado un peligro para los hijos de Dios, que puedan haber
ejercido influencia demoniaca ni mucho menos que hayan trasferido una maldición
sobre ellos. Esto respondería a la pregunta ¿Pueden los cristianos acarrear las
consecuencias de relacionarse con un objeto maldito? No. No hay evidencia
bíblica de tal afirmación.
El asignarla a un objeto,
de manera arbitraria, que tienen una maldición o que está maldito, podría
recaer en la subjetividad de la persona que decide asignarle tal calificación.
Un billete con el que se le ha pagado los servicios a un brujo para “eliminar”
a otra persona, pronto estará en circulación de mano en mano y podría
llegar a las nuestras, y no por ello nos maldice.
Los cristianos debemos madurar y
escudriñar mucho más las Escrituras y no dejarnos sorprender por “vendedores de
cebo de serpiente” o por obreros que se dedican a “limpiar casas encantadas.”
Seamos responsables.
Jesús Paredes
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Bibliografía citada
1.
https://es.wikipedia.org/wiki/Maldici%C3%B3n
2. Nelson, Wilton M., Nuevo
Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000,
c1998.
3. W. T. Conner, 1976, Doctrina Cristiana, Casa Bautista de
Publicaciones, Nashville Tennessee
Que opinas de recibirle objetos a alguien que sabes que te odia y quiere verte destruido, y que es una persona que todo el tiempo maldice tu economia,tu vida, tu salud, la familia, la iglesia y te insulta y te hace daño.
ResponderEliminarCreo que no hay problema si lo recibes de manera inconsciente. Pero si lo recibes de manera consciente tendrás problemas de conciencia, si algo te sale mal, vivirás pensando que fue por el objeto que te dio tu enemiga.
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