domingo, 22 de junio de 2025

¡No os embriaguéis con jugo de uva!


 

¡No os embriaguéis con jugo de uva!


El contenido de alcohol en los vinos del mundo antiguo (como los que se usaban en tiempos bíblicos) dependía de su etapa de fermentación, las prácticas culturales y el clima, pero podemos hacer una estimación razonable basada en estudios históricos y enológicos:

1. Vino nuevo (recién fermentado o en proceso).
Su contenido de alcohol es estimado de 2% a 6% ABV (Alcohol By Volume). Por qué tan bajo: El proceso de fermentación apenas iniciaba o era interrumpido. Había mayor cantidad de azúcar sin fermentar (residual). Muchas veces se consumía antes de completar su fermentación. Riesgo: Al seguir fermentando, generaba gas (CO₂), por eso no se podía guardar en odres viejos (Lucas 5:37).

Vino nuevo (griego: νέος οἶνος – néos oínos). Vino que ha sido producido recientemente, es decir, dentro del mismo año de la cosecha. Se refiere a un vino no fermentado completamente o en sus primeras etapas de fermentación.

Características: Sabor más dulce o agrio: Dependía de cuánto tiempo llevaba fermentando. Mayor contenido de azúcar residual.

Menor contenido alcohólico, si la fermentación aún no era completa. Más inestable: Continuaba fermentando y generando gas (CO₂), lo que podía romper los odres si no eran nuevos y elásticos (Lucas 5:37). Turbio o poco claro: No había pasado por decantación ni estabilización. Se consumía pronto después de la cosecha, especialmente en festividades.

Uso típico: Se usaba para celebraciones inmediatas, fiestas, o como bebida diaria. Era más barato y accesible. No se valoraba por su “calidad” sino por su disponibilidad.

2. Vino añejo (fermentado y madurado).
Su contenido de alcohol estimado de 10% a 12% ABV, ocasionalmente hasta 14%, si las condiciones lo permitían (uva muy dulce, fermentación completa). Por qué más alto: El azúcar se convertía completamente en alcohol. Se almacenaba en ánforas selladas o vasijas de barro (con resina o cera). Con el tiempo, ganaba en estabilidad, sabor y concentración alcohólica. Nota cultural: Los griegos y romanos solían rebajar el vino añejo con agua (hasta 2 o 3 partes de agua por 1 de vino) para evitar embriaguez, lo que sugiere que el vino fuerte era conocido y reservado para ocasiones específicas.

Vino añejo (griego: παλαιὸς οἶνος – palaiós oínos). Era un vino que ha sido almacenado durante años en condiciones controladas (en vasijas de barro o ánforas selladas) y que ha completado su proceso de fermentación y maduración.

Características: Sabor más refinado: Menos dulce, más redondeado y complejo. Mayor contenido alcohólico, al haberse completado la fermentación. Más estable: Ya no producía gas, por lo tanto seguro para guardar en odres viejos. Color más oscuro y aroma más fuerte.
Considerado de mejor calidad.

Uso típico: Reservado para ocasiones especiales, banquetes, invitados distinguidos (Juan 2:10). Más caro y valorado. Asociado con experiencia, madurez y prestigio.

Implicaciones culturales del vino añejo.
En el contexto judío y grecorromano: El vino añejo era preferido porque su calidad era probada. Representaba sabiduría, confiabilidad y estabilidad. Era costumbre mezclarlo con agua, a veces caliente, para evitar embriaguez o para suavizarlo (Plinio el Viejo, Historia Naturalis XIV).

Comparación moderna (para referencia):
- El vino nuevo (de tiempos bíblicos) tenía de 2–6% de alcohol (como una cerveza moderna).
- El vino añejo (de tiempos bíblicos) tenía entre 10–14%.
- El vino de mesa moderno tiene entre 11–14% de alcohol.
- El vino fortificado (como el vino oporto) tiene de 15–20% (le han añadido alcohol)

¿Jesús tomaba vino fermentado?
La expresión "fruto de la vid" que Jesús menciona, por ejemplo en Mateo 26:29: “Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre”, puede referirse tanto al jugo de uva como al vino fermentado (vino nuevo o añejo), dependiendo del contexto. Pero en el contexto histórico y cultural de la Última Cena, lo más probable es que se refiera al vino fermentado, aunque de baja graduación.

¿Qué significa “fruto de la vid” bíblicamente?
Es una expresión amplia que incluye todo lo que se produce de la vid (la planta de la uva), especialmente el jugo de uva en todas sus formas: (a) jugo recién exprimido (no fermentado), (2) vino parcialmente fermentado (vino nuevo) o (3) vino completamente fermentado (vino añejo)

El término griego usado en Mateo 26:29 es: γενήματος τῆς ἀμπέλου (genēmatos tēs ampelou) = "producto / fruto de la vid"

Es un término genérico, no técnico. Jesús no usó la palabra específica para vino fermentado (oinos), sino una expresión deliberadamente más amplia.

Pero ¿qué usaban los judíos en la Pascua?
Durante la Pascua judía (el contexto de la Última Cena), el “fruto de la vid” era vino fermentado, aunque usualmente rebajado con agua (hasta 1 parte de vino por 3 partes de agua). No era jugo fresco, ya que la Pascua ocurría meses después de la cosecha, y el jugo sin fermentar no se conservaba bien sin fermentación o sin ser hervido y sellado (técnicas que existían pero eran poco comunes).

Entonces, ¿qué bebió Jesús?
Muy probablemente era vino fermentado, diluido, como se acostumbraba en los banquetes judíos. Pero Jesús lo llamó “fruto de la vid” para enfocarse en su origen, no en su nivel de fermentación.

¿Los corintios usaban vino fermentado para la Santa Cena?
La advertencia del apóstol Pablo a los corintios sobre no emborracharse durante la Cena Dominical (1 Corintios 11:20–22) sí implica que el vino que usaban en la Santa Cena era vino fermentado, con contenido alcohólico suficiente como para causar embriaguez si se tomaba en exceso.

El texto clave: 1 Corintios 11:20–21: “Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor. Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga.” (1 Corintios 11:20–21, RVR1960)

¿Qué pasaba en Corinto?
La Cena del Señor en la iglesia primitiva se celebraba en el contexto de una comida comunitaria o “ágape”. Algunos llevaban su propio pan y vino, y no esperaban a los demás. Los ricos comían en abundancia, y los pobres pasaban hambre. Algunos bebían tanto del vino que acababan embriagándose, lo que era una grave falta de reverencia hacia el sacramento.

¿El vino de la Cena Dominical tenía alcohol?
Sí. El verbo griego que usa Pablo para “embriagarse” es μεθύω (methýō), que literalmente significa estar borracho por el consumo de vino alcohólico. Este verbo no se aplicaría a "jugo de uva" sin fermentar o a bebidas simbólicas.

Esto confirma que: El vino utilizado en la Cena del Señor era fermentado. La iglesia de Corinto no usaba solo una pequeña porción simbólica como hoy, sino que la cena incluía consumo real de vino y comida, probablemente con el estilo de un banquete (aunque espiritualmente mal aplicado).

Pablo no condena el uso del vino, sino el abuso y la irreverencia.

Testimonio histórico y patrístico.
Justino Mártir (siglo II) describe que en la Cena del Señor se usaba “pan y una copa de vino con agua”. La práctica normal en el mundo antiguo (judío y grecorromano) era usar vino real pero diluido.

En resumen: los cristianos del primer y posteriores siglos sí llevaban vino fermentado a la Cena del Señor. Pablo advierte contra el abuso del vino, no contra su uso. La embriaguez durante un acto sagrado era una profanación del sacramento. Su reprensión es un llamado a tomar la Cena con disciplina, amor mutuo y reverencia.

¿Pueden los cristianos beber vino fermentado?

“Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica” (1 Corintios 10:23).

Sí, un cristiano puede beber vino fermentado. La Escritura no prohíbe el consumo de vino, pero sí condena claramente la embriaguez. El vino, como toda buena dádiva creada por Dios, puede usarse correctamente o abusarse. Y como tantas otras cosas, no es el objeto en sí el problema, sino el corazón humano que lo utiliza.

Las Sagradas Escrituras están lejos de promover el legalismo que afirma que el vino es inherentemente pecaminoso. El mismo Señor Jesucristo transformó agua en vino en las bodas de Caná (Juan 2), y no en vino simbólico ni en jugo de uva sin fermentar, sino en vino real —tanto así que el maestro sala exclamó que era mejor que el primero. Además, en la última cena con sus discípulos, Jesús compartió “el fruto de la vid”, una copa que, en el contexto cultural y litúrgico judío, contenía vino fermentado diluido, como era costumbre.

Pablo incluso exhorta a Timoteo: “No bebas agua solamente, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades” (1 Timoteo 5:23). Claramente, no era un tabú para el apóstol recomendar vino con fines medicinales o recreativos, si se usaba con prudencia.

Entonces, ¿dónde está el límite? La Escritura traza la línea en la embriaguez, no en el consumo moderado. Efesios 5:18 ordena: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu.” El problema no es el vino, sino el dominio del vino sobre el alma. El cristiano está llamado a ser sobrio, templado, dueño de sí mismo, porque el fruto del Espíritu es dominio propio.

Ahora bien, no todos los creyentes deben ejercer esta libertad de la misma forma. La conciencia es un elemento vital de la ética cristiana. Romanos 14 nos enseña que si alguien considera que beber vino es pecado, entonces para él lo es; no porque el vino sea impuro, sino porque actuar en contra de la conciencia es pecado.

En resumen: el vino es un don de Dios (Salmo 104:15), pero como todo don, puede ser usado para la gloria de Dios o para la ruina del alma. El creyente maduro no se deja gobernar por libertades sin sabiduría, ni por legalismos sin gracia. En todo, Cristo es el Señor, incluso del vino.

¡Piensa en esto cristiano!

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