Una crítica reformada al milenio literal dispensacionalista
A menudo formulo una pregunta a mis hermanos dispensacionalistas que, hasta ahora, permanece insatisfecha. Digo "insatisfecha" no porque falte una respuesta, sino porque la que se ofrece generalmente no se apoya en un testimonio bíblico claro, sino en una cadena de inferencias derivadas de una premisa ya inferida. La pregunta es la siguiente:
¿Con qué cuerpo ingresará al supuesto Reino Milenial una persona que no fue llevada en el Rapto, sobrevivió a los siete años de la Gran Tribulación, presenció la gloriosa Segunda Venida del Señor, y, en ese contexto, creyó sinceramente en Cristo y se convirtió en un verdadero cristiano?
El dispensacionalismo es un sistema teológico que interpreta la historia redentora en distintas etapas o "dispensaciones", cada una con sus propias características y exigencias. Esta escuela sostiene una escatología futurista y propone un reino milenial literal (Apocalipsis 20:1–6), que comenzará inmediatamente después de la Segunda Venida de Cristo. Según esta perspectiva, durante el Milenio cohabitarán santos glorificados con personas no regeneradas en cuerpos naturales. En este contexto, se argumenta que habrá aún pecado, muerte, y crecimiento poblacional en la tierra.
Charles Ryrie, uno de los exponentes más influyentes del dispensacionalismo, lo expresa así:
“Este reino no solo abarcará el reinado de Cristo con su pueblo, quienes entonces tendrán cuerpos resucitados, sino también el reinado de Cristo sobre las personas de la tierra, que tendrán cuerpos no resucitados. Si solo hubiese santos resucitados en el reino, entonces no habría muerte, ningún aumento de población, y ninguna diferencia de edad, de las cuales cosas hay indicios de que estarán presentes en el reino”
(RYRIE, Teología Básica, 1993, p. 559).
Desde la teología reformada o del pacto, esta propuesta presenta serias inconsistencias tanto teológicas como bíblicas. El teólogo Louis Berkhof cuestiona la posibilidad de una coexistencia entre dos humanidades escatológicas:
“Es imposible entender cómo una parte de la vieja tierra y de la humanidad pecadora pueden existir al lado de la otra parte de la tierra que ya se considera nueva y de una humanidad que está glorificada. ¿Cómo pueden los santos perfectos, con cuerpos glorificados tener comunión con pecadores en la carne?”
(BERKHOF, Teología Sistemática, 2005, p. 856).
Definiciones clave: ¿Qué entendemos por "Milenio" y "Reino"?
El término milenio proviene de Apocalipsis 20:1–6, donde se menciona un reinado de mil años. Mientras el dispensacionalismo interpreta este pasaje literalmente como un reinado terrenal futuro, la teología reformada suele entenderlo de manera simbólica como el período entre la primera y la segunda venida de Cristo, durante el cual Cristo reina desde el cielo sobre su Iglesia (posición amilenial).
En cuanto a reino, tanto Jesús como los apóstoles lo describen como una realidad ya inaugurada (cf. Mateo 12:28; Colosenses 1:13), en desarrollo (1 Corintios 15:25), y que se consumará en la venida final de Cristo (Mateo 25:31–34). Este marco escatológico integral es incompatible con la idea de un reinado provisional en la tierra que incluya muerte y pecado.
El concepto de secta, aunque no es central en este análisis, se reserva para grupos que se apartan de doctrinas cristianas esenciales. El dispensacionalismo, si bien se mantiene dentro del cristianismo evangélico, representa una desviación sustancial en su visión escatológica respecto de la tradición histórica reformada.
El argumento bíblico: ¿Habrá muerte después de la Segunda Venida?
El apóstol Pablo es claro en 1 Corintios 15:50–54:
“La carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción... cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción... entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.
Este texto subraya que la consumación del Reino implica el fin definitivo de la muerte. No hay espacio para un período posterior en el que la muerte persista, por más “milenial” que sea. La secuencia que Pablo establece en 1 Corintios 15:23–26 refuerza esta interpretación:
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Cristo resucita como primicia;
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Luego, “los que son de Cristo, en su venida”;
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Entonces viene el fin, cuando entrega el Reino al Padre;
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El último enemigo destruido es la muerte.
Anthony Hoekema, teólogo reformado, lo resume con claridad:
“No hay lugar en la enseñanza del Nuevo Testamento para un reino intermedio en el que algunos aún mueran mientras otros ya han sido glorificados”
(HOEKEMA, The Bible and the Future, 1979, p. 228).
Geerhardus Vos también sostiene que:
“La parusía no introduce una fase intermedia, sino la consumación misma del Reino. El reinado actual de Cristo desde el cielo es el cumplimiento del Salmo 110:1”
(VOS, The Pauline Eschatology, 1930, p. 52).
Además, textos como 2 Pedro 3:10–13 muestran que en la Segunda Venida el cosmos presente será destruido, dando lugar a “nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia”. No se menciona ningún período intermedio.
Objeciones dispensacionalistas y respuestas reformadas
Algunos defensores del milenio literal apelan a pasajes como Isaías 65:20 para sostener que aún habrá muerte en una era futura. Sin embargo, la interpretación reformada de tales textos reconoce el uso de lenguaje profético simbólico, que proyecta realidades espirituales y escatológicas en términos terrenales para la comprensión del pueblo de Israel.
Como afirma Meredith Kline:
“Las profecías del Antiguo Testamento sobre el futuro glorioso deben interpretarse a la luz del cumplimiento en Cristo, no como esquemas cronológicos literales”
(KLINE, The Structure of Biblical Authority, 1975).
La Escritura, leída a través del lente del Nuevo Testamento, enseña que no hay un regreso al mundo actual después de la venida gloriosa de Cristo. La muerte será abolida, no contenida ni suspendida.
Conclusión: Coherencia escatológica y consumación final
La propuesta dispensacionalista de un Milenio literal poblado por santos glorificados y personas aún caídas plantea una grave disyunción entre redención y consumación. La escatología bíblica, entendida desde la teología reformada, no admite la coexistencia de corrupción e incorrupción una vez que Cristo regrese en gloria.
La esperanza cristiana no apunta a un reino provisional en la tierra, sino a la resurrección final, el juicio definitivo y la nueva creación donde la justicia habita de forma permanente. En ese Reino, la muerte ya no existirá, y los redimidos gozarán de comunión perfecta con Dios, sin mediaciones terrenales, ni interrupciones temporales.
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