Se afirma que las mujeres cristianas no deben usar maquillaje, ni joyas, ni pintarse ni recortarse el cabello, ni mejorar su aspecto con un traje elegante; es decir no deben “adornarse” porque es pecado y no le agrada a Dios.
¿Cuál es texto que sacan de su contexto?
“Aquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas, los collares, los pendientes y los brazaletes, las cofias, los atavíos de las piernas, los partidores del pelo, los pomitos de olor y los zarcillos, los anillos, y los joyeles de las narices, las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas, los espejos, el lino fino, las gasas y los tocados.” Isaías 3:16-23 (RVR1960)
¿Por qué es un texto mal interpretado?
Estas afirmaciones son muy comunes
y doctrinalmente fundamentadas en la mayoría de iglesias pentecostales y en
otras confesiones evangélicas de corte similar. La intención inicial surge
del sincero deseo de agradar a Dios en las formas externas, en la apariencia.
El problema es la consecuencia que trae: LEGALISMO.
En una forma muy
sencilla podemos decir que el legalismo consiste en tratar de ganar el favor de
Dios a través de nuestra obediencia a un conjunto de reglas inventadas por los
hombres. El problema del legalista es que no descansa plenamente en la obra de
Cristo para ser aceptado por Dios o para ser bendecido por Él, sino en su
propia conformidad a un estándar de conducta previamente establecido. Mientras
el evangelio nos mueve a la obediencia por el hecho de haber sido aceptados por
Dios de pura gracia, el legalismo nos dice que debemos obedecer para ser
aceptados. En el evangelio la aceptación delante de Dios viene primero y la
obediencia después. En el legalismo es a la inversa: la obediencia viene
primero para lograr ser aceptados. Todo gira en torno a lo que hacemos o a lo
que dejamos de hacer. Y para sustentar estas doctrinas utilizan Textos Fuera de
Contexto.
En el CONTEXTO de los primeros
capítulos del libro de Isaías encontramos que no hay un enfoque doctrinal o teológico
respecto a “cómo deben vestirse las mujeres cristianas”. Por el contrario
encontramos que los primeros capítulos son de juicio contra Judá, (ver Isaías
1.1-12.6). Isaías profetizó durante la crisis causada por la expansión
del Imperio Asirio. Isaías sirvió en los años del 740–760 a.C. Ejerció su
ministerio en Jerusalén (7.1–3; 37.2) desde el año de la muerte del gran rey
Uzías (ca. 740), y a lo largo de los reinados de Acaz y Ezequías (1.1; 6.1; cf.
2 R 15–20; 2 Cr 26–32).
En el CONTEXTO de Isaías 3:16-26, Dios establece un castigo,
figuradamente; a las hijas de Sión, contra los varones que van a la guerra y
caen sin fuerza, así como también a la ciudad que caerá en manos de los
enemigos ya que “sus puertas se entristecerán y enlutarán”.
Concluimos que
Dios castiga a su pueblo, a Judá; y figuradamente le quita todo aquello que
representa lo hermoso, lo alegre, los vestidos de fiesta, las joyas y perfume.
Y en lugar de todo esto lo deja pobre, maloliente y desarreglado. Esto de
ninguna manera es el trato que Dios da a las cristianas hoy en día.
¡Dios nos guarde!
Jesús Paredes
¡Dios nos guarde!
Jesús Paredes
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