El avivamiento espiritual es un tema querido por la iglesia cristiana, históricamente marcado por períodos de intensa renovación de la fe, compromiso con las Escrituras y transformación de vidas. Sin embargo, una tendencia inquietante se ha manifestado en algunos círculos cristianos contemporáneos: la búsqueda de avivamientos basados casi exclusivamente en emociones, sin la profundidad bíblica adecuada.
Este fenómeno se caracteriza por reuniones en las que se hace hincapié en experiencias emocionales intensas, como el llanto, la risa, la caída al suelo, entre otras manifestaciones físicas, consideradas por muchos como signos incuestionables de la presencia y acción del Espíritu Santo. Sin embargo, la experiencia emocional, aislada de la sana enseñanza de las Escrituras, es insuficiente para sostener el verdadero avivamiento.
La historia de la iglesia nos muestra que los avivamientos genuinos siempre han estado acompañados de un regreso a las Escrituras, la predicación centrada en el evangelio, y un énfasis en la conversión genuina y la santificación de la vida. Estos elementos fundamentales parecen notablemente ausentes en movimientos que dan prioridad a las emociones sobre la verdad bíblica.
La Palabra de Dios nos advierte acerca de la necesidad de discernimiento espiritual, advirtiéndonos contra falsos profetas y enseñanzas que se apartan de la sana doctrina (Mateo 7:15; 2 Timoteo 4:3-4). El apóstol Pablo insta a los creyentes a ser transformados mediante la renovación de la mente, para que puedan discernir la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto (Romanos 12:2). Esto implica un compromiso con el estudio y la comprensión de la Biblia, y no simplemente buscar experiencias emocionales.
Un avivamiento que se basa únicamente en emociones corre el riesgo de promover la espiritualidad superficial, que no produce un cambio duradero en el carácter y la vida de las personas. Sin anclaje en verdades bíblicas, los creyentes pueden volverse vulnerables a todo viento de doctrina, impulsados por experiencias subjetivas que no resisten el escrutinio de la Palabra de Dios.
Es crucial que la iglesia reconozca la importancia de las emociones en la vida espiritual, porque Dios nos ha creado como seres emocionales. Sin embargo, las emociones no pueden ser la base de nuestra relación con Dios ni el criterio por el cual evaluamos la verdad de Su Palabra. El verdadero avivamiento debe caracterizarse por un profundo amor y un firme compromiso con las Escrituras, lo que lleva a la obediencia que brota de un corazón transformado por el Evangelio.
Además, un avivamiento basado en emociones tiende a ser efímero. La búsqueda continua de experiencias emocionales intensas puede conducir a depender de tales experiencias, como si fueran la principal evidencia de la presencia de Dios, distrayendo la atención del crecimiento espiritual sostenible, el discipulado y el servicio desinteresado, que son sello distintivo de la fe cristiana madura.
La necesidad de profundidad bíblica en un avivamiento no es un llamado al intelectualismo frío, sino al equilibrio, donde la mente y el corazón están igualmente involucrados en la adoración de Dios. El conocimiento de las Escrituras alimenta el corazón, produciendo una fe robusta que se expresa en amor por Dios y otros.
Por lo tanto, mientras anhelamos avivamientos que renueven la iglesia y la sociedad, es imperativo que busquemos un resurgimiento que esté arraigado en la verdad de las Escrituras. Un avivamiento que transforma no sólo nuestras emociones, sino nuestras mentes y vidas, alineándonos más estrechamente con la voluntad de Dios revelada en su Palabra. Esta es la ruta hacia el avivamiento duradero, que produce frutos de justicia, amor y verdad en el cuerpo de Cristo y en el mundo.
0 comentarios:
Publicar un comentario