Isaías profetiza la destrucción de Babilonia aproximadamente en el año 730 a.C
Isaías 13
"Profecía sobre Babilonia, revelada a Isaías hijo de Amoz: Vienen... Jehová y los instrumentos de su ira, para destruir toda la tierra. Aullad, porque cerca está el día de Jehová; vendrá como asolamiento del Todopoderoso... He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor... haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar, en la indignación de Jehová de los ejércitos, y en el día del ardor de su ira... He aquí que yo despierto contra ellos a los medos, que no se ocuparán de la plata, ni codiciarán oro... Babilonia, hermosura de reinos y ornamento de la grandeza de los caldeos, será como Sodoma y Gomorra, a las que trastornó Dios. Nunca más será habitada, ni se morará en ella de generación en generación..."
1) Viene Jehová.
El lenguaje profético dice que "Jehová viene". Esto no significa que, literalmente, Dios haya venido hasta la tierra de Babilonia para destruirla. Así es el lenguaje profético. El pasaje y su contexto, además del cumplimiento de esta profecía, nos ayudan a entender que cuando el lenguaje profético dice "viene Jehová" se está refiriendo al lenguaje de Juicio contra sus enemigos, o contra los violadores del Pacto, no es que literalmente Jehová viene.
2) Los instrumentos de su ira.
En este caso, no es difícil entender el lenguaje profético de "instrumentos de su ira" puesto que siempre (o casi siempre) son ejércitos enemigos del pueblo o nación que son objeto de su ira. En Isaías 13 Dios mismo revela que los "instrumentos de su ira" son los ejércitos de los medo-persas. Quienes tomaron por asalto Babilonia en el año 539 a.C. una noche cuando Belsasar, nieto de Nabucodonosor, rey de Babilonia estaba profanando los utensilios sagrados del culto de Jehová y apareció una escritura en la pared que anunciaba su ruina (Daniel 5).
3) El Día de Jehová.
En el lenguaje profético, el Día de Jehová es "el día del juicio". En el caso de Babilonia, el Día de Jehová, terrible, de indignación y de ira, no es otra cosa que el Día del Juicio contra Babilonia. Cada vez que leemos "Día de Jehová" es un "día de juicio", es como pequeñas representaciones del último Gran Día del Señor, o Día del Juicio Final. Esto significa que debemos hacer una discriminación en las Escrituras cada vez que leemos "Día de Jehová" o "Día del Señor" porque algunas veces se refieren a juicio locales y temporales y otras veces se refiere al "Día Final" o "Día Postrero" (Juan 11.24-25).
4) Juicio contra la tierra y sus moradores.
En el lenguaje profético también es común referirse a "la tierra" y "sus moradores" tanto a la región de la ciudad o nación objeto de su juicio así como a las personas que la habitan. El lenguaje profético da la impresión que el profeta Isaías está refiriéndose a TODA LA TIERRA (que hoy nosotros conocemos) y a TODOS LOS HABITANTES (que hoy somos) pero eso no es así de ninguna manera. El lenguaje profético tiene esa característica pero del contexto podemos deducir que no es así, "toda la tierra" se refiere a la tierra de Babilonia y "todos sus habitantes" se refiere a los habitantes de Babilonia. Así cuando leamos otra profecía contra otra ciudad como Jerusalén por ejemplo, si dice "los moradores de la tierra" o "lamentarán todas las tribus de la tierra", se está refiriendo a sus habitantes y no al mundo entero (Mat 24.30; Ap 1.7 por ejemplo).
5) Caos y alteración cósmica.
El lenguaje profético trae a la mente del lector la idea de alteraciones cósmicas. Que el sol deje de alumbrar, se mueva de su eje, o se caiga, así como la una y las estrellas; nuevamente es una forma de expresar la relevancia del juicio de Dios, contra los gobernantes poderosos y las naciones mismas. La gente de la antigüedad entendía que hay un orden cósmico y que su alteración era evidencia del fin del mundo, de catástrofes y la ruina final, por lo tanto siempre estaba asociada al "fin del mundo" (hasta hoy).
¿Es esto así?
No, su cumplimiento de esta y otras profecías nos ayuda a entender que, no se trata de "estrellas cayendo a la tierra" sino de Dios imponiéndose contra las naciones y sus gobernantes, apagándoles su luz y poniéndolos en tinieblas, así como tirándolos por tierra humillándolos y haciéndoles ver quien es el Soberano.
6) Ser como Sodoma y Gomorra.
En el lenguaje profético, que una nación reciba la sentencia de ser comparada con Sodoma y Gomorra solamente es una forma de confirmar el juicio de Dios contra aquella nación. En el lenguaje profético de toda la Biblia, incluido el lenguaje del Apocalipsis, también ser comparado con Babilonia es sentencia de juicio. En Apocalipsis 11.8 se dice de Jerusalén que es como Sodoma y Egipto: "Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado".
La Impresión Profética
¿Sabían Isaías y sus lectores que ese Gran Día de Jehová no era el Fin del Mundo? ¿Isaías recibía impresiones proféticas como tal o recibió una hoja con un cronograma de juicios y eventos uno después de otro? No, ni el profeta Isaías, ni Jeremías, ni Daniel, ni Ezequiel recibieron un cronograma de eventos escatológicos, ellos recibían impresiones proféticas, para ellos no era raro que creyeran que después de un Gran Dia de Jehová venía el Reino Mesiánico y la entrada al siglo venidero (Era Por Venir).
Cuando llegó Pentecostés, Pedro dijo: "...esto es lo dicho por el profeta Joel" refiriéndose a la llegada del Espíritu Santo sobre la Iglesia, pero Pedro, inspirado por el Espíritu Santo, asoció esto a la profecía escatológica de Joel 2.28-32; pero debemos notar que en esa profecía se tiene un lenguaje profético similar al de los otros profetas, veamos:
"Y daré prodigios arriba en el cielo, Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de humo; El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, Antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto; Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo". (Hechos 2.19-21)
Pedro está diciendo que la llegada del Espíritu Santo en Pentecostés es el cumplimiento del "Gran Día de Jehová" anunciado por Joel, pero no es el Día Final sino que hoy entendemos que se trataba del juicio de Dios contra Jerusalén en el que a su remanente salva del juicio, y los que son objeto de su ira los lleva a juicio, el cual sucedió con la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C.
Dios dijo en Malaquías "he aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible", y sabemos que ese "Elías" no era otro sino Juan el Bautista, quien a su vez entendió que el "día de Jehová, grande y terrible" estaba a la puertas, pero hoy sabemos que se refería al juicio contra la Ciudad Terrenal.
¿Sabía Joel, Juan el Bautista o Pedro que entre la llegada del Espíritu Santo y la destrucción de Jerusalén había un lapso de casi cuarenta años? No, ellos entendieron la profecía como una impresión única, pero tras de ella había otros cumplimientos en el plan de Dios. Esto nos lleva a concluir que cada vez que Jesucristo habló de "la Venida del Hijo del Hombre" en Mateo 10.23; 16.28; 24.27,29-30; 26.64 (y sus paralelos) utilizando lenguaje profético estaba hablando del Juicio contra Jerusalén y no del Juicio Final.
CONCLUSIÓN
El lenguaje de las impresiones proféticas nos muestran que hay varios "días del Señor", pero la revelación de la Biblia también nos muestra que hay un Gran Día del Señor: el Día del Juicio Final. Los profetas y sus lectores siempre asociaron las profecías del Gran Día de Jehová como el juicio final o el fin del mundo para luego entrar al reino mesiánico. Los profetas no recibieron un gráfico cronológico de todos los eventos escatológicos, ellos recibieron impresiones proféticas. Si esto es así, qué nos hace creer que Jesús no está hablando del juicio contra Jerusalén acaecido en el año 70 d.C. cada vez que anunció "la Venida del Hijo del Hombre".
Creemos que la Venida del Hijo del Hombre no es otra cosa sino el juicio contra Jerusalén ocurrido en el año 70 d.C.
¡Piensa en esto!
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