domingo, 29 de marzo de 2020

¿El Ayuno Dominical?




"Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas ayunar mientras está con ellos el esposo? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar. Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán." (San Marcos 2.19-20).

Un fenómeno curioso en la espiritualidad evangélica en Perú es lo que podemos llamar el Ayuno Dominical. Digo que es curioso porque en términos históricos el ayunar en el día domingo es algo novedoso. Ha sido característica de grupos no ortodoxos en el pasado, y también es la práctica de los Mormones en el día de hoy, pero los cristianos históricos siempre han evitado el ayuno en el día domingo. 

Desde el tiempo más antiguo el primer día de la semana se ha conocido entre los cristianos como el Día del Señor (ver Apoc 1.10; Didache 14.1, entre muchos). De hecho, el nombre "domingo" viene de la palabra "dominus" en latin que significa "señor". En otras palabras, cuando nosotros decimos "el día domingo" literalmente estamos diciendo "el día del Señor". ¿Y cómo llegó este día a llamarse así? Los primeros cristianos pusieron este nombre porque era el día de la resurrección de Jesús, el día en que Él dio inicio a la nueva creación. 

Era un día de victoria cuando Él rompió la puerta de la mazmorra de muerte y conquistó a nuestro gran enemigo. Los primeros cristianos no ayunaban en el día domingo porque lo consideraban un día de gozo, celebración, y fiesta y no de luto, arrepentimiento, o "aflicción del alma" (Lev 16.29, 31; 23.27, 32).

Ilustramos esto con tres documentos históricos. El primero, la Didascalia de los apóstoles, escrito alrededor del año 230 d.C., incluye una sección citando una tradición del Señor en que Él supuestamente instruía a sus apostoles después de la resurrección, acerca del ayuno diciendo:
"No es licito ayunar en el día domingo porque este día es el día de mi resurrección." (38.15)

Otro documento, los Cánones apostólicos, fue escrito alrededor del año 350 d.C. y circulaba en varias formas hasta que se juntó con otro documento llamado las Constituciones apostólicas alrededor del año 375 d.C. Ambos son documentos para guiar a los pastores en su labor de cuidar y gobernar la grey de Dios. El canon 64 del primer documento dice lo siguiente:
"Si alguien del clero es visto ayunando en el día del Señor, o un sábado, salvo solamente uno [es decir, el sábado de la semana santa], que sea destituido. Si es laico, que sea excomulgado." 

El tercer documento (que incluye el anterior) es lo que ya mencionamos, es decir, las Constituciones apostólicas, y dice lo siguiente:
" . . . cada día del Señor, deben observar sus asambleas solemnes con regocijo: será culpable de pecado cada persona quien ayuna en el Día del Señor, siendo el día de su resurrección." (v.20)

Parece que el redactor de las Constituciones quiso incluir esta última cita, además de la que se encuentra independientemente en los Cánones, para contradecir al hereje Eustacio de Sebaste. Este monje arriano causó una controversia sobre su disciplina rigurosa en las iglesias en Asia Menor. Parte de ella era el ayuno dominical que practicaban los miembros de su comunidad. 

No sólo las Constituciones, sino también varios concilios trataron el asunto y tomaron la misma postura de los Cánones apostólicos, es decir, que el día domingo no es tiempo de ayuno ni de "afligir el alma", más bien es la fiesta principal de la Iglesia.

Pero, más importante que la historia, ¿Cuál es la perspectiva Bíblica del asunto? Me parece que la practica en Perú viene de un deseo noble y piadoso. En muchas partes del mundo cristiano de hoy, ni saben lo que es el ayuno, y nunca lo practican. Entonces, los que desean dedicar el día en esta manera a la oración y la comunión con Dios, están mostrando una consagración mucho mayor de lo que muestran los muchos que no practican ningún ayuno. 

Sin embargo, una reflexión Bíblica sobre el significado del Día del Señor nos puede ayudar en orientar mejor este buen deseo.

Es interesante notar que el nombre dado al primer día de la semana por los Apóstoles (Apoc 1.10) está ligado al concepto escatológico del día de juicio (Isa 13.6, 9; Jer 46.10; Ezeq 13.5; 30.3; Joél 1.15; 2.1, 11, 31; 3.14; Amos 5.18, 20; Abd 15; Sof 1.7, 14; Mal 4.5; 1 Cor 5.5; 1 Tes 5.2; 2 Tes 2.2; 2 Ped 3.10). En sí, el día del Señor es el día cuando viene Jesús para juzgar el mundo y vindicar a sus santos. 

Es el día en que los injustos serán castigados y los creyentes en Cristo Jesús recibirán el Reino preparado para ellos. Es el día en que Cristo invitará a los suyos para que participen con Él en la "fiesta de las bodas del Cordero" (Apoc 19). Para el cristiano, entonces, el día del Señor (día de juicio) será un día de tremendo gozo y alegría.

Pero, cuando pensamos en el día del Señor semanal (es decir, el domingo) vemos que tiene una relación estrecha con el sentido escatológico (es decir, el día de juicio). Es el día cuando todos los cristianos en todo el mundo se reúnen para adorar a Dios y renovar su pacto con Él. 

Nos presentamos ante su trono celestial para escuchar su Palabra. Jesucristo está presente porque nos reunimos en su nombre. Él es el Anfitrión en el banquete espiritual de la Cena del Señor que prefigura las Bodas del Cordero (Mat 26.29). Es un día cuando Jesús viene a inspeccionar y disciplinar a su pueblo (1 Cor 11.27-34). 

Las cartas a las siete iglesias en el libro de Apocalipsis presumen precisamente este contexto. San Juan decía en Apoc 1.10 que estuvo "en el Espíritu en el día del Señor". Decir que estuvo "en el Espíritu" lleva el sentido de que estuvo orando o adorando (Juan 4.23; 1 Cor 14.2; Ef 6.18). Decir "día del Señor" habla del día domingo. 

En otras palabras el Señor se está dirigiendo a cada una de las siete iglesias en su culto dominical y dice que Él esta llegando a inspeccionarlas. O les elogia o les corrige. Depende de la fe y fidelidad de cada congregación. Hay que notar que sus palabras a la iglesia en Laodicea ponen hincapié en el contexto del culto dominical con la Cena del Señor:
"Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo." (Apocalipsis 3.19-20)

El Señor propone entrar a cenar con los cristianos en Laodicea en su asamblea dominical. Lo que encontramos aquí es el mismo tema de 1 Corintios 11. Cada día del Señor (domingo) celebramos en miniatura (o como un pequeño anticipo) el día escatológico del Señor (día de juicio). Esperamos y anhelamos este día cuando Jesucristo viene a juzgar a los que maltratan a su pueblo, a quitar de nuestro rostro toda lagrima, y rescatarnos de todo sufrimiento. Será un día de gozo y alegría. 

Pero lo bueno y lo maravilloso del día del Señor (domingo) es que en ello, empezamos a disfrutar ya un bonito anticipo de las bendiciones celestiales. A los que no están preparados con vestido de boda (Mat 22.11) no les será experiencia agradable, pero a todo aquel que ha lavado su ropa (Apoc 22.14) tendrá la experiencia maravillosa ahora de cenar con Cristo y tener una rica comunión con Él.

En el pasaje citado arriba al inicio del articulo, el Señor explica el principio fundamental del ayuno. En los días de su ministerio terrenal, los discípulos no ayunaban porque tuvieron consigo el Esposo. La figura principal que usaba Jesús en toda su enseñanza para hablar del Reino de Dios era la de la fiesta, el banquete, o la boda (Mat 8.11; 9.10-17; 14.15-21; 15.32-38; 22.2-13; 25.1-13; Mar 2.15-20; Luc 5.29-35; 7.33-35; 12.35-37; 13.28-29; Juan 2.1-11). 

Con la presencia del Esposo celestial no era apropiado ayunar. Mas bien, era tiempo de gozo y alegría. Por eso la costumbre del Señor era de festejar y celebrar con los pobres, los publicanos, y las prostitutas. Su porte era (para los fariseos) un escándalo, y le acusaban de ser glotón y borracho. Pero cuando el Esposo está presente, ¡es necesaria la celebración! 

Sin embargo, después de su ascensión al Padre la Iglesia empezó a practicar el ayuno. Así que, entre nosotros ahora, en la ausencia (corporal) del Señor, debemos ayunar. Durante la semana escogemos días para ayunar y orar. Pero incluso en los tiempos de adviento y cuaresma, tiempos en que más nos dedicamos al ayuno, en estos domingos no ayunamos. 

Si uno cuenta los días de cuaresma sólo suman a 40 si es que no contamos los días domingos. Es decir, los domingos en cuaresma no se cuentan porque en ellos no puede haber nada de ayuno o "aflicción del alma". Cuando nos reunimos en su nombre, Él Señor está presente. 

El día domingo es para nosotros una pequeña ventana a la eternidad, una breve participación en las Bodas del Cordero. Así que, estando presente el Esposo, los invitados no pueden ayunar.

~ Wes Baker

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