Mateo 24:13 en su contexto histórico, exegético y pastoral
“Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.”
— Mateo 24:13
Este versículo ha sido durante siglos uno de los textos más debatidos en torno a la doctrina de la salvación. Muchos lo han interpretado como una advertencia condicional: que la salvación eterna depende de la perseverancia humana. Otros lo leen como un llamado general a la fidelidad cristiana frente a pruebas cotidianas. Sin embargo, una lectura cuidadosa del texto, atendiendo a su contexto histórico, literario y redentivo, muestra que Jesús está hablando de algo más específico y limitado: la preservación de la vida de sus discípulos en medio del juicio histórico que culminó en la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C.
1. El contexto del Sermón Escatológico
Mateo 24 forma parte del llamado Sermón del Monte de los Olivos, donde Jesús responde a dos preguntas concretas de sus discípulos:
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¿Cuándo será destruido el templo?
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¿Cuál será la señal del fin de esta era? (Mt 24:1–3)
La “era” en cuestión no es el fin del mundo, sino el fin del orden pactual mosaico, centrado en el templo, los sacrificios y la Jerusalén terrenal. Jesús anuncia una serie de eventos que precederían a ese juicio: falsos cristos, guerras, hambres, pestes, terremotos, persecución contra los creyentes y una creciente apostasía. Todo esto ocurre antes de la destrucción del templo, y Jesús lo compara con los “dolores de parto”, es decir, señales previas a un alumbramiento histórico.
2. “Perseverar”: el sentido de ὑπομένω (hypoménō)
El verbo traducido como “perseverar” es ὑπομείνας (hypomeínas), que significa soportar, resistir bajo presión, mantenerse firme en medio del sufrimiento. No describe una obra meritoria que produce salvación, sino una resistencia fiel ante circunstancias extremas.
Santiago utiliza el mismo término para describir la experiencia de Job:
“Habéis oído de la paciencia [perseverancia] de Job” (Stg 5:11).
Aquí la perseverancia no es la causa de la bendición, sino la expresión de una fe que resiste en medio del dolor.
3. “Será salvo”: el uso de σῴζω (sōzō)
El término “será salvo” (σωθήσεται, sōthēsetai) no se limita en los Evangelios a la salvación eterna. Con frecuencia significa ser librado del peligro, rescatar la vida o preservar de la muerte física. Por ejemplo:
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“¡Señor, sálvanos, que perecemos!” (Mt 8:25).
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“Padre, sálvame de esta hora” (Jn 12:27).
En ambos casos, el sentido es claramente preservación de la vida, no justificación eterna. De igual modo, en Mateo 24:13 Jesús está advirtiendo a sus discípulos que enfrentarían un tiempo real de muerte, persecución y caos, y que quienes soportaran fielmente y obedecieran sus instrucciones —especialmente la huida— preservarían su vida.
4. El paralelo decisivo: Mateo 10:21–23
El mismo Evangelio de Mateo ofrece un paralelo explícito:
“El que persevere hasta el fin, éste será salvo… Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra” (Mt 10:22–23).
Aquí el contexto es inequívoco: persecución local, traición familiar, peligro de muerte y escape físico. Jesús añade que los discípulos no terminarían de recorrer las ciudades de Israel antes de que viniera el Hijo del Hombre, una referencia clara a su venida en juicio contra Jerusalén, no a su segunda venida final.
Kenneth L. Gentry comenta:
“Cristo está instruyendo a sus discípulos acerca de los horrores que vendrían sobre esa generación; su llamado a perseverar apunta a la preservación durante la conflagración judía del siglo I.”
(Before Jerusalem Fell, p. 212)
5. Historia y cumplimiento
La historia confirma esta lectura. Eusebio de Cesarea registra que los cristianos de Jerusalén, obedeciendo las advertencias de Jesús, huyeron a Pella antes del asedio romano. Aquellos que perseveraron en la fe y atendieron la palabra de Cristo salvaron su vida, mientras la ciudad fue destruida.
R. C. Sproul afirma:
“Este texto no trata primariamente de la salvación eterna, sino de la supervivencia de los creyentes durante el juicio histórico que cayó sobre Jerusalén.”
(The Last Days According to Jesus, p. 132)
6. Perseverancia y salvación: armonía reformada
Esto no contradice la doctrina reformada de la perseverancia de los santos. Al contrario, la confirma. La perseverancia no es la causa de la salvación, sino su fruto inevitable. Juan Calvino lo expresa con claridad:
“No es la perseverancia la que produce la salvación, sino que aquellos a quienes Dios ha elegido perseveran porque Él los sostiene.”
(Institución, III.24.6)
Así, Mateo 24:13 no enseña salvación por obras ni inseguridad eterna, sino que describe una preservación histórica que, a su vez, ilustra un principio espiritual permanente: Dios guarda a los suyos en medio de la tribulación.
Conclusión pastoral
Mateo 24:13, leído en su contexto histórico, proclama la fidelidad de Cristo como profeta y la fidelidad de Dios como preservador de su pueblo. En el siglo I, esa perseverancia significó literalmente vivir o morir durante el juicio sobre Jerusalén. Hoy, aunque no enfrentamos ese mismo evento histórico, el principio permanece: la fe genuina resiste, no porque el creyente sea fuerte, sino porque Dios es fiel.
La perseverancia cristiana no es una carga que amenaza nuestra salvación, sino una evidencia de la gracia que nos sostiene. Como escribió Calvino:
“No somos nosotros quienes nos mantenemos en pie por nuestro propio esfuerzo, sino que somos sostenidos por la mano invisible de Dios.”
Este texto no nos llama a vivir con temor, sino con confianza. El mismo Cristo que advirtió a sus discípulos sobre la tribulación fue quien prometió estar con ellos “todos los días”. La gracia que preservó a la iglesia del siglo I es la misma que preserva hoy a su pueblo hasta el fin.