Un análisis histórico-teológico desde una perspectiva preterista parcial
Introducción
El discurso escatológico de Jesús en los Evangelios sinópticos (Mt 24; Mc 13; Lc 21) ha sido objeto de debate durante siglos. Una de las claves para su interpretación es la frase que enmarca todo el sermón: “De cierto os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca” (Mt 24:34; Mc 13:30; Lc 21:32).
Desde una perspectiva preterista parcial, entendemos que Jesús describe eventos históricos y verificables, específicamente el juicio sobre Jerusalén y el Templo en el año 70 d.C., sin negar que el discurso contiene elementos tipológicos que apuntan al juicio final.
En este contexto, las obras de Flavio Josefo (37–100 d.C.), testigo presencial de la guerra judía, ofrecen un conjunto de fenómenos interpretados por él mismo como portentos o advertencias de la destrucción venidera. Estos relatos, presentes en La Guerra de los Judíos, confirman de manera extrabíblica el carácter profético del discurso de Jesús.
Este artículo presenta un análisis académico de las siete señales apocalípticas recogidas por Josefo, evaluando su relevancia histórica y hermenéutica bajo la luz del preterismo parcial.
1. Falsos profetas y falsos mesías como preludio al desastre.
Josefo observa que, en los años previos al asedio de Jerusalén, surgieron numerosos líderes carismáticos que engañaban al pueblo:
“El país estaba infestado con grupos de bandidos e impostores que engañaban a la multitud.”
— Antigüedades 20.5.5“Fueron sobornados falsos profetas para engañar al pueblo… y persuadirlos a esperar señales de liberación.”
— Guerras 6.5.2Este fenómeno coincide exactamente con las palabras de Jesús:
“Muchos vendrán en mi nombre… y engañarán a muchos” (Mt 24:5).
“Muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos” (Mt 24:11).
Y con la declaración apostólica:
“Muchos anticristos han surgido… por eso sabemos que es la última hora” (1 Jn 2:18).
Valor académico y preterista: Estos testimonios demuestran que la aparición de falsos mesías no es una expectativa futura, sino un fenómeno documentado antes del año 70 d.C.
2. Las señales celestes: estrella, espada y cometa (Señales 1–2)
Josefo describe dos fenómenos astronómicos:
Una estrella en forma de espada suspendida sobre Jerusalén
— Guerras 6.5.3Un cometa visible que “duró un año”
— posiblemente el cometa Halley (pasó en el 66 d.C.)En la antigüedad, tales signos eran interpretados como presagios divinos. Jesús anticipa este lenguaje apocalíptico:
“Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas… y cosas espantosas” (Lc 21:11,25).
Valor académico: No afirmamos que estos fenómenos fueron milagrosos. Pero su registro confirma el “clima apocalíptico” que Jesús dijo precedería al juicio inminente.
3. Señales dentro del Templo (Señales 3–5)
Josefo narra tres portentos en el Templo:
3.1. Un resplandor nocturno sobre el altar.
“Una luz brillante… que parecía mediodía.”
— Guerras 6.5.33.2. Una vaca que da a luz un cordero en el Templo.
Un prodigio simbólico interpretado como mal augurio.
3.3. La puerta oriental del Templo que se abrió sola.
“Una puerta pesadísima… se abrió por sí sola.”
— Guerras 6.5.3Los sacerdotes interpretaron este evento como una señal de que la gloria de Dios abandonaba el templo —una clara reminiscencia de Ezequiel 10.
Jesús mismo había dicho:
“He aquí vuestra casa os es dejada desolada.” (Mt 23:38)
Valor hermenéutico: Estas señales no cumplen directamente profecías puntuales, pero confirman el sentido teológico: Dios había retirado su favor y Jerusalén estaba sentenciada.
4. Jeshua ben Ananias: Un profeta involuntario del juicio (Señal 6)
Cuatro años antes del asedio, un campesino comenzó a anunciar sin descanso:
“¡Ay de Jerusalén! ¡Ay del Templo!”
— Guerras 6.5.3Golpeado, encarcelado y ridiculizado, siguió proclamando hasta morir por una piedra lanzada durante el asedio.
Este episodio es extraordinario, pues refleja:
El lamento profético de Jesús sobre Jerusalén (Mt 23:37–38).
El tono apocalíptico esperado por los judíos antes del juicio.
Valor preterista: Es una poderosa confirmación extrabíblica del cumplimiento histórico de las advertencias de Jesús.
5. La proclamación de Vespasiano (Señal 7)
Un oráculo circulaba entre los judíos: “un gobernante surgirá de Judea”. Los judíos creyeron que se trataba del Mesías; sin embargo, Josefo y Tácito afirman que la profecía se cumplió en Vespasiano, proclamado emperador en tierras judías.
Josefo: Guerras 6.5.4
Tácito: Historias 5.13
Suetonio: Vespasianus 4
Valor teológico: Refuerza el patrón bíblico donde Dios usa reinos gentiles para ejecutar juicio sobre su pueblo (Is 10; Hab 1).
Conclusión académica
Los relatos de Josefo:
Corroboran fenómenos sociales, religiosos y políticos mencionados por Jesús;
Confirman la proliferación de falsos mesías, disturbios, señales y engaños;
Documentan un clima apocalíptico previo al año 70 d.C.;
Muestran que la destrucción del Templo fue interpretada como juicio divino tanto por judíos como por romanos.
Esto encaja con la estructura preterista parcial:
Mateo 24:1–34 = cumplido en el año 70 d.C.
Mateo 24:35–51 = escatológico-futuro (la Segunda Venida).
El preterismo parcial no reduce la escatología: la fundamenta históricamente y mantiene intacta la esperanza futura.
Llamado pastoral
La caída de Jerusalén no es solo un evento histórico; es un recordatorio espiritual. Jesús lloró sobre la ciudad porque “no conoció el tiempo de su visitación” (Lc 19:44). El juicio vino no por causas políticas, sino por causas espirituales: apostasía, orgullo, falsa religión, endurecimiento.
Josefo registra señales. Jesús interpreta su significado. La historia confirma su palabra. Y para nosotros, hoy:
Cuando la religión se vuelve espectáculo, el juicio se acerca.
Cuando la Iglesia ignora las advertencias de Cristo, la desolación viene.
Cuando se rechaza la voz del Señor, se pierde la protección del Señor.
Pero también: Jesús es Señor del juicio y de la restauración. El mismo que advirtió destrucción, ofrece salvación. El mismo que lloró por Jerusalén, llora hoy por un mundo que no quiere oírlo.
Así, la caída del año 70 no solo confirma la palabra profética, sino que nos llama a una fe viva, una obediencia sincera y un arrepentimiento constante.
Cristo cumple lo que promete: —en juicio, y en gracia.
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