“Después que Jesús nació en Bet-léhem de Judea en días del rey Herodes, he aquí unos magos del oriente llegaron a Jerusalem, diciendo: ¿Dónde está el que ha nacido Rey de los judíos? Porque vimos su estrella en el oriente y vinimos a adorarlo. Pero al oír esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalem con él.”
-Mateo 2.1-3 BTX
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Herodes fue investido "rey de los judíos" por el
Senado romano. Es decir, Herodes no perteneció a la línea israelita de reyes
descendientes de David. Herodes no era judío sino idumeo. Él era un usurpador. Resalta
el hecho de que los “magos de oriente” lo “perturbaron y toda Jerusalem con él”.
¿Por qué se turbaron?
Porque había llegado el momento del cumplimiento de la
profecía sobre Jesús. Imaginemos por un momento a Herodes recibir la noticia de
que “ha nacido el Rey de los judíos”. Un momento ¿acaso Herodes no es el rey?
¡El tiempo había llegado! Lo esperado por cientos y miles de
años se había cumplido. Herodes, y todos e Jerusalén, se turbaron. En Jerusalén
había cerca de 80,000 personas entre judíos, fariseos, sacerdotes, y otras
etnias. Pero también podemos decir que en los cielos también había un ajetreo
santo: “…una multitud del ejército celestial alabando a Dios, y diciendo: ¡Gloria
a Dios en las alturas, Y en la tierra paz entre los hombres de su elección!” (Lucas
2.13-14)
La noticia del nacimiento del “Rey de los judíos” se extendió
de boca en boca. La gente recordaría lo dicho por el profeta Miqueas:
“Pero tú, oh Belén Efrata, eres solo una pequeña aldea entre todo el pueblo de Judá. No obstante, en mi nombre, saldrá de ti un gobernante para Israel, cuyos orígenes vienen desde la eternidad.” (5.2)
De verdad hubo “consternación” entre los judíos que
habitaban toda Judea. Los sacerdotes en el templo, y los asistentes en el
templo deben haber visto la escena cuando los padres de Jesús lo dedicaron y
circuncidaron al octavo día de nacido. Sobre todo cuando ese día estaba Simeón,
un devoto y fiel israelita, a quien Dios le había prometido que “no vería la
muerte antes que viera al Ungido del Señor” (Lucas 2.26). Esos sacerdotes, los
que circuncidaron a Jesús, fueron testigos de este episodio. Simeón dio una
declaración y dice así:
“Ahora, Soberano, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; Porque mis ojos vieron tu salvación, La cual preparaste en presencia de todos los pueblos; Luz para revelación de los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.” (Lucas 2.29-31)
Los amigos y la familia del viejo Simeón habrían dado las “nuevas”
a otros del cumplimiento de la profecía. Y, todos los que esperaban al Mesías
quedarían “maravillados”.
También estaba en la escena de la circuición del niño Jesús
en el templo, Ana, una devota que también oraba por la “liberación de Israel”. La
Biblia dice que ella, luego de la confirmación del cumplimiento de la profecía,
del nacimiento del Mesías Rey de los judíos; “hablaba acerca de Él a todos los
que esperaban la liberación de Jerusalem.” (Lucas 2.38)
Herodes, los sacerdotes y escribas, toda Jerusalén, Simeón y
Ana en el templo y junto con ellos los devotos visitantes del templo y los
sacerdotes y levitas servidores del templo. También los pastores que fueron a
visitar de noche a Jesús cuando nació en Belem, éstos avisados por los ángeles,
fueron a ver a Jesús, al Cristo. Y tan pronto como atestiguaron el nacimiento
del “Rey de los judíos”, y después de verlo “manifestaron lo que les fue dicho
acerca del niño. Y todos los que lo oyeron, se maravillaron de las cosas dichas
por los pastores.” (Lucas 2.17-18)
Toda la región donde nació Jesús fue impactada. Desde entonces,
el mundo ya no es igual. Jesús vino a cambiar el rumbo de la historia. Jesús marcó
aun nuestro calendario, nadie puede contar los años sin mencionar un “antes y
después de Cristo”. Jesús marcó la historia de su pueblo, y la del imperio que
gobernaba en aquel entonces. Su nacimiento nos recuerda que “él vino a salvar a
su pueblo de sus pecados”. Treinta y tres años más tarde se cumpliría otra
profecía. Aquel niño de Belem, que no fue asesinado por Herodes, entregó su
vida por los suyos.
Hoy no es diferente. Dios se encargó de que una fecha en el
año. El mundo entero recuerdo el nacimiento del Salvador. Es innegable. Políticos
y religiosos, seglares y ateos, campesinos y metropolitanos, urbes y
asentamientos humanos. La Navidad es relevante. Desde Occidente hasta Oriente. Desde
donde se la utiliza como una fecha comercial, hasta donde se la prohíbe. Hoy seguimos
diciendo que “…al oír esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.”
Que no se turbe tu corazón como el de Herodes y la clase
religiosa. Alégrate como el viejo Simeón, ten esperanza como la viuda Ana, y maravíllate
como los humildes pastores.
Tú también da la noticia a otros, diles que “No tengan
miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría
para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que
es Cristo el Señor.”
¡Feliz Navidad!
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#PrimeroLaBiblia
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