Un Análisis Bíblico-Legalista de Isaías 3:16–23
Una de las preguntas recurrentes dentro de círculos cristianos conservadores es si el uso de maquillaje, joyas, o ropa elegante es apropiado para una mujer creyente. En especial, algunos grupos enseñan que estas prácticas son pecaminosas y desagradables a Dios. ¿En qué se basan? Uno de los textos más citados es Isaías 3:16–23. Sin embargo, ¿este pasaje realmente prohíbe tales cosas? ¿O está siendo sacado de contexto?
El Texto en Cuestión
“Aquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas, los collares, los pendientes y los brazaletes, [...] las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas, [...] el lino fino, las gasas y los tocados.” (Isaías 3:16-23, RVR1960)
Quienes promueven una doctrina de “santidad exterior” interpretan este pasaje como una prohibición directa contra cualquier forma de arreglo personal femenino. Sin embargo, tal interpretación no solo ignora el contexto histórico y literario del texto, sino que también incurre en un error hermenéutico común: el legalismo.
El Contexto del Pasaje
Isaías 3 es parte de una sección profética de juicio contra Judá y Jerusalén (Isaías 1–12). El pasaje no es una directiva para la vestimenta cristiana, sino una descripción del juicio divino sobre una sociedad orgullosa, lujosa y superficial. La “quita” de ornamentos y vestidos simboliza el castigo de Dios al dejar a su pueblo sin honra, sin dignidad y sin protección. No es una norma moral, sino una metáfora del despojo de bendiciones.
Como bien señalan estudiosos como John Oswalt en su comentario sobre Isaías, “la referencia a las mujeres y sus adornos funciona como símbolo de la decadencia espiritual de toda la nación.”1
El Problema del Legalismo
El legalismo, como explica R. C. Sproul, “es la reducción de la vida cristiana a una lista de reglas externas.”2 A menudo, quienes promueven estas enseñanzas bienintencionadamente desean proteger la pureza, pero terminan imponiendo cargas que la Biblia no exige. El apóstol Pablo ya advertía contra este tipo de ascetismo: “Estas cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría [...] pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.” (Colosenses 2:23)
¿Cómo entonces debe vestirse una mujer cristiana?
Pablo ofrece una guía clara en 1 Timoteo 2:9–10: “Así mismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia [...] como corresponde a mujeres que profesan piedad.” La preocupación de la Escritura no es la estética en sí, sino el corazón que busca honrar a Dios, no provocar ni presumir. Una mujer piadosa puede usar maquillaje, joyas y ropa bella, siempre que lo haga con modestia, gratitud y sabiduría.
Conclusión
Isaías 3 no es un mandato para las mujeres cristianas de hoy. Es un símbolo del juicio de Dios en un contexto específico. Usar maquillaje o joyas no es pecado en sí mismo. Lo que Dios mira es el corazón (1 Samuel 16:7). Cuando la santidad exterior se impone como condición de aceptación ante Dios, caemos en el legalismo que niega la suficiencia de la gracia de Cristo.
Referencias:
Footnotes
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