Tén las Escrituras, razona con mansedumbre y honra al que difiere
En una era de acceso casi ilimitado al conocimiento teológico, es preocupante que muchos creyentes opten por la burla, la caricatura y el desprecio hacia quienes difieren de su interpretación doctrinal. Un ejemplo lamentable de ello lo encontramos en la forma en que algunos cristianos desacreditan las posturas reformadas, como la del bautismo infantil, sin entrar en diálogo ni presentar argumentos bíblicos sólidos. Consideremos el siguiente comentario:
"Es un paido-aspergista (que bautizan bebés y por aspersión)... cree en la salvación de bebés por obras sacramentales y padrinos (emoticones 😂) (un presbicatólico) seguidor de su papa sacramentalista Juan Calvino. No sigue el ejemplo magno de Jesús, de sumergirse voluntariamente, con fe y de adulto. Todo ello es contrario a la fe bíblica. No dije que es del movimiento de 'raíces hebreas', sino que sugiere lo mismo: 'pacto antiguo renovado'. Bien puede ser un presbicatólico que flirtea con, (como él mismo lo escribe), el viejo pacto."
Este texto encierra al menos seis falacias clásicas que, lejos de promover la edificación mutua, fomentan la división y el desprecio. Analicémoslas con mente abierta y corazón pastoral:
1. Ad hominem (ataque personal)
En lugar de interactuar con el argumento doctrinal, se ataca a la persona mediante apodos peyorativos: "presbicatólico", "papa sacramentalista". Este recurso es pobre y contrario al llamado bíblico de hablar con mansedumbre y respeto (1 Pedro 3:15). Dios nos llama a refutar errores, no a denigrar personas hechas a su imagen.
2. Hombre de paja
Decir que los presbiterianos creen en la "salvación de bebés por padrinos" es una distorsión. Ninguna confesionalidad reformada enseña tal cosa. Esta falacia construye una versión falsa del argumento contrario para derribarla fácilmente. Es una forma de mentir (Proverbios 12:22).
3. Falsa analogía
Comparar la Teología Pactual o Reformada con el movimiento de "raíces hebreas" carece de base. Una cosa es ver continuidad en la obra de Dios a lo largo de la historia; otra, es volver a las prácticas mosaicas. La teología reformada distingue claramente entre el antiguo y el nuevo pacto en su cumplimiento en Cristo (Hebreos 8:6).
4. Apelación a la emoción / Ridiculización
El uso de emoticones de risa para desacreditar una postura doctrinal revela pobreza de argumentación. El apóstol Pablo enseñó que debemos hablar la verdad en amor (Efesios 4:15), no ridiculizar. El respeto en la conversación teológica es señal de madurez.
5. Falsa dicotomía
"O te bautizas como Jesús, o estás en error" es una simplificación peligrosa. No todos los pasajes son normativos; algunos son descriptivos. El hecho de que Jesús haya sido bautizado de adulto no significa que sea la única forma válida. La iglesia primitiva también practicó el bautismo de casas enteras (Hechos 16:33).
6. Culpabilidad por asociación
Decir que una persona "flirtea" con el viejo pacto por creer en la continuidad del pacto de gracia es malintencionado. La interpretación reformada distingue entre administraciones del mismo pacto, centrado en Cristo desde Génesis a Apocalipsis.
El llamado del creyente: razonar con humildad
Dios nos ha dado la capacidad de pensar, de razonar, de analizar. Como dijo Jesús: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón... y con toda tu mente" (Mateo 22:37). La mente no es enemiga de la fe; es su aliada. Cuando alguien difiere de tu postura, no lo ridiculices. Examina las Escrituras. Pregunta con sinceridad. Argumenta con gracia.
Recordemos que el cuerpo de Cristo está compuesto por miembros diversos. Las doctrinas secundarias no deben dividir lo que Cristo murió por unir. En palabras del teólogo Rupertus Meldenius: "En lo esencial, unidad; en lo no esencial, libertad; en todo, caridad."
Un desafío pastoral
¿Y si, en lugar de burlarnos, buscáramos entendernos? ¿Y si, en vez de levantar muros, edificáramos puentes? El mundo necesita ver una iglesia unida en el amor, incluso en medio de sus desacuerdos. Te invito a que, antes de emitir juicios o burlas, presentes tus argumentos bíblicos con claridad, humildad y respeto. Y si vas a usar una dosis de sarcasmo e ironía, pues que valga la pena. El Espíritu Santo es quien convence, no nuestra vehemencia.
Y recuerda: "El siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido" (2 Timoteo 2:24).
¡Piensa en esto cristiano!
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