miércoles, 9 de agosto de 2023

CALVINISMO: LA SOBERANÍA DE DIOS Y LA RESPONSABILIDAD HUMANA

 




¿Frustró el hombre la voluntad de Dios? Una lectura reformada de Mateo 23:37

Texto clave:

“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” — Mateo 23:37

¿Qué problema plantea este pasaje?

Este versículo ha sido utilizado frecuentemente por quienes sostienen una visión arminiana o semi-pelagiana de la libertad humana. Argumentan que, si Dios quiso reunir a los hijos de Jerusalén, pero no pudo porque ellos “no quisieron”, entonces la voluntad del hombre puede prevalecer sobre la voluntad divina.

¿Frustra entonces el hombre el plan de Dios? ¿Puede la voluntad humana anular la soberanía de Dios?

Desde una perspectiva bíblica y reformada, la respuesta es un claro no.

Voluntad revelada vs. Voluntad decretiva

La teología reformada distingue entre dos aspectos de la voluntad divina:

  1. Voluntad preceptiva o revelada: Lo que Dios desea y manda en su Palabra (por ejemplo, que todos los hombres se arrepientan, cf. 2 Pedro 3:9).

  2. Voluntad decretiva o soberana: Lo que Dios ha determinado eternamente que suceda, según su consejo inmutable (cf. Efesios 1:11).

En Mateo 23:37, Cristo está expresando su deseo revelado y pastoral, no un decreto frustrado. Está lamentando cómo Jerusalén —especialmente sus líderes religiosos— ha rechazado la voz de Dios hablada por los profetas y, finalmente, por el mismo Hijo encarnado (Hebreos 1:1-2).

Como explica Juan Calvino:

“Dios extiende sus brazos a un pueblo rebelde, no porque su voluntad pueda ser frustrada, sino para que se vea más claramente su justicia cuando ellos lo rechazan.”
(Comentario sobre Isaías 65:2)

¿Quiénes son los “tus hijos”?

Jesús dice: “quise reunir a tus hijos”, refiriéndose al pueblo del pacto (israelitas), mientras que el sujeto de la negación es Jerusalén, es decir, la autoridad religiosa que representa a la ciudad. Como señala el teólogo John Gill:

“Es como si dijera: yo, por medio de mis ministros y profetas, intenté reunir a los hijos de Jerusalén; pero tú, Jerusalén —tú, sus gobernantes— no lo quisiste.”
(Exposition of the New Testament, Mateo 23:37)

La Biblia explica este patrón

Este lamento de Jesús no es nuevo. Isaías ya había profetizado el rechazo obstinado del pueblo:

“Extendí mis manos todo el día a un pueblo rebelde, que anda por camino no bueno, en pos de sus pensamientos.” — Isaías 65:2

Este rechazo constante ilustra cómo la humanidad caída resiste voluntariamente la gracia externa de Dios —lo que la teología llama el “llamado general” o “externo”—, pero nunca puede resistir eficazmente su llamado interno (cf. Juan 6:37, 44).

En contraste, Hechos 13:48 muestra la eficacia del decreto divino:

“...creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.”

Reflexión teológica

Como enseña R.C. Sproul:

“Dios no obliga a nadie a creer contra su voluntad, pero transforma esa voluntad mediante su gracia eficaz.”
(Chosen by God, 1986)

La soberanía de Dios no cancela la responsabilidad humana, sino que la sostiene. Dios puede lamentar genuinamente el rechazo de los hombres y, al mismo tiempo, cumplir soberanamente su propósito eterno sin error ni frustración.

Herman Bavinck lo expresa con claridad:

“Aunque los reprobados no se salvan, no es porque el poder de Dios falle, sino porque Dios los deja a su propia voluntad rebelde, que él no está obligado a cambiar.”
(Dogmática Reformada, Tomo II)

Conclusión: Dios no falla, el hombre sí

Mateo 23:37 no es un obstáculo para la doctrina de la elección soberana. Más bien, revela el corazón compasivo de Dios que llama incluso a los rebeldes. Pero también afirma la justicia de su juicio cuando estos persisten en su incredulidad.

Dios no está limitado por la negativa humana. El plan eterno de redención no depende de las fluctuaciones del corazón del hombre, sino de la fidelidad del Dios que salva “según el puro afecto de su voluntad” (Efesios 1:5).

Aplicaciones para hoy

  1. Predica con compasión, pero sin ansiedad. El resultado no depende de ti, sino del Dios que da crecimiento (1 Corintios 3:7).

  2. Descansa en la soberanía de Dios cuando veas rechazo al Evangelio. Jesús también fue rechazado.

  3. Ora por corazones que Dios puede abrir, como el de Lidia (Hechos 16:14). Ningún rechazo humano es más fuerte que la gracia eficaz del Espíritu Santo.

“La soberanía de Dios no cancela la responsabilidad humana, sino que garantiza la victoria de su plan redentor.”

– R.C. Sproul

¡Piensa en esto cristiano!

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