miércoles, 2 de diciembre de 2015

¿Me gano el derecho a ser hijo de Dios?


Un derecho ganado
Basado en las verdades del plan de salvación con el que salíamos a evangelizar, casi siempre me sentí con un derecho propio por haber “recibido a Jesús en mi corazón”. Y era basado en Juan  1.12 que dice:

12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;” (RV1960)

Siempre creí la verdad que yo tenía un derecho adquirido por haber recibido a Jesús como Señor y Salvador, el derecho a ser hijo de Dios. Pero, han pasado los años y escudriñando las Escrituras he encontrado que el contexto de Juan 1.12 dice algo más respecto a ese supuesto “derecho adquirido” del que me sentía muy orgulloso y feliz.

Aquí está el contexto de Juan 1.12:
La luz verdadera, que alumbra a todo hombre al venir al mundo, 10 estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por Él, pero el mundo no lo conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron, 12 pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, 13 los cuales no nacieron de sangres, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (BTX)

Encontré las siguientes verdades:

1.    Yo nunca hubiera conocido la Luz por mí mismo. (v. 10)  Jesús es la Luz que vino al mundo, estaba en el mundo, ese mundo fue hecho por Jesús, pero el mundo no le conoció. Es decir, los hombres de este mundo nunca vieron la Luz, yo mismo nunca habría podido ver esa Luz.

2.  Jesús vino “por lo suyo”. (v.11) Este término griego es “jidios”, y en este versículo lo encontramos dos veces. La primera es cuando dice “A lo suyo vino”, donde el término está en -plural neutro- (“jidia”) y puede traducirse de varias maneras, como que Jesús vino por “las cosas suyas”, “lo suyo propio”, “sus cosas”, “sus negocios”, “por la humanidad en general”; pero la segunda vez que aparece este término griego, cuando dice “y los suyos no le recibieron”, está en -plural masculino- (“jidioi”) y esto solamente puede referirse a su pueblo, el Israel étnico que no creyó en Él, que lo rechazó y lo mandó crucificar.

3. Se salvan los que sí creen en Él. (v.12) Pero, hubo quienes sí lo recibieron como Mesías y Salvador, y creyeron en su nombre, y a estos les otorgó el ser -hechos- hijos de Dios. Es decir, hubo tanto gentiles como israelitas que sí creyeron en Él. Noten que en el v. 10 afirma categóricamente que “el mundo no le conoció”, pero en este versículo se nos dice que hubieron quienes sí llegaron a creer en esa Luz. Sabemos que el saldo al final del ministerio de Jesús fue de aproximadamente quinientos judíos convertidos, más algunos gentiles (ver 1Co 15.6). Y ante esto nos preguntamos ¿Cómo llegaron a creer en Jesús todas esas personas? Yo mismo me pregunto ¿Cómo fue que llegué a creer en Jesús el Mesías? En Juan 3.19-20 dice: “19 Y esta es la acusación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus obras eran malas. 20 Porque todo el que practica lo malo, aborrece la luz, y no viene a la luz, para que sus obras no sean expuestas.” Es decir ¿Cómo fue que todos esos más de quinientos hombres y mujeres llegaron a creer en Jesús? … La respuesta está en el siguiente verso, en el v.13.

4.  Nacemos de nuevo por la voluntad de Dios. (v.13) Se nos confirma que esos que “lo recibieron” y que “creyeron en su nombre” lo han hecho porque han sido engendrados por el mismo Dios, porque dice: “los cuales no nacieron de sangres, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. Mientras eran del mundo, no podían ver la Luz, ni recibir a Jesús ni siquiera acercarse a Él, pero gracias a Dios que obra maravillosamente en los que creen habiendo producido en ellos un nacimiento espiritual, puesto que de manera natural nunca hubieran creído en Jesús como Mesías. Los versos 12 y 13 nunca fueron escritos como dos ideas o afirmaciones separadas, en el original es una sola afirmación y mantiene un único y un mismo sentido. En el original está escrito de la siguiente manera (transliteración):

12-13 Cuantos empero le recibieron, les dio potestad de ser hijos de Dios, a los creyentes en el nombre suyo, quienes no de sangres ni de voluntad de carne ni de voluntad de hombre, sino de Dios nacieron”.

Nacemos de nuevo, no por nuestra voluntad
Los que hemos creído en Jesús el Mesías, hemos nacido de Dios. Esto es lo que el Espíritu Santo ha confirmado posteriormente a mi conversión, que no solamente se me otorgó el derecho de ser hijo de Dios por creer en Jesús y recibirle como el Mesías Salvador; sino que todo esto fue gracias a la voluntad de Dios que “nos ha hecho nacer, no de sangres, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón” sino de su propia voluntad.

El apóstol Santiago lo dice de la siguiente manera:

18 Él, porque quiso (de su voluntad), nos engendró con la palabra de la verdad para que seamos primicias de sus criaturas.” Santiago 1.18 (BTX)

No tengo aporte alguno en esto, todo proviene de Dios. Leo estas verdades en las Escrituras y casi ya no me siento con un derecho adquirido por creer, más bien mi corazón se siente como el corazón de un convicto indultado por pura gracia, sin mérito alguno, sin cualidades a favor, sin ninguna obra que califique para merecer la salvación. Esto me hace entender a Pablo cuando dijo “no por obras”:

8 Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no es de vosotros, es el don de Dios. 9 No por obras, para que nadie se gloríe; 10 porque somos hechura suya, creados en Jesús el Mesías para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.” Efesios 2.8-10 (BTX)

El sentimiento que ahora tengo, es como el sincero sentimiento que deben llegar a tener los niños huérfanos que, gracias a la voluntad de sus padres adoptivos; ahora tienen y gozan de una familia, una casa, un nombre y un apellido. Uno no decide nacer naturalmente, esto está fuera de nuestra voluntad. Uno no decide ser adoptado, es una familia desconocida la que nos adopta, y uno no participa en tal obra de gracia. Tampoco los creyentes participamos en esto, “es el don de Dios”.

David Platt, en su libro Sígueme lo dice de la siguiente manera:

“Antes de que hubiéramos nacido, Dios estaba trabajando para adoptarnos. Mientras yacíamos solos en la profundidad de nuestro pecado, Dios ya estaba planificando salvarnos. Por tanto, la única manera en que podemos ser parte de la familia de Dios es por medio de un amor que supera completamente nuestra imaginación y que escapa enteramente a nuestro control. El cristianismo no radica en que nosotros busquemos a Cristo, sino en que Él nos busca a nosotros. El cristianismo no comienza con una invitación que nosotros le hacemos a Jesús, sino con una invitación que Jesús nos hace a nosotros.”1

Si usted es un creyente, haga una oración y agradézcale a Dios por haberlo salvado. No es un derecho ganado, es una gracia otorgada. ¡La salvación es del Señor!

Jesús Paredes

1.     Platt, D. 2013. “Sígueme: una llamado a morir, un llamado a vivir”, Tyndale HP, (pág 31, “La Gran Invitación”)


domingo, 1 de noviembre de 2015

¿Pueden ser maldecidos los cristianos?


Recientemente escuché una enseñanza de que los cristianos debemos estar orando constantemente y “quebrantando y cancelando” toda maldición proferida contra “nosotros los cristianos” para que no surja efecto.

Pero, quienes enseñan estas cosas no están tomando en cuenta la obra de Jesús el Mesías sobre los creyentes, y mucho menos, no están considerando los tiempos en los cuales vivimos los creyentes. Son maestros sin Biblia, haciendo doctrinas de las experiencias y pseudo-revelaciones de exbrujos .

Encontramos en la Biblia, que Dios maldijo a la serpiente, a la mujer, al hombre y a la tierra a causa del hombre. Y cada una de esas maldiciones están registradas en el libro de Génesis 3:

Maldición a la serpiente.
“(14) ¡Maldita tú entre todos los animales y entre todas las bestias del campo! Sobre tu vientre andarás, Y polvo comerás todos los días de tu vida. (15) Y pondré enemistad entre ti y la mujer, Y entre tu descendiente y su descendiente. Él te aplastará la cabeza cuando tú hieras su calcañar.

Maldición a la mujer.
“(16) Multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces, Con dolor parirás los hijos, Y tendrás deseo de tu marido, pero él te dominará.

Maldición a la tierra (por causa del hombre).
“(17) ¡Maldita sea la tierra por causa tuya! (18) Espino y abrojo te brotará…”

Maldición al hombre.
“Con fatiga comerás de ella todos los días de tu vida, (18) Espino y abrojo te brotará y Comerás hierba del campo. (19) Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que retornes a la tierra, Porque de ella fuiste tomado, Pues polvo eres y al polvo volverás.”

Por lo antes expuesto, vemos que la consecuencia del pecado trajo consigo una raza pecadora, una tierra maldecida que produciría “espinos y abrojos”, un arduo trabajo para los hombres para que pudiera conseguir el sostén para su familia; las mujeres tendrían problemas con los embarazos y con el parto. Y, ni que hablar de la serpiente, se decretó sobre ella la maldición de ser derrotada, aplastada y aniquilada por el mismo Jesús el Mesías. En conclusión, la tierra y los humanos están bajo maldición. Toda maldad humana, desastre natural y enfermedades tienen origen en esta verdad: estamos bajo la maldición del pecado.

Pero, encontramos que Dios traza un plan, en el que por gracia libraría a los suyos de las consecuencias de esa maldición.

Algunos ejemplos
Tenemos que en Números 23.8, Balaam tenía miedo “maldecir a quien Dios ha bendecido”, y lo dijo así: “¿Cómo podré maldecir a quien Dios no ha maldecido? ¿Cómo podré execrar a quien YHVH no ha execrado?” (BTX). Hasta un profeta pagano sabía que lo que Dios bendice, nadie lo puede maldecir.

En el libro de Hechos de los Apóstoles encontramos un relato en el que los enemigos del Evangelio y de Pablo “juraron bajo maldición” que matarían a Pablo. Pero ellos no lo mataron. Pablo murió como mártir por Jesús el Mesías en otras circunstancias permitidas por Dios:

“(12) Cuando se hizo de día, los judíos tramaron un complot, y se juramentaron bajo maldición, diciendo que no habían de comer ni beber hasta que mataran a Pablo. (13) Y los que hicieron esta conspiración eran más de cuarenta,” Hechos 23.12-13 (BTX)

Así mismo, para el mismo Jesús el Mesías, pareciera que las maldiciones no lo movían, pues al contrario, a sus discípulos les dio una fórmula: “si los maldicen, bendíganlos”. Veamos: “(27) Pero a vosotros, los que estáis oyendo, digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, (28) bendecid a los que os maldicen, orad por los que os maltratan.” Lucas 6.27-28 (BTX)

También encontramos que Pablo, nunca hizo oraciones para quebrantar las maldiciones en su contra, ni canceló ni declaró sin efecto, él simplemente dijo “Bendecid a los que os persiguen, bendecid y no maldigáis.” (Romanos 12.14-BTX)

Y, finalmente; la maldición de la Ley ha sido desecha con el sacrificio de Jesús el Mesías en la cruz. Sí, puesto que había una maldición por incumplir la Ley, en Cristo somos libres de esa maldición de la Ley. Veamos lo que nos aseguró Pablo en Gálatas 3.10-14:

“(10) Porque todos los que son de las obras de la ley están bajo maldición. Porque está escrito: Maldito todo el que no permanece en todas las cosas que han sido escritas en el libro de la ley, para hacerlas. (11) Y es evidente que por la ley nadie es declarado justo delante de Dios, porque: El justo vivirá por la fe. (12) Pero la ley no es por fe, sino: El que las haga, vivirá por ellas. (13) El Mesías -nos libertó de la maldición de la ley-, hecho maldición por nosotros (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), (14) para que la bendición de Abraham llegara a los gentiles por Jesús el Mesías, a fin de que por medio de la fe recibamos el Espíritu prometido.”

¿Hay alguna otra maldición de la que Dios no pueda librarnos?
Él es el único que puede proferir maldición, y en la historia bíblica vemos que Él permitió que algunos hombres profirieran maldición. Está más que claro en el ejemplo de Josué en el 6.26 donde profirió la siguiente maldición: “En aquel tiempo Josué les impuso un juramento, diciendo: ¡Maldito delante de YHVH el hombre que se levante para reedificar esta ciudad de Jericó! ¡Al precio de su primogénito eche sus cimientos y al de su hijo menor ponga sus portones!”. Y esta maldición se cumplió en 1 Reyes 16.34 que dice: “(34) En ese tiempo Hiel de Bet-’El reedificó Jericó: a costa de Abiram su primogénito puso los cimientos, y a costa de Segub su hijo menor levantó sus puertas, conforme a la palabra que YHVH había hablado por medio de Josué ben Nun.”

Quienes están seducidos con este tema de las maldiciones generacionales, y enseñan que los cristianos, luego de haber nacido de nuevo, todavía necesitan de “oraciones”, “rituales”, “encuentros de liberación”, o lo que fuere. Y, más aún, enseñan que los cristianos pueden ser maldecidos por otras personas, desconocen las Escrituras. Sí, las desconocen, y creo que lo hacen intencionalmente. Ya que en el evento de Josué, quien profiere una maldición sobre la reedificación de Jericó, en el libro de 1 de Reyes se nos confirma que –no fue Josué quien maldijo- sino Dios a través de Josué. Lo cual respalda que es Dios quien tiene el pleno control de todo lo que sucede en este mundo, y nada pasa sin que Él lo sepa, ni lo toma por sorpresa. Se olvidan que “Las suertes se echan en el regazo, Pero la decisión es de YHVH.” (Proverbios 16.33). Se olvidan que “¿Acaso no se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre.” (Mateo 10.29). Desconocen que “Cual gorrión que aletea y golondrina que vuela, Así la maldición sin causa no se cumple.” (Proverbios 26.2). Los cristianos ya no estamos bajo la Ley, ya no hay ninguna causa para sufrir maldición alguna.

Los cristianos tenemos un Dios que tiene tal cuidado que sus hijos que “hasta los cabellos de nuestra cabeza los tiene contados”, entonces como puede haber maestros enseñando que “tienes que orar para discernir si no hay una maldición sobre tu vida”.

Si los miles de seguidores de los falsos maestros modernos tuvieran a las Escrituras como regla máxima, como autoridad escritural; estarían realmente libres de maldición. Pero tal parece que sus frutos muestran que aun no han nacido de nuevo.

¡Oremos! Son tiempos de “gran apostasía”.


Jesús Paredes

viernes, 28 de agosto de 2015

Legalismo disfrazado de "Súper Santidad"




¿Se ha dado cuenta que la mayoría de reglas con respecto a la apariencia externa en las iglesias legalistas está ensañado contra las mujeres, y nada o muy poco tiene que ver con los varones? No es necesario ser de la filosofía feminista pera llegar a la conclusión de que las mujeres sufren más que los hombres en las iglesias legalistas. La mujer, en muchas comunidades evangélicas el día de hoy, no puede ser femenina ni buscar embellecimiento, que es una característica tan notable en el desarrollo de la feminidad. Algunas son tan carentes de adornos y arreglos femeninos que parecen varoniles. En una ocasión me preguntaron si era pecado que las mujeres usen maquillaje, y respondí con una dosis de humor diciendo que no; no creo en absoluto que sea pecado que las mujeres usen maquillaje, antes creo firmemente que sí es pecado que algunas mujeres salgan de su casa sin algún arreglo, embellecimiento o maquillaje.

Me contaron que en un culto de una iglesia legalista donde una mujer, literalmente, estaba siendo juzgada por sus líderes porque se había cortado las puntas de su cabello (esto es común hacerse cuando el cabello largo tiene cierto deterioro en los extremos). Uno tras otro hablaba contra ella delante de todos, mientras ella aguardaba con la boca cerrada la disciplina que le impondrían. Los líderes que subieron al púlpito, entre ellos el esposo de la mujer, sólo argumentaban que la "pecadora" debía ser disciplinada. Uno de los miembros de la iglesia que se levantó contra esta mala acción diciendo que no había base bíblica para semejante “ignorancia” fue criticado por la mayoría de los hombres y mujeres en la asamblea. Al final, la mujer fue disciplinada por el pecado grave de “cortar las puntas de su cabello”.

¿Cuál es el error en estas congregaciones legalistas?

Es casi una regla inquebrantable. Afirman que las mujeres cristianas no deben usar maquillaje, ni joyas, ni pintarse ni recortarse el cabello, ni mejorar su aspecto con un traje elegante; es decir no deben “adornarse” porque es pecado y no le agrada a Dios. Para afirmar estas falsedades utilizan textos de la Biblia que nada tienen que ver con la apariencia y la feminidad de las hermanas, por las cuales Jesús el Mesías ha pagado un precio, tan igual que por los hombres.

En una ocasión conversando con un líder de una de estas iglesias legalistas me demostró con un texto de Isaías, en donde según él, Dios ha castigado a las mujeres, por lo tanto deben hacer lo que las Escrituras dicen. Aquí cito el texto:
“Aquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas, los collares, los pendientes y los brazaletes, las cofias, los atavíos de las piernas, los partidores del pelo, los pomitos de olor y los zarcillos, los anillos, y los joyeles de las narices, las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas, los espejos, el lino fino, las gasas y los tocados.” Isaías 3:16-23 (RVR1960)
En el contexto de esta cita de los primeros capítulos del libro de Isaías encontramos que no hay un enfoque doctrinal o teológico respecto a “cómo deben vestirse las mujeres cristianas”. Por el contrario encontramos que los primeros capítulos son de juicio contra Judá, (ver Isaías 1.1-12.6). Isaías profetizó durante la crisis causada por la expansión del Imperio Asirio. Isaías sirvió en los años del 740–760 a.C. Ejerció su ministerio en Jerusalén (7.1–3; 37.2) desde el año de la muerte del gran rey Uzías (740 a.C.), y a lo largo de los reinados de Acaz y Ezequías (1.1; 6.1; cf. 2 R 15–20; 2 Cr 26–32). En el contexto de Isaías 3:16-26, Dios establece un castigo contra su pueblo, figuradamente representado en las hijas de Sión, en los varones que van a la guerra (y caen sin fuerza), así como también en la ciudad que caerá en manos de los enemigos ya que “sus puertas se entristecerán y enlutarán”. Según Isaías, Dios castiga a su pueblo, a Judá; y figuradamente le quita todo aquello que representa lo hermoso, lo alegre, los vestidos de fiesta, las joyas y perfume. Y en lugar de todo esto lo deja pobre, maloliente y desarreglado. Esto de ninguna manera es el trato que Dios da a las cristianas hoy en día. Por ello no es de ninguna manera una base bíblica para imponer estas reglas arcaicas sobre las mujeres, evitando que se vean femeninas.

Otros argumentan diciendo que el uso de arreglos y de joyas (sean reales o de material de fantasía) como aretes, pendientes, brazaletes, etc. son mencionados en la Biblia de manera metafórica. Cito el siguiente pasaje mal utilizado.
“En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.” Isaías 61:10 (RV1960)
En este pasaje, los que lo utilizan para decir que se menciona de manera metafórica, cometen un gran error de interpretación. El escritor está expresando gozo y alegría por un favor recibido de Jehová. El escritor está usando como ejemplo la costumbre de la forma como se ataviaba un novio o novia para casarse: con joyas y adornos de embellecimiento. La metáfora es la comparación que hace de los atavíos con las vestiduras de la salvación y el manto de justicia; pero el ejemplo o la figura lo está tomando de una costumbre real, no es metáfora que los novios y novias se ataviaban y hermoseaban con adornos y joyas, era (y es) real. Quienes interpretan así cometen serios errores de hermenéutica.

También han utilizado el pasaje de Ezequiel 16.9-14 para aseverar que sólo es “metáfora”, y aquí lo cito:
“Te lavé con agua, y lavé tus sangres de encima de ti, y te ungí con aceite; y te vestí de bordado, te calcé de tejón, te ceñí de lino y te cubrí de seda. Te atavié con adornos, y puse brazaletes en tus brazos y collar a tu cuello. Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu cabeza. Así fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino, seda y bordado; comiste flor de harina de trigo, miel y aceite; y fuiste hermoseada en extremo, prosperaste hasta llegar a reinar. Y salió tu renombre entre las naciones a causa de tu hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti, dice Jehová el Señor.”
Es cierto que este texto es una completa metáfora, de ninguna manera, todo el pueblo de Israel no es solo una mujer, pero Israel representa a una mujer en este pasaje, y metafóricamente el mismo Dios describe como la adopta por amor y la va embelleciendo. Utiliza una serie de costumbres y acciones que se daban en esos tiempos. Era la única manera de poder hablarle a su pueblo y de que entienda. Ahora, qué significa por ejemplo la frase que dice “Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu cabeza. Así fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino”, esto representa un cambio de estado que sufre Israel al ser adoptado por Dios, al ser nuevamente tomado por Dios. No significa que Dios le puso aretes, diademas, vestidos lujosos, etc. eso viene a ser la metáfora; pero lo que es cierto en este pasaje es que sí se utilizaba estos adornos para embellecer a las mujeres, y si Dios no ve problema en usarlo como figura de una bendición sobre su pueblo; mucho menos no es de ninguna manera ni pecado ni está prohibido que las mujeres lo usen. Hay una muy mala interpretación de la Biblia de los teólogos de estas iglesias legalistas.

¿Dónde se origina esta mala teología?
El origen de todo esto es, por supuesto, una falsa teología. Muchos cristianos, conscientes o no, le asignan a las mujeres un papel de constante tentación a hacer pecar a los varones. Es como si cada mujer fuera una Eva ofreciendo el fruto prohibido. Ahora, se olvidan de que la razón de la tentación no es la mujer, ni Dios, ni siquiera la serpiente; sino el corazón que es muy codicioso. La Biblia dice:
"sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte." Santiago 1:14-15 (RVR1960)
Es decir, algunos hombres como tienen dificultades de abstenerse de sus impulsos pecaminosos, entonces buscan una especie de chivo expiatorio. Esto no es del todo nuevo, el mismo Adán le dijo a Dios, que no fue su culpa sino que “la mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí." Génesis 3:12

Tertuliano y las mujeres
Por desgracia, esta mala popularidad de las mujeres como atractivo para el pecado ha sido objeto de un importante Padre de la Iglesia, el apologista Tertuliano de África (160 d. C.-220 d. C.). Tertuliano dedicó un libro directamente a la audiencia femenina, una obra cuyo título es De Cultu Feminarum, en español: “La Ropa de las Mujeres”(1) , y entre los principales argumentos trata sobre el vestido, el maquillaje, los adornos y el comportamiento de las mujeres. Tertuliano teologiza sobre las mujeres y exagerando la retórica como era típico de los escritores de la época, dice:“la mujer introdujo la muerte en el mundo y su propia condenación de Jesús Cristo”. También dice: "¡Mujer! Tú eres la puerta del diablo. Persuadiste a aquel a quien el diablo no se atrevía atacar de frente. Fue gracias a ti que el Hijo de Dios tuvo que morir. Tú siempre debes ir vestida de luto y harapos".

Tertuliano luchó con todas sus fuerzas contra el uso de joyas y maquillaje. Para él, el embellecimiento de la mujer es vista como un medio de atracción para el mal. La preocupación del apologista fue especialmente todo lo que sale de la "naturalidad". Él escribió:
“Deseo que tomes consciencia del origen pecaminoso y satánico de la joyería, maquillaje y pinturas. Todo lo que significa lujo, oro, plata, piedras preciosas y joyas no son más que una señal de ambición que se contrapone con la humildad, esencia misma del buen cristiano; en este caso, una buena cristiana. Los cuidados de pies, cabello, etc., es costumbre de (mujeres) prostitutas antes que de (mujeres) castas.”
Afortunadamente, la teología de Tertuliano para la vestimenta de las mujeres, no es hegemónica en nuestros días, y tal vez, nunca lo fue en la historia del cristianismo. Básicamente, el oponerse contra el embellecimiento tiene su origen en la malicia de un corazón caído. Lejos de expresar la santidad, el legalismo es la manifestación de la sexualidad desenfrenada, que busca recursos humanos para detenerlo ineficazmente. El cristianismo ha desarrollado una teología de la belleza, que es un gran contrapunto al legalismo malicioso e iconoclasta de los herederos de Tertuliano.

En una forma muy sencilla podemos decir que el legalismo consiste en tratar de ganar el favor de Dios a través de nuestra obediencia a un conjunto de reglas inventadas por los hombres. El problema del legalista es que no descansa plenamente en la obra de Cristo para ser aceptado por Dios o para ser bendecido por Él, sino en su propia conformidad a un estándar de conducta previamente establecido. Mientras el evangelio nos mueve a la obediencia por el hecho de haber sido aceptados por Dios de pura gracia, el legalismo nos dice que debemos obedecer para ser aceptados. En el evangelio la aceptación delante de Dios viene primero y la obediencia después. En el legalismo es a la inversa: la obediencia viene primero para lograr ser aceptados. Todo gira en torno a lo que hacemos o a lo que dejamos de hacer. Y para sustentar estas doctrinas utilizan textos fuera de contexto.

El apóstol Pablo nos advierte contra todo este tipo de exabruptos teológicos cuando le habla a los colosenses y les dice literalmente que todas estas reglas legalistas “no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne”:
“Si habéis muerto con el Mesías a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivierais en el mundo, os sometéis a preceptos: No uses, ni comas, ni toques (según mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que están todas destinadas a perecer con el uso? Tales cosas tienen en verdad cierta reputación de sabiduría en una religión impuesta por uno mismo, y en una falsa humildad y severo trato del cuerpo, pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.” Colosenses 2.20-23 (BTX)
No olvide lo que mencioné al comienzo, de ninguna manera es pecado que las mujeres se embellezcan, al contrario; usando el sentido del humor, es muy probable que no encaje en algunas reuniones si las mujeres no van arregladas correctamente, y aunque esto no es pecado, sí es muy mal visto. Si desea agradar a Dios, tan solamente recuerde las palabras del apóstol Pablo en la carta a Timoteo:
“Quiero que las mujeres se vistan de una manera modesta. Deberían llevar ropa decente y apropiada y no llamar la atención con la manera en que se arreglan el cabello ni con accesorios de oro ni con perlas ni ropa costosa. Pues las mujeres que pretenden ser dedicadas a Dios deberían hacerse atractivas por las cosas buenas que hacen." 1 Timoteo 2:9-10 (NTV)
Querida hermana, viva con modestia, pero viva en libertad. No deje que nadie le robe la libertad que Dios ya le ha dado.


Que Dios los bendiga.
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Bibliografía Citada:
(1)(http://biblehub.com/library/tertullian/on_exhortation_to_chastity/index.html)

martes, 21 de julio de 2015

¿El Pecado de Sodoma era la Inhospitalidad?




Se dice que el "gran pecado" de Sodoma no era la "perversión sexual", sino que eran otros, entre lo que más resalta está la inhospitalidad. Pero revisemos el texto de Génesis 19.1-11:
“Aún no se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, los sodomitas, rodearon la casa: jóvenes y ancianos, toda la población, hasta el último. Y gritando a Lot, le dijeron: ¿Dónde están los varones que han venido a ti esta noche? ¡Sácalos para que los conozcamos! Entonces Lot, saliendo a ellos a la entrada, cerró la puerta tras de sí, y exclamó: ¡Por favor, hermanos míos, no hagáis este mal! Mirad, os ruego, tengo dos hijas que no han conocido varón, voy a sacarlas a vosotros ahora y haced con ellas como bien os parezca, pero no hagáis nada a estos varones que han venido a cobijarse bajo mi techo. Pero respondieron: ¡Quítate de ahí! Y añadieron: Es el único que ha venido como forastero, ¿y pretende erigirse en juez? ¡Ahora te trataremos peor que a ellos! Y arremetiendo violentamente contra Lot, intentaban forzar la puerta.” - Génesis 19.4-9 BTX
Aquí hay una misma palabra usada dos veces, una vez por los “varones” sodomitas y otra por Lot. Esa palabra es “conocer”. Éste término hebreo es “yada” (Strong 3045) y tiene dos significados que se entrelazan. Uno de los significados es (1) saber por observación y reflexión, y (2) saber por experiencia.

En tiempos de Lot, la gente utilizaba este término para referirse a las “relaciones sexuales”. Es como el lenguaje que usamos hoy en día para decir “tener relaciones sexuales” sin decirlo explícitamente. Por ejemplo para los recién casados, no decimos “tuvieron su primera relación sexual”, decimos “consumaron su matrimonio”, “tuvieron su luna de miel”, “su primera noche”. Y esto se debe al segundo uso del término “yada”. Saber por “experiencia” implica una vivencia personal, nadie te puede “dar a conocer como sabe una porción de dulce de leche”, tú tienes que “conocerla” personalmente probándola con tu propia boca.

Así de simple es la explicación de porqué decimos que el pecado de los sodomitas era en extremo la fornicación, el adulterio y la “gran inmoralidad” no era otra cosa sino la "homosexualidad activa", ya que querían "conocer" a los huéspedes, por la fuerza; es decir querían violarlos. Y esta práctica estaba generalizada en todos en aquella ciudad (¿incluyendo lesbianas?), note que en el verso 4 dice:
“Aún no se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, los sodomitas (varones de Sodoma), rodearon la casa: jóvenes y ancianos, toda la población, hasta el último.”
El autor de Génesis quiere expresar en este párrafo, que el deseo de “tener relaciones sexuales por la fuerza”, es decir “violar” a los huéspedes sería un show público, como las actuales marchas del “colectivo LGTBTI...”, pero peores. Dice que no sólo los varones de Sodoma, sino que los jóvenes, ancianos y toda la población, hasta el último; se agolpó contra la casa de Lot, pidiendo que saque a los varones de Dios, para dar rienda suelta a su gran inmoralidad: violarlos.

Noten en el v. 5 que los varones piden “conocer” a los forasteros. Mientras que Lot les ofrece a sus hijas para que las “conozcan” a ellas. Pregunto, ¿Acaso los varones sodomitas no eran vecinos de Lot, y por consiguiente también vecinos de sus hijas? Las hijas de Lot eran parte de la sociedad de Sodoma, tenían sus prometidos, es decir estaban de novias con varones sodomitas. Entonces ellas sí estaban familiarizadas con aquellos varones, todos; desde los más jóvenes hasta los más viejos. El v. 14 dice:
“Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los que habían de tomar a sus hijas, y les dijo: ¡Levantaos! ¡Salid de este lugar, porque YHVH va a destruir esta ciudad! Pero a sus yernos les pareció que bromeaba.”
Ahora hay algo más aquí, porque Lot hace hincapié en que sus hijas “no han conocido varón”, es decir Lot les está diciendo que sus hijas “son vírgenes”. Aunque tenían “novios”. La traducción mejor para entenderlo nosotros que somos occidentales sería “novios” y no “yernos”, pues aun no se había casado, solamente estaban desposadas (comprometidas).

La "homosexualidad activa" se manifiesta por el deseo de los sodomitas de “conocer” a los varones forasteros. En realidad le dijeron a Lot, “Sácalos, para que tengamos -relaciones sexuales- con ellos”. Y lo que Lot les responde es “He aquí ahora yo tengo dos hijas que -no han tenido relaciones sexuales- con varón, haced con ellas como bien os pareciera”.

Teólogos liberales de hoy en día tratan de “negar” lo que dice la Biblia, desacreditándola y afirmando que está manipulada y hecha al antojo de los religiosos. Aun los teólogos liberales argumentan que el pecado de los sodomitas no era la "homosexualidad", sino "inhospitalidad" manifestada en un maltrato a los huéspedes, ya que rechazaban a Lot por ser un forastero (inmigrante) que llegó y habitó entre ellos, y porque en el pasaje leído, nadie hospedó a los “varones” (ángeles) sino Lot. Pero están negando que los sodomitas depravados querían violar a los huéspedes. Juzgue usted a la luz de las Escrituras. Vuelva a leer el texto en su contexto y saque sus conclusiones.

El apóstol Pedro diría lo siguiente:
"Y condenó a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a cenizas, poniéndolas como ejemplo para los que iban a vivir impíamente; pero libró al justo Lot, cuando estaba atormentado por la conducta pervertida de los perversos (porque este justo, que vivía entre ellos, día tras día atormentaba su alma justa por los hechos inicuos de lo que veía y escuchaba)." - 2 Pedro 2.6-8 BTX
Vaya perversión ¿la inhospitalidad? ¡No! Su pecado era la "perversión sexual" en su expresión antinatural de la homosexualidad, y más perversa aun por ser "homosexuales activos". Desde el más joven, hasta el más anciano, toda la población, hasta el último. El pecado de Sodoma era la homosexualidad. Nada dista de nuestra realidad respecto a la agenda global progresiva del movimiento gay.

La Biblia es inerrante e infalible. Quien diga lo contrario nada tiene que ver con Dios. Así tenga una Biblia en la mano y esté parado detrás de un púlpito.

Dios los bendiga.

lunes, 18 de mayo de 2015

¿Por qué el legalismo de las iglesias esta ensañado contra la mujer?


¿Se ha dado cuenta que la mayoría de reglas con respecto a la apariencia externa en las iglesias legalistas está ensañado contra las mujeres, y nada o muy poco tiene que ver con los varones? No es necesario ser de la filosofía feminista pera llegar a la conclusión de que las mujeres sufren más que los hombres en las iglesias legalistas. La mujer, en muchas comunidades evangélicas el día de hoy, no puede ser femenina ni buscar embellecimiento, que es una característica tan notable en el desarrollo de la feminidad. Algunas son tan carentes de adornos y arreglos femeninos que parecen varoniles. En una ocasión me preguntaron si era pecado que las mujeres usen maquillaje, y respondí con una dosis de humor diciendo que no; no creo en absoluto que sea pecado que las mujeres usen maquillaje, antes creo firmemente que sí es pecado que algunas mujeres salgan de su casa sin algún arreglo, embellecimiento o maquillaje.

Me contaron que en un culto de una iglesia legalista donde una mujer, literalmente, estaba siendo juzgada por sus líderes porque se había cortado las puntas de su cabello (esto es común hacerse cuando el cabello largo tiene cierto deterioro en los extremos). Uno tras otro hablaba contra ella delante de todos, mientras ella aguardaba con la boca cerrada la disciplina que le impondrían. Los líderes que subieron al púlpito, entre ellos el esposo de la mujer, sólo argumentaban que la "pecadora" debía ser disciplinada. Uno de los miembros de la iglesia que se levantó contra esta mala acción diciendo que no había base bíblica para semejante “ignorancia” fue criticado por la mayoría de los hombres y mujeres en la asamblea. Al final, la mujer fue disciplinada por el pecado grave de “cortar las puntas de su cabello”.

¿Cuál es el error en estas congregaciones legalistas?
Es casi una regla inquebrantable. Afirman que las mujeres cristianas no deben usar maquillaje, ni joyas, ni pintarse ni recortarse el cabello, ni mejorar su aspecto con un traje elegante; es decir no deben “adornarse” porque es pecado y no le agrada a Dios. Para afirmar estas falsedades utilizan textos de la Biblia que nada tienen que ver con la apariencia y la feminidad de las hermanas, por las cuales Jesús el Mesías ha pagado un precio, tan igual que por los hombres.

En una ocasión conversando con un líder de una de estas iglesias legalistas me demostró con un texto de Isaías, en donde según él, Dios ha castigado a las mujeres, por lo tanto deben hacer lo que las Escrituras dicen. Aquí cito el texto:

“Aquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas, los collares, los pendientes y los brazaletes, las cofias, los atavíos de las piernas, los partidores del pelo, los pomitos de olor y los zarcillos, los anillos, y los joyeles de las narices, las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas, los espejos, el lino fino, las gasas y los tocados.” Isaías 3:16-23 (RVR1960)

En el contexto de esta cita de los primeros capítulos del libro de Isaías encontramos que no hay un enfoque doctrinal o teológico respecto a “cómo deben vestirse las mujeres cristianas”. Por el contrario encontramos que los primeros capítulos son de juicio contra Judá, (ver Isaías 1.1-12.6). Isaías profetizó durante la crisis causada por la expansión del Imperio Asirio. Isaías sirvió en los años del 740–760 a.C. Ejerció su ministerio en Jerusalén (7.1–3; 37.2) desde el año de la muerte del gran rey Uzías (740 a.C.), y a lo largo de los reinados de Acaz y Ezequías (1.1; 6.1; cf. 2 R 15–20; 2 Cr 26–32). En el contexto de  Isaías 3:16-26, Dios establece un castigo contra su pueblo, figuradamente representado en las hijas de Sión, en los varones que van a la guerra (y caen sin fuerza), así como también en la ciudad que caerá en manos de los enemigos ya que “sus puertas se entristecerán y enlutarán”. Según Isaías, Dios castiga a su pueblo, a Judá; y figuradamente le quita todo aquello que representa lo hermoso, lo alegre, los vestidos de fiesta, las joyas y perfume. Y en lugar de todo esto lo deja pobre, maloliente y desarreglado. Esto de ninguna manera es el trato que Dios da a las cristianas hoy en día. Por ello no es de ninguna manera una base bíblica para imponer estas reglas arcaicas sobre las mujeres, evitando que se vean femeninas.

Otros argumentan diciendo que el uso de arreglos y de joyas (sean reales o de material de fantasía) como aretes, pendientes, brazaletes, etc. son mencionados en la Biblia de manera metafórica. Cito el siguiente pasaje mal utilizado.

“En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.” Isaías 61:10 (RV1960)

En este pasaje, los que lo utilizan para decir que se menciona de manera metafórica, cometen un gran error de interpretación. El escritor está expresando gozo y alegría por un favor recibido de Jehová. El escritor está usando como ejemplo la costumbre de la forma como se ataviaba un novio o novia para casarse: con joyas y adornos de embellecimiento. La metáfora es la comparación que hace de los atavíos con las vestiduras de la salvación y el manto de justicia; pero el ejemplo o la figura lo está tomando de una costumbre real, no es metáfora que los novios y novias se ataviaban y hermoseaban con adornos y joyas, era (y es) real. Quienes interpretan así cometen serios errores de hermenéutica.

También han utilizado el pasaje de Ezequiel 16.9-14 para aseverar que sólo es “metáfora”, y aquí lo cito:

“Te lavé con agua, y lavé tus sangres de encima de ti, y te ungí con aceite; y te vestí de bordado, te calcé de tejón, te ceñí de lino y te cubrí de seda. Te atavié con adornos, y puse brazaletes en tus brazos y collar a tu cuello. Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu cabeza. Así fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino, seda y bordado; comiste flor de harina de trigo, miel y aceite; y fuiste hermoseada en extremo, prosperaste hasta llegar a reinar. Y salió tu renombre entre las naciones a causa de tu hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti, dice Jehová el Señor.”

Es cierto que este texto es una completa metáfora, de ninguna manera, todo el pueblo de Israel no es solo una mujer, pero Israel representa a una mujer en este pasaje, y metafóricamente el mismo Dios describe como la adopta por amor y la va embelleciendo. Utiliza una serie de costumbres y acciones que se daban en esos tiempos. Era la única manera de poder hablarle a su pueblo y de que entienda. Ahora, qué significa por ejemplo la frase que dice “Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu cabeza. Así fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino”, esto representa un cambio de estado que sufre Israel al ser adoptado por Dios, al ser nuevamente tomado por Dios. No significa que Dios le puso aretes, diademas, vestidos lujosos, etc. eso viene a ser la metáfora; pero lo que es cierto en este pasaje es que sí se utilizaba estos adornos para embellecer a las mujeres, y si Dios no ve problema en usarlo como figura de una bendición sobre su pueblo; mucho menos no es de ninguna manera ni pecado ni está prohibido que las mujeres lo usen. Hay una muy mala interpretación de la Biblia de los teólogos de estas iglesias legalistas.


¿Dónde se origina esta mala teología?
El origen de todo esto es, por supuesto, una falsa teología. Muchos cristianos, conscientes o no, le asignan a las mujeres un papel de constante tentación a hacer pecar a los varones. Es como si cada mujer fuera una Eva ofreciendo el fruto prohibido. Ahora, se olvidan de que la razón de la tentación no es la mujer, ni Dios, ni siquiera la serpiente; sino el corazón que es muy codicioso. La Biblia dice:

"sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte." Santiago 1:14-15 (RVR1960)

Es decir, algunos hombres como tienen dificultades de abstenerse de sus impulsos pecaminosos, entonces buscan una especie de chivo expiatorio. Esto no es del todo nuevo, el mismo Adán le dijo a Dios, que no fue su culpa sino que “la mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí." Génesis 3:12

Tertuliano y las mujeres

Por desgracia, esta mala popularidad de las mujeres como atractivo para el pecado ha sido objeto de un importante Padre de la Iglesia, el apologista Tertuliano de África (160 d. C.-220 d. C.). Tertuliano dedicó un libro directamente a la audiencia femenina, una obra cuyo título es De Cultu Feminarum, en español: “La Ropa de las Mujeres” (http://biblehub.com/library/tertullian/on_exhortation_to_chastity/index.html), y entre los principales argumentos trata sobre el vestido, el maquillaje, los adornos y el comportamiento de las mujeres. Tertuliano teologiza sobre las mujeres y exagerando la retórica como era típico de los escritores de la época, dice:“la mujer introdujo la muerte en el mundo y su propia condenación de Jesús Cristo”. También dice: "¡Mujer! Tú eres la puerta del diablo. Persuadiste a aquel a quien el diablo no se atrevía atacar de frente. Fue gracias a ti que el Hijo de Dios tuvo que morir. Tú siempre debes ir vestida de luto y harapos".

Tertuliano luchó con todas sus fuerzas contra el uso de joyas y maquillaje. Para él, el embellecimiento de la mujer es vista como un medio de atracción para el mal. La preocupación del apologista fue especialmente todo lo que sale de la "naturalidad". Él escribió:

“Deseo que tomes consciencia del origen pecaminoso y satánico de la joyería, maquillaje y pinturas. Todo lo que significa lujo, oro, plata, piedras preciosas y joyas no son más que una señal de ambición que se contrapone con la humildad, esencia misma del buen cristiano; en este caso, una buena cristiana. Los cuidados de pies, cabello, etc., es costumbre de (mujeres) prostitutas antes que de (mujeres) castas.”

Afortunadamente, la teología de Tertuliano para la vestimenta de las mujeres, no es hegemónica en nuestros días, y tal vez, nunca lo fue en la historia del cristianismo. Básicamente, el oponerse contra el embellecimiento tiene su origen en la malicia de un corazón caído. Lejos de expresar la santidad, el legalismo es la manifestación de la sexualidad desenfrenada, que busca recursos humanos para detenerlo ineficazmente. El cristianismo ha desarrollado una teología de la belleza, que es un gran contrapunto al legalismo malicioso e iconoclasta de los herederos de Tertuliano.

En una forma muy sencilla podemos decir que el legalismo consiste en tratar de ganar el favor de Dios a través de nuestra obediencia a un conjunto de reglas inventadas por los hombres. El problema del legalista es que no descansa plenamente en la obra de Cristo para ser aceptado por Dios o para ser bendecido por Él, sino en su propia conformidad a un estándar de conducta previamente establecido. Mientras el evangelio nos mueve a la obediencia por el hecho de haber sido aceptados por Dios de pura gracia, el legalismo nos dice que debemos obedecer para ser aceptados. En el evangelio la aceptación delante de Dios viene primero y la obediencia después. En el legalismo es a la inversa: la obediencia viene primero para lograr ser aceptados. Todo gira en torno a lo que hacemos o a lo que dejamos de hacer. Y para sustentar estas doctrinas utilizan textos fuera de contexto.

El apóstol Pablo nos advierte contra todo este tipo de exabruptos teológicos cuando le habla a los colosenses y les dice literalmente que todas estas reglas legalistas “no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne”:

“Si habéis muerto con el Mesías a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivierais en el mundo, os sometéis a preceptos: No uses, ni comas, ni toques (según mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que están todas destinadas a perecer con el uso? Tales cosas tienen en verdad cierta reputación de sabiduría en una religión impuesta por uno mismo, y en una falsa humildad y severo trato del cuerpo, pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.” Colosenses 2.20-23 (BTX)

No olvide lo que mencioné al comienzo, de ninguna manera es pecado que las mujeres se embellezcan, al contrario; usando el sentido del humor, es muy probable que no encaje en algunas reuniones si las mujeres no van arregladas correctamente, y aunque esto no es pecado, sí es muy mal visto. Si desea agradar a Dios, tan solamente recuerde las palabras del apóstol Pablo en la carta a Timoteo:

“Quiero que las mujeres se vistan de una manera modesta. Deberían llevar ropa decente y apropiada y no llamar la atención con la manera en que se arreglan el cabello ni con accesorios de oro ni con perlas ni ropa costosa. Pues las mujeres que pretenden ser dedicadas a Dios deberían hacerse atractivas por las cosas buenas que hacen." 1 Timoteo 2:9-10 (NTV)

Que Dios los bendiga.

sábado, 9 de mayo de 2015

La sombra de Pedro y los paños de Pablo ¿Sanaban?



Durante mis años de miembro de una iglesia carismática, un domingo por la mañana, me percaté que la “pastora” invitada, mientras predicaba, guardaba sus pañuelos de papel que los iba usando para secarse el sudor, en una especie de recipiente, y al final cuando oró por la congregación; a algunos les daba sus pañuelos para que se los llevaran a sus casas con ellos, y les dijo que los podían usar para “sanar a sus enfermos”.

El denominado "Profeta TB Joshua" tiene una "Agua Sanadora" que la promocionan en su página web en español. Aquí escribí algo al respecto: http://textosfueradecontexto.blogspot.pe/2016/07/el-agua-de-la-manana-de-tb-joshua.html


Pero... ¿Qué dicen la Escrituras al respecto?
Lucas en el libro de los Hechos 15.12-16 narra un acontecimiento histórico de lo que sucedía "por manos de los apóstoles":
"Los que creían en el Señor aumentaban más, gran número de hombres y de mujeres; tanto que sacaban los enfermos a las calles y los ponían en camas y camillas para que, al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos."
Este pasaje me hace acordar el evento de Marcos 2.4 (otro hecho histórico) en donde dice “Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, quitaron parte del techo de donde estaba Jesús y, a través de la abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico.”

La similitud en estos dos hechos históricos es que los necesitados tenían impedimento para llegar al que hacía los milagros, en el caso de Marcos la multitud en la casa impedía que los amigos del paralítico ingresaran donde estaba Jesús para que lo sanara; y en el caso de Hechos, “muchos más creyentes en el Señor eran añadidos: multitud de hombres y mujeres”(v.14). Éstos, como consecuencia de creer en Jesús, y en las señales y prodigios hechas por los apóstoles, “sacaban a los enfermos a las calles y los ponían en catres y camillas”, ya que al haber muchos necesitados había impedimento de llegar hasta Pedro, Juan u otro apóstol para que le imponga las manos u orase personalmente por los enfermos, entonces la “iniciativa” de la gente fue esperar que “al menos su sombra cubriera alguno de ellos”.

Del contexto podemos deducir que eran muchos los enfermos porque el escritor se esfuerza en decir que hasta de las “ciudades circunvecinas de Jerusalén concurría la multitud, trayendo enfermos y atormentados por espíritus inmundos”. Lucas no especifica que la sombra de Pedro los haya sanado. Solamente dice que la gente esperaba que la sombra cayera sobre los enfermos. Hacer una doctrina a partir de este hecho histórico, y a partir de ahí establecer una práctica como poner a los enfermos en una fila echados y poner luz para que al pasar un pastor “ungido” les caiga esa sombra y esperar que se sanen. Es como querer hacer un hueco en cada casa, local o iglesia para meter por allí a un enfermo y esperar que se sane.

Al final del verso 16 (Hechos 5.16) dice “y todos eran sanados”. El poder de Dios obrado a través de los apóstoles era lo que sanaba a los enfermos. En otras palabras, que la gente haya esperado un milagro de la sombra de Pedro, no nos autoriza para hacer lo mismo hoy.

Hay otro hecho histórico que entra en esta categoría de “milagros extraordinarios” me refiero a “los paños o delantales” de Pablo.
“Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que hasta los pañuelos o delantales que habían tocado su cuerpo eran llevados a los enfermos, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.” Hechos 19.11-12
Dios usó de manera extraordinaria y soberana a sus apóstoles en estos eventos. El resultado: gente sanada. Pero no hay registro aparte en el cual se exprese que a partir de estos “hechos históricos” se estableció una práctica o doctrina de “como orar por los enfermos”. Pedro ya no está, por lo tanto ya no tenemos más su sombra. Y Pablo tampoco está, así que todas las prendas de Pablo ya no podemos usarlas para llevarla donde los enfermos y esperar sanidad.

En ambos eventos se suscitó circunstancialmente un modo en donde Dios obró extraordinariamente, y Lucas lo “asevera” cuando dice “milagros extraordinarios por mano de Pablo.”

Termino diciendo que mientras que en los eventos de Pedro y Pablo narrados por Lucas se registra un acontecimiento histórico que SUCEDIÓ. Vemos que unos años más tarde Santiago nos va a decir cómo orar por los enfermos, allí en el seno de una iglesia donde ya no están ni Pedro ni Pablo:
“¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia para que oren por él, ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si ha cometido pecados, le serán perdonados.” - Santiago 5.14-15
No es la sombra ni los paños. El que sana es el Señor. Así que no se deje engañar, ni manipular. Ni mucho menos no permita que alguien le ofrezca algún artículo usado por algún "pastor importante" a cambio de dinero con la promesa de poder usarlo para sanar enfermos. Tampoco acepte elementos adicionales a lo que las Escrituras nos enseñan. Hagamos como lo indica Santiago, oremos por los enfermos y dejemos que Dios haga su perfecta voluntad.


Dios nos guarde!

miércoles, 29 de abril de 2015

La Parábola de los Talentos


“Sirviendo diligentemente hasta la Segunda Venida”

Mateo 25.14-30 (RV1995)

Introducción
Jesús el Mesías nos ha encargado una misión a la iglesia en la que estaría ocupada todos los días desde Su Ascensión hasta Su Segunda Venida. El Señor espera que sus “doulos” se ocupen en el servicio con urgencia, fidelidad y diligencia. El servicio abarca la PROCLAMACIÓN del Evangelio, el Hacer DISCÍPULOS, y ATENDER a los pobres. El mejor resumen de este servicio lo encontramos en Mateo 25.35-36 que dice:

“Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me recogisteis; estuve desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a verme.”

Así mismo el apóstol Pablo nos dice en Efesios 2.8-10 que Dios nos creó para “andar” en buenas obras. Los creyentes son hechos para las buenas obras. Los incrédulos de ninguna manera pueden hacer las obras del reino. Estas nacen de un corazón regenerado que ellos no tienen ni entienden.

“porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe, pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.”

El énfasis de la parábola de los talentos se basa en la URGENCIA  de servir mientras aguardamos la Segunda Venida de Jesús el Mesías. El servicio cristiano sería la marca, distintivo y pasión de los creyentes. Ocuparse en esto no solo sería un mandato sino una manera de desarrollar la Vida Abundante que Jesús ofrece.


La Gran Comisión
v. 14 y 15
“El reino de los cielos es como un hombre que, yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.”

La alusión a la frase “yéndose lejos” y luego “se fue lejos” se refiere, sin lugar a dudas; al tiempo que se tomaría el Señor desde su Ascensión hasta su Segunda Venida. Y a la misma vez denota un amo, un señor que deja sus bienes al encargo de sus siervos mientras este hace su viaje.

La palabra aquí para siervo es “doulos” que significa “esclavo”. Un esclavo no tiene voluntad propia, en el sentido que está “a merced de la voluntad de su amo”. Un esclavo hace “todo” lo que su amo le encarga. Jesús pagó un alto precio con su vida, ahora somos “esclavos de Jesús el Mesías” y Pablo nos va a decir:

“…habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” (1 Corintios 6:20)

El Señor Jesús comisiona a sus siervos, a los que profesan ser cristianos, a la iglesia. Jesús nos ha encargado “sus bienes”. Es interesante ver que Dios nos ha confiado una tarea, una comisión. Lo principal aquí es la Gran Comisión (Mateo 28.18-20) pero también vemos a lo largo de las cartas, como la de Santiago 1.27; que es nuestro deber “visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones”. No la ha confiado a los ángeles, sino a la Iglesia. Esto es sumamente importante resaltar. ¡Qué bendición! Dios nos ha dado una misión. Esto es la diplomacia del Reino, es cierto que somos “doulos”, pero ¡Que privilegio!   

Un talento era una medida de dinero, 34 kilos de plata para ser más exacto. Al primer siervo se le dio 34 x 5 = 170 Kg de plata, al segundo 34 x 2 = 68 Kg y al tercer siervo se le asigna 34 kilos de plata. Esto es mucho dinero. Hoy en día un talento (34 Kg de plata) estaría cotizado aproximadamente en $ 109,000 dólares. Es decir, literalmente lo que les encarga es dinero, el señor les da dinero para que hagan negocios y ganen más dinero. Pero en la aplicación para la iglesia, la palabra que nos ayuda con esto es “capacidad”.

Note que el Señor nos da a “cada uno conforme a nuestras capacidades”. La capacidad que en la parábola hace referencia es sencilla de entender, cada siervo tenía un “poder propio”, una habilidad, un oficio para hacer la obra que su amo les ha encargado. En la iglesia del Señor, no nos ha hecho a todos evangelistas o apóstoles (enviados con una misión). No todos son conferencistas. No todos van a las cárceles a proclamar el Evangelio. No todos atienden a los huérfanos y a las viudas. No todos están viendo las finanzas de la iglesia o recibiendo a las personas en la puerta. A cada uno nos ha sido dado un poder, una capacidad para servir. Pedro lo dice de la siguiente manera:

“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” (1 Pedro 4:10)

Somos llamados y desafiados a servir según nuestras capacidades, nuestros dones y nuestras habilidades naturales.


Cumpliendo la Gran Comisión
v. 16 y 17
“El que recibió cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que recibió dos, ganó también otros dos.”

Las palabras clave aquí que nos hablan profundamente son “fue y negoció”. Los siervos buenos y fieles no se quedaron estáticos, sino que actuaron, se movilizaron, negociaron. Esta actividad requiere ir a mirar un bien, una parcela de cultivo, una embarcación, un hato de ganado, etc. y mirarla, evaluarla, medirla y establecerle un valor o un precio, luego comprar y vender. El Mar Mediterráneo, el mar del imperio de la época, por sus diversos puertos como el de Corinto (Acaya) circulaba un alto tráfico de objetos y especies que se comercializaban. Metales, tejidos, especies, y un sinnúmero de objetos que los mercaderes y negociantes aprovechaban. El tiempo en que Jesús les habló esta parábola, negociar y obtener dinero a cambio era el estilo de vida de los ricos y hacendados. Por lo tanto cumplir con la (Gran) Comisión demandaba acción, correr riesgos, actuar, aprender el negocio, saber medir y valorar, etc.

También notamos que los siervos buenos y fieles tuvieron iniciativa (eran proactivos) no esperaron recibir una idea o sugerencia de su señor (o de alguien más). Ellos actuaron porque tenían una capacidad parar hacer los negocios. Uno diferente del otro, pero ambos tenían la capacidad de producir.

La demanda para el creyente es actuar, hacer, tomar riesgos, confiar, ejecutar, “ir y negociar”, etc. La iniciativa es hacer o actuar sin haber sido convocado para una misión específica. No me mal interpreten. Es cierto que hay hombres y mujeres que son “llamados” para hacer una misión específica, pero de manera sencilla diré que “la Gran Comisión”, que es hacer discípulos, no es sólo para algunos, sino para todos los discípulos de Jesús. No tienes que esperar tener una revelación especial para empezar a hacer discípulos.

La Incredulidad y Negligencia no obra a favor de la Gran Comisión
v. 18
“Pero el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.”

Cavar un hoyo en la tierra para guardar algo preciado es “ahorrar”. Fíjense que este tipo de ahorro no produce intereses. Es como el dinero debajo del colchón. Desde este punto de vista el ahorro no es lo que Dios espera de nosotros. No ahorre su llamado, no ahorre sus talentos, no ahorre sus dones, no ahorre sus poderes y sus capacidades para hacer la Gran Comisión.

El siervo malo y negligente entendió que si corría riesgos podría perder el talento, así que prefirió “ahorrarlo” hasta que venga su amo. Esta actitud mala de no actuar, ni hacer, ni arriesgar, ni nada para hacer crecer “los bienes de su señor”, solamente brota de un incrédulo, de alguien que no conoce a Dios, de alguien que no confía en Dios, de alguien que no tiene fe en Dios. Si revisamos la parábola anterior (que está en el mismo contexto), la “vírgenes insensatas” son insensatas porque son incrédulas, no confían en Dios, no creen en Dios, no tienen interés por las cosas espirituales, están adormecidos. En Mateo 25.2-3 dice claramente que la única razón por las que estas cinco vírgenes califican como “insensatas” era porque debiendo haber tomado sus lámparas con aceite, no lo hicieron. Un creyente “sin aceite”, es un incrédulo, que no tiene el Espíritu del Señor.

“Y cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. Porque las insensatas, al tomar sus lámparas, no tomaron aceite consigo.”(LBLA)

Pablo nos advierte que algunos de entre nosotros no tienen el Espíritu Santo, y por lo tanto no son de Dios. Veamos lo que dice Romanos 8.8-9

“y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios está en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.”

Y volviendo al contexto de Mateo 25, el Señor utiliza una respuesta muy dura al respecto: “nunca os conocí” (versos 11 y 12):

“Después llegaron también las otras vírgenes, diciendo: -¡Señor, señor, ábrenos!- Pero él, respondiendo, dijo: -De cierto os digo que no os conozco-”

“No os conozco” es el rechazo total para el que profesa ser cristiano y sus obras demuestran todo lo contrario. Esto es muy duro. Imagínese llevar toda una vida corriendo una supuesta carrera engañado, llegar a la meta final y no ser reconocido por el Señor. Esto es deprimente. Es como vivir engañado todo el tiempo. “No somos salvos por obras, pero nuestras obras demuestran que somos salvos.” Eso es lo que leo en Efesios 2.8-10

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”


Ajustando Cuentas en su Segunda Venida (y consecuente Juicio Final)
v. 19
“Después de mucho tiempo regresó el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos.”

Arreglar (ajustar) cuentas. Eso es a lo que se refiere este versículo. El Señor en su segunda venida ajustará cuentas con los hombres. Rendiremos cuentas. Y el resultado de este “ajuste de cuentas” puede ser una recompensa o un castigo. En el trabajo podríamos recibir un aumento o ascenso, o en caso contrario una suspensión o que nos quiten el empleo por ineficientes.


Recompensando al Siervo Bueno y Fiel
v. 20-23
“Se acercó el que había recibido cinco talentos y trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos.” Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.” Se acercó también el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos.” Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.”.

Primero resaltaremos la actitud de un siervo fiel: “rinde cuentas”. (Esto es lo que de costumbre, a todos los seres humanos no nos gusta hacer. Ni en la casa, ni en el trabajo, ni en la iglesia, etc.) Luego cuando el señor ve el resultado favorable de su trabajo lo elogia:

¡Bien hecho! ¡Siervo bueno y fiel!

Ahora surge la pregunta: ¿“En lo poco ha sido fiel”, le parece poco ser fiel con más de $109,000 dólares? Y aquí tenemos que resaltar que por muy grande que sea nuestra obra en el Señor, para Él siempre es “poco”, pero al menos en eso “poco” el Señor espera que seamos fieles. Note que el Señor resalta el hecho de que los siervos buenos, son fieles en “poco” para luego recompensarles al decirles “en lo mucho” te pondré. El Señor utiliza esta figura para expresar que no nos pide grandes cosas, el quiere que seamos “fieles en lo poco” para “ponernos sobre mucho”. Aquí hay una fórmula que es un principio del reino. El Señor espera fidelidad en el servicio. Él desea que esperemos su Segunda Venida “sirviéndole con fidelidad”.

     Es fiel en lo poco, lo ponen sobre mucho

El Señor no se impresiona con grandezas, sólo espera fidelidad en lo que hacemos. Ser puesto sobre mucho en el reino. Es una recompensa. Es una promesa. Es una verdad. Pero hay algo mayor aun. Esta es la mayor recompensa que todo cristiano espera:

Para las vírgenes prudentes: 

“Pero mientras ellas iban a comprar, llegó el novio; y las que estaban preparadas entraron con él a la boda, y se cerró la puerta.” Mateo 25.10

Para los siervos buenos y fieles

“Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.” Mateo 25.21

Para los benditos del Padre:

“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” Mateo 25.34


La mayor recompensa del creyente es pasar la eternidad con su Señor. Estaremos en las Bodas del Cordero, disfrutando del Gozo del Señor para luego reinar con Él para siempre.

A la hora de recompensar a cada uno de acuerdo a “sus obras”, el Señor Jesús en Apocalipsis 22.12 nos lo dice de otra forma,

He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” (RV1960)

La fidelidad de un siervo no se ve en el tamaño de iglesia o ministerio que tenga, de cuantos conciertos hagas, o de gran erudición teológica y predicación que tenga, la cantidad de gente que trajo a la iglesia, cantidad de conferencias que ha dado, cantidad de cultos a los que ha asistido. La fidelidad se mide por la “diligencia” con que haga su obra. Vea que a uno se le dio cinco talentos y diligentemente obró obteniendo otros cinco talentos y fue elogiado como siervo bueno y fiel, lo mismo que para el que ganó solo dos talentos. Ambos demostraron su fidelidad de acuerdo a la diligencia que pusieron haciendo uso de sus capacidades dadas por Dios, en aquello que Dios le ha encomendado para servir en su iglesia. La fidelidad bien se podría ver en ensayar con anticipación para los cultos de adoración. Esforzándose con firmeza y amor por ejemplo. Preparándose para dar un sermón en el que exprese verdades bíblicas sin inventar alegorías y revelaciones espurias. Se es diligente tomando tiempo en prepararse para hacer bien un trabajo. El esfuerzo demuestra diligencia y fidelidad.


Sanción y Castigo del Siervo Malo y Negligente
v. 24-30
“Pero acercándose también el que había recibido un talento, dijo: -Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.- Respondiendo su señor, le dijo: -Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros y, al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento y dadlo al que tiene diez talentos, porque al que tiene, le será dado y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.-”

Es malo y negligente, le quitan lo que tiene y lo echan

El siervo malo y negligente le dice a su amo en su cara que “era hombre duro”. Y esto es peor que una calumnia. Con esto demuestra que no conocía a su amo. El amo no demostró dureza en ningún momento con los “siervos buenos y fieles”. Es el concepto equivocado del “siervo malo y negligente” que tiene de su amo. Esto debido a que no lo conoce personalmente.

La frase “siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste” es una frase coloquial, algo proverbial, un dicho para referirse a un hombre codiciosos en extremo; duro, cruel, abusivo, áspero y oportunista, etc. En otras palabras el “siervo malo y negligente” tenía el concepto de que su amo conseguía las cosas a como dé lugar. Y esto porque la expresión bien parecería una justificación a su miedo. Pero en realidad el miedo le brota de su carencia total de fe.

El amo le hace ver, que si tenía el concepto de que su él era duro y que conseguía las cosas a como de lugar, por lo menos el banco le hubiera pagado algún interés. Pero al ser un siervo inútil, ni siquiera esta iniciativa tuvo. No era para nada sabio. El amo le responde con ironía usando sus propias palabras para condenarlo.

El siervo que recibió cinco talentos generó otros cinco, ahora tiene diez talentos. Demostró tener capacidad, fidelidad y el amo cree conveniente darle un talento más. Ya sea por su soberanía o recompensa del amo (de Dios). Mientras que el siervo malo y negligente, no solo le quitaron el talento sino que lo echaron a las tinieblas, al tormento y crujir de dientes.
El esclavo de un talento rechazó la oportunidad que le dio su amo. Los que rechazan la oportunidad de servir a Dios, prefiriendo aferrarse al mundo y al pecado no son de Dios. Ver Mateo 16.24-26:

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: —Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame, porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. ¿De qué le servirá al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? ¿O qué dará el hombre a cambio de su alma?”

El siervo malo perdió la oportunidad de salvar su alma rechazando la oportunidad de ser fiel a Dios. El que dice que es cristiano y se aferra a su pecado rechazando a Dios, este no es cristiano, son falsos en medio de nosotros. El siervo inútil representa al incrédulo, alguien que se dice cristiano y no lo es. El incrédulo justifica su pecado inventando un concepto de Dios que es falso, dirigiéndose a Dios de manera diferente acusándolo. Si tú eres así como este esclavo inútil, si no te arrepientes, así te digas cristiano, serás echado al infierno.


Conclusión
La Comisión que reciben estos “doulos” tiene que ver con el servicio cristiano, y el Espíritu Santo nos ha dado a todos y a cada uno “capacidades” para el servicio. Por ello vemos que los “siervos buenos y fieles” expresan su amor al Señor con una respuesta de servicio genuino. Mientras que el “siervo malo y negligente” expresa su incredulidad, su farsa e hipocresía, ya que “nunca sirvió” ni siquiera fue un mal servicio lo que hizo, él nunca sirvió, profesa ser salvo pero no lo es.

El Señor Jesús les dio un mensaje claro a su audiencia: “mientras yo regreso dedíquense a servir con diligencia y fidelidad”. Y es exactamente el mismo mensaje que nos dice a nosotros. Mientras aguardamos Su Segunda Venida sirvamos con diligencia y fidelidad. De esta manera nos demostraremos a nosotros mismo que amamos a Dios y que somos sus hijos.

El infierno es real, ahí no hay gracia; en este mundo (en este siglo) por lo menos “el sol sale sobre malos y buenos” pero en el infierno ya no habrá ni gracia ni misericordia. Ahí serán enviados todos los que rechazan a Dios. Ahí irán todos aquellos que se dicen ser cristianos y sus obras demuestran lo contrario.

-   ¿Qué tan fieles somos con las oportunidades de servicio que Dios nos da?
-   ¿Quieres saber si eres cristiano? Lo sabrás si aprovechas cada oportunidad de servicio que Dios te da, aunque sea con un talento


¡Que Dios te bendiga!