¿Se ha dado cuenta
que la mayoría de reglas con respecto a la apariencia externa en las iglesias
legalistas está ensañado contra las mujeres, y nada o muy poco tiene que ver
con los varones? No es necesario ser de la filosofía feminista pera llegar a la
conclusión de que las mujeres sufren más que los hombres en las iglesias
legalistas. La mujer, en muchas comunidades evangélicas el día de hoy, no puede
ser femenina ni buscar embellecimiento, que es una característica tan notable
en el desarrollo de la feminidad. Algunas son tan carentes de adornos y
arreglos femeninos que parecen varoniles. En una ocasión me preguntaron si era
pecado que las mujeres usen maquillaje, y respondí con una dosis de humor
diciendo que no; no creo en absoluto que sea pecado que las mujeres usen
maquillaje, antes creo firmemente que sí es pecado que algunas mujeres salgan
de su casa sin algún arreglo, embellecimiento o maquillaje.
Me contaron
que en un culto de una iglesia legalista donde una mujer, literalmente, estaba
siendo juzgada por sus líderes porque se había cortado las puntas de su cabello
(esto es común hacerse cuando el cabello largo tiene cierto deterioro en los
extremos). Uno tras otro hablaba contra ella delante de todos, mientras ella
aguardaba con la boca cerrada la disciplina que le impondrían. Los líderes que
subieron al púlpito, entre ellos el esposo de la mujer, sólo argumentaban que la
"pecadora" debía ser disciplinada. Uno de los miembros de la iglesia
que se levantó contra esta mala acción diciendo que no había base bíblica para
semejante “ignorancia” fue criticado por la mayoría de los hombres y mujeres en
la asamblea. Al final, la mujer fue disciplinada por el pecado grave de “cortar
las puntas de su cabello”.
¿Cuál
es el error en estas congregaciones legalistas?
Es casi una regla
inquebrantable. Afirman que las mujeres cristianas no deben usar maquillaje, ni
joyas, ni pintarse ni recortarse el cabello, ni mejorar su aspecto con un traje
elegante; es decir no deben “adornarse” porque es pecado y no le agrada a Dios.
Para afirmar estas falsedades utilizan textos de la Biblia que nada tienen que
ver con la apariencia y la feminidad de las hermanas, por las cuales Jesús el
Mesías ha pagado un precio, tan igual que por los hombres.
En una ocasión conversando con
un líder de una de estas iglesias legalistas me demostró con un texto de
Isaías, en donde según él, Dios ha castigado a las mujeres, por lo tanto deben
hacer lo que las Escrituras dicen. Aquí cito el texto:
“Aquel día quitará
el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas, los collares, los
pendientes y los brazaletes, las cofias, los atavíos de las piernas, los
partidores del pelo, los pomitos de olor y los zarcillos, los anillos, y los
joyeles de las narices, las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las
bolsas, los espejos, el lino fino, las gasas y los tocados.” Isaías 3:16-23
(RVR1960)
En el contexto de esta cita de
los primeros capítulos del libro de Isaías encontramos que no hay un enfoque
doctrinal o teológico respecto a “cómo deben vestirse las mujeres cristianas”.
Por el contrario encontramos que los primeros capítulos son de juicio contra
Judá, (ver Isaías 1.1-12.6). Isaías profetizó durante la crisis causada
por la expansión del Imperio Asirio. Isaías sirvió en los años del 740–760 a.C.
Ejerció su ministerio en Jerusalén (7.1–3; 37.2) desde el año de la muerte del
gran rey Uzías (740 a.C.), y a lo largo de los reinados de Acaz y Ezequías
(1.1; 6.1; cf. 2 R 15–20; 2 Cr 26–32). En el contexto de Isaías
3:16-26, Dios establece un castigo contra su pueblo, figuradamente representado en las hijas de Sión, en los varones que van a la guerra (y caen sin fuerza),
así como también en la ciudad que caerá en manos de los enemigos ya que “sus puertas
se entristecerán y enlutarán”. Según Isaías, Dios castiga a su pueblo, a Judá;
y figuradamente le quita todo aquello que representa lo hermoso, lo alegre, los
vestidos de fiesta, las joyas y perfume. Y en lugar de todo esto lo deja pobre,
maloliente y desarreglado. Esto de ninguna manera es el trato que Dios da a las
cristianas hoy en día. Por ello no es de ninguna manera una base bíblica para
imponer estas reglas arcaicas sobre las mujeres, evitando que se vean
femeninas.
Otros argumentan
diciendo que el uso de arreglos y de joyas (sean reales o de material de
fantasía) como aretes, pendientes, brazaletes, etc. son mencionados en la
Biblia de manera metafórica. Cito el siguiente pasaje mal utilizado.
“En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios;
porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia,
como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.” Isaías 61:10 (RV1960)
En este
pasaje, los que lo utilizan para decir que se menciona de manera metafórica,
cometen un gran error de interpretación. El escritor está expresando gozo y
alegría por un favor recibido de Jehová. El escritor está usando como ejemplo
la costumbre de la forma como se ataviaba un novio o novia para casarse: con
joyas y adornos de embellecimiento. La metáfora es la comparación que hace de
los atavíos con las vestiduras de la salvación y el manto de justicia; pero el
ejemplo o la figura lo está tomando de una costumbre real, no es metáfora que
los novios y novias se ataviaban y hermoseaban con adornos y joyas, era (y es)
real. Quienes interpretan así cometen serios errores de hermenéutica.
También han
utilizado el pasaje de Ezequiel 16.9-14 para aseverar que sólo es “metáfora”, y
aquí lo cito:
“Te lavé con agua, y lavé tus sangres de encima de ti, y te ungí con
aceite; y te vestí de bordado, te calcé de tejón, te ceñí de lino y te cubrí de
seda. Te atavié con adornos, y puse
brazaletes en tus brazos y collar a tu cuello. Puse joyas en tu nariz, y
zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu cabeza. Así fuiste
adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino, seda y bordado;
comiste flor de harina de trigo, miel y aceite; y fuiste hermoseada en extremo,
prosperaste hasta llegar a reinar. Y salió tu renombre entre las naciones a
causa de tu hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse
sobre ti, dice Jehová el Señor.”
Es cierto que
este texto es una completa metáfora, de ninguna manera, todo el pueblo de
Israel no es solo una mujer, pero Israel representa a una mujer en este pasaje,
y metafóricamente el mismo Dios describe como la adopta por amor y la va
embelleciendo. Utiliza una serie de costumbres y acciones que se daban en esos
tiempos. Era la única manera de poder hablarle a su pueblo y de que entienda. Ahora,
qué significa por ejemplo la frase que dice “Puse joyas en tu nariz, y
zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu cabeza. Así fuiste
adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino”, esto representa un
cambio de estado que sufre Israel al ser adoptado por Dios, al ser nuevamente tomado
por Dios. No significa que Dios le puso aretes, diademas, vestidos lujosos,
etc. eso viene a ser la metáfora; pero lo que es cierto en este pasaje es que
sí se utilizaba estos adornos para embellecer a las mujeres, y si Dios no ve
problema en usarlo como figura de una bendición sobre su pueblo; mucho menos no
es de ninguna manera ni pecado ni está prohibido que las mujeres lo usen. Hay una
muy mala interpretación de la Biblia de los teólogos de estas iglesias legalistas.
¿Dónde
se origina esta mala teología?
El origen de
todo esto es, por supuesto, una falsa teología. Muchos cristianos, conscientes
o no, le asignan a las mujeres un papel de constante tentación a hacer pecar a
los varones. Es como si cada mujer fuera una Eva ofreciendo el fruto prohibido.
Ahora, se olvidan de que la razón de la tentación no es la mujer, ni Dios, ni
siquiera la serpiente; sino el corazón que es muy codicioso. La Biblia dice:
"sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia
es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da
a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte." Santiago
1:14-15 (RVR1960)
Es decir,
algunos hombres como tienen dificultades de abstenerse de sus impulsos
pecaminosos, entonces buscan una especie de chivo expiatorio. Esto no es del
todo nuevo, el mismo Adán le dijo a Dios, que no fue su culpa sino que “la mujer
que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí." Génesis 3:12
Tertuliano
y las mujeres
Por desgracia,
esta mala popularidad de las mujeres como atractivo para el pecado ha sido
objeto de un importante Padre de la Iglesia, el apologista
Tertuliano de África (160 d. C.-220 d. C.). Tertuliano dedicó un libro
directamente a la audiencia femenina, una obra cuyo título es De
Cultu Feminarum, en español: “La Ropa de las Mujeres” (http://biblehub.com/library/tertullian/on_exhortation_to_chastity/index.html),
y entre los principales argumentos trata sobre el vestido, el maquillaje, los
adornos y el comportamiento de las mujeres. Tertuliano teologiza sobre las
mujeres y exagerando la retórica como era típico de los escritores de la época,
dice:“la mujer introdujo la muerte en el mundo y su propia condenación de Jesús
Cristo”. También dice: "¡Mujer! Tú eres la puerta del diablo. Persuadiste a
aquel a quien el diablo no se atrevía atacar de frente. Fue gracias a ti que el
Hijo de Dios tuvo que morir. Tú siempre debes ir vestida de luto y harapos".
Tertuliano
luchó con todas sus fuerzas contra el uso de joyas y maquillaje. Para él, el embellecimiento
de la mujer es vista como un medio de atracción para el mal. La preocupación
del apologista fue especialmente todo lo que sale de la "naturalidad".
Él escribió:
“Deseo que tomes consciencia del origen pecaminoso y satánico de la
joyería, maquillaje y pinturas. Todo lo que significa lujo, oro, plata, piedras
preciosas y joyas no son más que una señal de ambición que se contrapone con la
humildad, esencia misma del buen cristiano; en este caso, una buena cristiana. Los
cuidados de pies, cabello, etc., es costumbre de (mujeres) prostitutas antes
que de (mujeres) castas.”
Afortunadamente,
la teología de Tertuliano para la vestimenta de las mujeres, no es hegemónica en
nuestros días, y tal vez, nunca lo fue en la historia del cristianismo.
Básicamente, el oponerse contra el embellecimiento tiene su origen en la malicia
de un corazón caído. Lejos de expresar la santidad, el legalismo es la
manifestación de la sexualidad desenfrenada, que busca recursos humanos para
detenerlo ineficazmente. El cristianismo ha desarrollado una teología de la
belleza, que es un gran contrapunto al legalismo malicioso e iconoclasta de los
herederos de Tertuliano.
En una forma muy sencilla podemos
decir que el legalismo consiste en tratar de ganar el favor de Dios a través de
nuestra obediencia a un conjunto de reglas inventadas por los hombres. El
problema del legalista es que no descansa plenamente en la obra de Cristo para
ser aceptado por Dios o para ser bendecido por Él, sino en su propia
conformidad a un estándar de conducta previamente establecido. Mientras el
evangelio nos mueve a la obediencia por el hecho de haber sido aceptados por
Dios de pura gracia, el legalismo nos dice que debemos obedecer para ser
aceptados. En el evangelio la aceptación delante de Dios viene primero y la
obediencia después. En el legalismo es a la inversa: la obediencia viene
primero para lograr ser aceptados. Todo gira en torno a lo que hacemos o a lo
que dejamos de hacer. Y para sustentar estas doctrinas utilizan textos fuera de
contexto.
El apóstol
Pablo nos advierte contra todo este tipo de exabruptos teológicos cuando le
habla a los colosenses y les dice literalmente que todas estas reglas
legalistas “no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne”:
“Si habéis muerto con el Mesías a los rudimentos del mundo, ¿por qué,
como si vivierais en el mundo, os sometéis a preceptos: No uses, ni comas, ni
toques (según mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que están todas
destinadas a perecer con el uso? Tales cosas tienen en verdad cierta reputación
de sabiduría en una religión impuesta por uno mismo, y en una falsa humildad y
severo trato del cuerpo, pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la
carne.” Colosenses 2.20-23 (BTX)
No olvide lo
que mencioné al comienzo, de ninguna manera es pecado que las mujeres se
embellezcan, al contrario; usando el sentido del humor, es muy probable que no
encaje en algunas reuniones si las mujeres no van arregladas correctamente, y
aunque esto no es pecado, sí es muy mal visto. Si desea agradar a Dios, tan solamente recuerde las palabras del
apóstol Pablo en la carta a Timoteo:
“Quiero que las mujeres se vistan de una manera modesta. Deberían
llevar ropa decente y apropiada y no llamar la atención con la manera en que se
arreglan el cabello ni con accesorios de oro ni con perlas ni ropa costosa. Pues
las mujeres que pretenden ser dedicadas a Dios deberían hacerse atractivas por
las cosas buenas que hacen." 1 Timoteo 2:9-10 (NTV)
Que Dios los
bendiga.
Excelente
ResponderEliminarExcelente!!!
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ResponderEliminarmuy bueno su estudio
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