jueves, 3 de mayo de 2018

Señales Antes del Fin: "Guerras y Rumores de Guerras"


Guerras y Rumores de Guerras

Jesucristo advirtió a sus discípulos que ellos "oirían de guerras y rumores de guerras" (Mt. 24:6), y que debían considerar estas señales como "el principio de dolores". Aunque estos conflictos no serían en sí "el fin", sí eran señales claras de que se acercaba ese fin anunciado: la destrucción del Templo y de la ciudad de Jerusalén (Mt. 24:1-3).

¿Qué sabían los discípulos sobre las guerras?

Muy poco. La generación de los discípulos de Jesús solo conocía de guerras por medio de la historia. El mundo conocido —"la tierra habitada" o oikoumenē, término común para referirse al Imperio Romano— gozaba de una paz generalizada tanto dentro como fuera de sus fronteras. El primer emperador romano, César Augusto, cerró las puertas del Templo de Jano en el año 24 a.C., las cuales solo se abrían en tiempos de guerra. Se acepta como inicio oficial de la llamada Pax Romana (1) el año 29 a.C., cuando Augusto proclamó el fin de las guerras civiles. Esta paz se extendió hasta la muerte del emperador Marco Aurelio en el año 180 d.C.

Cuando Jesús, en torno al año 30–33 d.C., pronunció su advertencia sobre guerras y señales del fin, toda su generación había nacido y crecido en tiempos de paz. Sus oyentes vivían bajo la estabilidad del Imperio Romano. Esta realidad hace más significativa la advertencia sobre “rumores de guerras”, ya que para aquella generación significaba una ruptura inusual de la paz.

La señal para escapar: el fin se acercaba

Jesús no solo predijo la aparición de rumores de guerra, sino que instruyó a sus discípulos a estar preparados para huir cuando vieran la “abominación desoladora” (Mt. 24:15–16). Por ello dijo: "los que estén en Judea huyan a los montes". El llamado a orar para que la huida no fuese en invierno ni en día de reposo (v. 20) subraya la inminencia del peligro y la necesidad de actuar con rapidez.

Esta profecía se cumplió cuando estalló la revuelta judía en el año 66 d.C., dando inicio a la guerra contra Roma que culminó con la destrucción de Jerusalén y su Templo en el año 70 d.C. Según Eusebio de Cesarea, los cristianos de Jerusalén, obedeciendo una revelación divina, huyeron a la ciudad de Pella en la región de Perea. Eusebio escribe:

“El pueblo de la Iglesia de Jerusalén recibió el mandato de cambiar de ciudad antes de la guerra y de vivir en otra ciudad de Perea (la que llaman Pella), por un oráculo transmitido por revelación a los notables de aquel lugar... La justicia de Dios vino sobre los judíos por el ultraje al que sometieron a Cristo y a sus apóstoles.” (Historia Eclesiástica, III.5.3)

El fin de la paz: el año de los cuatro emperadores

La Pax Romana comenzó a fracturarse no solo por la revuelta judía sino también por una cadena de conflictos internos en el Imperio. Tras el suicidio de Nerón en el año 68, Roma entró en un período de guerras civiles. El historiador Tácito describió este tiempo como un tiempo de desastres, violencia interna, incendios y caos político, afirmando que nunca hubo mayor evidencia de que los dioses habían abandonado a Roma:

"Un período de desastres, horrible por sus guerras, inundado por guerras civiles... Cuatro emperadores perecieron a espada... el mar estaba lleno de exiliados y sus costas contaminadas de sangre." (Historias, I, resumen).

Este caos interno coincidía con la desintegración de la paz que había caracterizado la vida de los primeros oyentes de Cristo. Tal como señala Kenneth L. Gentry:

"Las señales de Mateo 24 no fueron diseñadas para describir acontecimientos generales de la historia de la Iglesia, sino señales específicas dadas a esa generación. [...] El contexto, el auditorio, y la historia misma, apuntan a la destrucción de Jerusalén como su cumplimiento" (The Great Tribulation: Past or Future?, 1999).

Milton S. Terry, otro exponente del preterismo parcial, afirmó:

"El lenguaje apocalíptico usado por Jesús en los Evangelios debe interpretarse en armonía con los usos proféticos del Antiguo Testamento, y no como descripciones literales del fin del mundo" (Biblical Hermeneutics, 1890).

Evidencia interna: Jerusalén gozaba de paz

El libro de Hechos aporta una evidencia textual del contexto pacífico previo a la guerra. En Hechos 24:2–3, Tértulo, abogado del Sanedrín, presenta su acusación contra Pablo ante el procurador Félix y comienza diciendo:

"Gracias a ti gozamos de mucha paz, y por tu previsión se han hecho notables mejoras en esta nación. Siempre y en todo lugar lo aceptamos con toda gratitud, oh excelentísimo Félix."

Este evento tuvo lugar alrededor del año 58–60 d.C., pocos años antes del inicio de las guerras anunciadas por Jesús.

Conclusión

Jesús fue claro: "no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca" (Mt. 24:34). Las "guerras y rumores de guerras" no fueron eventos lejanos (2025 d.C.) ni simbólicos, sino acontecimientos concretos que esa generación (la generación de Jesucristo) vio con sus propios ojos. El cumplimiento preciso de las palabras de Cristo demuestra su autoridad profética, la fidelidad de Dios a sus decretos, y el poder de una exégesis contextual frente a lecturas sensacionalistas y futuristas del texto bíblico.


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Nota extra: que fácil es identificar aquí en este pasaje de Hechos a la «novia infiel» agradeciendo a la «bestia» por esa «paz y seguridad» que le ofrecía.


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