viernes, 2 de mayo de 2025

Si la Doctrina No Es Importante, Cualquier Doctrina Puede Prevalecer



Decidiendo por un Cristianismo Confesional

Introducción

Vivimos en una época en la que hablar de “doctrina” dentro del cristianismo evangélico parece innecesario, aburrido o incluso divisivo. Sin embargo, esta indiferencia hacia la enseñanza bíblica y teológica ha producido una consecuencia inevitable: si la doctrina no es importante, entonces cualquier doctrina puede llegar a serlo. En otras palabras, cuando los cristianos no se comprometen con la verdad, quedan a merced del error.

Este artículo es una invitación a abrazar un cristianismo confesional y a rechazar la falsa neutralidad doctrinal. Como bien dijo J. Gresham Machen:

“La exposición de las enseñanzas del liberalismo y el cristianismo, en consecuencia, no pueden estimular el interés hoy.”
Cristianismo y Liberalismo, pág. 28 (ed. portuguesa)

I. El Vacío Doctrinal y Su Llenado Inevitable

Si alguien afirma que la doctrina no es importante, entonces también está afirmando implícitamente que cualquier doctrina puede serlo. No existe el vacío ideológico: cuando el cristiano no ha decidido qué doctrina bíblica seguir, inevitablemente otra doctrina lo guiará, sea liberal, mística, emocionalista o progresista.

En la práctica, esto significa que muchos creyentes terminan guiados por “vientos de doctrina” (Efesios 4:14), porque carecen de un ancla doctrinal sólida.

“Vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina… y se apartarán de la verdad, volviéndose a las fábulas.”
— 2 Timoteo 4:3–4

II. La Experiencia Como Sustituto de la Verdad

Uno de los peligros actuales es reemplazar la doctrina por la experiencia. Se dice que lo importante es “sentir a Dios”, “tener una vivencia espiritual”, sin importar si lo que se cree es bíblicamente correcto. Pero cuando la experiencia se convierte en el criterio último de verdad, la fe deja de ser cristiana y se convierte en subjetivismo religioso.

Esto explica el crecimiento acelerado de movimientos como el neopentecostalismo, que mezcla elementos de espiritualidad carismática con promesas de prosperidad material, y también del cristianismo progresista, que adapta el mensaje cristiano a las ideologías sociales contemporáneas.

III. ¿Qué Entendemos Por...?

  • Liberalismo teológico: Movimiento que reduce la fe cristiana a principios éticos y humanistas, negando doctrinas como la divinidad de Cristo, la inspiración de la Escritura y los milagros.

  • Cristianismo progresista: Corriente que interpreta la Biblia según criterios culturales actuales, relativizando enseñanzas bíblicas sobre moral, sexualidad, exclusividad de Cristo, etc.

  • Neopentecostalismo: Variante moderna del pentecostalismo que exalta la experiencia emocional, las “revelaciones” personales y la teología de la prosperidad, a menudo en detrimento de la enseñanza bíblica.

Estos movimientos, aunque distintos entre sí, comparten un rasgo común: el debilitamiento o rechazo de la doctrina histórica y ortodoxa del cristianismo.

IV. ¿Por Qué No Hay Interés?

La gran masa de cristianos que no ha sido enseñada a valorar la sana doctrina, difícilmente mostrará interés por identificar y refutar el error. Para muchos, los credos y confesiones de fe son vistos como expresiones meramente culturales o secundarias, y no como resúmenes fieles de la verdad revelada.

La frase de Machen citada al inicio señala este problema: si a nadie le interesa la doctrina, tampoco le interesará distinguir el error del liberalismo o el progresismo, y mucho menos luchar por la verdad.

“Las enseñanzas del liberalismo... pueden ser diferenciadas de las enseñanzas del cristianismo histórico en la medida de lo posible, pero ambos, en el fondo, pueden ser iguales [en cómo son valoradas por quienes no aman la verdad doctrinal].”

V. La Urgencia de Enseñar Doctrina

El antídoto a este panorama no es solo denunciar el error. Debemos enseñar doctrina ortodoxa con pasión, claridad y profundidad. No podemos condenar a nuestras iglesias a un cristianismo anti-intelectual, emocionalista o desinformado.

“Retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.”
— Tito 1:9

Los credos, confesiones y catecismos no son reliquias muertas, sino herramientas vivas para formar la mente y el corazón cristiano. Necesitamos recuperar el amor por la verdad, la claridad doctrinal y la formación bíblica en todos los niveles de la iglesia.


Conclusión

No hay tal cosa como un cristiano “sin doctrina”. Todo cristiano cree algo; la pregunta es si eso que cree es bíblico, fiel a Cristo y coherente con la fe cristiana histórica.

Por eso, afirmamos sin titubeos: si la doctrina no es importante, cualquier doctrina puede prevalecer. Pero si las doctrinas ortodoxas son relevantes, entonces ellas deben regir tu vida, tu iglesia y tu testimonio cristiano en este mundo que cambia cada día.



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