Así reza este argumento de muchos
pastores quienes aseguran que un mensaje
“poderoso” tiene que estar acompañado de “demostraciones de poder”, que para
ellos serían: “milagros y prodigios”.
¿De dónde sacan esa conclusión?
Lo hacen sacando de contexto las
palabras de Pablo dichas a los corintios en su primera carta:
"y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios." 1 Corintios 2.4-5 (RV 1960)
Básicamente, centran su atención
en las palabras “demostraciones del Espíritu y de poder”. Pero un estudio del
contexto de este versículo nos da luz al respecto, y nos muestra que esa
“demostración de poder del Espíritu” es más que hacer milagros, sanar enfermos
y echar fuera demonios. Es la demostración del poder de Dios para regenerar,
transformar y hacer de nuevo a hombres simples y pecadores que no tienen la
capacidad de discernir espiritualmente las cosas de Dios, a través de la
predicación de un -Jesús crucificado, resucitado y exaltado-.
Esta falsa interpretación viene
acompañada de una real crítica hacia predicadores tradicionales (llamados así
por su origen denominacional histórico) ya que dicen que sus sermones tienen un
“exceso de tecnicismo”. En realidad, están en contra de la Predicación
Expositiva y de la Predicación Temático-Bíblica, y en lugar de ello improvisan
y alegorizan en sus púlpitos con sermones antropocéntricos y comerciales, dando
autoridad a la experiencia en lugar de la exposición y autoridad de las
Escrituras. Ellos indican que cuando Pablo dice que “su predicación no fue con
palabras persuasivas de humana sabiduría” se refiere a que no usó hermenéutica,
ni exégesis, ni bosquejos, ni exposición de palabras en el idioma original,
etc. aseguran que Pablo era un tipo que gritaba (modulaba su voz) en sus
improvisados púlpitos, hablaba lo que el Espíritu le daba en ese momento (es
decir no tenía un bosquejo) y que todas sus predicaciones terminaban en
ministraciones, con invitaciones al altar, con oración por sanidades y
milagros, con expulsiones de demonios, y con profecías. Esto lo dicen para
justificar su proceder en los púlpitos modernos, menospreciar el estudio de la teología
y la difusión de sana doctrina y para menospreciar a los pastores que, según
ellos, son pura letra y nada de poder. Ellos están -en contra- del estudio de
la teología, dicen que “la exégesis apaga el púlpito” y que la hermenéutica es
filosofía griega (pagana) porque proviene del dios griego Hermes. También
aseguran que la palabra de Dios tiene vida y los textos bíblicos tienen vida
independientemente de su contexto. Estos son sólo argumentos para favorecer su
proceder y para mantener a sus seguidores en la ignorancia y analfabetismo
bíblico.
Ignoran que en ese texto Pablo no
habla de una predicación con "milagros y señales". La verdad es que
Pablo no quiso ser un filósofo humanista más de los que los griegos estaban
acostumbrados a escuchar. El poder era "Cristo y la Cruz".
¿Qué significa -demostraciones del Espíritu y de poder-?
Antes de continuar quiero
advertir a los lectores, que no estamos haciendo apología del cesacionismo con
este artículo. Creemos firmemente que Dios sigue obrando poderosamente y que los
dones espirituales seguirán vigentes hasta el día del Señor, hasta que Él
venga. No obstante, el continuismo no es argumento para malinterpretar la
Biblia a nuestra conveniencia y fines lucrativos.
La palabra griega traducida como
“demostración” en este texto es “apodeixis”. Literalmente significa
-señalamiento-. Viene a su vez de dos palabras griegas: -apo- y -deikumi-. Se
puede traducir también como -exhibición- o -demostración por argumentación-. El
apóstol Pablo habla de una prueba, de una exhibición (de poder), por la
operación del Espíritu de Dios en él,
afectando a los corazones y vidas de sus oyentes, en contraste a los
métodos usados para prueba mediante artes retóricas y de argumentos
filosóficos. La retórica era “la técnica de expresarse de una manera adecuada
para lograr la persuasión del destinatario”. El apóstol hace un contraste entre
la predicación sencilla pero radical del evangelio, frente a la filosofía
presentada con palabras bonitas y arregladas de los amantes del saber de su época.
No significa que Pablo primero predicaba y luego hacía una demostración del
poder de Dios con milagros y prodigios para que la gente crea, concluir en esto
es una completa falsedad.
¿Qué nos dice el contexto?
Aquí hay dos escenarios que
merecen analizar, uno de ellos es el contexto de los versículos en mención, 1
Corintios 2.4-5; y el otro es el escenario de Hechos 18 que narra cuando Pablo
llegó a Corinto por primera vez.
Poniendo atención a la cita de 1 Corintios, vemos que se repite constantemente un contraste entre el -poder de Dios- y la -sabiduría humana-.
“1Cuando yo, hermanos, fui a vosotros, no fui proclamándoos el misterio de Dios con palabras altisonantes, o de sabiduría. 2Pues no me propuse saber nada entre vosotros, sino a Jesús el Mesías, y a éste crucificado. 3Y llegué a vosotros con debilidad, y con temor y con mucho temblor; 4y mi palabra y mi predicación no fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del poder del Espíritu, 5para que vuestra fe no esté en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios.” 1 Corintios 2.1-5 BTX
¿Por qué Pablo resalta el
contraste en casi todo el contexto?
Pablo presenta esta argumentación frente a la problemática de los corintios mencionado en los versos de 1 Corintios 1.10-17 en donde se evidencia divisiones partidarias, en donde cada grupo de corintios se identificaba con un líder, como Pedro, Apolos y Pablo y algunos decían yo soy de Cristo. Pablo les va a decir que su principal objetivo ministerial es la predicación y no el bautizar a las personas (no está oponiéndose al bautismo, antes esta argumentación es una base para los que enseñan que el bautismo salva, pues si fuera así; Pablo hubiera escrito argumentos para esto). Esto lo dice porque, los corintios eran aun influenciados por el mundo de su época, en la que los filósofos cautivaban a sus oyentes con su retorica, y era la cúspide o éxito de su tiempo el realizarse como filosofo, de allí que cuando aparecía un nuevo filosofo, la gente procedía a escucharlo y a comprobar si su mensaje era o no cautivador. Grecia es la cuna de los amantes del saber. Pablo no quería ganar adeptos, partidarios o seguidores. Él fue enviado a hacer discípulos de Cristo. Es el mismo riesgo de ahora cuando presentamos un evangelio moderno y acomodado al oyente: se gana seguidores de hombres y no discípulos de Jesús. Pablo les dice:
Pablo presenta esta argumentación frente a la problemática de los corintios mencionado en los versos de 1 Corintios 1.10-17 en donde se evidencia divisiones partidarias, en donde cada grupo de corintios se identificaba con un líder, como Pedro, Apolos y Pablo y algunos decían yo soy de Cristo. Pablo les va a decir que su principal objetivo ministerial es la predicación y no el bautizar a las personas (no está oponiéndose al bautismo, antes esta argumentación es una base para los que enseñan que el bautismo salva, pues si fuera así; Pablo hubiera escrito argumentos para esto). Esto lo dice porque, los corintios eran aun influenciados por el mundo de su época, en la que los filósofos cautivaban a sus oyentes con su retorica, y era la cúspide o éxito de su tiempo el realizarse como filosofo, de allí que cuando aparecía un nuevo filosofo, la gente procedía a escucharlo y a comprobar si su mensaje era o no cautivador. Grecia es la cuna de los amantes del saber. Pablo no quería ganar adeptos, partidarios o seguidores. Él fue enviado a hacer discípulos de Cristo. Es el mismo riesgo de ahora cuando presentamos un evangelio moderno y acomodado al oyente: se gana seguidores de hombres y no discípulos de Jesús. Pablo les dice:
“17porque no me envió el Mesías a bautizar sino a evangelizar, no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz del Mesías. 18Porque la palabra de la cruz ciertamente es necedad para los que se pierden, pero para nosotros los salvos, es poder de Dios.” 1 Corintios 1.17-18 (BTX).
El -poder de Dios-, según Pablo
es -la palabra de la cruz-. Note el énfasis que Pablo hace en casi todos los
versos desde el 1.17 hasta el 2.16 de 1 Corintios. Dice que la cruz es poder de
Dios para salvar a los creyentes, mientras que para los que se pierden es
necedad. Destaca que el medio que usa Dios para salvar a los creyentes, a los
llamados, es la predicación; mientras que esto es necedad para los que se
pierden, pues no la entienden, porque no está acorde con la sabiduría humana la
cual los aleja del conocimiento de Dios. Pablo les dice que Jesús el Mesías
crucificado es poder de Dios y sabiduría de Dios para los llamados, mientras
que para los judíos es tropezadero y para los gentiles es necedad (locura). Luego
Pablo intensifica su discurso y hace el contraste mayor diciendo que Dios
escogió lo necio del mundo para avergonzar a los sabios. Escogió lo débil del
mundo para avergonzar a los fuertes de este mundo. Escogió lo vil y
menospreciado del mundo, lo que para el mundo no tiene valor, escogió a -los nadie-
para avergonzar a lo que sí tiene valor, humanamente hablando.
Pablo hace énfasis en que su predicación
era completamente diferente a la de un filósofo retórico. Él se presenta como un simple -conocedor- de
Jesús el Mesías crucificado, mientras que los filósofos se presentaban con un
discurso de -palabras altisonantes-, esto debido a que los filósofos se paraban
en las calles y recitaban su conocimiento modulando su voz para cautivar a los
oyentes. Pablo predicó con debilidad, con temor, con mucho temblor, con amor
por la cruz, presentando un mensaje de salvación por medio de la fe. Los filósofos
de su época predicaban su conocimiento con arrogancia, con sentido de
supremacía, con orgullo por el amplio conocimiento, con amor por la sabiduría
humana (y no a Dios) presentando no un mensaje para la eternidad sino para la
realización humana en este mundo, pues en aquella época lograbas el éxito siendo
un filosofo, un sabio, un conocedor.
Pablo se presenta dando un
discurso sencillo, sin el uso de palabras persuasivas que intentaran cautivar y
convencer. Mientras que los filósofos hacían uso de técnicas para persuadir a
sus oyentes, deslumbrarlos y convencerlos. Para los filósofos la deificación
del conocimiento era la máxima demostración, mientras que para Pablo la
demostración del poder del Espíritu de Dios era un poder regenerador, que toma
al hombre muerto, que no entiende las cosas espirituales, y lo transforma de un
creyente. La predicación de los filósofos generaba hombres iluminados,
ilusionados y llenos de conocimiento; mientras que la predicación de la cruz de
Jesús el Mesías generaba hombres regenerados.
Pablo no está -ofreciendo un evangelio-
a manera de -una oferta más-, como si fuera una novedad, o una nueva
alternativa. Tampoco está maquillando el evangelio como una alternativa que sí
da resultado. Aquí hay mucho riesgo. Recuerdo haber escuchado a predicadores
que usaban estos métodos argumentando lo siguiente: “¿Cómo puedes predicar un
evangelio que sana si tu eres un enfermo?”, “¿Cómo puedes predicar un evangelio
de -vida abundante- si tu eres un pobre?”. Esto sería como predicarle a Matías
todo el tiempo, mostrándoles las heridas en las manos y el costado traspasado
para que crean.
Pablo les presentó un mensaje
sencillo pero radical. Les dijo que tenían que creer en un Dios que se hizo
hombre y murió en la cruz en pago por el pecado, para que por su muerte
sustitutoria podamos salvarnos. Pero ese mensaje no podía ser comprendido. Cómo
puede un Dios hacer semejante cosa. Además, el mensaje venía acompañado de la
verdad que no sólo tenías que creer en un hombre crucificado sino que también
tenías que hacerte su siervo, su -doulos-, es decir, tenías que hacerte su
esclavo. Creer en un Dios que fue crucificado y hacerte su esclavo. No era el
mensaje de éxito y realización humana al que estaban acostumbrados los griegos.
Por ello Lucas dice de Pablo, cuando estuvo por primera vez en Corinto, que “todos
los sábados discutía en la sinagoga,
y persuadía a judíos y a griegos… declarando enfáticamente que Jesús es
el Mesías. Y se asentó allí (en Corinto) un año y seis meses, enseñándoles la
palabra de Dios.” (Hechos 18.4,5,11).
Pablo discutía y persuadía a sus
oyentes, y declaraba enfáticamente que Jesús era el Mesías. Ese era el mensaje
de Pablo. Claro y sencillo. Ahora qué significa que él discutía con judíos y
griegos. El termino griego aquí es “dialegomai” que significa “discutir exponiendo
pensamientos distintos; ponderándolos, es decir, examinándolos con
imparcialidad”. Pablo presentaba el mensaje con un debate contundente ante
judíos y griegos. Era argumento contra argumento. Otras versiones van a
traducir este término como que Pablo “razonaba” con su audiencia, o los hacía
razonar, persuadiéndolos. Ahora para persuadir se usa el termino griego relacionado
con “peitho” que significa “persuadir, induciendo un cambio de manera de pensar
mediante la influencia de la razón”. Por ello, en Hechos 18.13, los judíos
acusaron a Pablo ante Galión, procónsul de Acaya, diciendo, que “persuade a los
hombres que den un culto contrario a la ley”, y ante esta acusación, Galión les
dijo que “en cuestiones de palabras, de nombres y de vuestra ley” que lo
resuelvan entre judíos.
El libro de Hechos narra
reiteradas veces que el modo de operar de Pablo era predicar en las sinagogas,
discutir o debatir sobre que Jesús era el Mesías (Hechos 17.2-4, 18.4-5,18.19).
Por esto debe quedarnos claro que cuando estuvo en Corinto la primera vez,
disertó sobre el evangelio como en las otras ciudades. Pablo no se presentaba
haciendo una campaña de milagros y sanidades para atraer a la gente y
convencerla. La verdad, no creo que este haya sido un método apostólico. Los
relatos narran que las señales y prodigios venían acompañando al ministerio
apostólico pero nunca fueron el atractivo para que la gente crea.
Lucas no narra ni señales, ni
prodigios, ni milagros que Dios haya hecho por mano de Pablo durante su
estancia en Corinto, en la primera visita. Esto no significa que no haya la
probabilidad de que sí hizo milagros, pero si el autor inspirado no lo menciona
es porque no desea enfatizarlo, o simplemente no hubo. En todo Hechos 18.1-21,
último tramo del segundo viaje misionero de Pablo, no se mencionan milagros. En
Atenas tampoco hubo milagros, esto lo narra Hechos 17.17-34. En Tesalónica y
Berea, durante el segundo viaje tampoco se menciona milagros hechos por Pablo,
esto registra Hechos 17.1-16. El último milagro registrado es el de Filipos,
que los llevó hasta la cárcel, por expulsar un espíritu ventrílocuo (un medium)
de una muchacha que “daba mucho dinero de ganancias a sus amos”, esto lo vemos
en Hechos 16.16-40. Así mismo, posterior a la visita a Corinto, en su tercer
viaje; se registra nuevamente milagros, señales y prodigios por mano de Pablo,
y se encuentra en Hechos 19.11-14 en Éfeso; y también vemos el caso de Eutico
en el 20.7-11.
¿En qué concluimos? La demostración del poder del Espíritu ¿Eran
milagros, sanidades, expulsiones de demonios, o algo más?
No. Pablo no se refiere a milagros
y señales. Noten claramente que él dice que los judíos pedían señales (1.22). Quizá
los judíos estaban pidiendo que pablo comprobara su mensaje con alguna señal,
ya sea milagro o acontecimiento cósmico o astral. Y Pablo no les dio señales. Hoy
hay muchos predicadores ofreciendo un evangelio cuya demanda es la misma:
señales. Pero Pablo sabía que Dios no lo mandó a eso. El poder de salvar no
está en las señales y prodigios. Eso no hace que la gente crea genuinamente. Recuerden
a Simón, el mago, que viendo las señales de Felipe “creyó”, pero el
acontecimiento nos demuestra que nunca -creyó en Dios ni se convirtió-, o su
conversión fue una total falsedad. A Jesús muchos también lo siguieron y
creyeron por los milagros que hacía. Pero Jesús buscaba conversiones genuinas y
verdaderas, por ello los confrontaba diciéndoles que lo busquen “no por la
comida” sino por la vida eterna.
El mayor milagro es el regenerar
al hombre, ese es el poder que Pablo predicaba. Los helenistas ganaban adeptos
mediante una predicación retórica. Pablo se presenta a sí mismo como alguien
que ha sido transformado por el poder de Dios. El contexto dice que el poder
era Jesús crucificado. Ahora la demostración no es para los incrédulos, ellos
son los que se pierden; la demostración del poder del Espíritu es para
CONFIRMAR a los creyentes, a los
llamados, (1.18); por eso en 1 Corintios 2.5 Pablo dice “para que vuestra fe no
esté en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios”. Una vez más el
contraste entre el poder de Dios y la sabiduría humana, la cruz para la
eternidad contra el éxito terrenal.
Nuestra fe está depositada en el
poder de Dios que resucitó a Jesús y nos garantiza que nos resucitará a
nosotros también. La cruz representa la muerte sustitutoria de Cristo por su
iglesia.
1 Corintios 2.4-5 no es un
argumento ni justificación para pararse en el púlpito y presentar un sermón exegéticamente
pobre, pero con un espacio para “ministración de sanidades y profecías”. Las “palabras
persuasivas de sabiduría” no se refieren a un sermón expositivo, exegéticamente
correcto y homiléticamente fluido. No. En lugar de ello, sí se refiere a las técnicas
que utilizan los predicadores modernos para -convencer- a su audiencia de que
su mensaje es el correcto. Y, las “demostraciones de poder del Espíritu” no son
milagros que haga ese predicador, aludiendo que es un hombre genuino y guiado
por el Espíritu Santo. El poder de Dios es aquel que puede tomar un muerto
espiritual y resucitarlo, haciéndolo nacer para vida nueva.
Que Dios nos guíe a ese poder y
digamos, “no me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios para salvación”.