Recientemente escuché una enseñanza de que
los cristianos debemos estar orando constantemente y “quebrantando y cancelando”
toda maldición proferida contra “nosotros los cristianos” para que no surja
efecto.
Pero, quienes enseñan estas cosas no están tomando
en cuenta la obra de Jesús el Mesías sobre los creyentes, y mucho menos, no
están considerando los tiempos en los cuales vivimos los creyentes. Son maestros
sin Biblia, haciendo doctrinas de las experiencias y pseudo-revelaciones de exbrujos
.
Encontramos en la Biblia, que Dios maldijo a
la serpiente, a la mujer, al hombre y a la tierra a causa del hombre. Y cada
una de esas maldiciones están registradas en el libro de Génesis 3:
Maldición a la serpiente.
“(14) ¡Maldita
tú entre todos los animales y entre todas las bestias del campo! Sobre tu
vientre andarás, Y polvo comerás todos los días de tu vida. (15) Y pondré
enemistad entre ti y la mujer, Y entre tu descendiente y su descendiente. Él te
aplastará la cabeza cuando tú hieras su calcañar.
Maldición a la mujer.
“(16)
Multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces, Con dolor parirás los
hijos, Y tendrás deseo de tu marido, pero él te dominará.
Maldición a la tierra (por causa
del hombre).
“(17) ¡Maldita
sea la tierra por causa tuya! (18) Espino y abrojo te brotará…”
Maldición al hombre.
“Con fatiga
comerás de ella todos los días de tu vida, (18) Espino y abrojo te brotará y
Comerás hierba del campo. (19) Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que
retornes a la tierra, Porque de ella fuiste tomado, Pues polvo eres y al polvo
volverás.”
Por lo antes expuesto, vemos que
la consecuencia del pecado trajo consigo una raza pecadora, una tierra
maldecida que produciría “espinos y abrojos”, un arduo trabajo para los hombres
para que pudiera conseguir el sostén para su familia; las mujeres tendrían
problemas con los embarazos y con el parto. Y, ni que hablar de la serpiente,
se decretó sobre ella la maldición de ser derrotada, aplastada y aniquilada por
el mismo Jesús el Mesías. En conclusión, la tierra y los humanos están bajo
maldición. Toda maldad humana, desastre natural y enfermedades tienen origen en
esta verdad: estamos bajo la maldición del pecado.
Pero, encontramos que Dios traza
un plan, en el que por gracia libraría a los suyos de las consecuencias de esa
maldición.
Algunos ejemplos
Tenemos que en Números 23.8, Balaam
tenía miedo “maldecir a quien Dios ha bendecido”, y lo dijo así: “¿Cómo podré
maldecir a quien Dios no ha maldecido? ¿Cómo podré execrar a quien YHVH no ha
execrado?” (BTX). Hasta un profeta pagano sabía que lo que Dios bendice, nadie
lo puede maldecir.
En el libro de Hechos de los Apóstoles
encontramos un relato en el que los enemigos del Evangelio y de Pablo “juraron
bajo maldición” que matarían a Pablo. Pero ellos no lo mataron. Pablo murió
como mártir por Jesús el Mesías en otras circunstancias permitidas por Dios:
“(12) Cuando
se hizo de día, los judíos tramaron un complot, y se juramentaron bajo
maldición, diciendo que no habían de comer ni beber hasta que mataran a Pablo. (13)
Y los que hicieron esta conspiración eran más de cuarenta,” Hechos 23.12-13 (BTX)
Así mismo, para el mismo Jesús el
Mesías, pareciera que las maldiciones no lo movían, pues al contrario, a sus discípulos
les dio una fórmula: “si los maldicen, bendíganlos”. Veamos: “(27) Pero a
vosotros, los que estáis oyendo, digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a
los que os aborrecen, (28) bendecid a los que os maldicen, orad por los que os
maltratan.” Lucas 6.27-28 (BTX)
También encontramos que Pablo,
nunca hizo oraciones para quebrantar las maldiciones en su contra, ni canceló
ni declaró sin efecto, él simplemente dijo “Bendecid a los que os persiguen,
bendecid y no maldigáis.” (Romanos 12.14-BTX)
Y, finalmente; la maldición de la
Ley ha sido desecha con el sacrificio de Jesús el Mesías en la cruz. Sí, puesto
que había una maldición por incumplir la Ley, en Cristo somos libres de esa
maldición de la Ley. Veamos lo que nos aseguró Pablo en Gálatas 3.10-14:
“(10) Porque
todos los que son de las obras de la ley están bajo maldición. Porque está
escrito: Maldito todo el que no permanece en todas las cosas que han sido
escritas en el libro de la ley, para hacerlas. (11) Y es evidente que por la
ley nadie es declarado justo delante de Dios, porque: El justo vivirá por la
fe. (12) Pero la ley no es por fe, sino: El que las haga, vivirá por ellas. (13)
El Mesías -nos libertó de la maldición de la ley-, hecho maldición por nosotros
(porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), (14) para
que la bendición de Abraham llegara a los gentiles por Jesús el Mesías, a fin
de que por medio de la fe recibamos el Espíritu prometido.”
¿Hay alguna otra maldición de la que Dios no pueda librarnos?
Él es el único que puede proferir
maldición, y en la historia bíblica vemos que Él permitió que algunos hombres
profirieran maldición. Está más que claro en el ejemplo de Josué en el 6.26
donde profirió la siguiente maldición: “En aquel tiempo Josué les impuso un
juramento, diciendo: ¡Maldito delante de YHVH el hombre que se levante para
reedificar esta ciudad de Jericó! ¡Al precio de su primogénito eche sus
cimientos y al de su hijo menor ponga sus portones!”. Y esta maldición se
cumplió en 1 Reyes 16.34 que dice: “(34) En ese tiempo Hiel de Bet-’El
reedificó Jericó: a costa de Abiram su primogénito puso los cimientos, y a
costa de Segub su hijo menor levantó sus puertas, conforme a la palabra que
YHVH había hablado por medio de Josué ben Nun.”
Quienes están seducidos con este
tema de las maldiciones generacionales, y enseñan que los cristianos, luego de
haber nacido de nuevo, todavía necesitan de “oraciones”, “rituales”, “encuentros
de liberación”, o lo que fuere. Y, más aún, enseñan que los cristianos pueden
ser maldecidos por otras personas, desconocen las Escrituras. Sí, las
desconocen, y creo que lo hacen intencionalmente. Ya que en el evento de Josué,
quien profiere una maldición sobre la reedificación de Jericó, en el libro de 1
de Reyes se nos confirma que –no fue Josué quien maldijo- sino Dios a través de
Josué. Lo cual respalda que es Dios quien tiene el pleno control de todo lo que
sucede en este mundo, y nada pasa sin que Él lo sepa, ni lo toma por sorpresa. Se
olvidan que “Las suertes se echan en el regazo, Pero la decisión es de YHVH.” (Proverbios
16.33). Se olvidan que “¿Acaso no se venden dos pajarillos por un cuarto? Con
todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre.” (Mateo 10.29).
Desconocen que “Cual gorrión que aletea y golondrina que vuela, Así la
maldición sin causa no se cumple.” (Proverbios 26.2). Los cristianos ya no
estamos bajo la Ley, ya no hay ninguna causa para sufrir maldición alguna.
Los cristianos tenemos un Dios
que tiene tal cuidado que sus hijos que “hasta los cabellos de nuestra cabeza
los tiene contados”, entonces como puede haber maestros enseñando que “tienes
que orar para discernir si no hay una maldición sobre tu vida”.
Si los miles de seguidores de los
falsos maestros modernos tuvieran a las Escrituras como regla máxima, como
autoridad escritural; estarían realmente libres de maldición. Pero tal parece
que sus frutos muestran que aun no han nacido de nuevo.
¡Oremos! Son tiempos de “gran
apostasía”.
Jesús Paredes