lunes, 18 de mayo de 2015

¿Por qué el legalismo de las iglesias esta ensañado contra la mujer?


¿Se ha dado cuenta que la mayoría de reglas con respecto a la apariencia externa en las iglesias legalistas está ensañado contra las mujeres, y nada o muy poco tiene que ver con los varones? No es necesario ser de la filosofía feminista pera llegar a la conclusión de que las mujeres sufren más que los hombres en las iglesias legalistas. La mujer, en muchas comunidades evangélicas el día de hoy, no puede ser femenina ni buscar embellecimiento, que es una característica tan notable en el desarrollo de la feminidad. Algunas son tan carentes de adornos y arreglos femeninos que parecen varoniles. En una ocasión me preguntaron si era pecado que las mujeres usen maquillaje, y respondí con una dosis de humor diciendo que no; no creo en absoluto que sea pecado que las mujeres usen maquillaje, antes creo firmemente que sí es pecado que algunas mujeres salgan de su casa sin algún arreglo, embellecimiento o maquillaje.

Me contaron que en un culto de una iglesia legalista donde una mujer, literalmente, estaba siendo juzgada por sus líderes porque se había cortado las puntas de su cabello (esto es común hacerse cuando el cabello largo tiene cierto deterioro en los extremos). Uno tras otro hablaba contra ella delante de todos, mientras ella aguardaba con la boca cerrada la disciplina que le impondrían. Los líderes que subieron al púlpito, entre ellos el esposo de la mujer, sólo argumentaban que la "pecadora" debía ser disciplinada. Uno de los miembros de la iglesia que se levantó contra esta mala acción diciendo que no había base bíblica para semejante “ignorancia” fue criticado por la mayoría de los hombres y mujeres en la asamblea. Al final, la mujer fue disciplinada por el pecado grave de “cortar las puntas de su cabello”.

¿Cuál es el error en estas congregaciones legalistas?
Es casi una regla inquebrantable. Afirman que las mujeres cristianas no deben usar maquillaje, ni joyas, ni pintarse ni recortarse el cabello, ni mejorar su aspecto con un traje elegante; es decir no deben “adornarse” porque es pecado y no le agrada a Dios. Para afirmar estas falsedades utilizan textos de la Biblia que nada tienen que ver con la apariencia y la feminidad de las hermanas, por las cuales Jesús el Mesías ha pagado un precio, tan igual que por los hombres.

En una ocasión conversando con un líder de una de estas iglesias legalistas me demostró con un texto de Isaías, en donde según él, Dios ha castigado a las mujeres, por lo tanto deben hacer lo que las Escrituras dicen. Aquí cito el texto:

“Aquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas, los collares, los pendientes y los brazaletes, las cofias, los atavíos de las piernas, los partidores del pelo, los pomitos de olor y los zarcillos, los anillos, y los joyeles de las narices, las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas, los espejos, el lino fino, las gasas y los tocados.” Isaías 3:16-23 (RVR1960)

En el contexto de esta cita de los primeros capítulos del libro de Isaías encontramos que no hay un enfoque doctrinal o teológico respecto a “cómo deben vestirse las mujeres cristianas”. Por el contrario encontramos que los primeros capítulos son de juicio contra Judá, (ver Isaías 1.1-12.6). Isaías profetizó durante la crisis causada por la expansión del Imperio Asirio. Isaías sirvió en los años del 740–760 a.C. Ejerció su ministerio en Jerusalén (7.1–3; 37.2) desde el año de la muerte del gran rey Uzías (740 a.C.), y a lo largo de los reinados de Acaz y Ezequías (1.1; 6.1; cf. 2 R 15–20; 2 Cr 26–32). En el contexto de  Isaías 3:16-26, Dios establece un castigo contra su pueblo, figuradamente representado en las hijas de Sión, en los varones que van a la guerra (y caen sin fuerza), así como también en la ciudad que caerá en manos de los enemigos ya que “sus puertas se entristecerán y enlutarán”. Según Isaías, Dios castiga a su pueblo, a Judá; y figuradamente le quita todo aquello que representa lo hermoso, lo alegre, los vestidos de fiesta, las joyas y perfume. Y en lugar de todo esto lo deja pobre, maloliente y desarreglado. Esto de ninguna manera es el trato que Dios da a las cristianas hoy en día. Por ello no es de ninguna manera una base bíblica para imponer estas reglas arcaicas sobre las mujeres, evitando que se vean femeninas.

Otros argumentan diciendo que el uso de arreglos y de joyas (sean reales o de material de fantasía) como aretes, pendientes, brazaletes, etc. son mencionados en la Biblia de manera metafórica. Cito el siguiente pasaje mal utilizado.

“En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.” Isaías 61:10 (RV1960)

En este pasaje, los que lo utilizan para decir que se menciona de manera metafórica, cometen un gran error de interpretación. El escritor está expresando gozo y alegría por un favor recibido de Jehová. El escritor está usando como ejemplo la costumbre de la forma como se ataviaba un novio o novia para casarse: con joyas y adornos de embellecimiento. La metáfora es la comparación que hace de los atavíos con las vestiduras de la salvación y el manto de justicia; pero el ejemplo o la figura lo está tomando de una costumbre real, no es metáfora que los novios y novias se ataviaban y hermoseaban con adornos y joyas, era (y es) real. Quienes interpretan así cometen serios errores de hermenéutica.

También han utilizado el pasaje de Ezequiel 16.9-14 para aseverar que sólo es “metáfora”, y aquí lo cito:

“Te lavé con agua, y lavé tus sangres de encima de ti, y te ungí con aceite; y te vestí de bordado, te calcé de tejón, te ceñí de lino y te cubrí de seda. Te atavié con adornos, y puse brazaletes en tus brazos y collar a tu cuello. Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu cabeza. Así fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino, seda y bordado; comiste flor de harina de trigo, miel y aceite; y fuiste hermoseada en extremo, prosperaste hasta llegar a reinar. Y salió tu renombre entre las naciones a causa de tu hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti, dice Jehová el Señor.”

Es cierto que este texto es una completa metáfora, de ninguna manera, todo el pueblo de Israel no es solo una mujer, pero Israel representa a una mujer en este pasaje, y metafóricamente el mismo Dios describe como la adopta por amor y la va embelleciendo. Utiliza una serie de costumbres y acciones que se daban en esos tiempos. Era la única manera de poder hablarle a su pueblo y de que entienda. Ahora, qué significa por ejemplo la frase que dice “Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu cabeza. Así fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino”, esto representa un cambio de estado que sufre Israel al ser adoptado por Dios, al ser nuevamente tomado por Dios. No significa que Dios le puso aretes, diademas, vestidos lujosos, etc. eso viene a ser la metáfora; pero lo que es cierto en este pasaje es que sí se utilizaba estos adornos para embellecer a las mujeres, y si Dios no ve problema en usarlo como figura de una bendición sobre su pueblo; mucho menos no es de ninguna manera ni pecado ni está prohibido que las mujeres lo usen. Hay una muy mala interpretación de la Biblia de los teólogos de estas iglesias legalistas.


¿Dónde se origina esta mala teología?
El origen de todo esto es, por supuesto, una falsa teología. Muchos cristianos, conscientes o no, le asignan a las mujeres un papel de constante tentación a hacer pecar a los varones. Es como si cada mujer fuera una Eva ofreciendo el fruto prohibido. Ahora, se olvidan de que la razón de la tentación no es la mujer, ni Dios, ni siquiera la serpiente; sino el corazón que es muy codicioso. La Biblia dice:

"sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte." Santiago 1:14-15 (RVR1960)

Es decir, algunos hombres como tienen dificultades de abstenerse de sus impulsos pecaminosos, entonces buscan una especie de chivo expiatorio. Esto no es del todo nuevo, el mismo Adán le dijo a Dios, que no fue su culpa sino que “la mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí." Génesis 3:12

Tertuliano y las mujeres

Por desgracia, esta mala popularidad de las mujeres como atractivo para el pecado ha sido objeto de un importante Padre de la Iglesia, el apologista Tertuliano de África (160 d. C.-220 d. C.). Tertuliano dedicó un libro directamente a la audiencia femenina, una obra cuyo título es De Cultu Feminarum, en español: “La Ropa de las Mujeres” (http://biblehub.com/library/tertullian/on_exhortation_to_chastity/index.html), y entre los principales argumentos trata sobre el vestido, el maquillaje, los adornos y el comportamiento de las mujeres. Tertuliano teologiza sobre las mujeres y exagerando la retórica como era típico de los escritores de la época, dice:“la mujer introdujo la muerte en el mundo y su propia condenación de Jesús Cristo”. También dice: "¡Mujer! Tú eres la puerta del diablo. Persuadiste a aquel a quien el diablo no se atrevía atacar de frente. Fue gracias a ti que el Hijo de Dios tuvo que morir. Tú siempre debes ir vestida de luto y harapos".

Tertuliano luchó con todas sus fuerzas contra el uso de joyas y maquillaje. Para él, el embellecimiento de la mujer es vista como un medio de atracción para el mal. La preocupación del apologista fue especialmente todo lo que sale de la "naturalidad". Él escribió:

“Deseo que tomes consciencia del origen pecaminoso y satánico de la joyería, maquillaje y pinturas. Todo lo que significa lujo, oro, plata, piedras preciosas y joyas no son más que una señal de ambición que se contrapone con la humildad, esencia misma del buen cristiano; en este caso, una buena cristiana. Los cuidados de pies, cabello, etc., es costumbre de (mujeres) prostitutas antes que de (mujeres) castas.”

Afortunadamente, la teología de Tertuliano para la vestimenta de las mujeres, no es hegemónica en nuestros días, y tal vez, nunca lo fue en la historia del cristianismo. Básicamente, el oponerse contra el embellecimiento tiene su origen en la malicia de un corazón caído. Lejos de expresar la santidad, el legalismo es la manifestación de la sexualidad desenfrenada, que busca recursos humanos para detenerlo ineficazmente. El cristianismo ha desarrollado una teología de la belleza, que es un gran contrapunto al legalismo malicioso e iconoclasta de los herederos de Tertuliano.

En una forma muy sencilla podemos decir que el legalismo consiste en tratar de ganar el favor de Dios a través de nuestra obediencia a un conjunto de reglas inventadas por los hombres. El problema del legalista es que no descansa plenamente en la obra de Cristo para ser aceptado por Dios o para ser bendecido por Él, sino en su propia conformidad a un estándar de conducta previamente establecido. Mientras el evangelio nos mueve a la obediencia por el hecho de haber sido aceptados por Dios de pura gracia, el legalismo nos dice que debemos obedecer para ser aceptados. En el evangelio la aceptación delante de Dios viene primero y la obediencia después. En el legalismo es a la inversa: la obediencia viene primero para lograr ser aceptados. Todo gira en torno a lo que hacemos o a lo que dejamos de hacer. Y para sustentar estas doctrinas utilizan textos fuera de contexto.

El apóstol Pablo nos advierte contra todo este tipo de exabruptos teológicos cuando le habla a los colosenses y les dice literalmente que todas estas reglas legalistas “no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne”:

“Si habéis muerto con el Mesías a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivierais en el mundo, os sometéis a preceptos: No uses, ni comas, ni toques (según mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que están todas destinadas a perecer con el uso? Tales cosas tienen en verdad cierta reputación de sabiduría en una religión impuesta por uno mismo, y en una falsa humildad y severo trato del cuerpo, pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.” Colosenses 2.20-23 (BTX)

No olvide lo que mencioné al comienzo, de ninguna manera es pecado que las mujeres se embellezcan, al contrario; usando el sentido del humor, es muy probable que no encaje en algunas reuniones si las mujeres no van arregladas correctamente, y aunque esto no es pecado, sí es muy mal visto. Si desea agradar a Dios, tan solamente recuerde las palabras del apóstol Pablo en la carta a Timoteo:

“Quiero que las mujeres se vistan de una manera modesta. Deberían llevar ropa decente y apropiada y no llamar la atención con la manera en que se arreglan el cabello ni con accesorios de oro ni con perlas ni ropa costosa. Pues las mujeres que pretenden ser dedicadas a Dios deberían hacerse atractivas por las cosas buenas que hacen." 1 Timoteo 2:9-10 (NTV)

Que Dios los bendiga.

sábado, 9 de mayo de 2015

La sombra de Pedro y los paños de Pablo ¿Sanaban?



Durante mis años de miembro de una iglesia carismática, un domingo por la mañana, me percaté que la “pastora” invitada, mientras predicaba, guardaba sus pañuelos de papel que los iba usando para secarse el sudor, en una especie de recipiente, y al final cuando oró por la congregación; a algunos les daba sus pañuelos para que se los llevaran a sus casas con ellos, y les dijo que los podían usar para “sanar a sus enfermos”.

El denominado "Profeta TB Joshua" tiene una "Agua Sanadora" que la promocionan en su página web en español. Aquí escribí algo al respecto: http://textosfueradecontexto.blogspot.pe/2016/07/el-agua-de-la-manana-de-tb-joshua.html


Pero... ¿Qué dicen la Escrituras al respecto?
Lucas en el libro de los Hechos 15.12-16 narra un acontecimiento histórico de lo que sucedía "por manos de los apóstoles":
"Los que creían en el Señor aumentaban más, gran número de hombres y de mujeres; tanto que sacaban los enfermos a las calles y los ponían en camas y camillas para que, al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos."
Este pasaje me hace acordar el evento de Marcos 2.4 (otro hecho histórico) en donde dice “Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, quitaron parte del techo de donde estaba Jesús y, a través de la abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico.”

La similitud en estos dos hechos históricos es que los necesitados tenían impedimento para llegar al que hacía los milagros, en el caso de Marcos la multitud en la casa impedía que los amigos del paralítico ingresaran donde estaba Jesús para que lo sanara; y en el caso de Hechos, “muchos más creyentes en el Señor eran añadidos: multitud de hombres y mujeres”(v.14). Éstos, como consecuencia de creer en Jesús, y en las señales y prodigios hechas por los apóstoles, “sacaban a los enfermos a las calles y los ponían en catres y camillas”, ya que al haber muchos necesitados había impedimento de llegar hasta Pedro, Juan u otro apóstol para que le imponga las manos u orase personalmente por los enfermos, entonces la “iniciativa” de la gente fue esperar que “al menos su sombra cubriera alguno de ellos”.

Del contexto podemos deducir que eran muchos los enfermos porque el escritor se esfuerza en decir que hasta de las “ciudades circunvecinas de Jerusalén concurría la multitud, trayendo enfermos y atormentados por espíritus inmundos”. Lucas no especifica que la sombra de Pedro los haya sanado. Solamente dice que la gente esperaba que la sombra cayera sobre los enfermos. Hacer una doctrina a partir de este hecho histórico, y a partir de ahí establecer una práctica como poner a los enfermos en una fila echados y poner luz para que al pasar un pastor “ungido” les caiga esa sombra y esperar que se sanen. Es como querer hacer un hueco en cada casa, local o iglesia para meter por allí a un enfermo y esperar que se sane.

Al final del verso 16 (Hechos 5.16) dice “y todos eran sanados”. El poder de Dios obrado a través de los apóstoles era lo que sanaba a los enfermos. En otras palabras, que la gente haya esperado un milagro de la sombra de Pedro, no nos autoriza para hacer lo mismo hoy.

Hay otro hecho histórico que entra en esta categoría de “milagros extraordinarios” me refiero a “los paños o delantales” de Pablo.
“Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que hasta los pañuelos o delantales que habían tocado su cuerpo eran llevados a los enfermos, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.” Hechos 19.11-12
Dios usó de manera extraordinaria y soberana a sus apóstoles en estos eventos. El resultado: gente sanada. Pero no hay registro aparte en el cual se exprese que a partir de estos “hechos históricos” se estableció una práctica o doctrina de “como orar por los enfermos”. Pedro ya no está, por lo tanto ya no tenemos más su sombra. Y Pablo tampoco está, así que todas las prendas de Pablo ya no podemos usarlas para llevarla donde los enfermos y esperar sanidad.

En ambos eventos se suscitó circunstancialmente un modo en donde Dios obró extraordinariamente, y Lucas lo “asevera” cuando dice “milagros extraordinarios por mano de Pablo.”

Termino diciendo que mientras que en los eventos de Pedro y Pablo narrados por Lucas se registra un acontecimiento histórico que SUCEDIÓ. Vemos que unos años más tarde Santiago nos va a decir cómo orar por los enfermos, allí en el seno de una iglesia donde ya no están ni Pedro ni Pablo:
“¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia para que oren por él, ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si ha cometido pecados, le serán perdonados.” - Santiago 5.14-15
No es la sombra ni los paños. El que sana es el Señor. Así que no se deje engañar, ni manipular. Ni mucho menos no permita que alguien le ofrezca algún artículo usado por algún "pastor importante" a cambio de dinero con la promesa de poder usarlo para sanar enfermos. Tampoco acepte elementos adicionales a lo que las Escrituras nos enseñan. Hagamos como lo indica Santiago, oremos por los enfermos y dejemos que Dios haga su perfecta voluntad.


Dios nos guarde!