lunes, 28 de enero de 2019

El Fin de los Réprobos es el Infierno



¿Quiénes son los "réprobos" de los que habla el autor de Hebreos?

El pasaje de Hebreos 6.7-8 dice algo que parece indicar que "hay creyentes que pueden perder su salvación". Qué dice F.F. Bruce, aquí la cita bíblica y a continuación el comentario de Bruce:
"Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada." -Hebreos 6.7-8

Bruce comenta: 
"Tales personas (los réprobos) son comparadas con una tierra que, a pesar de todos los cuidados prodigados a su cultivo, se niega a producir una buena cosecha. La figura aquí tiene, en mucho, el mismo efecto que el canto de la viña de Isaías (Is 51.1ss). Aquella viña recibió toda la atención que una planta pueda recibir, pero cuando llegó el tiempo para que produjera uvas, no produjo sino uvas silvestres. Claramente era una tierra malvada que nunca respondería al cultivo; por lo tanto, simplemente se debía dejar que permaneciera sin atención y quedara abandonada. Así también nuestro autor compara a aquellos cristianos que perseveran en la fe a la tierra fértil que produce fruto, mientras que aquellos en cuyas vidas no aparecen los frutos de justicia son comparados con una tierra que nunca producirá mas que espinos y abrojos, cuyo fin es ser quemada, 'porque nuestro Dios es fuego consumidor'." (1)
Esta interpretación debería producir en nosotros una profunda reflexión respecto a nuestra vida como cristianos. Somos salvos, no por una "profesión de fe", no por "haber sido bautizados de niños", no por haber tenido una experiencia extática o un trance con lenguas o caídas del espíritu; somos salvos de principio a fin por la obra de Cristo, "obra que una vez iniciada, la terminará por su fidelidad". 

Pareciera que el autor de la carta advierte de apóstatas entre los cristianos. Pero ¿puede un cristiano verdadero terminar su carrera apostatando? Creemos que no. Miren el versículo 9:
"Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así."
Por encima de la advertencia, el autor de la carta da por sentado que entre sus destinatarios no hay apostatas. El autor se incluye cuando dice "estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación..." y esto marcando una diferencia entre "los réprobos" y "vosotros".

Los "réprobos" son una tierra que por más que se cultive en ella nunca dará fruto.

Los "verdaderos creyentes" siempre dan fruto. Note el verso 10, de cómo el autor mismo tiene testimonio de la "obra y el trabajo de amor" que han mostrado al Nombre de Dios, obra que abunda en "servicio a los santos":
"Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún" (v.10)
Pero, el autor de los Hebreos no deja de advertir una y otra vez: "perseverancia":
"Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas." (vs 11-12) 
¿Nota que el autor va desde la seguridad de la salvación y lo conjuga con la advertencia? ¿Por qué se hace esto? ¿Si ya son salvos, porqué las advertencias?

La misma comunidad que atestigua la vida de un creyente desde su aparición en la Iglesia hasta el fin, es la que hoy tenemos. Es decir, la Iglesia Visible, está conformada por individuos regenerados y no regenerados. En la Iglesia vemos hermanos que día tras día caminan junto a los otros. Nadie puede saber quién realmente es un salvo nacido de nuevo, salvo por su "perseverancia" manifestada en "los frutos" a lo largo de su vida como cristiano.

Es la misma advertencia que nos hacemos hoy en día. Nadie se salva por "una oración del pecador", tampoco por "recibir el bautismo". No existe tal cosa de que "si hablaste en lenguas ya eres salvo". No es como pensábamos anteriormente que "Judas era salvo porque hizo milagros", sea que usted es un hombre de oración, de ayunos y de vigilias, eso no garantiza que haya nacido de nuevo. Debemos "perseverar hasta el final", o como dice el autor de Hebreos, "cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza".
"Las obras no salvan, pero bien pueden ser la evidencia de que ya somos salvos."
Pero esas obras deben permanecer en el creyente todo el tiempo. 

Es cierto que la mayoría de evangélicos están muy convencidos que "las obras no salvan", entonces; luego de hacer una "profesión de fe" y aprenderse las lecciones básicas de su curso de discipulado, se encierra en sus cuatro paredes a esperar el Día de la Redención. 

Por lo mismo, cuando se lee comentarios de teólogos que dan énfasis a "las obras para salvación", como la hace Santiago, solemos espantarnos. Seamos honestos, cuando los evangélicos apelamos a "sola fe", automáticamente nos divorciamos de las obras. Bien, si hubiéramos vivido en la comunidad destino de la Carta a los Hebreos, hubiésemos sido fuertemente amonestados, así como Santiago amonesta a la Iglesia en general al decir "muéstrame tus obras". Pero la fe que salva produce obras, una fe muerta no produce obras, y mucho menos no salva.

La única manera de demostrar que ya somos salvos son nuestras buenas obras, el fruto de justicia y amor, el servicio y la perseverancia en la doctrina apostólica; pero ¿tenemos necesidad de demostrar que ya somos salvos? ¿ante quién? ¿ante Dios, acaso Dios no lo sabe todo? ¿ante la comunidad cristiana? ¿ante nosotros mismos?

Sí, es necesario demostrar que somos genuinos hijos de Dios, a la comunidad y a nosotros mismos. ¿Para qué? La respuesta también lo da el autor de los Hebreos:
"...para plena certeza de la esperanza."
¿La salvación se pierde según Hebreos en el contexto del capítulo 6?
De ninguna manera. "Los réprobos" son cultivados una y otra vez y nunca dan fruto. Usted puede hacer que "un réprobo" haga una oración aceptando a Cristo, lo puede bautizar, lo puede hacer que ore, que salte, que grite que es cristiano, y todos los acomodamientos del marketing evangelical moderno, pero nada de eso, así como el cultivo de una tierra estéril nunca hará que produzca uvas; así los "réprobos" nunca darán frutos de justicia pues no han nacido de nuevo.

Usted debe estar pensando que esos réprobos "fueron iluminados", y que también "gustaron el don celestial", y por si fuera poco "fueron hechos partícipes del Espíritu Santo"; y además "gustaron de la buena palabra de Dios, y los poderes del siglo venidero"; y todos estos privilegios parecen ser cosas que experimentaron y atestiguaron los creyentes verdaderos, pero vemos que es una descripción similar a la de los israelitas que anduvieron en el desierto mirando los milagros de Dios: las diez plagas sobre Egipto, el mar rojo que se abrió para que ellos pasen, una nube de día y una antorcha de fuego por la noche, maná y agua en el desierto; codornices, etc.; pero ninguno de ellos, de los que igual murmuraron contra Dios, heredó la tierra prometida. Porque eran "réprobos".

Así muchos réprobos, ingresarán al infierno habiendo sido testigos de las maravillosas manifestaciones de Dios en este presente siglo. Y muchos de ellos las habrían visto dentro de la Iglesia Visible de Dios.

¿Quienes son los réprobos?
Como dice Bruce: "aquellos frutos, consecuencias naturales de la salvación, llevaban testimonio de que la gente en quienes aparecían eran herederos genuinos de la salvación."(2) Los réprobos son aquellos miembros de la Iglesia Visible que no han nacido de nuevo, no son regenerados, y tarde o temprano apostatarán de la Fe, no tienen frutos, no hacen buenas obras... "pero nosotros estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación".

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(1)(2) F.F. Bruce, 2002, "La Epístola a los Hebreos", Libros Desafío. Pág. 126-127

sábado, 26 de enero de 2019

¿Bautismo con Fuego?



¿Cómo entender la expresión "Él (Jesús) os bautizará con Espíritu Santo y con fuego" en los textos de Mateo 3. 11-12 y Lucas 3. 15-17? ¿El bautismo en el Espíritu Santo tiene un aspecto purificador (santificador) del hombre ya regenerado o ese fuego es simplemente escatológico y, por lo tanto, indica el futuro juicio sobre el impío?

Como aprendimos en el último Batman versus Superman, la ignorancia no es sinónimo de inocencia. Muchos expertos en detractar el pentecostalismo, incluso sin haberlo estudiado a partir de sus fuentes teológicas, dicen por ahí que la primera interpretación es consenso entre los pentecostales (y sólo entre ellos). No es así. La cuestión es mucho más compleja que ese prejuicio rastrero suele admitir. En primer lugar, no hay consenso entre los exegetas sobre la interpretación correcta del texto en cuestión. En segundo lugar, ni siquiera entre los propios pentecostales hay unanimidad sobre la interpretación más adecuada.

Veamos los puntos de vista divergentes entre los intérpretes y comentaristas, ya sean pentecostales o no.


1ª opción: "El bautismo con fuego es el aspecto purificante y espléndido del bautismo en el Espíritu"
Así es el entendimiento del exegeta pentecostal canadiense French L. Arrington, por ejemplo, donde él hace una relación de una continuidad temática en Lucas entre "bautismo con fuego" (Lucas 3.16) y "lenguas de fuego" (Hechos 1.5, cf. 2) 1-4) [1]. El fuego, por lo tanto, antes de indicar el juicio sería la representación misma de la gloria divina. De ahí que podemos destacar el bautismo efectuado por Jesús como superior al ministrado por Juan el Bautista. El primero como expresión del arrepentimiento y el segundo indicando la propia plenitud de una vivencia con el Dios vivo tanto en el Espíritu como en el fuego de la gloria divina.

La cuestión es: ¿a quien Juan el Bautista se dirige en ese discurso? Si el foco es la propia comunidad de creyentes, la mención al fuego no sería más litúrgica que escatológica? El fuego en el Antiguo Testamento muchas veces indica juicio, pero casi siempre apunta a la purificación (cfr. Números 31.23, Isaías 6.6, Éxodo 29.34, etc.). En el contexto litúrgico el fuego se remite a la idea de la presencia divina (cf. Levítico 6.12) que, naturalmente, lleva al hombre a la santidad. La presencia de Yahweh acompañaba a la comunidad de Israel en el desierto como una "columna de fuego" (Éxodo 13.21, 22, 14.24), es decir, no indicando juicio, sino señalando la presencia y la protección del Señor. Los elegidos también tenían relaciones de experiencia con el "fuego" no en el sentido de juicio a los impenitentes, sino de depuración de la vida ante el Santo de Israel. El fuego simbolizaba, incluso, el beneplácito de Dios ante el sacrificio que le agradaba (Génesis 15.7, Levítico 9.24, Jueces 6.21, 1 Reyes 18.38). En el Nuevo Testamento el fuego también indica la gloria de Cristo (cf. Apocalipsis 1.14, 2.18).

D. A. Carson observa la expresión griega βαπτίσει ἐν Πνεύματι Ἁγίῳ καὶ πυρί (Mateo 3.11) donde la preposición ἐν (con) no aparece antes de la palabra πυρί (fogo). Por lo tanto, la palabra "con" que vincula dos elementos de una frase, estableciendo una relación entre ellos, está apenas después de "del Espíritu", indicando así la doble naturaleza de un solo bautismo. Sin una segunda preposición la traducción podría ser: "bautismo en el Espíritu, o sea, fuego". Carson comenta: "El bautismo de agua de Juan se relaciona con el arrepentimiento; pero aquel de quien él prepara el camino administra el bautismo de Espíritu-fuego que purifica y refina a la persona "[2]. O aún como escribió Leon Morris: "Parece mejor entender que Juan está pensando en los aspectos positivos y negativos del mensaje del Mesías. Los que lo aceptan serán purificados como por el fuego y fortalecidos por el Espíritu Santo. "[3]

Interpretes ya en el siglo XIX apuntaban en esa dirección. Ejemplo es el exegeta inglés Henry Alford (1810-1871). Él veía ese bautismo como único en una doble función y hallaba un error básico separar al público destinatario de cada elemento (Espíritu y fuego) si el texto en griego así no lo hace. Alford decía que esa promesa se cumplió plenamente en el día de Pentecostés (Greek Testament Critical Exegetical Commentary). Entre otros exegetas antiguos que concordaron con esa posición tenemos nombres como George Campbell Morgan (1863-1945) y Philip Arthur Micklem (1876-1965) [4].


2ª opción: "El bautismo de fuego es una metáfora escatológica que indica el juicio venidero sobre los impíos"
Orígenes de Alejandría (185-254) ya defendía esa interpretación en los primordios del cristianismo. Y así se repite en la mayor parte de los comentarios, sean ellos devocionales o exegéticos. No sería exagerado afirmar que el 80% de los comentarios o más siguen la interpretación del fuego como juicio. El punto culminante de esta interpretación es justamente el contexto (Mateo 3.12, Lucas 3.17).

¿Hay pentecostales que siguen esa línea? Sí, nadie menos que Stanley M. Horton, el mayor teólogo de Asambleas de Dios (de la posguerra), pensaba y defendía esta postura. En un largo comentario Horton rebate cada punto expuesto arriba como la asociación del "bautismo de fuego" con "lengua de fuego" o sobre la falta de preposición antes de la expresión como indicador de un solo bautismo. 
Para Horton "cuando Jesús habla sobre el fuego se refiere al del juicio o de la destrucción, especialmente el infierno" [5]. 
Otro teólogo pentecostal que concuerda con Stanley M. Horton es James B. Shelton: "El foco del mensaje de Juan el Bautista para los impenitentes es el bautismo de juicio, y para los arrepentidos, el bautismo de arrepentimiento" [6].

Y es verdad que la mayoría de las veces cuando la palabra fuego se menciona en el Nuevo Testamento, hay la idea de juicio incrustado (Mateo 7.19, 13.40, Lucas 9.54, 17.29, Juan 15.6, 1 Corintios 3. 13, 15, Hebreos Y en el caso de que se trate de una persona, Además, los textos de Mateo 3. 11-12 y Lucas 3. 15-17 no presentan connotación litúrgica o sacramental, sino predictiva. El fuego como elemento litúrgico está tan sólo asociado al altar y, en ese punto, esa figura pierde sentido como elemento del culto neotestamentario.

No es posible afirmar que el auditorio de Juan el Bautista se constituya sólo de creyentes (Mateo 3.7). El mensaje de juicio hacía todo el sentido para una "raza de víboras" que oía a Juan en la búsqueda de implicarlo en un crimen. El contexto como un todo apunta a la idea de juicio de los fariseos y saduceos. El mensaje de Juan, así como de Jesús, siempre fue muy duro para esa clase de religiosos.

Entonces, ¿por qué Juan el Bautista coloca en la misma frase una promesa que se concreta en la fiesta de Pentecostés (cf. Hechos 1.5, 2.1-4) y una sentencia de juicio que se realizará sólo al final de los tiempos? Stanley Horton responde que Juan Bautista formaba parte del profetismo veterotestamentario donde “no fue relevado en el intervalo entre la primera y la segunda venida de Cristo” [7]. Así como la profecía de Joel en el Antiguo Testamento relacionaba el derramamiento del Espíritu y el juicio sobre el mundo (Joel 2, 28-32) y los discípulos relacionaron la promesa del derramamiento del Espíritu al final de los tiempos (Hechos 1. 1-14), Juan no discernía entre los intervalos del Día del Señor.

Otro punto importante: relacionar la idea de purificación con el Bautismo en el Espíritu Santo, que es un don de poder testimonial, crea más problemas que soluciones exegéticas para la propia teología pentecostal. Es bueno recordar que la teología de Asambleas de Dios rechaza la idea wesleyana de "segunda obra de la gracia" donde la santificación es vista como definitiva. Los wesleyanos afirman que "nadie ha sido santificado gradualmente". Los pentecostales de Asambleas de Dios desde la década de 1960 reafirmamos la creencia en la santidad progresiva según la perspectiva reformada [8]. Y, en la teología de Asambleas de Dios, el Bautismo en el Espíritu Santo no es santificador [9]. O como escribió William y Robert Menzies: 
"El bautismo en el Espíritu no puede servir como emblema de santidad, marca de madurez cristiana. En vez de eso, debe ser visto de acuerdo con el propósito que Lucas afirma que de ser: la fuente de intrepidez y poder en nuestro servicio y testimonio. No debe confundirse con la madurez cristiana "[10]. 
Y Robert P. Menzies complementa: "Buscamos en vano por una referencia sobre el derramar mesiánico del Espíritu que purifica y transforma moralmente al individuo" [11].

Asociar el "bautismo de fuego" con "lenguas de fuego", como hace algunos exégetas, es muy problemático. Como recuerda el teólogo pentecostal Anthony D. Palma: "necesitamos percibir; sin embargo, que el viento y el fuego precedieron al llenado del Espíritu; no fueron parte de él "[12]. O, las lenguas de fuego fueron una imagen asociada únicamente al evento de Pentecostés sin una conexión de continuidad entre otras manifestaciones del Espíritu en el transcurso del libro de Hechos.


Conclusión
A diferencia de algunos teólogos que viven de polémicas y tratan opiniones contrarias con bromas, vemos que, en materia exegética, muchas veces hay más complejidad que simplicidad ante textos difíciles de las Escrituras. Además, el pentecostalismo es complejo y no es unánime en esta cuestión, como ya se ha señalado anteriormente, e indica que asociar una interpretación a nuestro grupo sólo demuestra ignorancia. 

Yo, a pesar de los buenos argumentos del primer grupo, estoy de acuerdo con Stanley Horton y la mayoría de los exegetas: el "bautismo de fuego" es el juicio escatológico del Señor.

Graduado en Comunicación Social por la Facultad Paulus (FAPCOM) y post-graduado en Mercado Financiero y de Capitales por la Universidad Presbiteriana Mackenzie. Es miembro y profesor de EBD en la Iglesia Evangélica Asamblea de Dios - Ministerio Belém en São Paulo (SP). Es autor del libro "Revestidos de Poder: una Introducción a la Teología Pentecostal", publicado por la CPAD.

Citas Bibliográficas:
[1] ARRINGTON, French L. Lucas. En: ARRINGTON, French L; Stronstad, Roger (Ed). Comentario Bíblico Pentecostal del Nuevo Testamento.  
[2] CARSON, Donald Arthur. El Comentario de Mateo. 
[3] MORRIS, León. Lucas: Introducción y Comentario. 
[4] Un resumen de la posición de estos autores puede ser visto en: EARLE, Ralph; SANNER, A. Elwood; Comentario Childers Charles L. Beacon Biblia: EARLE, Ralph; SANNER, A. Elwood; Comentario Childers, Charles L. Beacon Biblia: Mateo Lucas. 
[5] HORTON, Stanley M. La Doctrina del Espíritu Santo: en el Antiguo y Nuevo Testamento. 
[6] SHELTON, James B. Mateus. En: ARRINGTON, French L; Stronstad, Roger (Ed). Comentario Bíblico Pentecostal del Nuevo Testamento. 
[7] HORTON, Stanley M. Idem. p.
[8] HORTON, Stanley M. Santidad: La Perspectiva Pentecostal. En: GUNDRY, Stanley. Cinco Perspectivas sobre la Santificación. 
[9] SILVA, Antonio Gilberto da. Verdades Pentecostales. 1° ed. Los teólogos asamblearios como Stanley Horton, Antonio Gilberto, Robert Menzies y William Menzies critican la asociación entre santidad y bautismo en el Espíritu Santo. Una excepción es Donald Stamps, escritor de la popular Biblia de Estudio Pentecostal, que era de origen de la Iglesia del Nazareno, por lo tanto, wesleyano. Ver: STAMPS, Donald. Biblia de Estudio Pentecostal. 
[10] MENZIES, Robert y MENZIES, William. En el poder del Espíritu. 
[11] MENZIES, Robert. Empowered for Witness. 1 ed. Sheffield: Sheffield Academic Press, 1994. p 128.
[12] PALMA, Anthony D. El Bautismo en el Espíritu Santo y con Fuego. 4 ed. Y en el caso de que se trate de una obra de Palma en inglés tiene como título sólo la expresión Baptism in the Holy Spirit.

Publicado inicialmente en portugués en la página de Teología Pentecostal.

miércoles, 16 de enero de 2019

¿Constantino Cambió el Sábado por el Domingo?



A la fecha existen en el mundo muchos grupos cristianos que aun "guardan el sábado" como Día de Reposo. Los "Adventistas del Séptimo Día" son quizá el principal, aparte de numerosas sectas. Elena G de White en su libro "Testimonios" Vol III, pág. 397 dice:
"La ley de guardar el primer día de la semana es producto de un cristianismo apóstata. El domingo es hijo del papado. Aceptado por encima del sagrado Día de Reposo de Dios. "

Dicen que Constantino Inventó al Religión Católica y que cambió el Día de Reposo judío que es el Sábado por el domingo "Día del Sol". ¿Pero esto es de verdad así?

La verdad que es importante revisar tanto la Biblia como la historia para no caer en semejante exabrupto. Tanto la Biblia como los primeros cristianos nos han dejado evidencias de que la Iglesia se reunía en Domingo y no en sábado.

El Día Domingo en Tiempos Apostólicos-Bíblicos:
1.- Cristo resucitó el primer día de la semana, en domingo.
2.- El primer día de la semana fue el día especial de las manifestaciones de Jesucristo resucitado. Él se manifestó por lo menos cinco veces el primer domingo, y una vez más el domingo siguiente.
3.- El Espíritu Santo fue derramado el Día de Pentecostés un día Domingo.
4.- Los cristianos en tiempos apostólicos acostumbraban reunirse los domingos para celebrar la Cena del Señor, Predicar y traer sus ofrendas al Señor. Hechos 20.7, 1 Corintios 6.1-2

El Día Domingo en Tiempos Post-Apostólicos:

1.- Carta de Bernabé, del año 100 A.D.
"Nosotros celebramos el Primer Día con regocijo en el cual Jesús resucitó de la muerte y después de haber aparecido subió a los cielos."

2.- Ignacio de Antioquía, en el año 107 A.D.
"Ya no sean engañados con doctrinas extrañas y con fábulas viejas que no son provechosas, pues si todavía vivimos de acuerdo a la ley judía reconoceríamos que no hemos recibido la gracia. Por lo tanto aquellos que fueron educados de acuerdo a la antigua orden de cosas y  alcanzaron una nueva esperanza, no más deben observar el sábado mas deben vivir en obediencia del Día del Señor en el cual también nuestra vida revivió por Él y por su muerte."

3.- Carta a los Magnesianos por Ignacio de Antioquía, del año 110 A.D.
"El cristiano deja ya esa vieja orden, ya no guarda más el sábado sino el domingo, día en que también amaneció nuestra vida por gracia de nuestro Señor en Merito a su muerte."

4.- Justino Martir, en el año 145 A.D.
"En el día llamado domingo, todos los que están en la ciudad o en el campo nos reunimos en un lugar, leemos las memorias de los apóstoles y profetas; parten el pan y el vino dando gracias, el que preside ora y el pueblo responde amén. Todos nosotros hacemos reuniones comunitarias los domingos porque es el primer día de la semana en el cual Dios formó el mundo y porque  en ese día nuestro Señor y Salvador Jesucristo resucitó de entre los muertos."

5.- Dionicio de Corinto, (en el año 170 A.D.) en su "Comentario a las Cartas Paulinas", en el primer capítulo afirma que la Iglesia había pasado a guardar el primer día de la semana.

6.- Bardesanes de Edesa, en el año 180 A.D.
"En cierto día, el primero de la semana, nosotros nos reunimos y leemos y nos abstenemos de alimentación". Ayunaban en domingo Día del Señor.

7.- Orígenes, en el año 255 A.D.
"Nosotros acostumbramos guardar ciertos días como por ejemplo el Día del Señor que es el primer día de la semana."

8. Anatolio de Laodicea, en el año 270 A.D.
"La fiesta solemne de la resurrección de nuestro Señor debe ser conmemorada en el Día de nuestro Señor."

9.- Constituciones Apostólicas del III Siglo
"El día de la resurrección de nuestro Señor, esto es en el Día del Señor (domingo) no dejemos de reunirnos dando gracias a Dios"

10.- Cipriano de Cartago, en el III Siglo
"Cuando Cristo Vino, todo en verdad fue cumplido por la razón del octavo día, esto es el primer día después del sábado sería aquel que el Señor habría de resucitar y darnos la circuncisión de nuestro espíritu, así también el octavo día es llamado Día del Señor." (El domingo)

11.- Pedro de Alejandría, en el año 306 A.D.
"Nosotros guardamos el primer día como el día de alegría por causa del aquel que en ese día resucitó"


Se puede citar cientos de testimonios que demuestran que decir que "Constantino cambió el sábado por el domingo" es falso. Como podemos ver las citas de los primeros siglos. Antes de que aparezca en escena Constantino la Iglesia ya se congregaba el domingo y el sábado había quedado relegado a una "sombra que ya cumplió su fin".

¡Piensa cristiano!

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Tomado de Augustus Nicodemus, minuto 50: 50:


sábado, 12 de enero de 2019

Un Engaño Llamado “Teología Inclusiva”



Pastor Augustus Nicodemus – Brasil

El patrón de Dios para el ejercicio de la sexualidad humana es la relación entre un hombre y una mujer en el ambiente del matrimonio. En esta área, la Biblia sólo deja dos opciones para los cristianos: matrimonio heterosexual y monogámico o una vida célibe. A la luz de las Escrituras, las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo son vistas no como opción o alternativa, sino como abominación, pecado y error, siendo tratada como práctica contraria a la naturaleza. Sin embargo, en este tiempo en que vivimos, crece en la sociedad en general, y en sectores religiosos, una valoración de la homosexualidad como comportamiento no sólo aceptable, sino supuestamente compatible con la vida cristiana. Diferentes enfoques teológicos han sido propuestos en el sentido de admitir que homosexuales masculinos y femeninos puedan ser aceptados como parte de la Iglesia y expresar libremente su homoafetividad en el ambiente cristiano.

Hay muchos pasajes en la Biblia que se refieren a la relación sexual estándar, normal, aceptable y ordenado por Dios, que es el matrimonio monogámico heterosexual. Desde el Génesis, pasando por la ley y por la trayectoria del pueblo hebreo, hasta los evangelios y las epístolas del Nuevo Testamento, la tradición bíblica apunta en el sentido de que Dios creó hombre y mujer con roles sexuales definidos y complementarios desde el punto de vista moral, psicológico y físico. Así, es evidente que no es posible justificar la relación homosexual desde las Escrituras, y mucho menos dar a la Biblia cualquier significado que minimice o neutralice su caracterización como acto pecaminoso. En ningún momento, la Palabra de Dios justifica o legitimiza un estilo homosexual de vida, como los defensores de la llamada "teología inclusiva" han intentado hacer. Sus argumentos tienen poca o ninguna sustentación exegética, teológica o hermenéutica.

La "teología inclusiva" es un enfoque según el cual, si Dios es amor, aprobaría todas las relaciones humanas, sean cuales sean, siempre que haya este sentimiento. Esta línea de pensamiento ha propiciado el surgimiento de iglesias donde homosexuales, en esta condición, son admitidos como miembros y a ellos se les enseña que el comportamiento gay no es factor impeditivo a la vida cristiana y a la salvación. Así, desde que haya amor genuino entre dos hombres o dos mujeres, eso validaría su comportamiento, a la luz de las Escrituras. La falacia de ese pensamiento es que la misma Biblia que nos enseña que Dios es amor también dice que es santo y que su voluntad en cuanto a la sexualidad humana es que se expresa dentro del matrimonio heterosexual, siendo prohibidas las relaciones homosexuales.

En segundo lugar, la "teología inclusiva" defiende que las condenas encontradas en el libro de Levítico se refieren sólo a las relaciones sexuales practicadas en conexión con los cultos idolátricos y paganos, como era el caso de los practicados por las naciones alrededor de Israel. Además, tales prohibiciones se encuentran al lado de otras reglas contra comer sangre o carne de cerdo, que ya serían superadas y, por lo tanto, sin validez para los cristianos. También defiende que la prueba de que las prohibiciones de las prácticas homosexuales eran culturales y ceremoniales es que ellas eran castigadas con la muerte -cosa que no se admite a partir de la época del Nuevo Testamento. Es cierto que las relaciones homosexuales ocurrían incluso -pero no exclusivamente- en los cultos paganos de los cananeos.

Sin embargo, es evidente que la condena de la práctica homosexual trasciende los límites culturales y ceremoniales, pues se repite claramente en el Nuevo Testamento. Ella forma parte de la ley moral de Dios, válida en todas las épocas y para todas las culturas. La muerte de Cristo abolió las leyes ceremoniales, como la prohibición de comer ciertos alimentos, pero no la ley moral, donde encontramos la voluntad eterna del Creador para la sexualidad humana. Cuando a la lapidación, basta con decir que otros pecados castigados con la muerte en el Antiguo Testamento siguen siendo tratados como pecado en el Nuevo, aunque la condena capital para ellos haya sido abolida - como, por ejemplo, el adulterio y la desobediencia contumaz a los padres.

PECADO Y DESTRUCCIÓN
A los teólogos inclusivos les gusta decir que Jesucristo nunca habló contra la homosexualidad. En cambio, habló bastante contra la hipocresía, el adulterio, la incredulidad, la avaricia y otros pecados tolerados por los cristianos. Este es el tercer punto: se sabe, sin embargo, que la razón por la que Jesús no habló sobre homosexualidad es que ella no representaba un problema en la sociedad judía de su época, que ya tenía como patrón el comportamiento heterosexual. No podemos decir que no había judíos que eran homosexuales en la época de Jesús, pero es seguro afirmar que no asumían públicamente esta conducta. Por lo tanto, la homosexualidad no era una realidad social en Palestina en la época de Jesús. Sin embargo, cuando la Iglesia entró en contacto con el mundo gentil -sobre todo las culturas griega y romana, donde las prácticas homosexuales eran toleradas, aunque no totalmente aceptadas-, los autores bíblicos, como Pablo, incluyeron las mismas en las listas de pecados contra Dios. Para los cristianos, Pablo y otros autores bíblicos escribieron bajo la inspiración del Espíritu Santo enviado por Jesucristo. Por lo tanto, sus palabras son igualmente determinantes para la conducta de la Iglesia.

El cuarto punto equivocado de este enfoque que intenta hacer del comportamiento gay algo normal y aceptable en el marco del Cristianismo es la suposición de que el pecado de Sodoma y Gomorra no fue la homosexualidad, sino la falta de hospitalidad para con los huéspedes de Lot. Para esta afirmación es que se dice, en el original hebreo, que los hombres de Sodoma querían "conocer" a los huéspedes de Lot (Génesis 19.5) y no abusar sexualmente de ellos, como es traducido en varias versiones, como en la Almeida Actualizada. La NVI Nueva Versión Internacional y la Nueva traducción en Lenguaje Actual dicen que los conciudadanos de Lot querían "tener relaciones" con los visitantes, mientras que la SBP es aún más clara: "Queremos dormir con ellos". El uso de la regla de interpretación simple de analizar palabras en sus contextos, se percibe que el término hebreo usado para decir que los hombres de Sodoma querían "conocer" a los huéspedes de Lot (yadah) es el mismo término que Lot utiliza para decir que sus hijas, que él ofrecía como alternativa a la tara de aquellos hombres, eran vírgenes: "Ellos nunca conocieron (yadah) hombre", dice el versículo 8. Así, queda evidente que "conocer ", en el contexto del pasaje de Génesis, significa tener relaciones sexuales. Fue ésta la interpretación de Filón, autor judío del siglo primero, en su obra sobre la vida de Abraham: según él, los hombres de Sodoma se acostumbraron gradualmente a ser tratados como mujeres.

En cuanto al pecado cometido en aquellas ciudades bíblicas, que acabaría acarreando su destrucción, la "teología inclusiva" defiende que el profeta Ezequiel claramente dice que el error de aquella gente fue la soberbia y la falta de amparo al pobre y al necesitado (Ez 16.49). Sin embargo, mucho antes de Ezequiel, el "sodomita" era colocado al lado de la prostituta en la ley de Moisés: el rendimiento de ambos, fruto de su inmoralidad sexual, no debería ser recibido como ofrenda a Dios, según Deuteronomio 23.18. Además, cuando leemos la declaración del profeta en contexto, percibimos que la soberbia y la falta de caridad era sólo uno entre los muchos pecados de los sodomitas. Ezequiel menciona las "abominaciones" de los sodomitas, las cuales fueron la causa final de su destrucción: "He aquí que esta fue la iniquidad de Sodoma, tu hermana: soberbia, abundancia de pan y próspera tranquilidad tuvo ella y sus hijas; pero nunca amparó al pobre y al necesitado. Fueron arrogantes e hicieron abominaciones delante de mí; por lo que, al ver esto, las quité de allí "(Ez 16.49-50). De la misma forma, Pedro, en su segunda epístolas, se refiere a las prácticas pecaminosas de los moradores de Sodoma y Gomorra tratándolas como "procedimiento libertino".

Un quinto argumento es que habría algunos casos de amor homosexual en la Biblia, empezando por el rey David, para quien el amor de su amigo Jonatán era excepcional, "sobrepasando al de las mujeres" (II Samuel 1.26). Sin embargo, cualquier lector de la Biblia sabe que el mayor problema personal de David era la falta de dominio propio en cuanto a su atracción por las mujeres. Fue eso lo que le llevó a casarse con varias de ellas y finalmente a adulterar con Betsabé, la mujer de Urías. Su amor por Jonatán era aquella amistad intensa que puede existir entre dos personas del mismo sexo y sin ninguna connotación erótica. Algunos defensores de la "teología inclusiva" llegan a categorizar la relación entre Jesús y Juan como homoafetivo, pues éste, siendo el discípulo amado del Hijo de Dios, en una ocasión reclinó su cabeza en el pecho del Maestro (Juan 13.25). Es que tal actitud, en la cultura oriental, era una demostración de amistad varonil - sin embargo, acaba siendo interpretada como supuesta evidencia de una relación homoafetiva. Quien piensa así no puede ver amistad pura y simple entre personas del mismo sexo sin atribuirle una connotación sexual.

"Vileza"
Hay un sexto intento de reinterpretar pasajes bíblicos con el objetivo de legitimizar la homosexualidad. Los propagadores de la "teología gay" dicen que, en el texto de Romanos 1.24-27, el apóstol Pablo sólo repetía la prohibición de Levítico a la práctica homosexual en la forma de la prostitución cultual, tanto de hombres como de mujeres - prohibición que no se aplicaría fuera del contexto del culto idolátrico y pagano. Sin embargo, basta que se lea el pasaje para aclarar lo que Pablo estaba condenando. El apóstol quiso decir exactamente lo que el texto dice: que hombres y mujeres cambiaron el modo natural de sus relaciones íntimas por otro, contrario a la naturaleza, y que se inflamaron mutuamente en su sensualidad - hombres con hombres y mujeres con mujeres -, "cometen vileza" y "recibiendo el merecido castigo por sus errores". Y al referirse al lesbianismo como pecado, Pablo deja claro que no está tratando sólo de la pederastia, como algunos alegan, ya que la misma sólo puede suceder entre hombres, pero a todas las relaciones homosexuales, tanto entre hombres o mujeres.

Se dice que, en I Corintios 6.9, los citados efeminados y sodomitas no serían homosexuales, sino personas de carácter moral débil (malakoi, persona "blanda" o "suave") y que practican la inmoralidad en general (arsenokoites, palabra que habría sido inventada por Pablo). Sin embargo, si este es el sentido, ¿qué significa las referencias a impuros y adúlteros, que aparecen en la misma lista? ¿Por qué el apóstol repetiría estos conceptos? En verdad, efeminado se refiere a lo que toma la posición pasiva en el acto homosexual - este es el sentido que la palabra tiene en la literatura griega de la época, en autores como Homero, Filón y Josefo - y sodomita es la referencia al hombre que desea tener coito con otro hombre.

Hay todavía una séptima justificación presentada por aquellos que creen que la homosexualidad es compatible con la fe cristiana. Según ellos, muchas iglesias cristianas históricas, hoy, ya aceptan la práctica homosexual como normal - tanto que homosexuales practicantes, hombres y mujeres, han sido aceptados no sólo como miembros sino también como pastores y pastoras.

Estas iglesias, igualmente, defienden y aceptan la unión civil y el matrimonio entre personas del mismo sexo. Es el caso, por ejemplo, de la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos -que nada tiene que ver con la Iglesia Presbiteriana de Brasil- de la Iglesia Episcopal en Canadá y de iglesias en naciones europeas como Suecia, Noruega y Dinamarca, entre otras confesiones. En la mayoría de los casos, la aceptación de la homosexualidad ha provocado divisiones en estas iglesias, y hay que observar también que sólo ocurrió después de un largo proceso de rechazo de la inspiración, infalibilidad y autoridad de la Biblia. Por regla general, estas denominaciones adoptaron el método histórico-crítico, que, por definición, admite que las Sagradas Escrituras están condicionadas culturalmente y que refleja los errores y los prejuicios de la época de sus autores. De esta manera, la aceptación de la práctica homosexual fue sólo un paso lógico. Otros todavía vendrán. Sin embargo, los cristianos que reciben la Biblia como la infalible e inerrante Palabra de Dios no pueden aceptar la práctica homosexual, a no ser como una de aquellas relaciones sexuales consideradas pecaminosas por el Señor, como el adulterio, la prostitución y la fornicación.

Sin embargo, es un error pensar que la Biblia enfrenta la práctica homosexual como el pecado más grave de todos. En verdad, existe un pecado para el cual no hay perdón, pero con certeza no se trata de la práctica homosexual: es la blasfemia contra el Espíritu Santo, que consiste en atribuir a Satanás el poder por el cual Jesucristo realizó sus milagros y prodigios aquí en este mundo, mencionado en Marcos 3.22-30. En consecuencia, no es correcto usar la Biblia como base para tratar a homosexuales como los peores pecadores de todos, que estarían más allá de la posibilidad de salvación y que, por lo tanto, serían merecedores de odio y desprecio. Es lamentable y triste que esto haya ocurrido en el pasado y se esté repitiendo en el presente. El mensaje de la Biblia es éste: "Todos pecaron y carecen de la gloria de Dios", según Romanos 3.23. Todos necesitamos arrepentirse de nuestros pecados y someternos a Jesucristo, el Salvador, por la fe, para recibir el perdón y la vida eterna.

Recordemos que los autores bíblicos siempre tratan de la práctica homosexual junto con otros pecados. El capítulo 20 de Levítico prohíbe no sólo las relaciones entre personas del mismo sexo, sino también el adulterio, el incesto y la bestialidad. Los sodomitas y efeminados aparecen al lado de los adúlteros, impuros, ladrones, avaros y maldicientes, cuando el apóstol Pablo enumera a aquellos que no heredarán el Reino de Dios (1 Corintios 6.9-10). Pero, al igual que en las iglesias cristianas adúlteros y prostitutas que se habían arrepentido y cambiado de vida, mediante la fe en Jesucristo, también habían efeminados y sodomitas en la lista de aquellos que fueron perdonados y transformados.

COMPASIÓN
Es fundamental, aquí, hacer una importante distinción. Lo que la Biblia condena es la práctica homosexual, y no la tentación a esta práctica. No es pecado ser tentado a la homosexualidad, de la misma manera que no es pecado ser tentado al adulterio o al robo, desde que se resista. Las personas que sienten atracción por otras del mismo sexo deben recordar que tal deseo es resultado del desorden moral que entró en la humanidad con la caída de Adán y que en Cristo Jesús el segundo Adán pueden recibir gracia y poder para resistir y vencer, siendo justificados ante Dios.

Hay varias causas identificadas comúnmente para la atracción por personas del mismo sexo, como el abuso sexual sufrido en la infancia. Muchos gays provienen de familias disfuncionales o han tenido experiencias negativas con personas del sexo opuesto. También hay algunos que actúan deliberadamente por promiscuidad y tienen deseo de contactar con otros. Otro factor a tener en cuenta son las tendencias genéticas a la homosexualidad, cuya existencia no está comprobada hasta ahora y ha sido objeto de intensa polémica. Sin embargo, desde el punto de vista bíblico, la homosexualidad es el resultado del abandono de la gloria de Dios, de la idolatría y de la incredulidad por parte de la raza humana, conforme a Romanos 1.18-32. Por lo tanto, no es posible para quien cree en la Biblia justificar las prácticas homosexuales bajo la alegación de compulsión incontrolable e inevitable, aunque los que sufren con ese tipo de impulso deben ser objeto de compasión y ayuda de la Iglesia cristiana.

Es necesario también repudiar toda manifestación de odio contra los homosexuales, de la misma forma que lo hacemos en relación a cualquier persona. Esto jamás nos debería impedir, sin embargo, declarar con sinceridad y respeto nuestra convicción bíblica de que la práctica homosexual es pecaminosa y que no podemos concordar con ella, ni con leyes que la legitimizan. Ante la existencia de dispositivos legales que permiten que una persona deje o transfiera sus bienes a quienes él quiera, aún en vida, no hay necesidad de leyes legitimizando la unión civil de personas del mismo sexo - basta la simple manifestación de voluntad, registrada en notario, civil, en forma de testamento o acuerdo entre las partes implicadas. El reconocimiento de los derechos de la unión homoafetiva valida la práctica homosexual y abre la puerta para el reconocimiento de un nuevo concepto de familia. En Brasil, el reconocimiento de la unión civil de personas del mismo sexo para fines de herencia y otros beneficios se produjo al basarse de lo que dice la Constitución: "Para efecto de la protección del Estado, se reconoce la unión estable entre el hombre y la mujer como entidad familiar, debiendo la ley facilitar su conversión en matrimonio "(Art. 226, § 3º).

Los cristianos que reciben la Biblia como la palabra de Dios no pueden estar a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo, ya que sería la validación de lo que las Escrituras, claramente, tratan como pecado. El matrimonio está en el ámbito de la autoridad del Estado y los cristianos están orientados por la Palabra de Dios a someterse a las autoridades constituidas; sin embargo, la misma Biblia nos enseña que nuestra conciencia está sumisa, en última instancia, a la ley de Dios y no a las leyes humanas - "Es importante obedecer a Dios que los hombres" (Hechos 5.29). Si el Estado legitimiza aquello que Dios considera ilegítimo y obliga a los cristianos a ir en contra de su conciencia, ellos deben estar dispuestos a vivir, de manera respetuosa y pacífica en oposición sincera y honesta, cualquiera que sea el precio a ser pagado.


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viernes, 4 de enero de 2019

La Abominación que trae Desolación


Eusebio Sobre la "Abominación Desoladora"
Conocemos a Eusebio, que vivió entre el 263 y 339 y que es una pieza clave a la hora de conocer nuestra historia primitiva. Es decir, sus escritos sobre la Iglesia de los primeros siglos es tan útil que podríamos decir que nos ayuda a entender algunos aspectos de nuestras creencias hoy. Es cierto que hoy parece que los teólogos de Facebook quieren hacer que los padres de la Iglesia crean lo mismo que ellos, cosa poco creíble puesto que muchos temas doctrinales hoy fueron temas en un estado de "evolución" en los primeros siglos del cristianismo.

Uno de esos temas es lo referente a las "Profecías de Jesucristo" sobre "Los Últimos Tiempos". A decir verdad, los cristianos hispanohablantes en materia de escatología son en su mayoría dispensacionalistas. Creo que por cada diez amigos evangélicos que tengo, sólo uno o dos no cree en el Rapto secreto de la Iglesia y el Milenio.

Esos mismos cristianos latinoamericanos, es decir los ocho restantes, carecen de conocimientos de historia de la iglesia, y de lo que se creía con respecto a las profecías. Yo mismo tengo apenas pocos años estudiando la Historia de la Iglesia y cada vez me llevo más sorpresas.

¿Qué dice Eusebio sobre la "Abominación Desoladora"?
La "abominación que trae desolación" de plano la tenemos dibujada en nuestras mentes como un episodio que sucederá en el futuro después de nosotros, en lo que los evangélicos le llaman "los últimos tiempos". Esto por la cargada predicación dispensacionalista y por las películas y series sobre "el fin del mundo". Pero la Iglesia, al menos la Iglesia histórica no siempre creyó lo mismo. Es cierto que nunca hubo un consenso, pero lo cierto es que Eusebio nos deja claro que desde los primeros cristianos hasta él, siempre creyeron que "la abominación desoladora" no es algo futuro que aun no sucede, sino más bien, es algo que ya sucedió.

Jesucristo profetizó la destrucción de Jerusalén y el Templo, y a esto le llamamos "La Gran Tribulación". En el contexto de los evangelistas Mateo, Marcos y Lucas la "abominación desoladora" se menciona como un evento que tenía que suceder en el templo judío, y era la señal de la total y plena destrucción. O también dicho de otra forma, la "abominación que trae desolación" era en sí mismo la destrucción de Jerusalén, del Templo y de los judíos que "traspasaron al cristo".

¿Cómo lo dice Mateo?
"Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá." Mateo 24.15-21
¿Cómo lo dice Marcos?
"Pero cuando veáis la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, puesta donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda a la casa, ni entre para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno; porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni la habrá." - Marcos 13.14-19
¿Cómo lo dice Lucas?
"Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella. Porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra (tierra conocida), e ira sobre este pueblo (judíos). Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan." - Lucas 21.20-24
Usted va a leer que sobre la "abominación desoladora" y "la gran tribulación" que son (1) eventos futuros que aun no se cumplen, o que es (2) una profecía de doble cumplimiento. También algunos aseguran que (3) una parte de la profecía habla sobre la generación de Jesucristo, en el primer siglo; y la otra parte habla del tiempo final antes de su "segunda venida", pero los futuristas/historicistas no se ponen de acuerdo donde termina las profecías para "aquella generación" y dónde empieza las profecías para nuestros días.

Si la "abominación desoladora" es algo a futuro, entonces ¿qué es lo que pasó en el 70 A.D.? 

Noten que Marcos y Mateo dicen que la señal para "salir huyendo de Jerusalén y Judea" es la "abominación desoladora", mientras que Lucas dice que esa señal es "Jerusalén rodeada de ejércitos".

Eusebio de Cesarea dice:
"En los relatos que escribió Josefo se describen con toda exactitud los males que en ese momento sobrevinieron a todo el pueblo judío en todo lugar; cómo principalmente los habitantes de Judea fueron agobiados hasta el extremo de las desgracias; cuantos miles de jóvenes y de mujeres, juntamente con sus niños, cayeron a espada, por hambre y por muchos otros tipos de muerte; cuántas y cuáles ciudades de Judea fueron sitiadas, cuan grandes desgracias, y más que desgracias, presenciaron los que fueron en su huida a Jerusalén, ya que era la metrópoli más fuerte; el desarrollo de la guerra y lo que tuvo lugar en ella en cada momento; y, finalmente cómo LA ABOMINACIÓN DESOLADORA que proclamaron los profetas se asentó en el mismo templo de Dios, en gran manera notable antiguamente, y entonces sufrió todo tipo de destrucción hasta su desaparición final por el fuego." (1)
Así como usted lee, Eusebio en el siglo III entiende que los acontecimientos sucedidos en Jerusalén en el 70 A.D. es el cumplimiento de las profecías de Jesucristo. En el mismo libro de "Historia Eclesiástica" (en la página 98-99 Libro VII, 1-2 hasta el 9) el historiador nos muestra la creencia de la iglesia de aquel entonces, de que la "Gran Tribulación" que vino sobre Jerusalén, sobre "aquella generación" que mató al Salvador, vino precedida por una señal de "la abominación desoladora" que no era otra cosa si no el sitio de Jerusalén por los romanos.

Una revisión de los comentarios de la Biblia Comentada de Scofield (2001) sobre este punto no ofrece una exégesis, ni siquiera trata los acontecimientos ubicados en el tiempo, en lugar de ello dice del verso de Mateo 24.15 que será algo a futuro, es más; dice que todo Mateo 24.4 al 33 es una respuesta a la segunda pregunta de los discípulos: "¿Qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo?" pero también dice que hay pasajes con "doble cumplimiento".

¿Por qué los discípulos preguntarían a Jesús por su "segunda venida" cuando ellos aun ni sabían que Él se iba a ir? ¿Qué hace pensar que los discípulos entendían al cosmos como nosotros si lo que ellos esperaban era el "siglo del Mesías" y en realidad preguntaban por "el fin del siglo de Moisés? Los judíos esperaban un reino mesiánico, no el fin del cosmos. 

Una Tribulación que Sucedió y no Volverá a Suceder
Jesús mismo dijo que esa "Gran Tribulación" era algo que hasta entonces no había sucedido y luego no volverá a suceder jamás. Si esto es así ¿Es correcto entonces creer que vendrá un posterior tribulación mundial? Si Jesucristo mismo en su profecía aseguró que "aquella gran tribulación nunca hubo en el mundo ni volverá a suceder" ¿Cómo es que Scofield dice que es de "doble cumplimiento"? ¿Cómo hacemos encajar en las profecías de Jesús esa idea de un "rapto"?

¡Piensa!
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(1) Eusebio de Cesarea, "Historia Eclesiástica", Pág. 94 Libro III.5.3, CLIE 2008



http://textosfueradecontexto.blogspot.com/2019/01/la-abominacion-que-trae-desolacion.html?m=1

martes, 1 de enero de 2019

¡Ha-Ben! ¡Viene el Hijo!


¿Por qué los judíos mataron a Esteban?
"Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar santo y contra la ley; pues le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las costumbres que nos dio Moisés." - Hechos 6.13-14 
El mensaje de Esteban era poderoso, y estaba acompañado de señales y prodigios.  Los hombres de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputaban con Esteban, y no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba.

Esteban tenía un mensaje que no se podía refutar. ¿Cual era el mensaje de Esteban? El mensaje no era otro sino el que Jesucristo les encomendó:
¡Viene el Hijo!
Eso fue lo que los israelitas entendieron del mensaje de Esteban cuando dicen que han oído decir (a Esteban) que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar (El Templo), y cambiará las costumbres que nos dio Moisés.

¿Cuando dijo Jesucristo que destruirá el Templo?
Luego de que Jesús condenara a los escribas y fariseos, y anunciara que toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías será demandada en venganza sobre aquella generación, la generación de Jesús; el Maestro mismo les anuncia que ese juicio consistiría en la destrucción de Jerusalén y el Templo. En palabras de Jesús, Mateo 24.2 nos dice:
"¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada."
Los otros evangelios de Marcos y Lucas, cada uno también afirma tales profecías, el Templo y Jerusalén serían destruidos dentro de algunos años, antes de que aquella generación muriera.

Los "Últimos Tiempos"
Es cierto que hoy en día la mayoría de evangélicos hispanohablantes cada vez que lee en la Biblia la frase "últimos tiempos" SIEMPRE lo relaciona con el fin del cosmos, con caída de meteoritos sobre las grandes ciudades del planeta tierra, tsunamis inundando las ciudades de la costas, la tierra abriéndose en terremotos por todos lados, pestes y hambrunas, etc.; ¿Pero es así realmente? No.

Noten que ni los discípulos de Jesús relacionaron sus profecías así, ni los judíos de aquella generación. Esto porque "los últimos tiempos", en la escatología judía, era "el fin de la era de Moisés" que terminaba para dar lugar a "la era del Mesías". Un Mesías que de plano lo rechazaron. Unos "últimos tiempos" que se inauguraron con la "llegada del Espíritu Santo" en Pentecostés. Unos "últimos tiempos" que finalmente culminaron con la destrucción del Templo, el denominado "lugar santo", recipiente de "la gloria de Dios", y símbolo de una religión cuyas practicas ceremoniales anunciaban la llegada de un Mesías. Pero un lugar donde Dios ya no moraría jamás, y pasaría a ser demolido porque ahora se tiene un "mejor templo": la Iglesia, el Cuerpo de Cristo.

¿Y ¡Viene el Hijo!?
Jesús habló haciendo uso de una figura que la encontramos en pasajes del Antiguo Testamento como cuando el profeta Nahum dice de Dios que viene contra Nínive en juicio:

"Profecía sobre Nínive. Jehová es Dios celoso y vengador; Jehová es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos. Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable. Jehová marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies." - Nahum 1.1-3
En Éxodo 14.19-31 usted podrá tener una idea de lo que es Dios acompañando a su pueblo como una nube que protegía a los israelitas en el día, pero esa misma nube los salvó pasando por el mar en seco, y al mismo tiempo vemos a Dios trayendo juicio contra los egipcios que perecieron en el mar ahogados. En la Biblia, la "venida de Dios en las nubes" es símbolo de su presencia, de juicio y de su salvación (también puedes leer Éxodo 19.16-19). 
"Aconteció a la vigilia de la mañana, que Jehová miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y trastornó el campamento de los egipcios." - Éxodo 14.24
Quizá el pasaje más claro es Isaías 26.1 donde el profeta anuncia que Dios mismo viene sobre una nube contra Egipto:
"Profecía sobre Egipto. He aquí que Jehová monta sobre una ligera nubey entrará en Egipto; y los ídolos de Egipto temblarán delante de él, y desfallecerá el corazón de los egipcios dentro de ellos."

El Hijo del Hombre "viniendo sobre las nubes" 
De esta manera tenemos clara la figura. "El Hijo del Viniendo Sobre las Nubes" no era otra cosa que el anuncio de "Dios viniendo en Juicio contra Jerusalén y el Templo". Así lo dice Jesús en varios pasajes como Mateo 16.27-28, léalo usted:
"Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre... y pagará a cada uno conforme a sus obras. De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino." 
Ahora, Jesús también les advirtió a sus discípulos que esto sucedería mientras ellos estén predicando el Evangelio a todos los judíos dispersos en el Imperio.
“Cuando os persigan en una ciudad huid a otra, y si también en esta os persiguen, marchaos a otra. Yo os aseguro: no acabareis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre.” –Mateo 10.23 Biblia de Jerusalén

Cuarenta Años predicando ¡Viene el Hijo!
Juan el Bautista, al inicio del ministerio de Jesús, anunció este juicio cuando dijo: 
"...el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego... el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará." - Mateo 3.10-12
Desde el anuncio de Juan el Bautista y el inicio del ministerio de Jesús hasta el cumplimiento de este juicio pasaron 40 años. Sí, luego de la ascensión de Jesús y la llegada del Espíritu Santo, el mensaje hacia la Casa de Israel era: "¡arrepiéntanse! ¡Viene el Hijo!


¿¡Viene el Hijo!?
Sí. Tanto fue la predicación de que "Venía el Hijo en las nubes del cielo" que los judíos revoltosos del año 70 A.D., de las revueltas judías contra Roma, se burlaban de las "piedras blancas" que lanzaban los romanos contra su atrincheramiento en el Templo que acomodaban sus palabras en hebreo, y en lugar de decir: "¡viene una piedra!" decían "¡viene el hijo!".

Josefo nos lo cuenta de la siguiente manera:
"Todas las maquinas romanas estaban bien construidas, pero las que eran de la Décima Legión eran las más poderosas. Sus lanzadoras de piedras lanzaban peñascos que pesaban un talento (35Kg) a unos cuatrocientos metros de distancia, y los judíos pusieron observadores en las torres para detectar las piedras lanzadas que, al ser blancas, resplandecían y destellaban mientras volaban. Cuando veían lanzar una piedra, estos atalayas gritaban: "¡viene el hijo! ante lo cual los que estaban en la línea de fuego se lanzaban a tierra para dejar pasar la piedra sin daños. Cuando se les ocurrió a los romanos ennegrecerlas, las piedras se volvieron más eficaces, destruyendo a muchos de un solo tiro." (1)
"La piedra" en hebreo es "ha-eben" y era fácilmente cambiada y  acomodada por los judíos para burlarse de los cristianos diciendo "ha-ben", ¡Ha-Ben! significa ¡Viene el Hijo!

Los revoltosos judíos hacían mofa de la creencia cristiana y de su anuncio de que "Venía el Hijo en las nubes del cielo". Pero en realidad Jesús no vino literalmente como lo hará al final, sino que vino en juicio contra la "esposa prostituta", contra el "Israel apóstata", contra "los labradores malvados que mataron al Hijo del dueño de la Viña".

Por eso mataron a Esteban los enardecidos judíos, porque éste les hizo recordar su pecado y las consecuencias de ese pecado:
"¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores." -Hechos 7.52

¡Ha-Ben! ¡Viene el Hijo!
El Hijo Vino, trajo juicio contra aquella generación y desde entonces reina, y vendrá al final de los tiempos para entregar el reino a su Padre.

¡Feliz Año 2019!

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(1) Paul L. Maier, “Josefo: Los Escritos Esenciales”, Pág. 325-326

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A menos que se indique lo contrario, todas las citas son tomadas de la Biblia RV1960