domingo, 8 de enero de 2017

¡Prepárese, Dios no hablará por usted!


Escribo desde el lugar en donde estamos preocupados por una mayor y mejor predicación bíblica, por púlpitos sanos, y por una congregación que cada vez esté mejor preparada para enfrentar los “vientos de doctrina” contrarios al fundamento de los apóstoles y profetas.

¿Es necesaria la preparación bíblico-académica?
El Dr. Martyn Lloyd-Jones comenta que durante el avivamiento en Gales, en los años 1904 – 1905, aparecieron predicadores que tenían “una facilidad inusual en su oratoria, en la oración y en la predicación; y el testimonio de los ministros de Gales en aquella época es que debían dedicar muy poco tiempo a la preparación. Parecía como si todo les fuera dado, estaban llenos de material y con sus corazones llenos y la plenitud de su gozo cristiano y amor hacia el Señor, hablaban sin dificultad ni impedimento”.1

Así como alcanzamos a leer, en lugares donde el evangelio se extiende rápidamente y hay conversiones en masas, muchos de los predicadores consideran que “prepararse” es como “contristar al Espíritu Santo”. Al menos así interpretaron muchos de los ministros de Gales que vivieron ese despertar espiritual. Consideran que buscar saber más es dejar de depender del Espíritu Santo, y esto conllevaría a apagarlo y entristecerlo.

Muchos predicadores hoy en día basan sus argumentos para no prepararse en las mismas razones que hace cien años: quieren otorgarle al Espíritu Santo todo.

Es cierto que la Biblia registra promesas de Jesús a sus discípulos de que el Espíritu Santo les ayudará a responder con precisión en momentos difíciles. Aquí algunas de esas promesas:
“Mas os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho. Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros.” Juan 16.4 RV60
Esta cita es sumamente importante pues esta y otras guardan la promesa de que posterior a la ascensión de Jesús, cuando los apóstoles ejerzan su ministerio, ellos recordarían las enseñanzas de Jesús y las enseñarán a los discípulos, y de esta manera cumplirían el mandato de Mateo 28.19 y 20:
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” Mateo 28.19-20 RV60
Hay otra cita, otra promesa, esta vez es una ayuda para responder correctamente en los momentos de tribulación a los que serían sometidos los apóstoles, y en general, cada discípulo a lo largo de la historia:
“Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar.” Mateo 10.19 RV60
“Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.” Marcos 13.11 RV60
Nunca estaremos solos, el Paráclito nos fortalecerá y pondrá las palabras correctas para responder y enfrentar la tribulación a la fuéremos sometidos.

No obstante, muchos usan estos textos fuera de contexto, argumentando que son promesas para cuando el predicador esté detrás del púlpito, sin preparación, no importa, “no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.” Grave error!

El Dr. Martyn Lloyd-Jones cuenta de un predicador de Gales que él conoció personalmente, que basaba su no-preparación en el Salmo 81.10 que dice. “…Abre tu boca, y yo la llenaré.” (RV60). Nos dice que “le atribuyó el significado de que uno debe ir al púlpito sin preparación y recibirá el asunto que debe declarar. El pobre hombre lo hizo literalmente; el resultado fue que vació su iglesia y fue más o menos inútil como predicador en los siguientes cincuenta años.”2

Otros predicadores han usado fuera de contexto el texto de 1 Juan 2.27 que dice: “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.” (RV60)

Con este último texto citado argumentan que basta tener una Biblia y leerla, y el Espíritu Santo les enseñará todo lo que necesiten. El resultado ya lo conocemos: analfabetismo bíblico en las iglesias.

¿Qué dice la Biblia realmente al respecto?
Pablo lo deja claro cuando le dice a Timoteo “lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.” (2 Timoteo 2.2 RV60). Debe haber un esfuerzo en la preparación y eso incluirá tanto ser fieles como idóneos.

Si un predicador no es fiel y mucho menos idóneo, debe considerar seriamente dejar la predicación. La demanda de Pablo a Timoteo, el joven ministro y predicador, es la misma que se nos exige a los predicadores de hoy, y a cuanto aspirante a este ministerio de la predicación haya en la iglesia, y es la siguiente:
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad.” 2 Timoteo 2.15 LBLA
Un perito es un especialista en una ciencia o arte (u otro campo), por ejemplo; un perito caligráfico o calígrafo público, es un especialista en determinar la autoría de una escritura manuscrita o mecanográfica. Un perito estudia mucho su materia. Siempre he dicho que nadie se somete a una cirugía del corazón a un aficionado a la medicina, o a un alumno de medicina, sino que procura ponerse en manos del mejor cirujano de su ciudad.



En el texto Pablo habla de un predicador “que maneja con precisión la palabra de verdad”, es un especialista, un perito. Si nos trasladamos al uso de éste término griego, orthotomeo; era usado en aquel entonces para alguien que “cortaba telas” o “hacía surcos con una arado”.

Por lo tanto, el ministerio de la predicación requiere de “especialistas” preparados que “corten rectamente”. Orthos significa “recto” y tomeo significa “cortar”. No hay forma de escapar a la preparación académica y bíblica. Se nos demanda ser fieles e idóneos, y aunque tenemos la fortaleza y guía del Espíritu Santo, se nos exige ser diligentes.

“Aunque predicamos para la edificación de los creyentes y la salvación de los perdidos, hay una sola Persona en el auditorio que debe estar de acuerdo con nuestra predicación, una sola Persona a quien debemos procurar agradar y cuya opinión vale más que la del mundo entero… Fue Dios quien le confió a Pablo el ministerio de proclamar el Evangelio; Él es quien pesa los corazones; por tanto, era sólo a Él a quien el apóstol quería agradar. Esa convicción fue para Pablo una muralla de protección que lo guardó del error y de las malas motivaciones.”3

Nuevamente, ¿es necesaria la preparación bíblico-académica? Sí.
¡Prepárese, Dios quiere hablar por usted!

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Notas Bibliográficas:

  1. MARTYN LLOYD-JONES, 2003, La Predicación y los Predicadores, Moral de Calatrava-España: Editorial Peregrino. Pág. 251
  2. Ibid, Pág. 252
  3. MICHELEN, S. 2016, Delante de Dios y de Parte de Dios, B&H Publishing Group - Nashville TN, Pág.21-22

Los Padres de la Iglesia y Las Sagradas Escrituras



“Habéis escudriñado las Escrituras, que son verdaderas, las cuales os fueron dadas por el Espíritu Santo y sabéis que no hay nada falso o fraudulento escrito en ellas”.
- Clemente de Roma (¿?-100), Primera de Clemente, 45

“Puesto que estoy plenamente convencido de que ningún texto de la Escritura contradice a otro […] procuraré persuadir a aquéllos que creen que las Escrituras son contradictorias para que piensen como yo”
-Justino Mártir (100-165), Diálogo con Trifón, 65

“Hay que creer la Escritura por su nobleza y por la confianza en Aquél que la envía. La palabra de verdad es enviada por Dios […] Ya que ha sido enviada con autoridad, no hace falta preguntarse por pruebas acerca de lo que afirma puesto que no hay otra prueba más allá de sí misma, la cual es Dios.”
-Justino Mártir (100-165), Fragmentos de la obra de Justino Mártir sobre la Resurrección, 1

“El día llamado del sol [el domingo], se reúnen todos en un lugar, lo mismo los que habitan en la ciudad que los que viven en el campo, y según conviene, se leen los tratados de los apóstoles y los escritos de los profetas, según el tiempo permita. Luego, cuando el lector termina, el que preside se encarga de amonestar, con palabras de exhortación, a la imitación de cosas tan admirables.”
-Justino Mártir (100-165), Primera Apología, 67

“Esta es su teoría [la de los herejes gnósticos], que ni los profetas anunciaron, ni el Señor enseñó, ni los apóstoles transmitieron. Y, sin embargo, ellos se glorían de haber recibido de estas cosas un conocimiento más elevado que todas las demás personas. Todo el tiempo citan textos que no se hallan en las Escrituras y, como se dice, fabrican lazos con arena. Y no les preocupa acomodar sus doctrinas de una manera confiable, sea las parábolas del Señor, sea los dichos de los profetas, sea la predicación de los apóstoles. Lo único que tratan de hacer es que sus creaciones no parezcan carecer de pruebas. Por eso enredan el orden y el texto de las Escrituras, y en cuanto pueden separan los miembros (del cuerpo) de la verdad. Transponen y transforman todo, y mezclando una cosa con otra, seducen a muchos mediante la fantasiosa composición que fabrican a partir de las palabras del Señor.”
- Ireneo (130-202), Contra Herejías, 1.8.1

“Las Escrituras son perfectas porque fueron habladas por la Palabra de Dios y su Espíritu.”
-Ireneo (130-202), Contra Herejías, 2.28.2

“De este modo toda la Escritura que Dios nos ha dado nos parecerá congruente, concordarán las interpretaciones de las parábolas con expresiones claras, y escucharemos las diversas voces como una sola melodía que eleva himnos al Dios que hizo todas las cosas.”
-Ireneo (130-202), Contra Herejías, 2.28.3

“Nosotros no hemos conocido la economía de nuestra salvación sino por aquellos a través de los cuales el Evangelio ha llegado hasta nosotros [los apóstoles]: ellos primero lo proclamaron, después por voluntad de Dios nos lo transmitieron por escrito para que fuese columna y fundamento (1 Timoteo 3:15) de nuestra fe.”
-Ireneo (130-202), Contra Herejías, 3.1.1).

“Las afirmaciones de la Sagrada Escritura nunca estarán en descuerdo con la verdad.”
- Tertuliano (155-240), Tratado del Alma, 21

“Nadie debe establecer una doctrina a partir de un libro que no forme parte de la Escritura canónica” (Comentario sobre Mateo, 26). “No hay que consultar otra fuente [más allá del Antiguo y el Nuevo Testamento] para conceder autoridad a cualquier conocimiento o doctrina.”
- Orígenes (185-254), Homilía sobre Levítico, 5

“Aceptamos todo aquello que se puede probar mediante las enseñanzas de la Sagrada Escritura.”
- Dionisio de Alejandría (¿?-264), Citado en Historia eclesiástica de Eusebio, Libro 7

“Algunos piensan que las Escrituras no son congruentes o que Dios, quien dio el mandamiento, es falso. Pero no hay ninguna discrepancia. Tampoco podría el Padre, el cual es la verdad, mentir porque es imposible que Dios mienta”
- Atanasio (296-373), Carta pascual, 19.3

“Estos libros son la fuente de la salvación de modo que los sedientos se puedan saciar con las palabras vivas que contienen. Se proclama la doctrina de la piedad en estos libros. Qué nadie añada ni quite nada de lo que está escrito en esos libros”
- Atanasio (296-373), Carta pascual, 39.6

“Las sagradas e inspiradas Escrituras son suficientes para declarar la verdad.”
- Atanasio (296-373), Contra los Paganos, 1.3


“Acerca de los divinos y santos misterios de la fe, no debe transmitirse nada sin las Sagradas Escrituras, ni deben aducirse de modo temerario cosas simplemente probables y apoyadas en argumentos construidos con palabras artificiosas. Y no creas, pues, que voy a proceder de este modo, sino probando por las Escrituras lo que te anuncio. Pues esta fe, a la cual debemos nuestra salvación, no recibe su fuerza de los comentarios y las disputas, sino de demostración por medio de la Sagrada Escritura.”
- Cirilo de Jerusalén (313-386), Catequesis, 4.17

“Aquellos que son instruidos en las Escrituras deberían examinar lo que dicen los profesores, recibiendo todo lo que está en conformidad con la Escritura y rechazando lo que se opone a ella; y deberían evadir a los profesores que persisten en enseñar semejantes doctrinas [falsas].”
-Basilio de Cesárea (330-379), Las moralia y regulae, 72

“Las Escrituras son el canon de todos los dogmas. Fijemos nuestros ojos en ellas y solamente aceptemos las enseñanzas que pueden armonizar con ellas.”
- Gregorio de Nisa (335-395), Sobre el alma y la resurrección, 5

“No sigáis las tradiciones de la filosofía ni a aquéllos que dan la apariencia de buscar la verdad con el fin de engañar por medio del arte de la persuasión. Por el contrario, aceptad, de acuerdo a la regla de la verdad, lo que se afirma en las palabras inspiradas de Dios.”
- Ambrosio (340-397), Seis días de la creación, 2.1.3

“Tu palabra es verdad, es decir, no hay falsedad en ella y todo lo que se dice en ella se tiene que cumplir”
- Juan Crisóstomo (349-407), Homilía sobre Juan, 17:17

“Es necesario establecer todos los argumentos a partir de la Escritura y así demostrar con precisión que no son un invento del razonamiento humano, sino el mismísimo veredicto de la Escritura. Así todo lo que decimos tendrá más credibilidad y se profundizará más en vuestra mente”
- Juan Crisóstomo (349-407), Homilía sobre los estatutos, 1.14

“Opino que es deletéreo creer que en los libros santos se contiene mentira alguna, es decir, que aquellos autores por cuyo medio nos fue otorgada la Escritura hayan dicho alguna mentira en sus libros. Una cosa es preguntarse si un hombre bueno puede en algunas circunstancias mentir, y otra cosa muy distinta es preguntarse si pudo mentir un escritor de la Sagrada Escritura. Mejor dicho, no es otra cuestión, sino que no hay cuestión. Porque, una vez admitida una mentira por exigencias del oficio apostólico en tan alta cumbre de autoridad, no quedará defendida partícula alguna de los libros. Por la misma regla deletérea podrá siempre recurrirse a la intención y obligación del autor mentiroso, según a cada cual se le antoje, cuando un pasaje resulte arduo para las costumbres o increíbles para la fe.”
- Agustín (354-430), Cartas 28.3

“Porque quien recurre a tal engaño [diciendo que las Escrituras contienen errores y contradicciones], prefiere que le crean a él, y obra así para que no creamos en la autoridad de las divinas Escrituras.”
- Agustín (354-430), Cartas 28.4

“Confieso que a tu caridad que sólo a aquellos libros de las Escrituras que se llaman canónicos he aprendido a ofrendar esa reverencia y acatamiento, hasta el punto de creer que ninguno de sus autores se equivocó al escribir. Si algo me ofende en tales escritos, porque me parece contrario a la verdad, no dudo en afirmar o que el códice tiene una errata, o que el traductor no ha comprendido lo que estaban escrito, o que yo no lo entiendo.”
- Agustín (354-430), Cartas 82.3

“La verdad de las divinas Escrituras es por todas partes segura e indiscutible, puesto que los mismos apóstoles, y no cualesquiera otros, la encomendaron a nuestra memoria para edificar nuestra fe; por esa razón fue asimismo recibida en la cumbre canónica de la autoridad.”
- Agustín (354-430), Cartas 82.7

“Te digo, sin embargo, algo que necesariamente ha de ser verdadero o falso […] sólo te queda el creerlo o el no creerlo. Si va garantizado por una autoridad neta de las Sagradas Escrituras, de aquellas digo que se llaman canónicas en la Iglesia, sin duda alguna hay que creerlo.”
- Agustín (354-430), Cartas 148.4

“No puede suceder que esta autoridad de las Escrituras diga mentira por parte alguna.”
- Agustín (354-430), Cartas, 148.14

“A mí no me has de creer como a Ambrosio, de cuyos libros puse testimonios tan grandes. Y si crees que a ambos nos has de creer con iguales motivos, ¿acaso podrás compararnos con el Evangelio o igualarás nuestros escritos con las Escrituras canónicas? Si eres recto en tus juicios, verás que estamos muy distantes por debajo de aquella autoridad. Yo estoy todavía muy lejos, pero, sea lo que quiere lo que opines de nosotros dos, no podrás compararnos en modo alguno con aquella excelencia.”
- Agustín (354-430),  Cartas, 148.39

“¿Quién ignora que la santa Escritura canónica, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, está contenida en sus propios límites, y que debe ser antepuesta a todas las cartas posteriores de los obispos, de modo que a nadie le es permitido dudar o discutir sobre la verdad o rectitud de lo que consta que está escrito en ella?”
- Agustín (354-430), Tratado Sobre el Bautismo, 2.3.4

“La Escritura es santa, es veraz, es irreprensible. […] Nada hay de qué acusar a la Escritura si tal vez nosotros, no habiéndola entendido, nos desviamos en algo. Cuando la comprendemos, somos rectos cuando no entendiéndola, estamos torcidos, la dejamos a ella recta; pues, aunque nos torzamos nosotros, no la torcemos a ella; al contrario, ella se mantiene recta, para que volviendo a ella, nos hagamos rectos.”
- Agustín (354-430), Sermones 23.3

“Dios, hablando por los profetas primero, luego por sí mismo, y después por los apóstoles, es el autor de la Escritura llamada canónica, que posee la autoridad más eminente. En ella tenemos nosotros la fe sobre las cosas que no debemos ignorar, y que nosotros mismos no seríamos capaces de conocer.”
- Agustín (354-430), Cuidad de Dios, 11

“Se ha establecido la distinción entre los libros de los autores posteriores y la excelencia de la autoridad canónica del Antiguo y Nuevo Testamento, que afianzada desde los tiempos apostólicos […] se ha establecido como en cierta sede, a la que ha de servir toda inteligencia fiel y piadosa. […] En las obras de autores posteriores, contenidas en innumerables libros, pero que en ningún modo pueden equipararse a la excelencia sacratísima de las Escrituras canónicas, aunque se encuentre en cualquiera de ellas la misma verdad, su autoridad es muy distinta.”
- Agustín (354-430), Réplica a Fausto,11.5

“Por la doctrina conocemos lo que debemos hacer. ¿Y yo qué te podrá enseñar sino lo que leemos en el apóstol? Porque la Sagrada Escritura ha fijado las normas de nuestra doctrina para que no osemos saber más de lo que conviene saber […] No voy, pues, a enseñarte otra cosa sino a exponerte las palabras del doctor apostólico.”
- Agustín (354-430), Sobre la bondad de la viudez, 2

“Algunos han dicho que no todos los salmos son de David, pero que son productos de otros autores. No tengo ninguna opinión al respecto. ¿Qué importa si son los salmos de David o si son obra de otros autores cuando está claro que todos son fruto de la inspiración del Espíritu Santo?”
- Teodoreto de Ciro (393-460), Prefacio a los Salmos

CONCLUSIÓN
"Sola Scriptura" no fue un invento de los reformadores protestantes.

Leer más:

http://protestantedigital.com/magacin/41181/%E2%80%98Sola_scriptura%E2%80%99_en_la_epoca_patristica