miércoles, 29 de abril de 2015

La Parábola de los Talentos


“Sirviendo diligentemente hasta la Segunda Venida”

Mateo 25.14-30 (RV1995)

Introducción
Jesús el Mesías nos ha encargado una misión a la iglesia en la que estaría ocupada todos los días desde Su Ascensión hasta Su Segunda Venida. El Señor espera que sus “doulos” se ocupen en el servicio con urgencia, fidelidad y diligencia. El servicio abarca la PROCLAMACIÓN del Evangelio, el Hacer DISCÍPULOS, y ATENDER a los pobres. El mejor resumen de este servicio lo encontramos en Mateo 25.35-36 que dice:

“Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me recogisteis; estuve desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a verme.”

Así mismo el apóstol Pablo nos dice en Efesios 2.8-10 que Dios nos creó para “andar” en buenas obras. Los creyentes son hechos para las buenas obras. Los incrédulos de ninguna manera pueden hacer las obras del reino. Estas nacen de un corazón regenerado que ellos no tienen ni entienden.

“porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe, pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.”

El énfasis de la parábola de los talentos se basa en la URGENCIA  de servir mientras aguardamos la Segunda Venida de Jesús el Mesías. El servicio cristiano sería la marca, distintivo y pasión de los creyentes. Ocuparse en esto no solo sería un mandato sino una manera de desarrollar la Vida Abundante que Jesús ofrece.


La Gran Comisión
v. 14 y 15
“El reino de los cielos es como un hombre que, yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.”

La alusión a la frase “yéndose lejos” y luego “se fue lejos” se refiere, sin lugar a dudas; al tiempo que se tomaría el Señor desde su Ascensión hasta su Segunda Venida. Y a la misma vez denota un amo, un señor que deja sus bienes al encargo de sus siervos mientras este hace su viaje.

La palabra aquí para siervo es “doulos” que significa “esclavo”. Un esclavo no tiene voluntad propia, en el sentido que está “a merced de la voluntad de su amo”. Un esclavo hace “todo” lo que su amo le encarga. Jesús pagó un alto precio con su vida, ahora somos “esclavos de Jesús el Mesías” y Pablo nos va a decir:

“…habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” (1 Corintios 6:20)

El Señor Jesús comisiona a sus siervos, a los que profesan ser cristianos, a la iglesia. Jesús nos ha encargado “sus bienes”. Es interesante ver que Dios nos ha confiado una tarea, una comisión. Lo principal aquí es la Gran Comisión (Mateo 28.18-20) pero también vemos a lo largo de las cartas, como la de Santiago 1.27; que es nuestro deber “visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones”. No la ha confiado a los ángeles, sino a la Iglesia. Esto es sumamente importante resaltar. ¡Qué bendición! Dios nos ha dado una misión. Esto es la diplomacia del Reino, es cierto que somos “doulos”, pero ¡Que privilegio!   

Un talento era una medida de dinero, 34 kilos de plata para ser más exacto. Al primer siervo se le dio 34 x 5 = 170 Kg de plata, al segundo 34 x 2 = 68 Kg y al tercer siervo se le asigna 34 kilos de plata. Esto es mucho dinero. Hoy en día un talento (34 Kg de plata) estaría cotizado aproximadamente en $ 109,000 dólares. Es decir, literalmente lo que les encarga es dinero, el señor les da dinero para que hagan negocios y ganen más dinero. Pero en la aplicación para la iglesia, la palabra que nos ayuda con esto es “capacidad”.

Note que el Señor nos da a “cada uno conforme a nuestras capacidades”. La capacidad que en la parábola hace referencia es sencilla de entender, cada siervo tenía un “poder propio”, una habilidad, un oficio para hacer la obra que su amo les ha encargado. En la iglesia del Señor, no nos ha hecho a todos evangelistas o apóstoles (enviados con una misión). No todos son conferencistas. No todos van a las cárceles a proclamar el Evangelio. No todos atienden a los huérfanos y a las viudas. No todos están viendo las finanzas de la iglesia o recibiendo a las personas en la puerta. A cada uno nos ha sido dado un poder, una capacidad para servir. Pedro lo dice de la siguiente manera:

“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” (1 Pedro 4:10)

Somos llamados y desafiados a servir según nuestras capacidades, nuestros dones y nuestras habilidades naturales.


Cumpliendo la Gran Comisión
v. 16 y 17
“El que recibió cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que recibió dos, ganó también otros dos.”

Las palabras clave aquí que nos hablan profundamente son “fue y negoció”. Los siervos buenos y fieles no se quedaron estáticos, sino que actuaron, se movilizaron, negociaron. Esta actividad requiere ir a mirar un bien, una parcela de cultivo, una embarcación, un hato de ganado, etc. y mirarla, evaluarla, medirla y establecerle un valor o un precio, luego comprar y vender. El Mar Mediterráneo, el mar del imperio de la época, por sus diversos puertos como el de Corinto (Acaya) circulaba un alto tráfico de objetos y especies que se comercializaban. Metales, tejidos, especies, y un sinnúmero de objetos que los mercaderes y negociantes aprovechaban. El tiempo en que Jesús les habló esta parábola, negociar y obtener dinero a cambio era el estilo de vida de los ricos y hacendados. Por lo tanto cumplir con la (Gran) Comisión demandaba acción, correr riesgos, actuar, aprender el negocio, saber medir y valorar, etc.

También notamos que los siervos buenos y fieles tuvieron iniciativa (eran proactivos) no esperaron recibir una idea o sugerencia de su señor (o de alguien más). Ellos actuaron porque tenían una capacidad parar hacer los negocios. Uno diferente del otro, pero ambos tenían la capacidad de producir.

La demanda para el creyente es actuar, hacer, tomar riesgos, confiar, ejecutar, “ir y negociar”, etc. La iniciativa es hacer o actuar sin haber sido convocado para una misión específica. No me mal interpreten. Es cierto que hay hombres y mujeres que son “llamados” para hacer una misión específica, pero de manera sencilla diré que “la Gran Comisión”, que es hacer discípulos, no es sólo para algunos, sino para todos los discípulos de Jesús. No tienes que esperar tener una revelación especial para empezar a hacer discípulos.

La Incredulidad y Negligencia no obra a favor de la Gran Comisión
v. 18
“Pero el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.”

Cavar un hoyo en la tierra para guardar algo preciado es “ahorrar”. Fíjense que este tipo de ahorro no produce intereses. Es como el dinero debajo del colchón. Desde este punto de vista el ahorro no es lo que Dios espera de nosotros. No ahorre su llamado, no ahorre sus talentos, no ahorre sus dones, no ahorre sus poderes y sus capacidades para hacer la Gran Comisión.

El siervo malo y negligente entendió que si corría riesgos podría perder el talento, así que prefirió “ahorrarlo” hasta que venga su amo. Esta actitud mala de no actuar, ni hacer, ni arriesgar, ni nada para hacer crecer “los bienes de su señor”, solamente brota de un incrédulo, de alguien que no conoce a Dios, de alguien que no confía en Dios, de alguien que no tiene fe en Dios. Si revisamos la parábola anterior (que está en el mismo contexto), la “vírgenes insensatas” son insensatas porque son incrédulas, no confían en Dios, no creen en Dios, no tienen interés por las cosas espirituales, están adormecidos. En Mateo 25.2-3 dice claramente que la única razón por las que estas cinco vírgenes califican como “insensatas” era porque debiendo haber tomado sus lámparas con aceite, no lo hicieron. Un creyente “sin aceite”, es un incrédulo, que no tiene el Espíritu del Señor.

“Y cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. Porque las insensatas, al tomar sus lámparas, no tomaron aceite consigo.”(LBLA)

Pablo nos advierte que algunos de entre nosotros no tienen el Espíritu Santo, y por lo tanto no son de Dios. Veamos lo que dice Romanos 8.8-9

“y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios está en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.”

Y volviendo al contexto de Mateo 25, el Señor utiliza una respuesta muy dura al respecto: “nunca os conocí” (versos 11 y 12):

“Después llegaron también las otras vírgenes, diciendo: -¡Señor, señor, ábrenos!- Pero él, respondiendo, dijo: -De cierto os digo que no os conozco-”

“No os conozco” es el rechazo total para el que profesa ser cristiano y sus obras demuestran todo lo contrario. Esto es muy duro. Imagínese llevar toda una vida corriendo una supuesta carrera engañado, llegar a la meta final y no ser reconocido por el Señor. Esto es deprimente. Es como vivir engañado todo el tiempo. “No somos salvos por obras, pero nuestras obras demuestran que somos salvos.” Eso es lo que leo en Efesios 2.8-10

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”


Ajustando Cuentas en su Segunda Venida (y consecuente Juicio Final)
v. 19
“Después de mucho tiempo regresó el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos.”

Arreglar (ajustar) cuentas. Eso es a lo que se refiere este versículo. El Señor en su segunda venida ajustará cuentas con los hombres. Rendiremos cuentas. Y el resultado de este “ajuste de cuentas” puede ser una recompensa o un castigo. En el trabajo podríamos recibir un aumento o ascenso, o en caso contrario una suspensión o que nos quiten el empleo por ineficientes.


Recompensando al Siervo Bueno y Fiel
v. 20-23
“Se acercó el que había recibido cinco talentos y trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos.” Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.” Se acercó también el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos.” Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.”.

Primero resaltaremos la actitud de un siervo fiel: “rinde cuentas”. (Esto es lo que de costumbre, a todos los seres humanos no nos gusta hacer. Ni en la casa, ni en el trabajo, ni en la iglesia, etc.) Luego cuando el señor ve el resultado favorable de su trabajo lo elogia:

¡Bien hecho! ¡Siervo bueno y fiel!

Ahora surge la pregunta: ¿“En lo poco ha sido fiel”, le parece poco ser fiel con más de $109,000 dólares? Y aquí tenemos que resaltar que por muy grande que sea nuestra obra en el Señor, para Él siempre es “poco”, pero al menos en eso “poco” el Señor espera que seamos fieles. Note que el Señor resalta el hecho de que los siervos buenos, son fieles en “poco” para luego recompensarles al decirles “en lo mucho” te pondré. El Señor utiliza esta figura para expresar que no nos pide grandes cosas, el quiere que seamos “fieles en lo poco” para “ponernos sobre mucho”. Aquí hay una fórmula que es un principio del reino. El Señor espera fidelidad en el servicio. Él desea que esperemos su Segunda Venida “sirviéndole con fidelidad”.

     Es fiel en lo poco, lo ponen sobre mucho

El Señor no se impresiona con grandezas, sólo espera fidelidad en lo que hacemos. Ser puesto sobre mucho en el reino. Es una recompensa. Es una promesa. Es una verdad. Pero hay algo mayor aun. Esta es la mayor recompensa que todo cristiano espera:

Para las vírgenes prudentes: 

“Pero mientras ellas iban a comprar, llegó el novio; y las que estaban preparadas entraron con él a la boda, y se cerró la puerta.” Mateo 25.10

Para los siervos buenos y fieles

“Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.” Mateo 25.21

Para los benditos del Padre:

“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” Mateo 25.34


La mayor recompensa del creyente es pasar la eternidad con su Señor. Estaremos en las Bodas del Cordero, disfrutando del Gozo del Señor para luego reinar con Él para siempre.

A la hora de recompensar a cada uno de acuerdo a “sus obras”, el Señor Jesús en Apocalipsis 22.12 nos lo dice de otra forma,

He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” (RV1960)

La fidelidad de un siervo no se ve en el tamaño de iglesia o ministerio que tenga, de cuantos conciertos hagas, o de gran erudición teológica y predicación que tenga, la cantidad de gente que trajo a la iglesia, cantidad de conferencias que ha dado, cantidad de cultos a los que ha asistido. La fidelidad se mide por la “diligencia” con que haga su obra. Vea que a uno se le dio cinco talentos y diligentemente obró obteniendo otros cinco talentos y fue elogiado como siervo bueno y fiel, lo mismo que para el que ganó solo dos talentos. Ambos demostraron su fidelidad de acuerdo a la diligencia que pusieron haciendo uso de sus capacidades dadas por Dios, en aquello que Dios le ha encomendado para servir en su iglesia. La fidelidad bien se podría ver en ensayar con anticipación para los cultos de adoración. Esforzándose con firmeza y amor por ejemplo. Preparándose para dar un sermón en el que exprese verdades bíblicas sin inventar alegorías y revelaciones espurias. Se es diligente tomando tiempo en prepararse para hacer bien un trabajo. El esfuerzo demuestra diligencia y fidelidad.


Sanción y Castigo del Siervo Malo y Negligente
v. 24-30
“Pero acercándose también el que había recibido un talento, dijo: -Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.- Respondiendo su señor, le dijo: -Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros y, al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento y dadlo al que tiene diez talentos, porque al que tiene, le será dado y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.-”

Es malo y negligente, le quitan lo que tiene y lo echan

El siervo malo y negligente le dice a su amo en su cara que “era hombre duro”. Y esto es peor que una calumnia. Con esto demuestra que no conocía a su amo. El amo no demostró dureza en ningún momento con los “siervos buenos y fieles”. Es el concepto equivocado del “siervo malo y negligente” que tiene de su amo. Esto debido a que no lo conoce personalmente.

La frase “siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste” es una frase coloquial, algo proverbial, un dicho para referirse a un hombre codiciosos en extremo; duro, cruel, abusivo, áspero y oportunista, etc. En otras palabras el “siervo malo y negligente” tenía el concepto de que su amo conseguía las cosas a como dé lugar. Y esto porque la expresión bien parecería una justificación a su miedo. Pero en realidad el miedo le brota de su carencia total de fe.

El amo le hace ver, que si tenía el concepto de que su él era duro y que conseguía las cosas a como de lugar, por lo menos el banco le hubiera pagado algún interés. Pero al ser un siervo inútil, ni siquiera esta iniciativa tuvo. No era para nada sabio. El amo le responde con ironía usando sus propias palabras para condenarlo.

El siervo que recibió cinco talentos generó otros cinco, ahora tiene diez talentos. Demostró tener capacidad, fidelidad y el amo cree conveniente darle un talento más. Ya sea por su soberanía o recompensa del amo (de Dios). Mientras que el siervo malo y negligente, no solo le quitaron el talento sino que lo echaron a las tinieblas, al tormento y crujir de dientes.
El esclavo de un talento rechazó la oportunidad que le dio su amo. Los que rechazan la oportunidad de servir a Dios, prefiriendo aferrarse al mundo y al pecado no son de Dios. Ver Mateo 16.24-26:

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: —Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame, porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. ¿De qué le servirá al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? ¿O qué dará el hombre a cambio de su alma?”

El siervo malo perdió la oportunidad de salvar su alma rechazando la oportunidad de ser fiel a Dios. El que dice que es cristiano y se aferra a su pecado rechazando a Dios, este no es cristiano, son falsos en medio de nosotros. El siervo inútil representa al incrédulo, alguien que se dice cristiano y no lo es. El incrédulo justifica su pecado inventando un concepto de Dios que es falso, dirigiéndose a Dios de manera diferente acusándolo. Si tú eres así como este esclavo inútil, si no te arrepientes, así te digas cristiano, serás echado al infierno.


Conclusión
La Comisión que reciben estos “doulos” tiene que ver con el servicio cristiano, y el Espíritu Santo nos ha dado a todos y a cada uno “capacidades” para el servicio. Por ello vemos que los “siervos buenos y fieles” expresan su amor al Señor con una respuesta de servicio genuino. Mientras que el “siervo malo y negligente” expresa su incredulidad, su farsa e hipocresía, ya que “nunca sirvió” ni siquiera fue un mal servicio lo que hizo, él nunca sirvió, profesa ser salvo pero no lo es.

El Señor Jesús les dio un mensaje claro a su audiencia: “mientras yo regreso dedíquense a servir con diligencia y fidelidad”. Y es exactamente el mismo mensaje que nos dice a nosotros. Mientras aguardamos Su Segunda Venida sirvamos con diligencia y fidelidad. De esta manera nos demostraremos a nosotros mismo que amamos a Dios y que somos sus hijos.

El infierno es real, ahí no hay gracia; en este mundo (en este siglo) por lo menos “el sol sale sobre malos y buenos” pero en el infierno ya no habrá ni gracia ni misericordia. Ahí serán enviados todos los que rechazan a Dios. Ahí irán todos aquellos que se dicen ser cristianos y sus obras demuestran lo contrario.

-   ¿Qué tan fieles somos con las oportunidades de servicio que Dios nos da?
-   ¿Quieres saber si eres cristiano? Lo sabrás si aprovechas cada oportunidad de servicio que Dios te da, aunque sea con un talento


¡Que Dios te bendiga!

martes, 21 de abril de 2015

¡Los Siervos de Dios no son Intocables!


Reflexionemos un poco sobre lo que se escucha en un sinnúmero de iglesias en donde los pastores y otros líderes espirituales abusan (en un amplio sentido de la palabra) de sus miembros y se declaran intocables, porque les han enseñado a su congregación, falsamente, que ellos son los “ungidos de Jehová” y por ende nadie los puede tocar, contradecir, confrontar ni cuestionar. Veamos qué dicen las Escrituras al respecto.

“No toquéis al ungido de Jehová”
El mensaje de las Escrituras era que nadie tenía permitido oprimir a los ungidos; antes, por su bien, reprendió a reyes, diciendo:

“No permitió que nadie los oprimiese; antes por amor de ellos castigó a los reyes. No toquéis, dijo, a mis ungidos, Ni hagáis mal a mis profetas.” 1 Crónicas 16.21-22

“No toquéis, dijo, a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas.” Salmos 105.15

Sin embargo, el pasaje más conocido es aquel en el que David, siendo presionado por sus hombres a aprovechar la oportunidad de matar a Saúl en la cueva, dijo:

"Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová. " 1 Samuel 24.6

En otra ocasión, David impidió con el mismo argumento, que uno de sus valientes extendiera su mano para matar a Saúl que estaba durmiendo pacíficamente:

"Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente?" (1 Samuel 26.9)

David respetaba a Saúl como ungido de Jehová, por ello nunca perdonó al hombre que lo mató:

"¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido de Jehová?" 2 Samuel 1.14

Un principio bíblico falsamente aplicado
Este respeto voluntario de David, de abstenerse de matar a Saúl porque él es el ungido del Señor, ha sido interpretado por muchos evangélicos hoy en día como un principio bíblico para ser aplicado respecto de los pastores y líderes en las iglesias. Es decir, como los pastores, y supuestamente los profetas y apóstoles de hoy vendrían a ser los ungidos del Señor, nadie en absoluto puede levantar la mano contra ellos, es decir, no se puede acusarlos, contradecirlos, cuestionarlos, ni emitir una crítica, y menos mover cualquier acción contraria a ellos. La unción del Señor actuaría como una especie de protección e inmunidad dada por Dios a su ungido. Ponerse en contra de ellos sería ponerse en contra de Dios mismo.

Pero con toda seguridad, la Biblia no enseña esta mentira
La expresión utilizada en la Biblia en referencia a los reyes de Israel se debe al hecho de que fueron elegidos y nombrados oficialmente por Dios para ocupar el puesto por la investidura de un juez o un profeta, "un ungido de Jehová". En ese momento, se vertió aceite sobre su cabeza para separarlo para el puesto. Eso es lo que Samuel hizo con Saúl y luego con David.

“Tomando entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, y lo besó, y le dijo: ¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel?” 1 Samuel 10.1

“Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.” 1 Samuel 16.13

La razón por la que David no quería matar a Saúl fue porque reconoció que, aunque de una manera indigna, ocupaba una posición designada por Dios. David no quería ser culpable de matar a uno que había recibido la unción real.

Pero lo que no se puede ignorar es que este respeto por la vida del rey no impidió que David enfrentara a Saúl y lo acusara de injusticia y maldad en su persecución sin causa. David no lo mataría, pero sí invoca a Dios como juez contra Saúl, delante de todo el ejército de Israel, y abiertamente pidiendo a Dios que castigue a Saúl, vengándo a David.

“Jehová, pues, será juez, y él juzgará entre tú y yo. El vea y sustente mi causa, y me defienda de tu mano.” 1 Samuel 24.15

“Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti.” 1 Samuel 24.12

“Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente? Dijo además David: Vive Jehová, que si Jehová no lo hiriere, o su día llegue para que muera, o descendiendo en batalla perezca.” 1 Samuel 26.9-10

David agradece a Dios por vengarlo de sus enemigos
El Salmo 18 es atribuido a David, que habría sido inspirado "el día que Jehová le había librado de la mano de todos sus enemigos, y de la mano de Saúl." (2 Samuel 22.1). No podemos estar completamente seguros de esto, pero hay una gran posibilidad que refleja el momento histórico exacto en que fue compuesto. Por lo tanto, lo que vemos es David componiendo un salmo de gratitud a Dios por haberlo librado de un "varón violento", para dar retribución a los que lo perseguía (es decir a Saúl).

“El Dios que venga mis agravios, y somete pueblos debajo de mí; el que me libra de mis enemigos, y aun me eleva sobre los que se levantan contra mí.” Salmos 18.47-48

En resumen, David no quería ser el que iba a dar muerte al impío rey Saúl porque ha sido ungido con aceite por el profeta Samuel para ser rey de Israel. Esto, sin embargo, no impidió que David lo enfrentara cara a cara. Así mismo, el que Saúl sea un ungido del Señor, no impidió confiar en el juicio y la venganza de Dios contra él, y darle al Señor para que a su tiempo sea castigado debidamente por sus pecados.

Cómo surge esta falsa "facultad" que los apóstoles de Jesús no la ejercieron
Entonces, lo que no entendemos es cómo alguien puede tomar la historia de David, quien se niega a matar a Saúl siendo el ungido del Señor; como la base para este “concepto falso” que no se puede cuestionar, ni contradecir, ni estar en desacuerdo e incluso ni confrontar firmemente a los líderes en las iglesias cuando enseñan, sostienen y predican doctrinas y practicas reprobables. No hay duda de que nuestros líderes espirituales merecen todo nuestro respeto y confianza, y debemos aceptar su autoridad mientras que, sin ninguna duda, son sumisos a la Palabra de Dios, la predicación de la verdad y caminan digna, honesta y verazmente. Cuando se convierte en objetable, debe ser corregido y amonestado. Pablo aconseja a Timoteo de la siguiente manera, en el caso de los ancianos (obispos o pastores) que:

“Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos. A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman.” 1 Timoteo 5.19-20

El "vivir en pecado" en el contexto de la carta a Timoteo, es una referencia a los ancianos mencionados en el versículo anterior (v.19). Deben ser reprendidos públicamente.

Pero lo que llama la atención es que los apóstoles de Jesucristo nunca pidieron la "inmunidad de la unción" cuando fueron acusados, perseguidos y vituperados por los mismos creyentes. El mejor ejemplo es el mismo apóstol Pablo, ungido por Dios para ser apóstol de los gentiles. Cuánto sufrimiento no pasó a manos de la iglesia de Corinto, de los creyentes, de sus propios hijos en la fe. Citamos un solo pasaje de la primera carta a ellos, en la que revela la ironía, el veneno, la malicia y el sarcasmo con el que los corintios lo trataron:

“Ya estáis saciados, ya estáis ricos, sin nosotros reináis. ¡Ojalá reinaseis, para que nosotros reinásemos también juntamente con vosotros! Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres. Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes; vosotros honorables, mas nosotros despreciados. Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija. Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos. No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados. Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. Por tanto, os ruego que me imitéis. Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias.” 1 Corintios 4.8-17

Conclusión
Por qué no vemos a Pablo diciendo a los corintios: “¿Cómo te atreves a levantarte contra el ungido del Señor?” Porque los verdaderos hombres ungidos por Dios para el trabajo pastoral, no responden a los desacuerdos, silenciando las críticas y preguntas de boca de las ovejas con un "no me toque porque soy el ungido del Señor", sino mas bien con su buen trabajo, usando argumentos bíblicos, con la verdad y la sinceridad.

"No toques al ungido del Señor" es atractivo para quienes no tienen ni argumento ni ejemplo para dar una respuesta.

domingo, 5 de abril de 2015

Jesús, el Buen Pastor que muere como Cordero


Jesús, el Buen Pastor que muere como Cordero

Juan 10.11-18
Es sabido que Belén era el mejor lugar donde se criaban las ovejas que eran llevadas a Jerusalén para los sacrificios del templo. El pueblo judío estaba muy relacionado con la crianza de ovejas y ganado. Poner como ejemplo a un pastor relacionándose con su rebaño era la mejor manera de enseñar cómo Dios se propuso dar un “pastor” a Israel para que lo pastoree, lo cuide y de su vida por sus ovejas. Jesús está desarrollando su ministerio y en cierta ocasión dirigiéndose a una audiencia, mayoritariamente judía, les da una parábola sobre “un pastor y sus ovejas” para luego presentarse a Sí mismo como el Buen Pastor que da Su vida por sus ovejas.

Yo Soy el Buen Pastor
Encontramos en el verso 11 que Jesús asegura que Él es el Buen Pastor. Y es una afirmación que toma fuerza en el pasaje ya que lo menciona hasta dos veces en tan sólo ocho versículos. Y la característica resaltante para calificar como Buen Pastor, era que Él tomada serios riesgos por la vida de sus ovejas. Ser “bueno” es una cualidad que distingue. ¿Qué tenía que hacer un pastor para ser bueno? Encontramos que David era un “buen pastor”, lo vemos cuando dio respuesta a Saúl y le dijo: “Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba” (1 Samuel 17.34-36) David tomaba serios riesgos por la vida de sus ovejas, él era un pastor digno. Jesús es el buen pastor que no sólo corre riesgos por sus ovejas, sino que da su propia vida para preservarlas de la muerte eterna.

Los Asalariados son Falsos Pastores
En los versos 12 y 13 Jesús presenta un contraste entre Él como Buen Pastor, y alguien más que ha pretendido presentarse a Israel como pastor, pero que ha resultado ser un falso pastor, un asalariado, alguien que no ha podido hacer mucho o nada por las “ovejas de Israel”.  Leemos que “el asalariado… no es el pastor” es decir las ovejas no son de su propiedad, no las ha obtenido por precio, es sólo un encargado a sueldo. Éste cuando ve los peligros, sólo piensa en sí mismo para salvarse y abandona las ovejas.  Los malos pastores son los asalariados que Ezequiel nos cuenta en el 34.2-6:

“¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia. Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado. Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas.”

En el mismo contexto del capítulo 10 de Juan en el verso 8 leemos que Jesús les dice “Todos los que vinieron antes de mí son ladrones y salteadores; pero no las oyeron las ovejas” Y me pregunto ¿Quiénes vinieron antes de Jesús y que resultaron ser falsos pastores de Israel? Circunstancialmente, los que precedieron a Jesús como líderes religiosos y políticos de Israel fueron “ladrones y salteadores”. Entre ellos tenemos gente que se sublevó a los imperios griego y romano, pero no pastorearon a Israel. Desde el 350 a.C. se han dado múltiples surgimientos como los macabeos, pero no pudieron hacer mucho por Israel, no pudieron redimirlo. Un ejemplo muy sobresaliente es Herodes el Grande, quien construyó el segundo templo de Jerusalén. Pareciera que era el líder religioso más prominente de la época, pero todos saben que cuando este se enteró por boca de los Sabios de Oriente, que había nacido “el rey de los judíos” mandó matar a todos los niños para matar también al Mesías. ¿Cómo fue que Herodes llegó a ser rey de Israel sin ser descendiente de David? Esto lo logra porque Roma lo coloca como rey de Judea. Herodes era una especie de cuasi-judío-árabe. Lideró políticamente a Israel, pero aunque les reconstruyera el templo, cual líder religioso; nada hizo por las ovejas de Israel, al contrario, fue un líder sanguinario en extremo, que dio muerte tanto a una de sus esposas, suegros e hijos, un “ladrón y salteador”. La religión judía es otro “ladrón y salteador” representada en la clase sacerdotal, los fariseos y escribas de la época. No prometían nada. No podían redimir a nadie. El asalariado mira sólo por sí mismo y no le importan las ovejas. Los religiosos de palestina eran tan ciegos que no podían reconocer a Jesús como el Mesías.

Las Ovejas Conocen a su Pastor
Jesús expresa en estos versos (v.14 y 15) que el Buen Pastor tiene una relación íntima y personal con sus ovejas. Él dice “conozco mis ovejas, y las mías me conocen”. En los versos anteriores, Jesús les cuenta una parábola (una alegoría) en la cual resalta a Jesús como el Buen Pastor a quien las ovejas oyen Su voz y lo reconocen. Esto es la gran diferencia. Leemos que dice:

“A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.” (Juan 10.3-5)

No podemos pretender ser de las ovejas de Jesús y no conocer y reconocer su voz. Muchos cristianos están reconociendo la voz de un pastor “ladrón y salteador”, por ello que sus vidas están camino al precipicio. Estos pastores sólo están interesados en su lana y en su grosura, mas no tienen interés en cuidarlas, curarlas y pastorearlas. Jesús es el pastor genuino a quien hay que seguir.

Los Gentiles son Ovejas de Otro Redil
Aquí en el verso 16 encontramos una verdad trascendental que Jesús trae a su audiencia mayoritariamente judía (Juan 9.40). Les está afirmando que el propósito desde los tiempos de Abraham era de juntarlos a todos. Él les va a decir que tiene unas “ovejas de otro redil”, y que esas también reconocen su voz. Israel es “el redil” de Dios. El pueblo judío. El pueblo de las promesas desde que llamó a Abraham con quien hizo un pacto que fue renovado en Isaac y Jacob y se cumple en Jesús. A Abraham se le dijo “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.” (Génesis 22.18) Abraham el padre de la fe, de donde vienen todos los judíos, pero de donde viene uno en particular: Jesús.

Jesús es “la simiente” de Abraham, por ello Pablo en Gálatas 3.8,14 y 16 nos dice:

“Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones… para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu… Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.”

Con toda seguridad decimos que los gentiles son esas “otras ovejas que no son de este redil” judío. Los dos rediles serán uno sólo en Jesús. En Juan 10.9 se nos dice que seremos ovejas de Dios si creemos en él por fe: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.” El llamado es a “entrar” por esa puerta que es Jesús.

El Buen Pastor Su Vida da por sus Ovejas
(v.17 y 18)
Aquí las palabras más excelentes que podemos leer en los evangelios:

“…yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo”

En todo el contexto de Juan 10 Jesús lo repite hasta cuatro veces. Es sin duda en el mensaje central de Juan 10. Por eso el padre amó al Hijo porque estuvo dispuesto a Morir por nosotros. Pablo lo dice de la siguiente manera en Filipenses 2.6-9:

“…el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,”

Y Juan, en Apocalipsis 5.2-6 nos deja una gran impresión:

“Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo. Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.  Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.”

El anciano consuela a Juan, quien no cesaba de llorar al ver que no había nadie digno en ninguna parte del vasto universo. Me imagino a Juan sintiéndose desfallecer, como se siente cuando estamos frente a algo irremediable. Podemos sentir la angustia de Juan, diciendo algo así como “estamos perdidos, no hay nadie digno”. Pero Dios mismo, se proveyó de un Cordero, y Jesús obedeció, por amor a nosotros. Morir por otros es amor. La verdad del Evangelio que proclamamos es esta: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” (Juan 15.13)

Jesús es el sustituto, nosotros debimos morir por nuestros propios pecados, pero Él murió en nuestro lugar. Él es el cordero cuya sangre nos limpia de pecado. Él es nuestra ofrenda, la que Dios la ofreció por nosotros para salvarnos, porque nos ama. No es justo que un justo muera por los injustos; pero Dios, que es amor, ha provisto de un Cordero que es el sustituto por sus ovejas. Jesús es nuestro sustituto, quien ha muerto en nuestro lugar y ha pagado por nuestros pecados para darnos salvación. Jesús es el Buen Pastor que dio Su vida por sus ovejas.

sábado, 4 de abril de 2015

“Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador”

"El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que desobedece al Hijo, no verá vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él."
    Juan 3.36 (Biblia Textual)
Entre las comunidades evangélicas es común la frase “Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador”. Lo escuché un sinnúmero de veces, lo hemos usado cientos de veces para atraer a la gente a Jesús el Mesías. Es una frase que “atrae” a la gente, pues aunque es pecadora, encuentra en Dios un ser que lo ama “a pesar de su pecado”. Pero podría ser un simple consuelo (o un gran error) si no se dice la verdad completa.


¿De dónde hemos sacado esa frase… que Dios ama al pecador?

Sin duda la mayoría de evangelistas la han sacado de alguna parte de la Biblia. ¿Será acaso un texto fuera de contexto? Probablemente, si es usado para afirmar algo que la Biblia no enseña, y más aun que Dios no lo haya dicho ni manifestado en las Escrituras, es un error usarlo. Recuerdo aquí las palabras de un viejo pastor “una media verdad, es una mentira completa”

Una búsqueda por Google nos llevará a varias páginas y blogs que aluden que Gandhi la tomó prestada de Agustín de Hipona, de su libro "La Ciudad de Dios". Bien, yo investigué y encontré que Agustín en verdad dijo algo relacionado con Dios, el creyente, el hombre que no es creyente y que ama el pecado. Aquí les copio la cita:
"Por lo cual el hombre que vive según Dios, no según el hombre, necesariamente ama el bien y, como consecuencia, odiará el mal. Y como nadie es malo por naturaleza, sino que el malo lo es por vicio, quien vive según Dios tiene un perfecto odio a los malos; es decir, no odia al hombre por el vicio ni ama el vicio por el hombre, sino que odia al vicio y ama al hombre. Si se cura el vicio, permanecerá todo lo que debe amar, y nada de lo que debe odiar."(1)
Pero ¿cuál es el contexto de dicha afirmación? Notemos que si Gandhi de verdad sacó esa frase de Agustín, Gandhi también sacó de contexto las afirmaciones de Agustín de Hipona, entonces es falso que la frase como hoy la conocemos "Dios ama al pecador pero aborrece su pecado" lo haya dicho el teólogo San Agustín. No pudo haberse equivocado, lean detenidamente las afirmaciones del teólogo de Hipona: "quien vive según Dios tiene un perfecto odio a los malos; es decir, no odia al hombre por el vicio ni ama el vicio por el hombre, sino que odia al vicio y ama al hombre." No hay tal frase de que "Dios aborrece el pecado pero ama al pecador". El creyente debe amar a los hombres pero odiar su pecado, al menos esa es la reflexión de Agustín, y es el consejo y mandato de Dios cuando nos dice "ama a tu prójimo como a ti mismo", en este mandato no hay acepción de personas, ni distinción por raza, sexo, ideología, etc., Dios nos manda "amar aun a nuestros enemigos".  


Juan 3.16 dice que “Dios amó al mundo” ¿El mundo no incluye a los pecadores?

Sin duda que sí. Es más, Dios está interesado en “el mundo” por ello Él tiene un plan para salvarlo. Pero no hablaremos de salvación ahora, sino del texto de Juan 3.16 usado fuera de contexto para afirmar que “Dios ama al pecador”. Cada vez que alguien quiera usar Juan 3.16 para decir que Dios ama al pecador deberá acompañarlo de todo lo que diga el contexto del versículo 16, el contexto del libro de Juan y más aún el contexto de la verdad acerca del hombre y su realidad respecto del pecado detallado a lo largo de todas las Escrituras.

¿Qué dice el contexto de Juan 3.16?

En este contexto nos encontramos con el relato de Jesús y Nicodemo. Hacemos hincapié que sólo Juan narra este episodio, y sólo en Juan encontramos referencia a este notable judío, amante de la Ley y que encuentra en Jesús al Mesías esperado por Israel.

Nicodemo representa el “pecador que necesita nacer de nuevo”. Jesús le cambia de tema confrontándolo. Nicodemo vino a darle honores y elogios como “maestro que ha venido de Dios”. Nicodemo era un “seguidor en secreto” de Jesús. Utilizando el lenguaje actual, él era un “fan” de Jesús. Pero Jesús no le da las gracias por reconocer que haya venido de Dios, ni tampoco por llamarle maestro o por ser su seguidor. Jesús ve necesario hablarle a su corazón, revelar su realidad, Jesús le dice “eres un pecador y necesitas nacer de nuevo”. Jesús no llamó a Nicodemo, éste lo “buscó de noche”. Es el típico pecador que conoce de Jesús, a oído de Jesús, pero por ciertas circunstancias no revela su identidad y no lo “busca” abiertamente sino que es un seguidor de lejos, pero Jesús no tiene “seguidores secretos”. Nicodemo es el “simpatizante” del evangelio que por años hemos tenido en nuestras iglesias. Su pregunta natural y humana demuestra a un hombre que conoce la letra de la Ley, pero que aun no tiene el Espíritu vivificante. Nicodemo representa al hombre que conoce las Escrituras, pero no conoce al autor de las Escrituras. 

Las profundas verdades sobre el hombre pecador y la necesidad de salvación se ven reveladas en este pasaje en la descripción que le hace Jesús a Nicodemo. Es necesario nacer de nuevo para entrar en el Reino de Dios. Jesús sería levantado como la serpiente de bronce que levantó Moisés para que los israelitas fueran curados del envenenamiento. Todo pecador que crea en Jesús será preservado de la perdición y se le otorgará vida eterna.

Jesús es el Hijo unigénito a través del cual Dios ve al mundo, por ello ama al mundo. Por ello, los que creen en Jesús como salvador son amados por Dios. La magnitud del amor de Dios por el mundo se ve reflejado, no en el pecador, para decir que “Dios ama al pecador” sino en su Hijo, a través de quien Dios nos ve a los pecadores que lo hemos reconocido como nuestro único salvador. No podemos utilizar esta afirmación de Jesús “de tal manera amó Dios al mundo” y afirmar y concluir a partir de allí que “Dios ama al pecador”. Hacerlo puede entenderse que Dios ama a los mentirosos, a los adúlteros y a las prostitutas. Pero vemos que Jesús les dijo a los fariseos “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”. Los fariseos representaban el carácter del diablo: “la mentira”. A la mujer pecadora Jesús le dijo “ni yo te condeno, vete y no peques más”. No podemos separar la verdad de que “Dios ama al mundo” y a la vez “hay una condenación para todos los pecadores”; y no es Jesús el que vino a condenar al mundo, sino que el mundo “ya ha sido condenado”. Y aquí mismo se nos explica esto, “los hombres amaron más las tinieblas que la luz”. Cuando decimos que “Dios ama al pecador pero aborrece su pecado” no estamos diciendo la verdad completa. Debemos proclamar que los pecadores serán amados por Dios si miran a Jesús, para que Dios los vea a través de Jesús y los pueda amar. El hombre por sí sólo jamás podrá amar a Dios siendo pecador y en estado de condenación, necesita a Jesús para hacerlo.

La próxima vez que hable con un pecador, no tenga problemas en decirle que “Dios lo ama”, pero no deje de decirle el resto de la verdad, que si no mira a Jesús como Señor y Salvador de su vida, se perderá porque "ya está condenado". No hay problema en decirle a una persona pecadora que “Dios lo ama”, siempre y cuando su objetivo no sea darle consuelo. Dígale que el amor de Dios hacia los pecadores es a través de Jesús. Si los pecadores no miran a Jesús para que lo salve de esa condenación eterna, de nada le servirá que hayan escuchado más de una vez que “Dios ama al pecador”. Recuerde que en el mismo contexto de Juan capítulo 3 leemos lo siguiente: 

"El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que desobedece al Hijo, no verá vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él." -Juan 3.36 (Biblia Textual)
¡Dios te ama y quiere que otros conozcan ese amor a través de ti!
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(1) Agustín de Hipona, La Ciudad de Dios. Libro Decimocuarto “El pecado y las pasiones”. CAPÍTULO VI Condición de la voluntad humana, de la cual dependen los afectos malos o buenos del alma.



Leer el párrafo completo:

Nos interesa conocer cómo es la voluntad del hombre: si es perversa, tendrá esos movimientos perversos, y si es recta, esos mismos movimientos no sólo no serán culpables, sino hasta laudables. En efecto, en todos esos movimientos está la voluntad; mejor aún, todos ellos no son otra cosa que voluntad. ¿Qué es el deseo y la alegría, sino la voluntad encaminada a estar de acuerdo con lo que queremos? Y ¿qué es el miedo y la tristeza, sino el alejamiento de lo que no queremos? Pero recibe el nombre de apetencias cuando en el apetito estamos de acuerdo con lo que queremos; y se llama alegría cuando estamos en el disfrute de esas mismas cosas. Así también, la voluntad se llama miedo cuando rehusamos aquello que no queremos nos suceda; y se llama tristeza cuando rehusamos lo que tenemos presente sin quererlo. En toda la gama de cosas que se apetecen o se rehúyen, a medida que el alma se siente atraída o rechazada, varía o se vuelve a unos u otros afectos. Por lo cual el hombre que vive según Dios, no según el hombre, necesariamente ama el bien y, como consecuencia, odiará el mal. Y como nadie es malo por naturaleza, sino que el malo lo es por vicio, quien vive según Dios tiene un perfecto odio a los malos; es decir, no odia al hombre por el vicio ni ama el vicio por el hombre, sino que odia al vicio y ama al hombre. Si se cura el vicio, permanecerá todo lo que debe amar, y nada de lo que debe odiar.

jueves, 2 de abril de 2015

Jesús me da razones para encontrarme conmigo mismo...


No soy cristiano sólo porque el cristianismo explica quién fue Jesús, y lo que consiguió en la cruz, sino porque también explica quién soy yo. Y al preguntarme quién soy yo, encuentro un eco de la misma pregunta que se hizo una vez un hombre en la Biblia cuando dijo “¿Qué es el hombre?”, es decir al preguntarme ¿Quién soy yo? A la misma vez estoy ejerciendo un poco de filosofía sencilla y común porque deseo saber, como todos; ¿Qué significa ser humano?

Hay una antigua formula griega que dice “gnothi seauton” que significa “conócete a ti mismo”, y esto es la búsqueda moderna de nuestra propia identidad. Soy cristiano porque en la cruz de Cristo se explica quién es el hombre. No existe un campo de estudio e investigación más importante que éste: ¿Qué es el hombre? 

Soy cristiano porque en Cristo sé quién soy, sí; así como lees; aunque el filósofo alemán Arthur Schopenhauer dijo “¡Ojalá lo supiera!” cuando le preguntaron “¿Quién es usted?”, en Cristo sé quien soy por eso soy cristiano. 

No soy “ni el optimismo fácil de los humanistas, ni el oscuro pesimismo de los cínicos, sino el realismo radical de la Biblia”, porque la Biblia preserva la paradoja, la gloria y la vergüenza de nuestra humanidad, nuestra dignidad y nuestra depravación. 

Por eso soy cristiano, porque encuentro en el cristianismo mi verdadera identidad, fui hecho a “imagen de Dios”; pero por el pecado heredamos un subconciente de donde “salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. 

Cristo nos mostró en la cruz que somos egocéntricos de por sí, y esto es la esencia del mal, el origen del mal es el corazón humano, y Cristo lo mostró, Él describe la maldad como algo que sale de nuestro corazón y que nos corrompe. Por ello resulta claro que ser cristiano me muestra que tengo una doble necesidad: por un lado necesito limpiarme de la corrupción y, por otro lado, me hace falta un nuevo corazón con nuevas aspiraciones y deseos. 

Por eso soy cristiano, porque encuentro ambas cosas en el evangelio, porque Cristo murió para limpiarme y hacerme nuevo. Esto es la aplicación lógica del evangelio en respuesta a la paradoja de mi humanidad, y es la razón por la que soy cristiano.

Jesús cumplió con las profecías


Soy cristiano porque Jesucristo cumplió todas y cada una de las profecías anunciadas en el Antiguo Testamento, en la Biblia Hebrea o Tanaj. 

Jesús en una oportunidad, sentado en una sinagoga judía leyó una porción del profeta Isaías que decía: “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos” y les dijo a sus oyentes judíos: que en ese mismísimo momento (de la lectura) se acababa de cumplir esa profecía en Él, en Jesús. 

Soy cristiano porque Cristo es el cumplimiento de las Escrituras. Jesús en otra ocasión aseguró que el Tanaj daba testimonio de Él cuando le dijo a su audiencia judía: “las Escrituras son las que dan testimonio de mí”. También se refirió al padre Abraham de quien “se alegró mucho al pensar que vería el día del Mesías”. 

Soy cristiano porque Jesucristo, luego de haber resucitado; dijo de sí mismo “que tenía que cumplirse todo lo que está escrito acerca de Él en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”. Soy cristiano porque Jesús es “el siervo sufriente” de Isaías, que fue “despreciado y desechado por los hombres” y “cargó con el pecado de muchos”. 

Soy cristiano, y no creo en Jesús como “el profeta”, sino como “el cumplimiento de la profecía”. Por eso soy cristiano.